Quito. 15. ago 96. Seguramente el ideólogo de los Juegos Olímpicos
de la era moderna, Pierre de Coubertin, confirmaría su teoría de
que la cultura va entrelazada a grandes logros deportivos. A
Cuenca, llamada la Atenas del Ecuador, por su nivel cultural,
solo le faltaba un campeón olímpico, pero Jefferson Pérez Quezada,
consiguió en Atlanta el sueño ecuatoriano de cien años de historia
de los juegos modernos: la primera presea para el país.

En un país completamente futbolizado, y para quienes no han
conocido en detalle la trayectoria de Jefferson Pérez, su triunfo
seguramente fue una grata sorpresa, pero no para su equipo técnico
y dirigentes que han estado cerca del campeón desde sus inicios.

Fue en la pizzería La Napolitana de Cuenca, días antes de viajar a
Estados Unidos, que Jefferson Pérez admitió que estaba preparado
para conseguir una medalla, en la prueba de 20 kilómetros marcha,
aunque no precisamente la de oro, en las Olimpiadas de Atlanta.

"Sí, yo también me he dado cuenta", respondió en esa ocasión el
atleta cuando junto a su entrenador colombiano Enrique Peña y al
médico deportólogo cuencano Freddy Vivar Bravo, analizaban las
últimas marcas logradas durante los entrenamientos, cuyo secreto
se pactó mantener.

Así lo revela Freddy Vivar. Cuenta que Enrique Peña le decía: "O es
que sus aparatos están mal o estamos locos, pero Jefferson está
para ganar una medalla". Freddy Vivar, quien formó parte del equipo
multidisciplinario que arrancó su trabajo en enero de 1996, inició
su labor con varias preocupaciones. Jefferson no había mejorado su
marca durante los dos últimos años. No había un registro de sus
procesos de entrenamiento. Tampoco datos sobre su salud.

Jefferson, dice su médico, soportaba entre 12 y 15 pinchazos en
cada sesión de entrenamiento para extraerle una gota de sangre,
cuyos exámenes servían para readecuar su alimentación y las cargas
de trabajo que debía soportar.

Para Freddy Vivar, tras el regreso de Pérez, de Alemania, cambiaron
las cosas. Se le hizo ver que él ya era un atleta con clase
mundial; y sobre esa realidad se trabajó, comenta.

Y agrega: "Jefferson Pérez tiene condiciones genéticas innatas: su
base genética es hereditaria. Se trata de un talento natural.
Entre 50 mil niños, tal vez uno salga como él". Aunque Jefferson
modestamente sostiene a Vistazo que sus cualidades innatas no le
hacen sentir como un superdotado, "lo que me gusta es dar el
ciento por ciento de mí al trabajo que estoy realizando".

El campeón soportó la mayor carga de entrenamiento durante los
viajes en Guayaquil, sabiendo que la prueba en Atlanta se
desarrollaría en un clima como éste. Fueron 154 kilómetros
semanales de marcha que llegó a realizar.

RIGUROSA ALIMENTACIÓN

Jefferson Pérez, que proviene como muchos deportistas en el Ecuador
de una familia humilde, muchas veces tuvo que llevar en tarrinas a
su casa la porción de alimentos que no alcanzaba a comer en el
hotel Crespo, debido al cansancio.

Así le obligó su nutricionista, Beatriz López Garzón, quien
prescribía los menús diarios que consumía el atleta. A diario
entregaba al chef principal del hotel el listado de alimentos y
la proporción.

Jefferson tomaba sus desayunos en su casa en Cuenca, donde vive
junto a su madre Lucrecia Quezada y tres de sus cuatro hermanos.
Los desayunos los preparaba doña Lucrecia y su hermana en base a
las recomendaciones de la nutricionista. Mientras que su
auspiciador, la destilería Zhumir corría con estos gastos, que no
podían ser asumidos por el presupuesto familiar.

Como anécdota Beatriz López, graduada en Nutrición en la Escuela
Politécnica de Riobamba, cuenta que alimentos como el espárrago,
palmito o el postre mousse de café, no eran del agrado del atleta;
pero a los que luego se acostumbró, "gracias a su disciplina y
tenacidad".

