Quito. 01 sep 2001. Un sondeo de los clasificados revela que el intelecto es considerado menos importante que la presencia física

Una revisión de los anuncios de empleos en la prensa nacional es un rico fondo de información sobre la situación laboral de la mujer. "Importadora necesita secretaria", reza uno de ellos, y bajo los requisitos indispensables figura, en primer lugar, una "excelente presencia". Luego vienen todas las destrezas necesarias para desempeñar el trabajo y finalmente dice: "Edad 20 a 30 años, disponible a tiempo completo".

Una observación realizada entre 15 anuncios tomados al azar, dio como
resultado una preocupante realidad, que todos conocen, pero de la que ni siquiera a las afectadas les gusta hablar. Un gran número de estos puestos está disponible ya sea solo para hombres o solo para mujeres.

En este último caso, la mayoría de ofertas no son para mujeres casadas, peor para embarazadas. El argumento, recabado telefónicamente, es que las madres y las embarazadas "piden mucho permiso", mientras las solteras "tienen más tiempo para trabajar", y se juntan con los hombres "porque no quieren que haya relaciones sentimentales".

Cuando insisten en mujeres "de buena presencia", es decir jóvenes y bonitas, se refieren sobre todo a trabajos en los que "convencer" a los clientes desempeña un papel importante. Aquí se comete una discriminación flagrante en ambos casos. Una entrevistada informó que a veces el título universitario no alcanza la importancia que sí tiene la presencia física y el origen social. Dijo además que, sobre todo para principiantes obligadas a adquirir experiencia, las miserables remuneraciones lindan con la explotación. "Una entrega todo para el trabajo, pero no es bien remunerada". Coincidencia o no, un anuncio que buscaba solo solteras ofrecía entre $80 y $100 al mes; otro, que buscaba hombres, mujeres, solteras, casadas, embarazadas o no, ofrecía por un trabajo similar $160.

De "arbitrariedad" calificó la inspectora del Trabajo, Lucía Lloret Salazar, este tipo de anuncios y la manera de contratar. Recordó que la Constitución prohíbe la discriminación por el género. Indicó que en la Inspectoría del Trabajo se reciben, con relativa frecuencia, denuncias de mujeres contra patronos que no aceptan a mujeres embarazadas. "Son objetos de malos tratos o simplemente las despiden con cualquier pretexto, pese a que la Ley les ampara".

"Algunas, como no saben sus derechos, se retiran y no reclaman", dijo, "pero la mayor parte de las mujeres sí acude a un abogado o a la Inspectoría del Trabajo".

Afirmaciones de que hay empresas que piden pruebas de embarazo antes de firmar los contratos no fueron confirmadas en la Inspectoría de Trabajo, pero tampoco fueron descartadas, debido a que en ese estadio no existe todavía el contrato que permita intervenir a la Dirección de Trabajo.

Lloret recordó una empresa en la que uno de los requisitos era que las
aspirantes fueran solteras y que, si se casaran o quedaban embarazadas, automáticamente perderían el empleo.

En otras empresas se da el caso de que los empleadores pretenden terminar el contrato cuando las mujeres que quedan embarazadas no están casadas. "La Ley no ampara a la mujer casada, sino a la madre trabajadora", subrayó Lloret. En caso de despido intempestivo de una embarazada, la Ley le otorga, aparte de la indemnización legal, un año adicional de indemnización y la remuneración completa.

Otra cosa con la que no cumplen los patronos es con el permiso de lactancia. En los nueve meses posteriores al nacimiento del niño, la madre tiene derecho a dos horas de permiso al día, si en la empresa no hay guardería. La inspectora calcula que en un 80% (en las empresas grandes), esta disposición se cumple, pero hay empresas pequeñas que no se atienen a la Ley. (SK)

Las florícolas, con el 80% de mano de obra femenina

La competencia en el mercado internacional ha obligado a los empresarios del mundo, y también de Ecuador, a afinar al máximo los costos de producción, y uno de los rubros más susceptibles de reducción ha sido el de salarios.

