Quito. 22 feb 97. La muerte del patriarca chino, Deng
Xiaoping, el miércoles pasado, al parecer no cambiará el
espectro económico de China. El último emperador de la
dinastía comunista, artífice de las reformas económicas de
apertura hacia Occidente, contribuyó de manera considerable
para que su país pase a ser la gran potencia económica del
siglo XXI.

Tras la muerte de los dirigentes chinos Mao Tse-Tung y Chu
Enlai, Deng Xiaoping se hace del poder en 1978. Se inicia así
para 1.200 millones de chinos -la quinta parte de la población
del mundo- un sistema político totalitario, completamente
dedicado al desarrollo económico.

El líder chino aspiraba a juntar el agua y el aceite
construyendo una "economía socialista de mercado". Relegó a
segundo plano la ideología marxista, distanciándose de Mao y
otros líderes comunistas, para lograr lo que nunca antes se
había hecho: construir un país socialista próspero y rico.

Su lema, "poco importa que un gato sea blanco o negro, lo
importante es que atrape los ratones", animó el espíritu de
las reformas y cambios económicos que implantó en China.

En los años 80, Deng abrió las puertas a la inversión
extranjera, lo que alteró radicalmente la situación de su país
y mejoró de manera significativa las condiciones de vida de
una gran parte de la población.

Promovió en las ciudades un regreso de los dogmas ideológicos
al trabajo duro y, en el campo, liberó a los campesinos de los
interminables debates sobre el marxismo para ponerlos a
cultivar.

Además, el líder chino descolectivizó la agricultura
disolviendo las comunas populares, y redistribuyó la tierra en
unidades familiares arrendadas al Estado. Paralelamente, dio
paso a su proyecto de crear las Zonas Económicas Especiales,
que se caracterizaron por ofrecer a los inversionistas
extranjeros excepciones impositivas, lo que permitió la
expansión de una economía exportadora.

Ahora, los efectos son elocuentes. En 1979, el comercio
exterior chino era de alrededor de 20.000 millones de dólares,
mientras que el año pasado alcanzó los 290.000 millones.

Pero el éxito de la política económica de Deng se vio opacado
por la inflación galopante, el déficit de las empresas
estatales, el enorme desempleo, la emigración de los
trabajadores rurales hacia las ciudades y, sobre todo, por la
mancha de la masacre de Tiananmen, que nunca pudo ser borrada.

En la primavera de 1989, estudiantes de todo el país se
tomaron la histórica plaza de Pekín para exigir la
democratización del país, así como medidas contra la
corrupción y libertad de prensa. La toma llevaba ya seis
semanas cuando, la noche del 3 al 4 de junio, Deng dio la
orden de disparar contra la multitud y evacuar Tiananmen.
Oficialmente, la arremetida dejó 300 muertos, pero
observadores extranjeros afirman que fueron miles.

El incidente generó una severa crisis al interior de la
dirigencia china y retrasó el programa económico durante dos
años. Las reformas, sin embargo, fueron relanzadas por Deng en
su famosa gira por el sur de China en 1992.

La disidencia china no desapareció después de Tiananmen, y
aquellos líderes que se refugiaron en el exilio -los que no,
están en la cárcel o bajo vigilancia- afirman que a las
cuatro "modernizaciones" de Deng (agricultura, industria,
tecnología y defensa) les hace falta una quinta: la
democracia.

Sin embargo, el hoy desaparecido líder chino les replicó
siempre diciendo que China "aún no está preparada para la
democracia". Sin duda, su convicción fue aún mayor tras el
derrumbe del comunismo en Europa, que le llevó a mantener "su"
rumbo sin titubear.

Deng murió, las reformas no

¿Y qué pasará con China ahora que Deng se fue? Es la pregunta
que circula por el mundo y, quizá por eso, el nuevo presidente
chino, Jiang Zemin, se apresuró a decir el viernes que China
continuará "las reformas socialistas" a pesar del deceso de
Deng.

Ya desde el miércoles, el canciller chino, Qian Qichen, ha
venido reuniéndose con funcionarios extranjeros y ha reiterado
que el país continuará con las reformas, pero, por primera
vez, Jiang agregó la palabra "socialistas".

