Quito (Ecuador). 08 jul 96. Ayer la alegría tuvo su hogar en
un acomodado inmueble de la ciudadela Kennedy y la tristeza
tocó puerto en los elegantes salones del hotel Ramada.

Victoria y derrota, alegría y tristeza. Ayer tenía que haber
un triunfador y también tenía que haber un perdedor. La
alegría fue para Abdalá Bucaram y su gente, y el sino de la
derrota tocó la frente de Jaime Nebot y los suyos.

El primero festejó su triunfo en su casa, no tan lujosa ni tan
grande como decían sus detractores, y luego en las calles de
su natal Guayaquil. El segundo asumió la derrota en un hotel
donde todo, hasta los más pequeños detalles, estaba listo para
el triunfo. Para el festejo.

Pero el festejo estuvo en la vereda de enfrente y el grito de
¡un solo toque! se diseminó por todo el país. De Guayaquil a
Quito. A Cuenca, Loja, Portoviejo, Esmeraldas y tantos otros
sitios donde se apostó por el "loco".

¡Un solo toque! ¡Un solo toque! El grito, que poco antes de
las 17h00 sonaba inseguro y débil, se convirtió en una
explosión que inundó la casa de Abdalá Bucaram cuando, a las
18h00, la televisión anunció los resultados definitivos.

Y en medio del grito coreado por amigos y simpatizantes, que
atiborraron el domicilio, Bucaram no alcanzaba a abrazar a
todos quienes se lanzaban a su encuentro. Su enorme hijo
Jacobo, que durante toda la tarde había lucido un impecable
terno azul, terminó llorando desconsoladamente en el pecho del
padre. El terno y la corbata quedaron prácticamente hechos
trizas.

Lo cierto es que el festejo realmente explotó a las 18h00.
Antes habían habido anuncios triunfalistas que no lograban
convencer a los periodistas que se habían apostado en el
lugar. Los anuncios fueron tan poco contundentes que el
propio Bucaram aseguró que sus rivales habían fraguado un
fraude informativo y llegó a llamar al pueblo a que salga a la
calle a defender el triunfo de los pobres. Cuando las cadenas
de televisión se abstuvieron de anunciar el exit poll, por el
supuesto estrecho margen en los resultados, el nerviosismo se
apoderó del recinto. José Salem, "Suso", iba de lado a lado.
Hablaba con el primer periodista que se encontraba y le
aseguraba que no había habido exit poll alguna.

En una de esas apariciones Bucaram lució molesto e irritado.
Golpeó el estrado que había sido adecuado como para que hable
un presidente (tenía escudo impreso y bandera en la parte
posterior) y dijo que su derrota no era posible puesto que
había triunfado en 20 provincias y había perdido con "muy
poco" en Guayaquil. No faltó quien arengara a los presentes a
salir a las calles para "castigar" a la oligarquía.

Muy cerca de las 18h00, el ambiente se enrareció a tal punto
que Alfredo Adum anunció a la prensa que había solicitado
protección militar para la casa de Bucaram. Pero el
nerviosismo quedó atrás cuando de los altos de la casa se
escuchó una explosión de gritos y aplausos.

¡Un solo toque! ¡Un solo toque! El grito ya era delirio y la
noticia no hacía más que confirmar lo que se sintió débilmente
desde las primeras horas de la tarde.

El presidente electo bajó desde su dormitorio y solo pudo
llegar hasta la improvisada sala de prensa merced a sus
empujones y a su vigor físico.

La alegría se convirtió pronto en euforia y, luego de por lo
menos 5 minutos en que el propio Bucaram puso orden en su
casa, vinieron sus primeras declaraciones como triunfador.
Primero agradeció al pueblo, luego dijo que en esos momentos
recordaba a Jaime Roldós y a su hermana Marta. Agradeció a
sus padres por la "educación que me dieron" y a casi todos los
partidos políticos por "el apoyo que me dieron". Luego vino
el tono de reconciliación. "Convoco a mis enemigos para luchar
por los pobres", dijo, y aseguró perdonar a sus enemigos
porque ellos "han hecho lo que tenían que hacer".

¡Un solo toque! ¡Un solo toque! El grito burló las rejas de la
casa y se prendió en una ciudad que recibió la noticia junto
al crepúsculo.