Cuando Jefferson comenzó a alimentarse en el hotel Crespo, en las
dos primeras semanas no le gustaba la comida que se le servía y
pedía platos a la carta, hasta que terminó aceptando lo prescrito
por la nutricionista, explica, Hernán Jaramillo Coello, gerente
general del hotel que colaboró con los gastos de alimentación.

REFUERZO MUSCULAR

Cuando Jefferson llegaba al gimnasio de la Federación Deportiva
del Azuay, los demás deportistas que allí practicaban salían para
dejarle en libertad total. "Y por qué se van si son lo mismo que
yo. Vengan a trabajar conmigo", era la reacción del campeón
olímpico.

"Ahora somos jóvenes, debemos tratar de aprovechar el tiempo y
nuestra energía. Hay que trabajar duro para llegar a algo, y que
las generaciones venideras tengan un mejor futuro", aconseja
Jefferson a esa misma juventud que ve en él un ejemplo a seguir.

Marcelo Avilés Aguilar, administrador del gimnasio de la FDA,
narra que el deportista soportó duras sesiones semanales de
trabajo. Pero "Jefferson aprovechaba al máximo sus cualidades
físicas. Tiene una capacidad increíble de recuperación. Nunca
bajó la cabeza", comenta.

Muchos pensarán que Dios le dotó de cualidades especiales, sin
embargo Jefferson afirma con sabiduría: "Todos tenemos un don
especial y algunos lo aprovechamos mejor que otros".

Avilés revela que jamás el atleta faltó a un entrenamiento; que
aumentó de uno a dos centímetros su masa muscular. "Todo el
proceso de preparación fue perfectamente planificado. Nada fue
empírico", describe.

EN TIERRA FÉRTIL

Una de las personas que quizá más conozca a Jefferson es su primer
entrenador Luis Chocho, quien descubrió el potencial de campeón
que tenía el deportista. Él lo incorporó a la "escuelita de
marcha" que había conformado hace ocho años.

Jefferson Pérez con la dirección de Luis Chocho, que confiesa
sentir una "profunda satisfacción" porque su ex discípulo haya
obtenido la primera medalla del siglo para Ecuador, logró
campeonatos nacionales, Panamericanos y el Mundial Juvenil. "He
sembrado en tierra fértil", declara mientras anuncia que 60
marchistas que están a su cargo, se preparan para seguir los
pasos de Jefferson.

Confiesa que fue él quien sugirió el nombre de Enrique Peña, su
actual entrenador, para que se haga cargo de Jefferson, una vez
que no tuvo apoyo para conformar el equipo técnico
multidisciplinario.

LA CLAVE: LO PSICOLÓGICO

Uno de los aspectos más importantes de un deportista es su
entrenamiento psicológico, que estuvo a cargo del psicólogo,
Abdilón Arciniegas Villacís, quien fue su profesor en el entonces
Colegio Francisco Febres-Cordero. Comenta que trabajó más que nada
en la motivación del deportista "para que sepa encontrar esa
fuente de energía psíquica y que la utilice en el momento preciso".

Jefferson, agrega, tiene un temperamento que implica
ensimismamiento para acumular experiencias y aprovecharlas en el
momento preciso. Dice que es carismático, concentrado, autoeducado
y ello hace que se aisle de su entorno social, pero eso no implica
introversión ni tendencia a la depresión, revela.

Característica que con un poco de observación se las puede
detectar. El campeón olímpico contesta a la prensa pausadamente,
con seguridad y gran seriedad, mostrando a lo mejor más edad de
sus 22 años. Tiene una mirada circunspecta y sonríe lo necesario.
Además es educado, aunque a veces parece un poco parco. Lo que
puede confundirse como que la fama lo puede llegar a marear.

Sobre esto Jefferson expresa: "La fama yo me la busqué y tengo que
enfrentarla con la mayor seriedad. Pero espero la colaboración de
la prensa. Soy una persona joven y trato de sobrellevar con la
mayor responsabilidad del caso", dice.

Charlar por pocos minutos ante la apretada agenda que tuvo el
campeón olímpico tras su retorno al país, fue una tarea complicada.
Sin embargo conseguimos una corta entrevista, la que no muy
convencido aceptó educadamente.