Los analistas internacionales aseguran que la muerte de Deng
no ha suscitado grandes temores entre los inversionistas
extranjeros, quienes no creen posible que la nueva jerarquía
que tomará el poder en Pekín -incluso tras lo que seguramente
será una difícil lucha por la sucesión de Deng- intente
cambiar radicalmente la estrategia de desarrollar una economía
capitalista bajo la estructura política comunista.

Según dicen, el hecho de que la muerte de Deng se diera varios
años después de que el impulsor de la modernización de China
hubiese dejado paulatinamente las riendas del poder
-limitándose desde 1992 a actuar solo como inspirador -,
reduce las repercusiones de su desaparecimiento en las
economías asiáticas y en China, uno de los países con uno de
los mayores índices de crecimiento económico del mundo (9.7
por ciento el año pasado).

"Deng se apartó de la vida estructural formal del poder desde
hace cuatro a cinco años, dando oportunidad a la actual
dirigencia de consolidar su liderazgo", opina Denis Simon,
director del departamento China en la empresa de consultoría
Andersen Consulting.

De ahí que los inversores y medios financieros no experimenten
una gran ansiedad por posibles turbulencias. "El curso de las
cosas no va a ser afectado (por la muerte del patriarca)... El
país está bien encarrilado", coincide un abogado occidental
destacado en Shanghai.

La estabilidad en China se reflejó en los mercados financieros
asiáticos -particularmente en Hong Kong y Taiwán-, que se
recuperaron netamente, tras haber caído fuertemente a raíz de
la noticia de la muerte de Deng. Las dos plazas financieras en
China -Shanghai y Shenzhen- recuperaron sus pérdidas, tras
caer cerca de 10 por ciento en la apertura, y lo mismo ocurrió
en las bolsas de Hong Kong y Taiwán.

Pocos analistas descartan, sin embargo, la hipótesis de que la
sucesión de Deng anticipe un período de inquietud y de lucha
por el poder en China. Según Simon, las disensión va a
estallar cuando la economía china vuelva a conocer un período
de sobrecalentamiento -como el que experimentó en 1992 y
1993-, que provocará disputas sobre la manera de hacer frente
a este problema.

A su vez, Eddie Wong, un economista para el norte de Asia,
coincide en afirmar que "no habrá ningún cambio dramático" en
China, pues "casi todas las superestructuras económicas de la
era de planificación central han sido desmanteladas". "Las
reformas económicas ya han cumplido su papel -sentencia-. El
nuevo liderazgo no puede volver al sistema anterior, incluso
si quisiera echarse para atrás".

EL RETO DE JIANG ZEMIN

Tras el fallecimiento de Deng Xiaoping, el espectro político
de China se muestra algo turbulento e incierto ya que podría
iniciarse una lucha por el poder. Jiang Zemin, quien asumió
como Jefe de Estado en 1993, es considerado por la mayor parte
de los analistas como un dirigente de transición.

Según la agencia France Presse, diplomáticos occidentales
estiman que "Jiang intentó afirmarse como un verdadero
estadista ante los ojos de la opinión internacional, e hizo
esfuerzos en el plano interno para imponerse ante el aparato
del Partido Comunista y los militares, pero es más un hombre
de compromiso que un patrón".

Y es que, según parece, a Jiang le faltarían ciertos aliados
sólidos en el seno de la "vieja guardia" comunista y en el
ejército, para afianzarse en el poder. Si no lo logra, podría
desencadenarse una disputa por sucederle entre el primer
ministro Li Peng y el viceprimer ministro encargado, Zhu
Rongji.

Li, aunque es muy impopular por el papel que tuvo en las
masacres de la Plaza de Tiananmén, tiene el apoyo de los
conservadores en el seno de la vieja guardia del Partido,
mientras que a Zhu le podría ir bien por el manejo que ha
hecho de la economía últimamente.

Aunque así están las cosas, parece ser que la última palabra
sobre quién se mantendrá en el poder la tiene el Ejército
Popular de Liberación (EPL) , el cual se convirtió desde
inicios de los 90 en un gran imperio económico y financiero en
China. Se lo considera como el Estado dentro del Estado.

