UN PARAISO EN EL ECUADOR

Quito. 23. 09.92. La provincia insular de Galápagos,
antiguamente llamada archipiélago de Colón en homenaje al
descubridor de América, tiene 13 islas mayores, 5 de las
cuales están habitadas por gente que vive del turismo y la
pesca, así como unas 100 islas pequeñas situadas a 1.120 Kms.
de la costa ecuatoriana.

Las Galápagos, con una superficie de 8.010 kilómetros
cuadrados y una población de 9.785 habitantes, ejercen un
especial atractivo y apasionan a todos quienes directa o
indirectamente están relacionados con ellas, incluso a quienes
no lo están.

Visitar las islas es adentrarse en un mundo de ensueño, de
naturalidad pura y hasta cierto punto inocente, donde las
diversas especies de animales conviven en un mundo de libertad
y mancomunidad.

Si bien las islas fueron descubiertas a mediados del Siglo
XVI y luego usadas por piratas, marino y bucaneros hasta el
siglo XVIII, es a partir de ese momento en que comienza su
exploración científica y luego la preocupación por la
conservación de las especies vivientes cuando llega a esos
parajes el científico Charles Darwin.

En 1959 el gobierno ecuatoriano las declara Parque Nacional,
en 1979 La UNESCO las incorpora en la lista de Patrimonio
Natural de la Humanidad y en 1986 el Ecuador las declara Zona
de Reserva de Recursos Marinos.

Este paraíso, con el que Dios bendijo al mundo pero sobre
todo al Ecuador, es el escenario ideal para aquellos que
gustan de la historia natural, aquellos que disfrutan de la
tranquilidad y del encanto de la naturaleza, y los que son
amantes a la vida silvestre.

En las Galápagos hasta los contrastes agradan a la vista,
desde los negros acantilados en su eterna batalla con el mar,
cadenas de volcanes que comunican directamente con las hoguera
que hierve en el centro del globo que ni el agua ni el viento
logran destruir, mares de lava, la diversidad de colores que
van desde el esmeralda, pasando al turquesa, al verde hasta
llegar al rojo encendido; raros reptiles, aves, animales
terrestres y marinos.

Las playas de cristales y de arenas albinas y doradas, bañadas
por las aguas del Océano Pacífico, el más grande del mundo, en
su horizonte da la sensación de infinito.

Cada una de las islas ofrece un atractivo especial y los
visitantes deben someterse a ciertas reglas determinadas por
el Servicio del Parque nacional Galápagos, celoso guardián de
su conservación.

Los visitantes no deben penetrar a la reserva sin guías los
cuales conducen a los turistas por 45 puntos designados
previamente. Está prohibido alimentar o tratar de capturar
animales así como sacar especies de las islas -ni vivos ni
muertos- así como no se puede introducir mascotas.

La capital de la provincia de Galápagos, Puerto Baquerizo
Moreno, se encuentra en la zona sur occidental de la isla San
Cristóbal. Cerca de ésta, se encuentra la espectacular roca
denominada León Dormido que alcanza los 148 metros de altura.
Uno de los lugares que más se visita es la laguna de agua
dulce El Junco. Existen allí los piqueros de patas rojas,
galápagos, focas y otras especies.

La isla de mayor población y la que ofrece mayor cantidad de
servicios turísticos es la de Santa Cruz. Es en esta isla
donde se encuentra la estación Charles Darwin que además de
presentar especies en cautiverio para permitir su
conservación, tiene un museo que es muy concurrido por los
visitantes nacionales y extranjeros.

Con sus 1.20 Km2. una carretera de tierra de 42 Kms., la
atraviesa de norte a sur uniendo el canal frente a la Isla
Baltra -donde está el aeropuerto militar- hasta Puerto Ayora,
punto de partida de los tours y visitas a otras islas.

Las islas Plazas poseen bosques de cactus. En plaza sur
habitan los leones marinos, iguanas y gaviotas.

Con dos senderos para sus visitantes la isla Santa Fe tiene
las iguanas, leones marinos, aves y cactus, sus principales
atractivos.