Eres considerado un héroe nacional. ¿Eso te causa algún tipo de
presión? "Es un gran honor para mí y una gran responsabilidad,
ante la personalidad intachable que se debe tener". Su respuesta
dejaba entrever mucha claridad en sus conceptos y principios.

La fortaleza mental que deben tener los deportistas de resistencia
es una característica fundamental para conseguir cualquier meta.
Pero Jefferson no guarda secretos simplemente dice: "Uno a través
de los años va fortaleciéndose como persona, creo que mi niñez
pudo haber sido fundamental". Huérfano de padre desde pequeño se
crió en un hogar humilde con limitaciones económicas, donde los
sueños son lograr subsistir día a día.

¿Soñaste alguna vez llegar tan lejos? "Todos tenemos ilusiones y
sueños, pero nunca sabemos si podremos o no. Esto (la medalla
olímpica) es gracias al apoyo de mucha gente e instituciones".

Jefferson no sólo tuvo el soporte de un gran equipo técnico, sino
también de dirigentes y de la empresa privada que le apoyaron en
momentos cruciales, cuando la falta de recursos hacían lejano el
sueño de la medalla olímpica. Como el mismo deportista lo ha dicho
son muchas las personas e instituciones a las que hay que
agradecer. Pero sin duda un lugar destacado ocupan el presidente
de la Federación Ecuatoriana de Atletismo, Jacobo Bucaram,
Federación Deportiva del Azuay, Ernesto Cañizares, y Juan Carlos
Crespo máximo directivo de la Destilería Zhumir, quienes estuvieron
a su arribo en el aeropuerto Simón Bolívar de Guayaquil.

¿Si fueras dirigente deportivo qué harías? "Debería darse más
presupuesto al deporte de acuerdo a los resultados y no a lo que
diga la prensa o gran parte de la dirigencia. El deporte amateur
es el que más logros ha dado, pero se lo ha tenido abandonado".

Has manifestado que tu continuidad en el deporte depende del apoyo
que te den. ¿A qué te refieres concretamente? "Yo no creo que
deberían seguirme pagando un par de zapatos para entrenar, ni un
uniforme, ni pagarme el transporte, esos son gastos que el Estado
debe cubrir. Si me cubren todos los gastos yo pondré todo de mí".

El campeón olímpico no duda en hacer señalamientos a la dirigencia
deportiva del país. ¿Crees que debe haber una reestructuración de
las instituciones deportivas del país? "Debería hacerse un
seguimiento porque no es posible que viajen más dirigentes que
deportistas. Los dirigentes son indispensables, pero creo que el
deportista debe ser el primordial en la delegación".

Jefferson no sólo piensa en su carrera deportiva y en las próximas
Olimpiadas en Sidney, sino que tiene claro que el intelecto también
tiene que entrenarse, por eso considera primordial continuar con
su carrera universitaria (pasa a tercer año de Administración).

Cuenca ha tenido una tradición cultural y desde hace algún tiempo
grandes deportistas, ¿a qué crees que se daba esto? "Es la capital
cultural del país. Por eso se dice que el deporte es la
manifestación viva de la cultura de los pueblos. Creo además que
se da un mayor interés en la formación integral del individuo como
persona".

Sobre su vida personal parece ser bastante reservado. Aunque se
conoce que tiene una novia en Cuenca, su nombre es un secreto.
¿Tienes un tipo de mujer ideal? se ríe, pausa...... "Ninguna de
preferencia".

A Jefferson le desagrada la hipocresía y admira la sinceridad.
Tiene una gran fe en Dios y agradecimiento a la vida por haber
permitido aprovechar sus dones, por eso cumplirá su promesa de
marchar desde Quito a Cuenca 500 kilómetros, los que también la
servirán como parte de su entrenamiento.

Su madre ocupa un lugar primordial en su vida. "Es mi mejor
consejera", aunque "los mejores consejos provienen de la raíz del
mismo ser humano".

Dentro de esa aparente seriedad también se observa un chico
sensible. ¿Tienes miedo a algo en especial? "A las guerras, a ver
tantos muertos, cómo se lastiman los hombres y a la tecnología. No
sé cuanto está avanzando realmente para bien o para mal. Sí es
cierto que ha mejorado la tecnología, las capacidades de los
pueblos, pero también está destruyendo al planeta". (FUENTE:
REVISTA VISTAZO N. 695, PP. 108-114)
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