Con un total de tres millones de hombres, el EPL cuenta con
más de 20 mil empresas de diversa índole. Este imperio
económico abarca desde empresas de transportes hasta minas de
carbón, pasando por hoteles, restaurantes, cabarets, bienes
inmobiliarios, entre otros.

Jiang Zemin, para mantenerse en el poder, tendría entonces que
asegurase el apoyo del EPL o, al menos, mantenerse neutral. La
mayoría de los analistas considera que de presentarse un
eventual conflicto por el poder, el EPL sólo intervendrá si
sus intereses son amenazados directamente.

Si la situación llegara a complicarse, se baraja otra
posibilidad. El apoyo a la postura del general Yang Shangkun
para dirigir los destinos de China podría ser viable, ya que
cuenta con el respaldo del ejército y del Partido.

Si las cosas se mantienen es su cause y no son desbordadas por
ambiciones personales que puedan más que los intereses
nacionales, se estima que no habrá cambios al frente del
Estado chino al menos en lo que resta de este año. Ahora, solo
queda aguardar y ver cómo se desenvuelven los acontecimientos
en este país que alberga a una quinta parte de la humanidad y
registra el mayor crecimiento económico mundial.

INTERROGANTES SOBRE HONG KONG

Por Josep Bosch

Hong Kong.-Durante años, el mundo empresarial y político de
Hong Kong se hizo constantemente una pregunta de difícil
respuesta: "¿Qué pasará cuando muera Deng Xiaoping?".

Ahora que la desaparición de este grande de la historia china
se ha producido, tan sólo semanas antes del cambio de
soberanía de la colonia británica a sus nuevos propietarios
comunistas, la incertidumbre se convierte en un nuevo elemento
de tensión en el ya cargado ambiente social de la colonia
británica.

Deng se ha muerto sin poder ver con sus propios ojos algo en
lo que invirtió pasión y preocupación política y que se
convirtió en su sueño: presenciar el retorno de Hong Kong a la
"madre patria", el 1 de julio de este año.

Su dureza negociadora y su idea de solucionar el problema
histórico con el principio de "un país, dos sistemas",
permitió el pacto con la Gran Bretaña de Margaret Thatcher en
1984.

El acuerdo satisfizo a Hong Kong porque le permitió obtener la
promesa de un gran nivel de autonomía y el mantenimiento de su
sistema social, político y económico capitalista durante 50
años.

Pero el optimismo inicial se convirtió en desesperación cuando
China cambió su ánimo después de los sucesos de Tiananmen el 4
de junio de 1989, y aplastó un tímido y pacífico movimiento
estudiantil de reforma.

Estos repentinos cambios de ánimo y de rumbo de la política
china son los que realmente mantienen siempre en vilo a Hong
Kong y mantendrán muy alerta a sus habitantes durante las
próximas semanas.

Les mantendrá alerta, pero no paralizados por el temor de las
inevitables luchas por el poder, ya que la vitalidad actual de
Hong Kong, su gigantesco tic-tac económico, no se detendrá por
muchas luchas palaciegas que se produzcan en los próximos
meses.

Esta mañana era sorprendente ver a prácticamente todos los
habitantes de Hong Kong inmersos en la lectura atenta de sus
respectivos periódicos, que a muchos permitió conocer la
noticia sólo cuando los encontraron a la puerta de su casa al
despertarse.

El principal periódico en lengua inglesa, el "South China
Morning Post, publicó una de las primeras páginas más
espectaculares de su larga historia al ocuparla enteramente
con el titular "Deng Muere" y una inmensa foto en blanco y
negro del hombre que tanto hizo indirectamente por la
prosperidad de Hong Kong.

Lily Lu, una "hija de China" que ahora vive en Hong Kong
después de haber pasado casi toda su vida en Pekín, reaccionó
así a las preguntas de EFE sobre su opinión acerca de la
muerte de Deng Xiaoping: " cuando murió Mao Tsetung, todos
tuvimos que llorar con lágrimas de cocodrilo para mostrar
nuestro amor por el "gran timonel" y nuestro patriotismo; era
lo normal y lo que el partido esperaba de nosotros".

