Quito. 23 feb 97. Tradicionalmente, en América Latina, los
gobiernos que no surgen de las urnas son impuestos por las
Fuerzas Armadas. Por otra parte, en todos los paÃses de la
región los mandatarios tienen perÃodos fijos y no existen
elecciones anticipadas.
Por eso, el cambio de Gobierno del Ecuador ocurrido hace pocos
dÃas es un proceso tan original.
El Gobierno de Abdalá Bucaram ofreció esperanzas a amplios
sectores marginales del paÃs. En sus inicios, muchos esperaron
que el candidato del espectáculo se convirtiera en un
estadista. Hubo incluso dirigentes de algún partido
respetable que quisieron colaborar como ministros y dar
consejos al naciente régimen bucaramista.
La conducta de Bucaram en el Gobierno no cambió. El poder, en
vez de sosegar su ánimo pendenciero, lo exacerbó. El
presidente y su cÃrculo Ãntimo insultaron a toda persona o
institución que se les cruzó en el camino. Creyeron que habÃan
ganado las elecciones contra la opinión de la prensa, que era
posible gobernar sin ella y arremetieron en su contra.
El artista de las tarimas nunca llegó a Carondelet ni fÃsica,
ni espiritualmente. Su espectáculo ambulante simplemente se
incrementó con los fondos del Estado, mientras las denuncias
de corrupción proliferaban.
La manifestación del 5 de febrero
En ese contexto, el 5 de febrero, tuvo lugar una de as
manifestaciones más espectaculares de la historia del paÃs.
La movilización fue más exitosa en Quito, ciudad que se sentÃa
humillada por el Gobierno de Bucaram, y en Cuenca, la ciudad
más sofisticada intelectualmente del paÃs.
Pocas veces se vio tanta gente en las calles. Salieron a
expresar su protesta ancianos, niños, discapacitados, y todo
tipo de persona que normalmente no participa en polÃtica.
Cuando el 15 de febrero Informe Confidencial preguntó a los
ciudadanos si habÃan o no participado en la movilización en
contra de Bucaram, un 25 por ciento dijo que "sÃ" a nivel
nacional.
El alto porcentaje de ecuatorianos de los que dicen que
participaron en la manifestación es llamativo. Las
manifestaciones más grandes de las campañas electorales en
Quito o en Guayaquil, logran movilizar alrededor de 30 mil
personas, lo que significa un porcentaje Ãnfimo respecto de la
población de estas dos ciudades. Si en realidad se hubiesen
movilizado un 15 por ciento de los ciudadanos habrÃa sido esta
una manifestación de una dimensión nunca vista en el paÃs.
La participación en el evento fue diversa en las distintas
regiones y provincias. En la Costa dice haber participado un
11 por ciento de los ciudadanos, en la Sierra un 40 por
ciento. En las provincias de Pichincha y Azuay dicen que
protestaron 4 de cada 10 encuestados. En las de Manabà y
Esmeraldas menos de uno de cada 10.
Los protagonistas de la revuelta
Varias organizaciones sociales y partidos polÃticos dice que
fueron los protagonistas del evento. A veces dicen incluso
que la gente salió a respaldar sus ideas. Los resultados de la
encuesta nos permiten decir que la inmensa mayorÃa salió sin
ninguna convocatoria y por una decisión netamente individual.
SerÃa absurdo creer que "el pueblo" apoyó o se opuso a las
tesis de cualquier partido u organización social cuando el 19
por ciento de los ciudadanos dice que salió a las calles por
motivaciones individuales. Bucaram logró que muchÃsimas
personas que tenÃan todo tipo de discrepancias se unificaran
al grito de "Bucaram fuera".
Solamente el 1 por ciento de los ecuatorianos dice que salió
por la convocatoria de algún partido polÃtico. Un 2 por
ciento dice que salió por convocatoria de los sindicatos y
otro 2 por ciento que lo hizo motivado por las organizaciones
indÃgenas. Todas las organizaciones sociales y polÃticas
restantes sumaron el 1 por ciento adicional.
Los que habrÃan querido participar
Al 75 por ciento de ciudadanos que no participó en la
movilización, le preguntamos si le habrÃa gustado hacerlo. Un
31 por ciento de ciudadanos dijo que "sÃ" y un 44 por ciento
que "no".
En la Sierra, un 22 por ciento de los ciudadanos ni participó
ni habrÃa querido participar en la manifestación en contra de
Bucaram. En la Costa, un 64 por ciento de los encuestados y
en las provincias de Manabà y Esmeraldas 3 de cada 4
ciudadanos dijeron "no" a la protesta.
En Pichincha y Azuay solamente uno de cada 4 ciudadanos dijo
que no habrÃa querido protestar contra Bucaram.
La protesta cÃvica y los polÃticos
La relación entre polÃticos y electores tiene siempre
contradicciones. Mucha gente habla en contra de los polÃticos
y los partidos, pero termina votando por ellos.
El 5 de febrero todos los que salieron a las calles querÃan
que Bucaram se fuera pero no era tan unánime el deseo de que
los polÃticos tradicionales volvieran al poder.
Cuando averiguamos a los encuestados lo que creÃan acerca de
la participación de los polÃticos en el movimiento, un 40 por
ciento dijo que los polÃticos quisieron unirse al pueblo
porque compartÃan con él el deseo de sacar a Bucaram y un 55
por ciento que lo hicieron porque querÃan aprovecharse de la
situación. Quienes creen que la caÃda de Bucaram significa la
resurrección de la vieja polÃtica pueden estar equivocados.
El movimiento del 5 de febrero fue protagonizado por
centenares de miles de ciudadanos que estaban indignados con
el Gobierno de Bucaram pero que no se sienten representados ni
por partidos polÃticos, ni por organizaciones de la sociedad
civil, ni por ningún otro tipo de institución.
No eran masas que querÃan sacrificar su vida cotidiana para
dedicarse a la participación polÃtica, sino personas que
querÃan rescatar una cotidianidad que se habÃa vuelto
angustiosa por culpa de los polÃticos. (DIARIO HOY) (P. 8-A)
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Publicado el 23/Febrero/1997 | 00:00