CONFLICTO HISTORICO: GUAYAQUIL Y UN MUNICIPIO CRITICO. Por
Juan J. Paz y Miño Cepeda
Quito. 09.09.92. En junio de 1871 llegó al Ecuador el jesuita
alemán Joseph Kolberg, para incorporarse como profesor de la
Escuela Politécnica Nacional. En sus Relatos de Viajes "Nach
Ecuador" describe sus primeras impresiones sobre la ciudad de
Guayaquil a la que encuentra bella y atrayente, una mezcla de
gran urbe, con cierto aire rural y ágil vida junto al mar.
Pero, dice Kolberg, no hubiera aconsejado a los viajeros
arriesgarse más allá de la segunda lÃnea de casas "porque aquÃ
ocurre como en Constantinopla: encuentran una ciudad soberbia
en su exterior, y que por dentro desencanta amargamente".
Añade que "todas las calles parecÃan ser una cloaca" y
concluye: "No se comprende por qué los habitantes de la ciudad
han tenido tan poco cuidado de una mayor limpieza, y se
deberÃa creer que el vecindario estuviera agradecido con el
presidente por haber procurado el empedrado de las calles con
infatigable energÃa". Para Kolberg la "mentalidad"
sudamericana es distinta, pues la falta de orden y aseo es
común y aún los acomodados y ricos dependen de las
circunstancias y temen la disciplina enérgica.
Casi un siglo después, en 1951, Carlos Guevara Moreno, elegido
alcalde de Guayaquil, iniciaba la hegemonÃa de Concentración
de Fuerzas Populares (CFP) en el puerto, la misma que se
afianzó a partir de 1957 con el nuevo triunfo del cefepista
Luis Robles Plaza a la alcaldÃa. En una época en la que
aparecieron los primeros barrios suburbanos (Garay, Puerto
Lisa, Amazonas) CFP habÃa ofrecido imponer reajustes
económicos en el municipio, garantizando austeridad en los
gastos y planificación de obras. Pero sobrevinieron grandes
purgas de la burocracia y despidos masivos a los no afiliados.
Bajo Robles, pocos meses después estallaban los escándalos:
incremento de personal en casi un 100% de los roles, reclamos
de los profesores municipales impagos, exasperación de los
servidores por el retraso de sus sueldos y huelgas sindicales.
El alcalde culpó al gobierno de los problemas y defendió, a
capa y espada, la "autonomÃa municipal". En enero de 1958,
reemplazó temporalmente al alcalde otro militante cefepista,
Alberto Febres Cordero. Para mayo se completaban cuatro meses
de huelga municipal en la que más de 2.000 servidores
permanecieron apoderados de los locales. La reacción contra
el alcalde Robles Plaza no podÃa ser más patética. En
noviembre, un editorial de Vistazo expresaba: "No es sólo una
cuestión de falta de dinero, de verdadera quiebra de las
finanzas de nuestro ayuntamiento; es la otra, la crisis moral,
la crisis de los valores humanos, la que torna desesperada,
como nunca, la situación de la Municipalidad de Guayaquil".
En las elecciones de 1959 triunfó para la alcaldÃa Pedro
Menéndez Gilbert, que todavÃa en mayo de 1961 debió afrontar
la huelga de hambre de los profesores, impagos en su sueldo.
La caÃda del presidente Velasco Ibarra precipitó la salida de
Menéndez, considerado "hombre fuerte y garrotero del
velasquismo". Para enero de 1962 el Concejo guayaquileño
contó con nuevo alcalde (Otto Quintero Rumbea), y en las
elecciones de junio de ese año triunfó el lÃder cefepista
Assad Bucaram, que nuevamente comenzó por incorporar
militantes a la municipalidad. A consecuencia del golpe de
julio de 1963, el alcalde Bucaram fue defenestrado y la Junta
Militar lo reemplazó con Carlos Luis Plaza DañÃn. Nuevamente
triunfó Asaad Bucaram para la alcaldÃa de Guayaquil en las
elecciones de junio de 1967. Se le recuerda como un buen
alcalde y él mismo confesaba: "Lo que sà soy es inflexible en
mis actos. La Ley tiene que ser aplicada en una ciudad que ha
vivido en el desorden, el caos y la anarquÃa permanentes". En
1970 Bucaram ganó la prefectura del Guayas, en alianza con
Francisco Huerta Montalvo, que ganó la alcaldÃa de Guayaquil.
Ambos fueron defenestrados en septiembre, a consecuencia del
autogolpe velasquista.
Durante las dictaduras militares (1972 a 1979) sólo se destaca
la alcaldÃa de Juan Péndola, cuando Guayaquil es atendida con
rentas y se revisan, aceleran o reparan obras. Sin embargo,
la crisis del Municipio guayaquileño reaparece, con caracteres
alarmantes, a partir de los años 80. En 1982 es destituido
Antonio Hanna Musse, por el negociado de la procesadora de
basura y la AlcaldÃa de Guayaquil pasa a ser ocupada por
BolÃvar Cali Bajaña. Se constataba, entonces, un déficit
gigantesco y la evasión de impuestos catastrales. Según un
informe entregado a la prensa, entre otros, los edificios
Filanbanco, Unicentro, Citibank, Induauto, Hotel La Moneda y
Valra debÃan millonadas.
Cuando en 1984 se inicia la alcaldÃa de Abdalá Bucaram, el
municipio se convierte en bastión del Partido Roldosista
Ecuatoriano, PRE. Ese año también habÃa ascendido a la
presidencia el Ing. León Febres Cordero. Para noviembre, la
prensa juzgada a Guayaquil como tierra de nadie, clamando
contra la violencia en la que aparecÃa comprometido Jaime
Toral Zalamea, el "hombre fuerte" del Guasmo, quien no tenÃa
empacho en declarar: "Apoyaré a Febres Cordero hasta las
últimas consecuencias" y al mismo tiempo considerar al alcalde
Bucaram como su mayor enemigo. Más tarde, sometido a la
justicia, el alcalde Bucaram se autoexilió estrepitosamente en
Panamá y, tras ser destituido, en octubre de 1985, el Concejo
nombró como nuevo alcalde a Jorge Norero González, exmilitante
del FRA y luego del PRE y amigo personal del presidente Febres
Cordero, quien comprometió de inmediato su ayuda para
construir "un nuevo Guayaquil", comenzando con la entrega de
unos 6.650 millones de sucres.
A pesar de los esfuerzos gubernamentales y los nuevos
alcaldes, en 1987 la prensa comentaba la caótica
administración municipal, a propósito de la malversación de
fondos emergentes de la EMAP. A su vez, en 1988, la alcaldesa
electa de Guayaquil manifestaba su decisión de desconocer los
contratos que la municipalidad estaba celebrando en las
últimas semanas.
En 1992, el flamante alcalde de Guayaquil, León Febres
Cordero, da a conocer al paÃs la existencia de "un mundo
tenebroso y oculto" en el Municipio. El alcalde ha
comprometido en sus denuncias a las administraciones de Elsa
Bucaram y de Harry Soria. Lo ha hecho en forma genérica, sin
concretar todavÃa involucrados y beneficiarios con las coimas,
contratos, malversaciones, obras o catastros ausentes. Pero,
mirada la situación en perspectiva histórica, sin duda resulta
lastimoso que décadas de descalabro y corrupción haya llegado
a alimentar las "vivezas" más increÃbles.
Por lo que, instituciones como el Municipio de Guayaquil no
podrán cambiar si los hombres que quieren servirlas no cambian
de mentalidad y comportamiento.- (1c)
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Ciudad N/D
Publicado el 09/Septiembre/1992 | 00:00