Quito. 10 dic 2001. La privatización da sus frutos, pero no ha incluido
a las poblaciones marginales en el proceso.
La liberalización del mercado energético en América Latina y el Caribe
tiene cabos que no logran atarse todavÃa.
Si bien el proceso ha sido beneficioso por el empleo de tecnologÃa
moderna, la administración profesional y la calidad y confiabilidad del
sistema, la posibilidad de acceder a la energÃa no ha incluido a las
poblaciones marginales y ha producido desplazamiento de empleados.
A esta conclusión llega el Consejo Mundial de EnergÃa en su informe
cortado a junio de 2001.
Dice que aun cuando los gobiernos promovieron el empleo, la
liberalización en el caso del mercado eléctrico acentúa el desempleo. Sin
embargo, las reducciones de personal en las empresas privatizadas se han
compensado con plazas de trabajo en compañÃas contratistas y en la
tercerización de servicios técnicos y de mantenimiento.
Asimismo, los beneficios del sistema no se han materializado
completamente en lugares donde se les permitió a las compañÃas abarcar
desde la generación y transmisión, hasta la distribución y
comercialización. Esto limitó la verdadera competencia, permitiendo que
unas pocas empresas grandes dominaran el mercado, enfatiza el documento.
También hay quienes han cuestionado la separación completa del mercado,
como es el caso de la electricidad colombiana y del gas argentino, porque
tendÃa a favorecer a la transmisión y transporte con la garantÃa de la
venta de toda la carga evacuada, mientras que los generadores y
distribuidores no contaban con tal respaldo.
A la fecha del informe, Chile, Argentina, Bolivia, Colombia, Brasil, Perú
y El Salvador estaban en etapa avanzada de privatización. Ecuador, México
y Venezuela, en el proceso de prueba de diversos esquemas. Uruguay y
Paraguay habÃan iniciado recientemente sus pasos legales hacia ese
objetivo.
Según el informe, la liberalización introdujo muchos participantes más en
el sector: inversores extranjeros y nacionales, productores
independientes de energÃa, bancos, consejeros financieros y grandes
clientes que "ahora pueden expresar su opinión en relación con sus
proveedores de suministros energéticos".
Enfatiza que el acceso total a la electricidad y al gas aumentó
considerablamente entre las poblaciones de los paÃses.
Por ejemplo, la capacidad eléctrica de Argentina pasó de 15 000
megawatios (MW) y 55% de disponibilidad antes de la privatización, a
22 000 MW y 85% de acceso. (TH)
Las pérdidas decaen
Las elevadas pérdidas de energÃa han constituido un importante factor
movilizador del cambio en muchos paÃses, dice el Consejo Mundial de
EnergÃa.
Señala que mientras el promedio de pérdidas registrado en las naciones
que llevaron a cabo las reformas apenas alcanza el 15%, en Venezuela
llega al 24% y en Ecuador supera el 25%. En Argentina era del 25% en 1991
y se redujeron con la privatización al 12% en 1995.
Una excepción a esta regla ha sido el caso de El Salvador, donde las
pérdidas de energÃa antes y después de la transformación del sector,
llega al 13,2%, del cual solo el 10,5% correspondÃa a pérdidas técnicas.
Algo similar ocurrió en Bolivia, donde tradicionalmente no se registraron
robos de energÃa, por lo cual el nivel de pérdidas no constituyó un
movilizador importante del proceso. (TH)
Subsidios
- En América Latina el uso de los subsidios, muchas veces utilizados como
factor polÃtico más que una herramienta para permitir el crecimiento
económico, ha socavado el sistema en perjuicio de la calidad del
servicio.
- Todos los modelos de liberalización adoptados han tendido a la
eliminación de los subsidios cruzados para evitar las distorsiones que
éstos implican en la definición de los precios de energÃa. (TH) (Diario
Hoy)