¿UNA FEDERACION COMPLICE?

Quito. 04.06.95. "No se puede admitir que los directivos de la
Federación Nacional de Abogados callen y no se pronuncien sobre
el tema, actuando como cómplices directos de los tinterillos",
dijo el presidente del Colegio de Abogados de Tungurahua (CAT),
Mario Zavala Hoyos.

Expresó que la gran diferencia del CAT con otros colegios del
país fue la depuración de los registros profesionales, actividad
que se cumplió con seriedad y conciencia clasista, "lo que no ha
tenido eco en la Federación de Abogados, que debería ser el
organismo más interesado en erradicar esta lacra social", dijo.

Siguiendo el ejemplo de Tungurahua, el Colegio de Abogados de
Pichincha (CAP), continuó con el trabajo, llegando a depurar una
mínima parte de sus registros, ya que se revisó los archivos de
los abogados correspondientes al período 90-94, "cuando la
falsificación de títulos tuvo su auge en el período 86-89",
afirmó Zavala.

Durante de gestión de Fantony Camba, como presidente de la
Federación Nacional de Abogados, se detecto la falsificación de
títulos en la ciudad de Guayaquil, "quedando apenas en el
enunciamiento de la figura penal violada y la tipicidad del
delito y no más", indicó Zavala, indicando que en esta ciudad
debe estar el mayor número de casos del país.

Señaló que lamentablemente a las universidades se les ha escapado
del control de los mecanismos que garantizan la legalidad de los
títulos, dando facilidades para que la "mafia profesional" impere
en el país, no sólo en el campo del Derecho, sino en otras ramas
profesionales.

"El fácilismo con el que se otorgaban títulos profesionales en
las universidades Estatal de Guayaquil, Vicente Rocafuerte y Eloy
Alfaro, motivo el resentimiento y preocupación de los abogados
que sí no preparamos a conciencia y estamos en capacidad de
servir eficiente y éticamente a la ciudadanía", dijo Zavala.

El CAT ha propuesto a la Federación de Abogados la depuración de
los registros profesionales de todos los colegios, mediante el
cruce de información con las universidades ecuatorianas,
indicando que los títulos de los abogados no deben únicamente
registrarse en los colegios provinciales, sino verificar su
emisión y su inscripción en la Corte Suprema de Justicia.

Zavala señaló que el CONUEP deben comprometerse con el país, para
crear un mecanismo idóneo que erradique este tipo de hechos,
señalando que debe existir coordinación entre las facultades,
organismos rectores y los colegios profesionales. "Estamos
atentando contra la fe pública y, eso es gravísimo", dijo.

"Las universidades deberían, por medio del Registro Oficial,
emitir los nombres de quienes están sacando como abogados al
campo ocupacional. Pero si los abogados, como gremio, no ponemos
interés en estas acciones, nadie podrá terminar con esta mafia",
acotó.

"Como profesionales del Derecho, por formación y concepto,
estamos llamados a defender la legitimidad de todos nuestros
actos, por lo que no estoy de acuerdo la posición cómplice de la
Federación de Abogados", concluyó Mario Zavala.

LOS ULTIMOS FALSIFICADORES

El descubrimiento de títulos falsificados en poder de dos
"profesionales del derecho" en Ambato, impulsó a que el Colegio
de Abogados de Tungurahua iniciara las investigaciones judiciales
en la Universidad Estatal de Guayaquil y las universidades Eloy
Alfaro y Vicente Rocafuerte extensión Portoviejo. En esa época se
constató la entrega ilegal de 13 títulos de abogados cuyos
posesionarios ejercían la profesión libremente en Tungurahua.

La "incorporación" de las 13 se habría producido el 12 de
diciembre de 1986, con la existencia de folios repetidos, para la
refrendación de títulos en la Universidad matriz de Guayaquil.

Gamboa señaló que el informe de la secretaría de la Universidad
Vicente Rocafuerte de Portoviejo, da cuenta que los títulos
fueron entregados con apenas un seminario de cuatro meses, desde
junio hasta septiembre de 1986, sin existir una documentación que
acredite a los beneficiarios haber cursado la carrera en otras
universidades del Ecuador.