Susan Joekes ha dicho en el estudio La mujer y la economía mundial que "el incremento del empleo femenino, con persistentes desventajas salariales, en los países en desarrollo constituye la última expresión de las ventajas comparativas" en el mercado internacional (revista La Otra Mitad, febrero 1998). Con estos fines, se ha introducido paulatinamente en el país la "flexibilización" laboral, que entre otras cosas permite la contratación temporal, por horas, y la tercerización, es decir, el empleo a través de colocadoras, que esquivan la estabilidad laboral y la organización.

También el ingreso temporal de materia prima para la confección en maquila ha sido combinado con remuneraciones menores a las establecidas para la producción nacional. Es una industria que busca mano de obra femenina.

Los que más éxito han tenido han sido los agroindustriales, y entre ellos, en un lugar preponderante, los exportadores de flores, que emplean en un 80% mano de obra femenina. Pero su situación es controvertida, por la exposición de las trabajador s a substancias tóxicas y por la excesiva presión de trabajo por temporadas. (SK)

Las extenuantes jornadas de trabajo

Hernán Rodas, párroco de Paute, valle azuayo en el que en los últimos años se han asentado 16 empresas floricultoras, que dan trabajo a unas 2 000 pers nas, considera que el hecho de que la mayoría son mujeres y en algunos casos muchachas adolescentes juega un papel importante. Una encuesta realizada en una empresa ha sacado como resultado, según Rodas, que "son muchas horas de trabajo: hay mujeres que van a las 07:00 y terminan a las 22:00 o a las 24:00, y al siguiente día tienen que estar de nuevo a las 07:30".

Lo que se paga por horas extras, se dice, son los de Ley, pero el religioso opina que "son bajísimos". Las remuneraciones varían mucho de empresa a empresa. Debido al elevado índice de migración femenina, que no ha podido ser detenida con la presencia de las exportadoras, las trabajadoras vienen de otros cantones, lo que significa abandonar a sus hijos durante muchas horas.

"Incluso en una pretendida igualdad de condiciones para hombres y mujeres, esto hace que la mujer tenga un sobrepeso enorme de responsabilidad laboral, familiar, social, educacional, religiosa", dice Rodas.

En cuanto a los daños de salud, considera que "es difícil aventurarse a hacer afirmaciones. No se puede determinar causa y efecto inmediato en abortos o deformaciones". Pero admitió que "sin embargo, ese criterio está generalizado entre la población".

Para desvirtuar equivocaciones, porque incluso una primera investigación no ha dado resultados alarmantes, "las empresas deberían informar mejor", exige el párroco Rodas. (SK)

Un retrato de los problemas

Solo una empresa ha firmado un convenio que prevé medidas de prevención de los efectos sociales y ambientales

"Son como guetos y no se dan cuenta de que los trabajadores están en las comunidades, conversan, hablan, muchos vienen cuando tienen maltrato o cuando no se les pagan horas extras", opina el párroco azuayo. Hernán Rodas.

Obviamente que hay leyes, hay códigos de honor pactados por los mismos
floricultores, hay la presión exterior de los compradores y existe el
esfuerzo individual de cada consorcio "de hacer las cosas lo mejor que
pueden". Sin embargo, la exigencia del Municipio de Paute y de la Iglesia es que trabajadores y empresarios se adhieran al Comité de Desarrollo, pero no han recibido acogida. Tras años de negociaciones, una sola firma con cuatro plantaciones ha firmado un convenio.

En una carta a la Asociación de Floricultores del Austro, el Comité Cantonal ha expresado su "preocupación por los problemas sociales que está generando el deterioro de las condiciones de trabajo". Habla de "delincuencia, alcoholismo y violencia protagonizados por grupos de muchachos, trabajo de niñas y niños, madres adolescentes", que han crecido en los últimos meses.

La respuesta de una empresa remite a los sellos de calidad ambiental y
social adquiridos, así como al trabajo que ofrece a la región, e indica, entre otras cosas, "que en el campo trabajan las personas desde temprana edad y lo que ha hecho la plantación es dar ocupación en labores livianas a adolescentes que claman por trabajar". (SK)

Dimensión de un tema global

Las reglas han cambiado. La mujer tiene que aceptar un trabajo remunerado para compensar la pérdida de capacidad adquisitiva de su esposo o su ausencia, situación frecuente, debido a las elevadas tasas de desempleo y a la migración. Ya en la Conferencia Mundial sobre Mujeres de México, en1975,

fue planteada la dimensión económica de la desigualdad entre los géneros. Y en 1995, en la IV Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre Mujeres, en Pekín, la cuestión económica fue declarada como el aspecto más crítico de la discriminación de las mujeres, porque con él están incluso relacionados la violencia, la inseguridad, la falta de autonomía y de poder de decisión.

