Quito. 8 feb 97. Un Tribunal de GarantÃas Constitucionales que
se conformará en las próximas horas y demostraciones de fuerza
a través de manifestaciones públicas son los recursos que tiene
el sector que apoya a Fabián Alarcón, para superar el conflicto
polÃtico y consolidarlo en el interinazgo.
La estrategia de Alarcón y su sector consiste en elegir, si es
posible hoy mismo, un Tribunal de GarantÃas Constitucionales que,
más tarde, reconozca como legal lo que hizo el Congreso el jueves
por la noche, cuando se eligió a Fabián Alarcón como presidente
interino.
Esta iniciativa tiene un inconveniente: las ternas que debe
enviar el Ejecutivo, ya que existen tres personas que reclaman
para sà esa calidad. Un influyente diputado dijo que este
problema se lo resolverá recurriendo a un artÃculo de la
Constitución que dice que, en caso de "reticencia" de una de las
funciones para enviar las ternas, el Congreso puede hacerlo en
su lugar. AsÃ, serÃa el propio Congreso -que eligió a Alarcón-
el que enviarÃa las ternas del Ejecutivo.
Con un Tribunal hecho a la medida de los intereses del Congreso,
pero legÃtimamente constituido porque nadie niega la legalidad
del Parlamento, se tendrÃa al organismo que se pronunciará sobre
cuál es el Gobierno legÃtimo. De esa forma, Alarcón aparecerÃa
como el presidente reconocido por la supuesta institucionalidad
democrática.
El otro recurso de este sector son las marchas y manifestaciones
a favor de lo actuado por el Congreso. Por eso, la especial
atención que se puso en la organización de la marcha que se
efectuó ayer en Quito y otras en varias ciudades del paÃs.
Dentro de esta lÃnea, se va a recurrir al "espaldarazo" de
sectores como las Cámaras de la Producción, los ex presidentes,
los alcaldes de las grandes ciudades del paÃs y las masas en
general. AsÃ, dicen sus mentores, las Fuerzas Armadas inclinarán
su balanza a su favor.
RosalÃa Arteaga y el espÃritu de la ley
Paradojas del destino, Abdalá Bucaram y el Partido Roldosista que
catapultaron a RosalÃa Arteaga hasta la Vicepresidencia de la
República, le tendieron una trampa constitucional, para impedir
que ella accediera a la Presidencia, en caso de ausencia
definitiva de presidente.
La "corazonada" de que Bucaram "no terminarÃa el mandato", dado
sus antecedentes en la AlcaldÃa de Guayaquil, habrÃa llevado al
PRE a presentar, a pocos dÃas de que el binomio ganó las
elecciones, el 7 de julio de 1996, un proyecto de Ley, que
pretendÃa dejar en manos del Congreso la designación del
reemplazo del presidente, en caso de ausencia defintiva, aunque
pocos meses atrás el mismo PRE presentó un proyecto que normaba
la sucesión, recogiendo la tradición constitucional, y el
espÃritu de la Ley que señalaba al vicepresidente como el
legÃtimo sucesor.
Y este espÃritu de la Ley parece ser ahora la única arma que
puede exhibir RosalÃa Arteaga, para hacer prevalecer "su derecho
constitucional" a suceder a Abdalá Bucaram en la Presidencia de
la República, a la vez que explicarÃa el porqué Arteaga se
autoproclamó presidenta Constitucional del Ecuador, luego de que
el Congreso proclamó vacante el cargo de presidente del paÃs,
después de destituir a Abdalá Bucaram.
Pero la capacidad de maniobra de RosalÃa Arteaga no es mayor. En
esta democracia de los votos, la ausencia de una fuerza polÃtica
que, en el Congreso, pueda representarla y hacer prevalecer "su
derecho" es un vacÃo enorme.
No obstante, en el ambiente convulsionado que vive el paÃs, la
fuerza de la legalidad bien podrÃa terminar fortaleciendo la
posición de Arteaga, sobre todo si, en medio de la confusión y
la obscuridad de la norma constitucional, ciertas sensibles
entidades podrÃan hacer prevalecer la tradición y la
jurisprudencia, para los casos de sucesión.
La balada del adiós
"Que venga al Palacio a graduarse de hombre". Ese mensaje le
envió ayer Abdalá Bucaram, hacia las 17h00, al presidente
interino elegido por el Congreso, Fabián Alarcón. Lo hizo por
boca de una tercera persona, el secretario de Prensa, Fernando
Artieda, quien añadió que Alarcón no debiera ocultarse tras la
masa humana. Esa masa estaba copando la Plaza de San Francisco,
a la que, minutos después, le cayó una brutal lluvia de gases
lacrimógenos, ordenados desde el Palacio de Gobierno.
Esta situación describe el plan de Abdalá Bucaram para abandonar
la sede de Gobierno, pretendiendo dotarse de una aureola de
mártir.
Es que él solo entendió que ese Palacio es un sÃmbolo nacional
cuando ya poco tenÃa que hacer en él: solo se decidió a ocuparlo
plenamente cuando vio que era inevitable que el Congreso Nacional
lo declarase incapacitado para ejercer el poder.
Pero hay más. Se arriesgó a poner a las FFAA entre la espada y
la pared. Especialmente a la Escolta Presidencial, que se vio
ante la alternativa de protegerlo y crear un escudo de fusiles
de asalto y bombas lacrimógenas para ponerlo a salvo de los
manifestantes que han repetido durante tres dÃas seguidos "¡Que
se vaya!".
Lo hizo, a pesar de que las versiones de una presión de la
Embajada de EEUU y del Departamento de Estado para su salida,
para colocar en su lugar a la autoproclamada presidenta de la
República, RosalÃa Arteaga.
Es que lo más melodramático de la crisis no solo es que, durante
una tensa jornada, el paÃs haya tenido tres presidentes. Tampoco
que el ex secretario Salem dijera que no abandonaba el Palacio,
sino que iba a comer guatita. O que algún locuaz asesor
prefiriera hacerse el mudo ante lo reporteros. Sino que
precisamente Abdalá Bucaram, obstinado contra las evidencias y
la presión popular, prefiriese anunciar por otra boca, la del
jefe de la Casa Presidencial: "El presidente Abdalá Bucaram solo
saldrá muerto". Es decir, imprudente hasta el final. (DIARIO HOY)
(P. 6-A) y (7-A)
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Publicado el 08/Febrero/1997 | 00:00