Actualmente se registran entre investigaciones realizadas en
Quito, Ambato, Ibarra y Riobamba, un total de 236 falsos
abogados. Todos provenientes de la Universidad Estatal de
Guayaquil. 167 casos han recibido orden de detención profesional.

YO QUIERO SER POLICIA

Fácil. Falsificar un título universitario o de bachiller en este
país es muy fácil. Lo dice el jefe de Refrendaciones del
Ministerio de Educación y Cultura, Fabián Cevallos.

Lo confirman las decenas de títulos falsos que -tras querer pasar
por legales en bancos, municipios, concejos y Policía- reposan,
ahora, en una carpeta que exhibe Cevallos a BLANCO y NEGRO.

"El Ministerio de Educación y Cultura confiere a xxx el título de
bachiller en Humanidades..." se puede leer en uno de ellos. Las
irregularidades, casi imperceptibles, en el trazado de la letra
con la que está escrita el nombre del "estudiante" son la única
pista.

El resto es perfecto: firmas del rector y el secretario del
plantel, sellos del colegio y del Ministerio, número de
refrendación y hasta un pequeño "visto bueno" con la supuesta -o
auténtica- firma de alguna autoridad ministerial, le dan a
cualquier papel la apariencia de una "fiel copia" de un título
original.

La única forma de descubrirlo es verificar si el nombre del
"graduado" consta o no en las listas enviadas por los respectivos
colegios.

Un método bastante simple y efectivo que puede funcionar muy
bien, siempre y cuando haya alguien que se preocupe por averiguar
la procedencia del dichoso documento.

Pero si eso no sucede -como en muchos casos- cualquier persona
puede convertirse, de la noche a la mañana, en un flamante
bachiller de la República sin haber concluido sus estudios o
hasta sin haber pasado nunca por un aula.

Las primeras inquietudes en este sentido le dieron a la Oficina
de Refrendaciones -y a su jefe, en particular- una idea de la
dimensión del problema: "alguien denunció que varios de los
títulos de bachiller que la gente presentaba para entrar en la
Policía eran falsos. Cuando verificamos el asunto, la mayoría de
casos presentaban ese problema, explica Cevallos.

Otra voz de alerta fueron los casos de títulos falsos en el
colegio 5 de Junio (en Quito) denunciados a la opinión pública
hace un poco más de un año. Y la confesión -tras las rejas- de un
falsificador de documentos que reveló haber tenido una oficina en
la que se "fabricaban" pasaportes, pases de años, actas de grado
y hasta títulos universitarios y de bachiller, en Guayaquil.

"Algunos aspirantes a policías declararon entonces que habían
comprado sus títulos y que, muchas veces, eran elementos de la
misma policía les facilitaban los contactos", asegura el jefe de
Refrendaciones.

Cevallos admite que el Ministerio "debería tomar acciones,
implementar otro mecanismo o modernizar la forma como se otorgan
los títulos"

Sin embargo, no consiente en hablar de un problema generalizado
y, menos aún, en pensar que puedan estar involucradas autoridades
de planteles educativos. No descarta, no obstante, que pueda
tratarse de personas que "alguna vez" trabajaron en el
Ministerio.

Cevallos se ha empeñado en frenar el problema aunque eso le
cueste ir de colegio en colegio verificando la autenticidad de
los documentos. "Desde que yo estoy a cargo de esta oficina, el
problema se ha reducido considerablemente", señala el
funcionario.

También ha contribuido el hecho de que muchas instituciones se
preocupan ahora por verificar la autenticidad de los títulos.

"Después de todas las denuncias, la personas ya tienen recelo de
hacerlo", dice él. Pero admite también que habrá todavía muchos
-muchísmos- otros casos que siguen ocurriendo en medio del
silencio y la impunidad.