Lo que el Unifem (Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para Mujeres) exige, en la actualidad, es más oportunidades de acceso a las fuentes de ingreso, a la tierra y al trabajo bien remunerado, pero también que se incluya en los cálculos de la productividad de los países el trabajo no remunerado de las mujeres en los hogares y en el sector social. (SK)

Del género al "complemento"

En las encuestas que se realizarán en noviembre próximo se cambiará el modo de preguntar a las mujeres

Por primera vez, el censo de noviembre de 2001 incluirá variables de género.

Lo que antes se denominaba "quehaceres domésticos" aparecerá entonces como Complemento de la Población Económicamente Activa.

Mientras tanto, lo que los investigadores hacen es proyectar sobre la
información del censo de 1990, donde la pregunta para establecer los niveles y clases de empleo fue: ¿Qué hizo la semana anterior? De acuerdo con esa respuesta, se preguntó por la actividad y las horas dedicadas al día a esa labor. Para establecer los ingresos, el mismo INEC ha recurrido posteriormente a encuestas sobre condiciones de vida y sobre la situación de empleo y desempleo en el área urbana, que han sido completadas por las organizaciones interesadas con levantamientos propios.

Clementina González, economista con una maestría en demografía, quien
trabaja para el Postgrado en Desarrollo Sustentable en Cuenca, cree que, para entender la situación de las mujeres, hay que diferenciar entre trabajo y empleo. Trabajo son todas aquellas actividades productivas de transformación, remuneradas o no. Empleo, en cambio, es la actividad remunerada, reconocida socialmente, que incluso le da un status a la persona.

El censo comprendió cinco categorías de la ocupación: el patrono o socio activo, el trabajador por cuenta propia (artesano, pequeño comerciante, pequeño agricultor) que tiene apoyo de la familia o de oficiales a los que muchas veces no les paga, los asalariados en la empresa privada y pública, y familiares no remunerados.

Las mujeres se ubican sobre todo en el trabajo asalariado de empleo doméstico, en el trabajo familiar no remunerado (en el taller o finca del esposo) y en actividades de cuenta propia, como artesanías y pequeños comercios. Más mujeres que hombres trabajan en oficinas, y también como trabajadoras no calificadas. Así, el Censo de 1990 establece que la PEA estaba formada por un 26% de mujeres y un 74% de hombres. Y la Población Económicamente Inactiva (PEI) estaba conformada por un 77% de mujeres y un 23% de hombres. (SK)

Subempleo invisible

En el censo de 1990, entre los inactivos varones se registraba en forma predominante a los estudiantes (79%), y entre las inactivas mujeres a las dedicadas a quehaceres domésticos (72%). Lo curioso es que, en el subempleo invisible, que según Clementina González es "cuando trabajamos menos horas, ganamos menos de lo que deberíamos ganar", las mujeres ganan 2% más que el hombre. En las actividades agrícolas por cuenta propia, 16% más. Se podría interpretar estas cifras diciendo que, siempre que la mujer dispone de su
modo de hacer dinero, gana mejor que cuando sus ingresos dependen de otro. (SK)

La Policía abre sus puertas

En la Policía existen, según el comandante de esa institución, Jorge Molina, 1 661 mujeres, "en diferentes áreas administrativas profesionales que coadyuvan a que los servicios operativos policiales se consoliden y mejoren".

Molina dijo que, en la oficialidad, las mujeres han logrado copar espacios importantes. Dijo que en la actualidad cuentan con una teniente coronel de Estado Mayor, dos mayores, 23 capitanes, 27 tenientes, 71 subtenientes y 52 cadetes. En cuanto a subalternos, existen tres suboficiales primeros, 33 suboficiales segundo, 77 sargentos primero, 109 sargentos segundo, 99 cabos primero, 499 cabos segundo y 211 mujeres policías.