Justo cuando las cadenas de televisión empezaban a difundir
las proyecciones electorales, Jaime Nebot salía vitoreado de
la rueda de prensa ofrecida en el Hotel Ramada en la que
proclamaba su casi triunfo.

Nebot había dicho en esa rueda, celebrada en la sala de
prensa del Hotel, a las 17h30, que su candidatura ganó por
estrecho margen en los tres exit-polls, y que era solo
cuestión de tiempo para que se confirmara su triunfo
oficialmente. Vestía una camisa amarilla, exhibía los ojos más
rasgados que nunca y estaba acompañado de su esposa, Cynthia
Bohrer de Nebot. Ambos estuvieron frente las cámaras por
quince minutos. Nebot estuvo firme, inclusive algo alterado,
como para estar a tono para advertir que la ligera ventaja que
le daban los exit-polls debía ser defendida por la gente. Y
llamó a que los ciudadanos salgan a las calles, a la 9 de
Octubre en Guyaquil y Amazonas en Quito, a celebrar su
victoria. Pero se equivocó.

Los partidarios del candidato socialcristiano gritaban "¡que
viva Nebot!" entre aplausos y silbidos, mientras Bucaram
aparecía en las pantallas de televisión triunfante en las
primeras proyecciones. Hubo alguien que quiso ir a llamarlo
antes de que entrara a una sala especial y reservada, con el
fin de que regresara a explicar lo ocurrido. Pero Nebot se
encerró.

El ambiente de celebración que se vivía en el Ramada, el lugar
tradicional en que los socialcristianos esperan y celebran los
resultados electorales, se transformó, de repente, en
frustración. Todos los invitados especiales tomaban una
cerveza en el borde de la piscina y miraban, consternados, y
hasta con ojos llenos de lágrimas, que la diferencia del líder
roldosista era ya insalvable.

En el salón La Hacienda, del mismo Ramada, varias muchachas
preferían apagar el televisor para evitar ver a Bucaram
abrazado a su hijo mayor que lloraba por la emoción del
triunfo.

"Yo sí dije, yo sí lo dije", era el rumor que corría en boca
de todos los simpatizantes de Nebot reunidos en el Ramada. "El
loco tenía que llegar", agregaban.

A las 19h45, cuando Bucaram daba su entrevista a la Telered
Electoral, Jaime Nebot volvió a la sala de prensa, llena de
amigos y partidarios que lo aplaudieron a rabiar. Bucaram
seguía en la pantalla de la Telered. Nebot apareció en las
pantallas de Opción 96, la otra cadena televisiva.

Agradeció a los que votaron por su candidatura, ofreció
prestar toda su ayuda a los pobres del país y deseó la mejor
suerte del mundo al nuevo Gobierno. Cuando se despidió, las
lágrimas de Heinz Moeller, de Nicolás Lapentti y de todo el
equipo de prensa del Partido Social Cristiano no pudieron
contenerse. Nebot salió de la sala de prensa para irse a casa
a descansar.

Pero Bucaram seguía en la pantalla, hablando fijamente en la
Telered, y su voz se incrustaba en la sala de prensa del
Ramada como si fuera el eco de una pesadilla que, para los
socialcristianos, se convirtió en realidad.

Un solo toque

- Solo cuatro horas de "ruca" tuvo ayer el presidente electo
de la República, Abdalá Bucaram Ortiz, quien sonriente y con
actitud triunfalista narró haberse acostado a las cinco de la
mañana, luego de instruir y despachar a todos los delegados
del Partido Roldosista Ecuatoriano, PRE.

- Carlos Julio Arosemena Peet, Eduardo Azar, Alfredo Adum,
José Salem, Vicente Estrada, Carlos Manzur Pérez, Eustorgio
Mendoza y John Dunn Barreiro acompañaron a Bucaram.

- Escoltado por los patrulleros de la Comisión de Tránsito del
Guayas y militares, Bucaram condujo su vehículo rojo Land
Cruiser junto a Alfredo Adum Ziadé y José Salem hasta el
Colegio Ana Paredes de Alfaro, recinto donde sufragó.

- En la Junta Receptora No. 9 depositó su voto rodeado de una
multitud que lo alentaba con la frase "un solo toque, un solo
toque". (Diario HOY) (3A)
EXPLORED
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