"Esta vez no creo que vaya a llorar por la muerte de Deng
Xiaoping, pero créeme que la lamento porque este hombre cambió
radicalmente mi vida. Cuando China salió de su aislamiento,
poder viajar al extranjero me permitió abrir los ojos y
acceder a una libertad que hasta entonces no conocía", agregó.

Un abogado europeo, Peter Castlepeak, por su parte, comentó:
"aunque su actuación política está llena de manchas, porque
Deng era un economista liberal pero un político tirano, hay
que reconocer que la transformación que impulsó ha sido una de
las más radicales e importantes de la historia".

"Los disidentes y los que han sido maltratados políticamente
en China dirán otra cosa, pero hay millones y millones de
personas, campesinos y trabajadores, que pueden hablar muy
claramente de lo que han ganado sus vidas gracias a las
reformas de Deng, que por supuesto no estuvieron exentas de
problemas, corrupciones y abusos de autoridad", comentó el
abogado.

Un empresario español, Juan Turró, cree que para el mundo
empresarial de Hong Kong la muerte de Deng, tan rumoreada y
esperada durante meses y meses, tiene un efecto positivo:
permitirá eliminar una nueva incertidumbre que pesaba sobre
las decisiones de algunas empresas.

"Veo una pasividad total en la comunidad", asegura Turró. "Es
más, la gente quiere seguir su actividad normal, convencida o
confiada en que básicamente no va a haber grandes problemas
que a la larga dificulten gravemente la actual marcha
ascendente de Hong Kong.".

FRASES CELEBRES

Por Pierre-Antoine Donnet

PEKIN.- (AFP) Unas cuantas frases de Deng Xiaoping, el
arquitecto de las reformas económicas chinas que murió el
miércoles a la edad de 92 años, marcaron la historia del país
y son el símbolo de la visión pragmática que le permitió a
China salir de los extravíos del maoísmo.

"Poco importa que un gato sea blanco o negro, con tal que
atrape a los ratones". Esta frase, que se remonta a 1962, es
quizá la más conocida de todas, y la que sintetiza más que
ninguna otra el espíritu de Deng Xiaoping.

Fue pronunciada al final de los "Tres años negros"
(1958-1961), después del Gran Salto hacia adelante y las
terribles hambrunas que siguieron. El objetivo de Deng
Xiaoping era lanzar las reformas en las zonas rurales para
hacer más dinámica la producción agrícola, que estaba en
crisis en ese momento.

Esta frase, como muchas otras, fue utilizada más tarde durante
la Revolución Cultural (1966-76) por los radicales de
izquierda cercanos a Mao, incluida su esposa, Jiang Qing, para
destituir a Deng Xiaoping y someterlo a la crítica por sus
desviaciones ideológicas capitalistas.

Después de la muerte de Mao, en 1976, este lema fue
rehabilitado y utilizado con frecuencia. Pero sobre todo por
los extranjeros, para ilustrar el pragmatismo de las reformas
de la era Deng Xiaoping.

"Enriquecerse es glorioso", es otro de los lemas célebres que
se le atribuyen a Deng Xiaoping. Su objetivo también era
apoyar las reformas económicas en el sector agrícola que
fueron el primer gran paso dentro de la modernización de la
China post-Mao.

Con el mismo tono, el patriarca decía: "Poco importa que
algunos se enriquezcan primero, si contribuyen a la
prosperidad de la colectividad". Aquí, su objetivo se confirma
una vez más: poner a trabajar a 800 millones de campesinos
mediante incitaciones directas.

Si bien el autor del lema "Buscar la verdad en los hechos" es
Mao, Deng Xiaoping la retomó cuando regresó al poder en 1978.
Con él marcó el surgimiento de un nuevo realismo político para
un país que quería dar la espalda a los dogmas rígidos.

Esta frase central fue repetida este jueves por el
comentarista de la televisión china que hacía el resumen del
legado de Deng Xiaoping.

Otras frases del patriarca chino son menos conocidas, pero
constituyen también un testimonio de su determinación y
voluntad inflexible en los momentos difíciles.

"Debemos mantener en prisión a Wei Jingsheng (opositor) sin
importar cuáles sean las críticas que vengan del extranjero".
El líder chino dijo esto en una reunión de un círculo
restringido de dirigentes chinos después de la ola de
manifestaciones estudiantiles que agitaron a China durante
1986 y 1987.