LOS TITULOS ESTAN DEVALUADOS PERO

Para José Moncada, ex rector de la Universidad Central del
Ecuador, la falsificación de títulos es un hecho que debe ser
investigado y sancionado drásticamente. "No se puede dejar en la
impunidad una situación semejante", opina.

En referencia con la Universidad Central destaca que los títulos
son otorgados por los decanos de las facultades y el rector lo
único que hace es refrendarlos. Después comenta: "a lo mejor yo
firmé algunas falsificaciones. Venían a mi oficina 300, 400 y
hasta mil títulos de promociones que se graduaban en varias
facultades. Tenían el acta del Consejo Directivo, estaban
firmados por el procurador, el secretario, etcétera, ¿cómo saber
si era o no un título falso?".

Moncada cree, sin embargo, que los títulos universitarios están
"devaluados" al punto de casi "no constituir ninguno delito",
pero objeta que "eso no significa que no se debe de buscar a los
culpables y sancionarlos".

Reconoce que los egresados de universidades estatales, en ciertas
facultades, tienen menos acceso al mercado laboral ante la
competencia de las universidades privadas. "Hay un deterioro en
la formación profesional y académica que contribuye en el
acrecentamiento de esta clase de hechos".

AGILITAR TRAMITES BUROCRATICOS

También señala que se debe evitar los entorpecimientos que seda a
nivel administrativo en todas las instituciones educativas del
país, ya que los estudiantes permanecen meses esperando por la
oportunidad para rendir el grado. Aunque cierta responsabilidad
tienen las universidades y colegios, justifica que "esto no debe
dar pie para que se certifiquen procedimientos de esta
naturaleza. Ese argumento equivaldría a que un enfermo sin dinero
para la consulta con el médico acuda al brujo. Se debe tratar de
evitar la proliferación de títulos falsos y simultáneamente
procurar que se agiliten los trámites para los grados".

LA EXPORTACION DE TITULOS

En octubre de 1993 un diario italiano (el "Corriere della Sera",
edición Milán) publicó en una de sus páginas un artículo
titulado: "Descubierto tráfico de títulos fáciles entre Pavia y
Ecuador".

Según el texto, la "Academia Europea de Estudios a Distancia" de
Torrebelt (Pavia) gestionaba la obtención de títulos en
Odontología, Arquitectura, Economía, Comercio, Ingeniería Civil,
entre otras carreras, por precios de entre 60 y 120 millones de
liras (38 mil y 76 mil dólares).

La información daba cuenta de que los títulos más "apetecidos"
eran los otorgados por las universidades de Sri Lanka y las de
Sudamérica (sobre todo Colombia y Ecuador).

Las recaudaciones realizadas por la academia eran -según el
diario italiano- depositadas en una cuenta en el exterior y
sumaban cantidades superiores a los cinco millones de dólares.

Se mencionaban además, la existencia de un problema similar en
Zingonia, en donde los directivos de una cierta entidad estaban
implicados en la "promoción" (inclusive a través de la prensa) de
títulos otorgados por las universidades Técnica particular de
Loja y la Universidad Eloy Alfaro de Manta.

Y EN AUSTRIA

Un año más tarde, un diario austriaco publicaba un artículo
similar. "Doctorado por 200 chelines austriacos" era, en esa
ocasión, el gran titular. El texto se refería al redondo negocio
que con la "manía austíaca" por los títulos académicos, habían
hecho un médico y un negociante austriacos.

"Peter G. y Johann S.", como los identificaba la publicación,
eran los fundadores de una agencia dedicada a promocionar la
venta de títulos académicos de la "universidad sudamericana de
Loja" (Universidad Técnica Particular de Loja).

El mecanismo era relativamente fácil, según revelaría más tarde
uno de los dos acusados: "los 200 mil chelines eran depositados
en una cuenta fiduciaria y solo tras el registro del doctorado en
el pasaporte, el dinero era acreditado".

Según el artículo, la agencia fue liquidada y el rector de la
universidad en mención, simplemente "desapareció".