"Estos datos estadísticos, en mi opinión, reflejan la preocupación
permanente de la Policía para integrar a la mujer ecuatoriana en sus
actividades de orden y seguridad ciudadana", dijo Molina.

Junto a los datos estadísticos de mujeres en las filas policiales, el
comandante insistió en que, además, cuentan con 441 mujeres que trabajan en áreas administrativas en calidad de secretarias, auxiliares de contabilidad, enfermeras, médicas, odontólogas, auditoras, profesoras y agentes especiales.

"La Policía respeta el principio de igualdad y equidad de género, ya que, tanto el personal masculino como el femenino, en sus diferentes grados y jerarquías, tienen iguales derechos y obligaciones", dijo.

¿Del total del personal masculino que hay en la Policía, cuál es el
porcentaje de mujeres? "El 15% son policías mujeres; en lo que es personal civil, yo calculo que más del 50% son mujeres. ¿De ese 15%, qué porcentaje del personal uniformado se encuentra en los niveles más altos? "Yo considero que el 20%", respondió. (JT)

En la Armada, el 5% del total de oficiales son del sexo femenino

La Policía, la FAE y la Marina abrieron sus estadísticas sobre género en la Comisión de Fiscalización

En un oficio fechado el 16 de agosto, dirigido a la diputada Anunzziata Valdez, el director de Educación de la Armada, Víctor Rosero Barba, informa que, a partir de 2002, las mujeres podrán ingresar a la Armada, según se resolvió en la sesión del Consejo de Oficiales Almirantes del 11 de julio de 2001.

Es el primer triunfo de las mujeres para insertarse en las Fuerzas Armadas. ¿Por qué? El acceso de las mujeres a un mundo considerado como "de hombres" ha estado marcado por prejuicios, pero también por inconvenientes técnicos, según revelaron altos jefes militares y de la Policía ante la Comisión de Fiscalización del Congreso: el comandante de la Marina, Fernando Donoso, el comandante de la FAE, Osvaldo Domínguez, y el comandante de la Policía, Jorge Molina.

"Los dormitorios son colectivos, no hay individuales, el personal duerme en literas; literas quiere decir una sobre otra. Los servicios, como el agua, se someten a un horario preestablecido, lo que nosotros llamamos el régimen de agua para el aseo personal, que se da por minutos; debido a las dificultades de obtención de agua, se da en tres regímenes diarios.

Entonces, en el momento en que se da el régimen de agua, todos los marineros acuden a tomar un baño. Imaginémonos en estas condiciones la privacidad que necesita una mujer, por ende, se violentaría su derecho civil constante en la propia Constitución", dijo Donoso. Pese a estos obstáculos, según el comandante, desde hace años se ha dado mucha apertura al ingreso de la mujer.

"Solo quiero decirle que actualmente tenemos 38 oficiales, 24 tripulantes y 721 empleados civiles del sexo femenino", dijo. "Yo quisiera que me especifique del total de oficiales que tiene al momento la Armada qué porcentaje corresponde a mujeres?", preguntó Annunziata Valdez. Fernando Donoso respondió que el 5% del total de oficiales son mujeres, aunque sin especificar los rangos que ocupan. (JT)

En 2003 la FAE recibe mujeres en sus aulas

"En la Fuerza Aérea Ecuatoriana (FAE) existen 1 114 mujeres (que representan el 25,45%) que, en calidad de empleados civiles, trabajan en nuestrainstitución. De las 1 114 mujeres, 282 se desempeñan como auxiliares en las diferentes áreas, 371 en el área administrativa y 471 en niveles técnico profesionales". Esos son los cargos a los que han accedido las mujeres en la FAE, según el comandante general de esa institución, Oswaldo Domínguez.

Desde el año anterior, de acuerdo con las cifras proporcionadas por
Domínguez ante la Comisión de Fiscalización del Congreso, se han graduado 12 mujeres con el grado de oficiales tenientes. "Eso indica que la FAE está abriendo el campo de las actividades técnico profesionales al personal femenino", dijo el comandante de la institución. El comandante de la FAE aseguró que, más que una posible discriminación a la mujer en la institución armada, ante todo lo que ha existido es falta de infraestructura para recibir a las mujeres.