Deng Xiaoping agregó: "Poco importa si debe correr sangre, la
estabilidad del país es lo más importante". Esta frase se
tradujo, en los hechos, en la tragedia de la plaza de
Tiananmen, ocurrida en junio de 1989.

Deng Xiaoping también habló de sí mismo en algunas
oportunidades. "Tengo tres malos hábitos. Fumar, beber y, algo
que choca con el modo de vida occidental, utilizar una
escupidera".

Los corresponsales extranjeros recuerdan la escupidera
esmaltada de blanco que siempre se encontraba a los pies de
Deng Xiaoping, mientras conversaba con un cigarrillo "Panda"
en los labios.


UN EMPERADOR ROJO QUE TOMO LA VIA CAPITALISTA

PEKIN.- Deng Xiaoping fue el último emperador de la dinastía
comunista china y, seguramente, permanecerá en la historia
como el artífice de su modernización.

De 1.60 cms. de estatura, mirada viva y sonrisa jovial, Deng
tenía inteligencia y habilidad políticas. Destituido en dos
ocasiones por Mao Tse Tung, que le profesaba sin embargo una
gran admiración, este último emperador siempre logró retomar
el primer lugar en la escena política.

Nació el 22 de agosto de 1904, bajo el nombre de Deng Xixian,
en el seno de una familia de hacendados en la provincia de
Sichuan (suroeste). A los 16 años se embarcó a Francia en el
marco de un programa de estudio-trabajo, pero allí sobre todo
hizo agitación política. Ingresó al Partido Comunista Chino
(PCC) en 1924 y después partió a Moscú para estudiar marxismo.
De regreso a China, Deng entró en la lucha clandestina después
del aplastamiento de los comunistas por el Kuomintang, en
Shanghai, en 1927. Adoptó entonces el nombre de guerra de Deng
Xiaoping.

Como combatiente, participó junto con Mao en la Larga Marcha
(1934-35) y después en la guerra sino-japonesa (1937-45). Tuvo
un ascenso fulgurante después de la instauración de la
comunista República Popular China en 1949.

Desde comienzos de los años 60, sin embargo, por sus
posiciones pragmáticas y su independencia de espíritu, se ganó
algunas enemistades dentro del Partido. Con el huracán de la
Revolución Cultural que se inició en China en la primavera
(boreal) de 1966, y pese al apoyo del ejército, Deng fue
acusado por los Grandes Rojos de haber "tomado la vía
capitalista".

Se le destituyó de todas las funciones y se le envió como
obrero a una fábrica de reparación de tractores en Jiangxi
(sureste).

En 1973 recuperó su puesto de viceprimer ministro, fue
nombrado jefe de estado mayor del ejército y aseguró de facto
la dirección del gobierno durante la enfermedad del primer
ministro chino, Chu Enlai. Pero, a la muerte de éste, en enero
de 1976, fue separado del poder, por segunda vez, acusado de
"desviación de derecha".

Tras la muerte de Mao Tse Tung, en septiembre de 1976, Deng
regresó a la actividad en julio de 1977 y en un año logró
suplantar a Hua Gufeng, designado por Mao como su sucesor.

Al igual que el emperador Meiji, que decidió un siglo antes
abrir las puertas de Japón a Occidente, Deng optó en 1978 por
romper con la tradición de aislamiento maoísta y abrir China a
Occidente para sacar al país del subdesarrollo.

Deng estaba convencido de que este objetivo solo podía
lograrse manteniendo un régimen fuerte y autoritario, asi que
reprimió sin piedad las manifestaciones que tuvieron lugar en
la plaza de Tiananmen en 1989.

Pero su salud declinó rápidamente y, en febrero de 1994, fecha
de su última aparición en la televisión, los chinos
constataron, impresionados, que "el emperador" solo era un
viejo senil de mirada apagada.

Deng Xiaoping desapareció pocos meses antes de que se
realizara uno de sus más deseados sueños: ver la bandera china
flotar en Hong Kong, después de un siglo de presencia
británica. (AFP) (DIARIO HOY) (P. 6-A y 7-A)
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