La isla Bartolomé ofrece un bello panorama volcánico, posee
excelentes lugares para nadar y realizar buceo de superficie.
Abundan pingüinos, tortugas marinas y focas. Desde su playa se
nada al pequeño cráter sumergido donde el agua se torna verde-
amarillenta y desde la cual se ve los fabulosos volcanes de la
San Salvador.

En la Fernandina tiene una alta densidad de iguanas marinas,
pelícanos y pingüinos. Allí se encuentra uno de los volcanes
más atractivos del mundo que desde 1813 ha erupcionado 10
veces.

La Santa María posee senderos para los visitantes con lugares
donde nadar y una hermosa laguna donde llegan docenas de
flamencos. En la Floreana, como también es llamada esta isla,
existe además un cono volcánico semi sumergido llamado "la
corona del diablo", ideal para practicar el buceo de
superficie.

En esta isla sorprende a los ojos una arena verdosa,
increíble, resto de volcánicas ricas en azufre, que la erosión
ha destruido.

Se señala que la isla Española posee la mayor variedad de
animales de todas las islas. Sobresalen los albatros y el
piquero patas azules.

Con sus 4.274 Kms. que ocupan el 58% de la masa terrestre de
las Galápagos, la Isabela es la isla más grande del
archipiélago.

Se encuentra formada por seis volcanes, uno de los cuales
tiene fumarolas permanentes. Entre sus principales atractivos
a visitar están varias cuevas, bahías, puntas y playas,
pasando por el lago salado del cráter Darwin.

En la San salvador o llamada también Santiago, se puede
realizar caminatas sobre lava negra. Existen cuatro sitios de
visita en uno de los cuales se puede observar a las iguanas
asoleándose.

La isla Seymour está habitada especialmente por fragatas,
leones marinos y piqueros patas azules. Es la más pequeña de
las islas grandes, tiene cuatro kilómetros de extensión.

La Genovesa es el hogar principal del piquero de patas azules,
el de patas rojas y de otra variedad de aves marinas.

LEYENDA Y MISTERIO

Desde que, en los primeros días, Fray Tomás de Berlanga,
obispo dominicano de Panamá y almirante de una pequeña flota
que iba a Lima, se quedó sin agua, y buscándola por el ancho
océano la halló por casualidad en las islas el año 1535.

Los caminos de las islas están llenos de huellas de las que se
alzan infundios y leyendas además de verdades.

Se dice que el inca Túpac Yupanqui había ido a ellas, llamando
"Guaguachumbi" a una y "Ninachumbi" a otra: la isla niña y la
isla ardiente, pero es dudoso el viaje. Para las balsas de
vela cuadrada resulta demasiado largo: mil kilómetros en un
mar generalmente dormido, ciertamente, pero que a veces se
despierta y se vuelve difícil.

Los piratas y bucaneros hallaron en ellas un refugio ideal:
fuera de toda ruta, allí se podía repostar, reparar fuerzas,
repartir el botín y liquidar las rivalidades. También las
visitaron los balleneros y uno de ellos, Melville, en 1841,
las llamó "las encantadas" y escribió sobre ellas un pequeño
libro que hasta ahora es muy grato leer.

Diez años antes, gobernando el Ecuador el general Juan José
Flores, en busca de "orchilla" (un liquen usado entonces para
teñir), el general José de Villamil las hizo ecuatorianas:
plantó en ellas la bandera tricolor y se ocupó de poblarlas,
de hacerlas perder su virginidad y su inocencia.

Serían luego presidios y don Manuel Cobos protagonizaría un
mortal episodio que rivaliza con el que llena de horror en "la
isla del doctor Moreau", la brava novela de H.G. Wells.

Más tarde Charles Darwin ennoblece todas las aventuras al
encontrar en ellas argumentos decisivos para sus doctrinas
sobre el origen y la evolución de las especies.

Y hace relativamente poco, la baronesa Von Wagner volverá a la
leyenda, con su sangrienta aventura poliándrica, que hizo de
Floreana un "paraíso infernal" digno de otra isla lejana como
la de J.B. Prietsley. (EL COMERCIO P. B-3)




EXPLORED
en Ciudad N/D

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