"Tampoco las mujeres han buscado entrar en las Fuerzas Armadas. Creo que esta legítima aspiración de las mujeres ha soslayado la necesidad de preparar una infraestructura acorde con la actividad militar, pero que también preserve la intimidad y la propia estructura natural del sexo femenino", recalcó.

Domínguez insistió en que la FAE se encuentra en proceso de adecuación de la infraestructura, los exámenes médicos, la legislación y los reglamentos.

"Nuestras áreas de trabajo y los servicios higiénicos están diseñados para hombres", recalcó. De acuerdo con Domínguez, "los aviones estarán a disposición de las mujeres, (quienes) tendrán que cumplir con las mismas exigencias fisiológicas, porque el hombre y la mujer tienen exactamente las mismas características", aunque recalcó que se deben introducir modificaciones, porque los aviones y los paracaídas "están hechos solamente para hombres". Las adecuaciones de las instalaciones para recibir a las mujeres "en las mismas condiciones que los varones" estarían listas en 2003.

Todas esas declaraciones constan en actas. (JT)

La marginación está en todas partes
La presencia de las mujeres en el sector sindical y gremial ha decrecido en un gran porcentaje, en los últimos años

Concepción Urgilés es una de las ancianas inquilinas de la casa para
ancianos Granda Centeno. Llegó allí luego de una larga vida de trabajo como tejedora de sombreros. Su esposo murió joven, con un fuerte dolor de cabeza luego de beber chicha. De dos hijos, uno sobrevivió y se hizo una casa en el terreno que ella compró, vendiendo el ganado que había criado. Concepción no tiene seguro ni jubilación, no tendría a donde ir, si no fuera por las mujeres, profesoras, comerciantes y voluntarias, que se encargan de acoger a los ancianos. En el Granda Centeno solo se ha asilado un varón, todas las demás son mujeres.
Esther Cárdenas fue una de las dos secretarias generales mujeres que ha tenido el sindicato de auxiliares de enfermería en el Hospital Regional Vicente Corral. A pesar de que ampara a 110 mujeres y diez hombres, los jefes suelen ser del sexo masculino.

Esther Cárdenas no tenía la primaria cuando se divorció, con seis hijos y más de 30 años. Una religiosa le ofreció participar en una campaña de alfabetización y finalmente asistió a la escuela de enfermería auxiliar.

Ganó un concurso y trabaja ya 24 años en el mismo lugar. Para lograr lo que ha logrado, que sus hijos sean casi todos profesionales con una carrera univer itaria, hizo durante años dos turnos voluntariamente, o sea, prácticamente no iba a casa. Su hijo menor tenía en esa época siete años.

Estos dos destinos son caras de una misma medalla. Las mujeres en el país, por tener menos acceso a empleos formales, están menos protegidas y menos sindicalizadas. Además, tienen menos poder en los sindicatos.

Según Luis Landy, de la Federación de Trabajadores Libres, la presencia de mujeres ha disminuido constantemente en los últimos cinco años, debido a que las empresas "saneadas" de sindicatos han afectado en forma especial a la fuerza laboral femenina, tal como aquellas que han reducido su personal.

Además, la tercerización y la maquila favorecen a la desaparición de los sindicatos y, por ser sectores de servicios o que no requieren de
capacitación, se prestan a la contratación de mujeres. Pero tampoco en las organizaciones comunales y barriales la situación es muy diferente.

Según María Falconí, de las Fundación Ofis, a pesar de que un 45% de los miembros de organizaciones registradas son mujeres, nueve de cada diez presidentes son hombres. En las mingas, los comités de padres de familias y las actividades religiosas trabajan más mujeres que hombres. Sin embargo, estas actividades por el bien común no han llevado todavía a las mujeres al poder.A pesar del éxito parcial de la cuota obligatoria para mujeres en las listas electorales, un 30% ocuparon los puestos de relleno y hay juntas parroquiales netamente masculinas. En donde tienen el poder, el boicot de los hombres ha aumentado, según María Falconí. (SK)

ANALISIS

"El techo de cristal"

Se diría que los tiempos han cambiado para mejor. Ahora, las mujeres han accedido a cargos de responsabilidad que, hasta hace poco, les estaban vedados.