"El rector estaba dispuesto a otorgar un título académico por el
pago de subvención. Nosotros no teníamos influencia alguna. No
fuimos nosotros los que otorgamos los titulos", declararía más
tarde uno de los implicados.

En el Ecuador se iniciaron las investigaciones correspondientes y
se denunció el caso al Consejo Nacional de Universidades.

La respuesta de las autoridades de la Universidad de Loja al
CONUEP se dio en los siguientes términos: "con fecha 8 de agosto
de 1988 se suscribió el Convenio de Cooperación Técnica entre la
Academia Ges.n.b.R. de Austria y la Universidad Técnica
Particular de Loja. La Academia se comprometía a gestionar ante
el Gobierno e instituciones austriacas becas de pre grado y pos
grado; así como a buscar mercado en los países europeos para los
productos cerámicos elaborados en al universidad se comprometía a
estudiar trabajos de dicha especialización que amertiten algún
reconocimiento académico y conceder alguna distinción a los
participantes, aclarando expresamente que tales diplomas o
distinciones no eran para uso profesional, sino para mejorar el
prestigio del interesado. Con base al referido Convenio se
entregaron diplomas de distinción académica a ciudadanos
austíacos, los que no tienen ni podían tener el carácter de
títulos universitarios..."

¿COMO SER BACHILLER EN UN DOS POR TRES?

"Se buscan un material más o menos similar al de los títulos
originales; en alguna imprenta le hacen el marco, el formato, le
llenan con datos inventados y tienen un título".

Así funciona la falsificación de este títulos y actas de grado,
según explica Fabián Cevallos, jefe de Refrendaciones del
Ministerio de Educación.

La audacia de los falsificadores llega a tanto que, a veces, en
el acta o título falso aparecen la firma del propio jefe de
Refrendaciones y hasta un "aprobado por Fabián Cevallos" que hace
más difícil detectar el ilícito y denunciarlo al MEC.

Pero esa no es la única forma. Muchas veces, "alguien" reporta la
pérdida de un título original y mediante una serie de trámites
-todos absolutamente legales- el individuo consigue la orden para
comprar una nueva "especie" para un nuevo título. La verdad es
que el documento original no se perdió nunca y en el nuevo cartón
se graba un nombre distinto. Entonces, como por arte de magia, el
país cuenta -en pocos minutos- con un nuevo profesional.

O, más fácil: un buen amigo le presta a otro (que no hizo la
tesis, que se casó y no acabó de estudiar, que se dedicó a los
negocios, etc) su título original. El amigo favorecido saca una
copia y borra el nombre original. En el espacio graba el suyo y
lo pule hasta hacer desaparecer cualquier señal de la
"operación". Para más seguridad, saca copias de las copias, hasta
que cualquier borrón desaparezca del papel.

Entonces pasa a ser el orgulloso portador de un nuevo título de
bachiller o de profesional.

Este tipo de documentos pasaban por auténticos en todas partes
-especialmente en la institución policial- y solo encontraban
obstáculos cuando, por alguna denuncia o sospecha, a alguien se
le ocurría comprobar su validez en el Ministerio de Educación.

"Aquí lo verificábamos de acuerdo a las listas enviadas por los
colegios -y legalizadas por las direcciones provinciales de
educación- y se podía descubrir cuando los títulos eran falsos",
explica Cevallos.

Las listas se almacenan en el Departamento de Procesamiento de
Datos que codifica los números de refrendaciones y el resto de la
información.

Sin embargo, este sistema funciona -actualizado- desde 1982. "De
allí para atrás tenemos unos libros antiquísmos que están
deteriorados y en los que no se puede certificar nada", afirma el
funcionario.

Actualmente -según el jefe de Refrendaciones- la mayoría de
instituciones se acercan al Ministerio a verificar la
autenticidad de estos documentos. Las que no lo hacen, corren el
riesgo de llenarse de bachilleres e incluso profesionales hechos
en unas pocas horas.

