Sobre una controversia pública
De la participación de Oswaldo Viteri en el programa Buenos dÃas, de Radio Visión, el 13 del presente mes, la calumnia que me interesa desvanecer es la que afirma que tuve âla osadÃa de pedir que Martha Reyes firmara escritosâ mÃos, âhaciendo de testaferroâ. Aunque pretendió hablar âcon la verdad y los documentos por delanteâ, a la pregunta de Diego Oquendo respecto del contenido de esos escritos respondió no conocerlos âporque Martha los rechazó automáticamenteâ. Cuando dijo que âAlfredo Pareja Diezcanseco también le propuso lo mismo a Marthaâ, Diego insistió en la pregunta, y a su respuesta de âpregúntele a ellosâ, le recordó que Alfredo está muerto.
Dado que de los calumniados en esa emisión soy el que aún está vivo, y por respeto a la memoria suya, copio a continuación el único escrito en el que figuramos Alfredo Pareja Diezcanseco, miembros de la familia Reyes y yo: se trata de una carta, fechada el 10 de julio de 1991 y firmada, evidentemente, por mÃ. Su texto es el siguiente: âSeñor Diego Reyes Bazante, Av. 6 de Diciembre y Pedro Ponce Carrasco, Ciudad. De mi consideración: a lo largo de casi todo el año de 1970 tuve el placer de trabajar en las Naciones Unidas, en Ginebra, con Jorge Reyes. Lo habÃa conocido algunos años atrás, pero nos veÃamos muy ocasionalmente, cuando venÃa a Ecuador en goce de su âhome leaveâ, sea de Nueva York o de Ginebra. Pero en esta ciudad, la frecuencia diaria de nuestros encuentros, la coincidencia de puntos de vista acerca de lo que amábamos -la poesÃa, la polÃtica, los buenos vinos...- hicieron que pudiéramos separar debidamente las relaciones de trabajo y las de amistad.
âSolÃamos cenar juntos a menudo. Y en tales ocasiones, más que en otras, recordando su poesÃa que yo siempre habÃa admirado, le instaba a volver a escribir o, puesto que me dijo que tenÃa algunos textos, a seguir escribiendo. Nunca hubo la oportunidad de que me los mostrara. Después fui a vivir a ParÃs y perdà contacto con él. Todo esto viene al caso por la acogida que, con ocasión de la publicación de âPoesÃa viva del Ecuadorâ, han tenido, entre lectores (los más jóvenes) que no los conocÃan o que no los recordaban, los poemas de Jorge. Incluso en aquellos comentarios y crÃticas de prensa en que se hacen observaciones a esa antologÃa, no deja de señalarse, por justa y oportuna, la importancia en que en ella se atribuye a su obra y a la de su generación.
âUna búsqueda, más que investigación, entre las personas que pudieran tener textos inéditos de Jorge Reyes me conduce sistemáticamente a usted, tal vez como última esperanza. Pienso que de tener en su posesión la obra final, sea en prosa o en verso, de nuestro gran poeta usted podrÃa contribuir considerablemente a la cultura del paÃs y, en particular, a la historia de su literatura, permitiendo que se publique. Estoy seguro de que diversas editoriales estarÃan orgullosas de hacerlo y, si usted tiene a bien encomendármela, para mà serÃa un doble placer ocuparme de ella en mi condición de admirador de su poesÃa a la vez que amigo del autor. Nuestro gran Alfredo Pareja Diezcanseco, quien se interesa también en esta aventura literaria y está dispuesto a participar en ella, se une a mi pedido. A nombre de ambos le agradezco desde ahora.
(f) Jorge Enrique Adoum
Seguridad y responsabilidad
La magnitud del flagelo en Riobamba nos obliga a meditar sobre los términos seguridad y responsabilidad. El primero, respecto de quienes tienen la obligación de velar por ella (la fuerza pública), y el segundo, atinente a todos los ecuatorianos. La negativa de los mandos militares y las declaraciones del ministro de Defensa de no permitir la intervención de expertos de la PolicÃa Nacional para colaborar con la FiscalÃa en su investigación, alegando el consabido âfuero militarâ, artÃculo 191 de la Constitución PolÃtica del Estado, contrasta con la Disposición Transitoria Vigésimo Sexta de la misma, que manda que los jueces militares y de PolicÃa pasen a depender de forma inmediata de la Función Judicial (fuero común), lo cual debió ser regulado por el Consejo Nacional de la Judicatura, órgano responsable en el ámbito administrativo jurisdiccional en todo el territorio nacional, y en aplicación irrestricta de la Ley Orgánica de la Función.
Esto no ha ocurrido, y sigue el enfrentamiento de competencias absurdas entre civiles y militares y odiosos fueros especiales. Quienes tienen la obligación de velar por la seguridad de los ecuatorianos, tendrán que transparentar su responsabilidad en este accidente. De lo contrario, estarÃamos enfrentando hechos que rayarÃan en el ocultamiento premeditado, una forma de corrupción, en desmedro de la propia institución armada. Si las FFAA proclaman autonomÃa en el campo jurisdiccional sin rendir cuentas a nadie, deberÃan responder por los daños ocasionados a la población civil de Riobamba, al no haber prevenido un hecho que indudablemente corresponde al capÃtulo de la seguridad. Asà se ubican correctamente los conceptos de seguridad y responsabilidad.
Lcdo. Marco Jumbo Romero
Opiniones y reclamos a la DefensorÃa del Lector envÃelos por carta a Diario HOY, Apartado 17-07-09069 de Quito o a los buzones electrónicos:
[email protected]
[email protected]
Las cartas deben tener un máximo de 1 000 caracteres (página y media a doble espacio), con firma responsable y cédula de identidad.