En Ecuador, la lista de mujeres que han llegado al poder político ha
crecido, al igual que la de aquellas que han incursionado en los sectores financiero, educativo e intelectual.

No obstan te, una barrera invisible parece frenar el avance de la mujer a los puestos más importantes, al techo mismo de una empresa o institución.

En una suerte de consenso no pactado, en este país parecería que a la mujer hasta se le puede "permitir" llegar a ser una buena subgerente o una muy recon cida ejecutiva, pero concederle el mismo rango que al hombre resulta imposible, por más que sus capacidades hayan sido probadas y reconocidas.

Daría la impresión de que ni siquiera existe una intencionalidad per se detrás de este proceder colectivo, sobre todo entre los sectores más cultos, que dicen rechazar el llamado machismo; pero, en la praxis, su comportamiento termina siendo el mismo que el de la mayoría, con la única diferencia, que su actuación es sutil, por lo que muchas veces resulta imperceptible. Y es que, solamente por excepción a la mujer ecuatoriana se le ha entregado las decisiones más importantes en una entidad. En la mayoría de los casos, obviamente, se la permite ascender hasta cierto nivel, pero luego el camino se llena de obstáculos.

En el caso de las remuneraciones, la ecuación se repite; solo por excepción,¿ una mujer ecuatoriana recibe ingresos equitativamente similares al de los varones que desempeñan idéntico trabajo.

La situación de quienes no han tenido posibilidades de cultivarse el drama es mayor. Allí se juntan "todas las desgracias": mujeres, pobres y sin educación, un vía crucis que, casi siempre, concluye en su sacrifico, al ser arrinconadas por la sociedad.

De allí que, entre las propias mujeres hay también desequilibrios, aunque nunca equiparables a la marginalidad producto de las desigualdades de género Son estas desigualdades lo que la cultura anglosajona ha denominado "el techo de cristal": una barrera invisible de prejuicios que no existe sobre los varones, y que, en el país es un obstáculo que impide que las mujeres desarrollen su potencial. (TFF)

¿Quién es el (la) jefe (a) del hogar en Ecuador?

El BID calcula que el 33% de los hogares ecuatorianos dependen de la
responsabilidad femenina María Chaui, una mujer que podría tener 45 años, aparece todos los días en el centro de Cuenca con una canasta colgada de cada brazo. Se sienta en cualquiera de las aceras más transitadas y vende manzanas y "bocadillos" dulces de Loja. De esta manera, afirma, mantiene a seis hijos. Su esposo le ayuda, pero ella está consciente de que trabaja más que él. Sin embargo, es improbable que se considere la jefa del hogar.

Según las encuestas, solo el 18,8% de los hogares ecuatorianos son
registrados como dirigidos por mujeres. Las investigadoras anotan que muchas mujeres, a pesar de asumir toda la carga familiar, no dicen que son las jefas. Los encuestadores, al registrar la presencia de un hombre, ni siquiera preguntarían quién manda allí.
Pero más allá de eso, las encuestas sí han anotado que las jefaturas
masculinas se dan sobre todo en hogares completos, las femeninas en aquellos donde solo se quedan los hijos. Bolívar Castro realizó con la Fundación Sendas una encuesta destinada a apoyar con créditos a mujeres jefas de hogar. Entre 75 consultadas, un 62% afirmó tener ingresos de $20 al mes, solo un 8% más de $50 y el 30% restante entre $20 y $50. Aunque después se constató que en realidad los ingresos eran algo más altos, también se comprobó que un 40% de estas mujeres no se vinculan con un empleo por su trabajo en el hogar, pero un 55% hace trabajo informal, un 77% participa en labores comunitarias y un 59% está organizada en el barrio.

Una de las comunidades con las que Sendas colabora es la Red de Mujeres de Paute, coordinada por María Barrera, que incluye a 17 grupos organizados,

con unas 400 mujeres, todas del ámbito rural. El 50% de las mujeres de la Red son esposas de emigrantes. Son ellas las que se quedan con los terrenos y las casas hipotecadas a los prestamistas. Hay esposos que se van y no regresan, dejan de enviar dinero, se relacionan allá con otra mujer. "Por más que trabajen, no van a poder pagar las deudas", dice María.