LOS FAVORES SE PAGAN

La Oficina Central de Educación Extranjera del Ministerio de
Educación y Asuntos Culturales de la República Federal de
Alemania, remitió un documento a su similar de Ecuador, en el
cual se especificaba que la Universidad Católica de Cuenca había
otorgado títulos académicos a ciudadanos alemanes en
especialidades que no constan entre las carreras impartidas por
la Universidad.

La institución alemana encontró diversas irregularidades en
títulos que fueron otorgados a siete ciudadanos de ese país. En
1990 la Universidad Católica de Cuenca entregó a los susodichos,
doctorados en ciencias políticas, ciencias de la comunicación,
filosofía, y agronomía, mientras tenía únicamente doctorados en
Ciencias Jurídicas y Sociales, Pedagogía y Psicología. Según
indica el informe, la institución de educación superior azuaya no
poseía siquiera, las licenciaturas en las especialidades
mencionadas.

En los casos restantes, se presentaron certificaciones de
"profesores ordinarios" que no existen en el sistema educativo
ecuatoriano, según la Ley de Universidades y Escuelas
Politécnicas.

Los títulos poseen firmas del rector y secretario general, sellos
y refrendaciones. En la parte superior señalan que la Universidad
Católica de Cuenca "en honor al mérito académico confiere" los
títulos. Si bien podría afirmarse que esta clase de
certificaciones son distintas a las que regularmente otorga la
Universidad, la institución alemana no se explica que se confiera
doctorados a personas que no han presentado comprobantes del
curso.

La Oficina Central de Educación Extranjera del Ministerio de
Educación y Asuntos Culturales de esta República europea, no pudo
hacer el reconocimiento y las equivalencias de los certificados,
porque no tenían sustento alguno.

"LA SOLUCION ES LA ENSEÑANZA RELIGIOSA"

"Este es un problema derivado de la pérdida de valores que vive
la sociedad", sentencia Manuel Freire, secretario general de la
Universidad Católica de Quito.

"Se trata de un asunto de principios y eso empieza desde la
educación en el hogar, cuando al niño le enseñan a diferenciar lo
bueno de lo malo, la mentira de la verdad...", dice.

Freire está convencido de que cualquier medida que se tome para
evitar la falsificación de títulos (como las que de hecho ha
tomado la Universidad Católica) nunca será suficiente, si la
gente carece de principios.

La solución es -a su modo de ver- más sencilla de lo que muchos
piensan: "la incorporación de la enseñanza religiosa en el
sistema educativo sentaría esos valores morales en la gente",
dice.

"No digo que eso eliminaría completamente el problema, pero al
menos, la gente tendría ciertos remordimientos antes de hacer
algo así", asegura.

Freire es el encargado de "despachar" todos los títulos que se
otorgan en la Universidad Católica de Quito. Por su oficina de
secretario general pasan todos los títulos que envían las
distintas facultades. El se encarga de chequearlos, verificar que
todo esté en regla (documentos de estudios realizados, exámenes
rendidos, elaboración y defensa de tesis, etc.) y firmarlos.

De sus manos los títulos pasan a las del rector de la Universidad
que estampa la última firma en los documentos.

Las firmas del decano y secretario de la facultad
correspondiente, las del rector y del secretario general de la
universidad, los sellos y la numeración de los documentos son
-para él- la garantía de que un título sea auténtico. En tantos
años como secretario, Freire ha aprendido a conocerlos bien.

Eso le ha permitido reconocer varios títulos falsos que han
llegado a sus manos de parte de algunas instituciones que se
dieron el trabajo de verificar los documentos.

Actualmente tiene en su poder 14 títulos de este tipo. Hace pocos
examinó seis más. Todos por pedido de las instituciones
interesadas. Todos de abogado. Todos falsos.

"No es gente de aquí, son personas que toman el nombre de la
Universidad Católica y falsifican los títulos", dice Freire. "El
problema es que muchas instituciones simplemente los cogen sin
preguntar nada..." (Tomado de la Revista Blanco y Negro No. 58)
(P 5-8)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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