COLOMBIA Y ECUADOR BUSCAN ZONA DE LIBRE COMERCIO
¿Un matrimonio conveniente? Por Hernán Ramos
Quito. 25.08.92. El primer anunció se dio la semana pasada,
luego de la primera reunión oficial de los ministros
responsables del comercio e integración de los dos paÃses.
"Los ministros de Comercio Exterior de Colombia, Juan Manuel
Santos, y de Industrias e integración de Ecuador, Mauricio
Pinto, señalaron que el propósito común es superar todos los
obstáculos para que la zona de libre comercio entre en vigor
antes de un mes", reza el comunicado inicial emitido por la
cartera colombiana de Comercio Exterior, en Bogotá.
Pero, ¿cuáles son las bases estratégicas de este posible
arreglo comercial entre dos paÃses con economÃas dispares?
Desde luego, esta propuesta común, desde la perspectiva de la
nuevas autoridades del Ecuador, resulta novedosa, toda vez que
hasta el 10 de agosto último, los acuerdos comerciales
externos tenÃan como marco privilegiado las negociaciones de
corte multilateral, particularmente el Pacto Andino, a nivel
de socios cercanos.
Las razones colombianas
Sin embargo, desde la óptica del paÃs del norte, sus razones
se presentan más definidas, dado que su proceso de apertura
económica viene precedido de mayor tiempo, profundidad y, en
cierto modo, audacia.
"A Colombia le interesa mucho concertar con Ecuador una zona
de libre comercio, pues, ya es hora de ir mirando más hacia el
comercio entre paÃses de la región. Hasta hoy, siempre hemos
puesto nuestra mirada en el mundo desarrollado, descuidando
nuestras potencialidades de comercio mutuo", dice a HOY el
jefe de la Oficina Comercial de Colombia en Quito.
Y es que a los colombianos les sobra razones para mantener ese
optimismo, porque: a) poseen la industria relativamente más
sólida de la región andina; b) la economÃa más abierta a la
competencia; y c) la perspectiva real de ampliar su comercio
con otros paÃses en condiciones de competencia.
En efecto, sin depender en extremo de la exportación de un
producto vulnerable a los precios internacionales (petróleo),
aunque sà en menor escala del café, la industria de Colombia
posee un mercado interno que en los últimos 10 años le ayudó a
diversificar su producción en mayor proporción que la lograda
por los otros competidores regionales.
Por ejemplo, si se compara su industria con la venezolana, se
advierte que además de mantener altos Ãndices de consumo
energético, las manufacturas venezolanas no fueron capaces de
cubrir -con producción propia- amplios espacios de demanda
interna, dejando la válvula abierta para la penetración de
buena parte de los bienes que consume el paÃs.
Y esto, los estrategas comerciales colombianos lo saben mejor
que nadie, de ahà la fuerte presión que ejercieron sobre la
administración de Carlos Andrés Pérez para acordar con
Venezuela un acuerdo bilateral que, al decir de Ospina
"generará solo en este año mil millones de dólares; una cifra
muy interesante".
En segundo lugar, tenemos que las reformas aperturistas en los
campos arancelario, tributario, fiscal y cambiario, en
conjunto, se vienen aplicando sostenidamente en ese paÃs desde
hace casi una década. Por eso, ahora, los colombianos se
consideran con la suficiente fuerza para decir que a "no le
tememos a la competencia, al contrario, la buscamos".
Finalmente está el otro vértice de este triángulo estratégico
del comercio exterior colombiano. Es lo que el presidente
Gaviria lo anunció con claridad a comienzos de este año:
buscar acuerdos comerciales con otros paÃses que no tienen
frontera fÃsica con Colombia. En ese sentido, son
particularmente notables los avances con México y las
convesaciones con Chile.
¿Y Ecuador?
En el caso del Ecuador, la falta de un consenso estratégico ha
determinado que su polÃtica de comercio exterior esté siempre
sujeta a los vaivenes de los intereses polÃticos de turno.
Para el efecto, basta con ver lo ocurrido en los últimos dos
mes: mientras el ex ministro de Industrias, Juan FalconÃ,
apuraba una de sus últimas crÃticas al sector productivo del
paÃs, calificándolo de monopolista, poco productivo y
altamente protegido por el Estado, los grupos empresariales
que respaldan el nuevo titular de Industrias señalaban que es
ya hora de considerar de una buena vez la conveniencia o no de
mantenerse en el Pacto Andino, a su juicio, "un proceso
oneroso y de poca importancia relativa para la economÃa del
paÃs, ya que no representa ni el 5% de nuestras ventas
externas".
Para remate, cuando Mauricio Pinto asumió la cartera de
Industrias, su primera declaración a la prensa local
desconcertó a todos, cuando dijo que los ecuatorianos "no
tenemos por qué entregar nuestro mercado", una suerte de
preludio, presagiando un giro de la polÃtica comercial a
seguir en el futuro.
Y asà como los colombianos detectaron rápidamente cuál era el
"talón de Aquiles" de la economÃa venezolana, del mismo modo
no son ajenos a las contradicciones y falta de consistencia de
la polÃtica comercial de Ecuador.
Según uno de sus funcionarios en Quito, "el nuevo gobierno de
Ecuador ha anunciado que aplicará un importante proceso de
apertura de su economÃa, y nosotros nos complacemos por ello".
Empero, no ignoran que actualmente la "industria ecuatoriana
todavÃa es muy proteccionista, no va al mercado en busca de
competencia, ya que se acostumbró a tener a los consumidores
cautivos".
Por todo esto, y hasta desde el punto de vista de la
tecnologÃa, el ojo avizor de los colombianos les lleva a creer
que, "esta situación (proteccionista) le ha impedido a la
industria ecuatoriana mejorar sus procesos productivos".
En este esquema, se habla hoy de un posible acuerdo de libre
comercio entre los dos paÃses. La disyuntiva entonces es más
grave para el empresariado ecuatoriano que para el consumidor
como tal, al fin y al cabo, el verdadero actor del mercado,
que bien puede acceder a beneficios poco conocidos en nuestro
medio: productos garantizados, a precios bajos y de mejor
calidad.
De ahà que la pregunta valga: el posible acuerdo
colombo-ecuatoriano, ¿es un matrimonio conveniente para el
paÃs? 2A
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Ciudad N/D
Publicado el 25/Agosto/1992 | 00:00