Los ingresos varían, según Barrera: "La esposa de un emigrante puede recibir $500 por quincena, mientras hay madres solteras con cinco hijos, viudas o esposas de alcohólicos, que no cuentan con ingresos mayores a $8 la semana". Los últimos sábados del mes, una comisión de la parroquia dedicada al apoyo de las esposas de emigrantes las reúne para conversar y celebrar. "Pero en los últimos meses comenzaron a faltar", dice María: "los maridos les prohíben". Pero hay mujeres cuyos esposos les ponen ante la alternativa de quedarse con sus hijos o perder al hombre y el dinero. Muchas de ellas se van.

"Solo en agosto salieron seis compañeras de una comunidad. Ahora están presas en México. Y esa es una rutina de siempre", se lamenta la
coordinadora. También se van jóvenes. La Red se ha quedado sin sus mujeres más capacitadas, las motivadoras, las líderes de los comités han emigrado.

"Se van para hacer lo mismo, solo que allá ganan más". (SK)

El hombre que cambió de mentalidad

Juan Carlos Benalcázar, empresario y concejal de Cuenca y, como tal,
destinado a decidir sobre el "Plan Cantonal de Igualdad de Oportunidades para Mujeres" aprendió forzado por las circunstancias. Su empresa "Panesa" trabaja de 19:00 a 07:00 y de 07:00 a 19:00, en turnos de cuatro días con dos de descanso. "Hace un año empezamos a contratar mujeres. Realmente la oferta es alta y no ha habido problemas", dice. Cree que ha habido algunos temas, como el permiso de tres meses por un parto, que le intimidaron. Pero hoy se pregunta: "¿Cuántos hijos tiene una m jer?" Dos o tres en un período
de 12 años, que es la expectativa, cuando se busca estabilidad en el
personal. "Desde 1997 se valoran tiempos y movimientos en tareas por desempeñar para cada producto; a las mujeres se les impuso las mismas reglas del juego y no hubo ningún problema. Se paga por productividad. Arrancamos con un parámetro de eficiencia que se cumplía en un 70% y hoy hombres y mujeres cumplen en un
115%".

El ingreso líquido es de $180, sin diferencia. En este corto tiempo, la empresa tiene supervisoras mujeres. En el área administrativa hay jefas departamentales. En total, de 300 empleados, la mitad son mujeres. En planta, de 200 personas 100 son mujeres. ¿Qué pasa con los hijos en esas 12 horas de ausencia de las mujeres? "No nos hemos involucrado en ese aspecto, realmente. Pero el ingreso que tienen aquí probablemente les permite hacerse ayudar", especula Benalcázar. Panesa distribuye pan y galletas a 3 000 tiendas a Guayaquil, Loja, el Oriente, Cañar y El Oro.

"Quiero decirle que es un monstruo"

La muerte del subteniente, en el Batallón Macará, deja una huella imborrable en una familia

Sale de su cuarto, vestida con un traje negro. Se sienta en un sofá de
gamuza desgastado. María Augustina Eras muestra un rostro lleno de arrugas y dice que le duele la cabeza de tanto llorar. Tiene 67 años y se enorgullece de haber educado a diez hijos, de sus dos matrimonios, sin que nada les falte. Su último vástago, Julio Rubén Robles Eras, el que nunca destendió su cama para dormir, porque le gustaba recostarse en las noches a su lado, está muerto. ¿Por qué? Maltrato en el "bautizo" en el Batallón de Infantería BI-21 Macará, según los familiares, algo que se debe investigar, de acuerdo con las autoridades militares.

En la madrugada del anterior 23 de agosto tocaron la puerta de su casa, ubicada en Tumbaco, en las afueras de Quito. María Augustina se levantó de su cama, y al abrir la puerta se asustó al ver llegar a sus hijos Luis, Juan, Elena, Isabel junto a su nuera. "¿Que pasó?", preguntó. Ese mismo día habían viajado a España sus hijas María Esperanza y Nora, desde donde la primera había ayudado económicamente a su hermano Julio para que terminara la Escuela Superior Militar. Había regresado solo para presenciar su graduación, el 10 de agosto, cuando el presidente Gustavo Noboa, le entregó su sable.(Texto tomado de la revista Blanco y Negro)

EXPLORED
en Ciudad Quito

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