Quito. 20.08.93. Aparentemente, todos los educadores manejan
didácticas y metodologías para enseñar a leer y escribir, pero
un buen porcentaje pretende que en un período de tiempo
determinado, el niño realice correctamente el aprendizaje.

Frente a esta situación, Geovana de Arias, coordinadora de
orientación del Colegio Americano, sección primaria, plantea
un enfoque psicopedagógico, en el que se considera que la
lecto-escritura responde a un proceso madurativo, contínuo y
secuencial. Estima que si bien el orden de las fases de
desarrollo está definido genéticamente, varía la duración y el
ritmo de cada etapa. "En niños de una misma edad, el momento
para el aprendizaje de la lectura puede situarse en períodos
diferentes debido a las variaciones individuales".

Anota además que existen estadios múltiples de aprestamiento,
esto quiere decir que un niño puede estar listo, desde un
punto de vista perceptivo-visual y perceptivo-auditivo, pero
no estarlo con respecto a su expresión motora. "El niño
aprenderá, pero va a presentar fallas en la reproducción de
grafismos".

Por lo expresado anteriormente, asegura que en la práctica no
se puede hablar de una madurez stándar, sino de niveles de
desarrollo de funciones psicológicas básicas.

Resalta la importancia que tiene la estimulación proveniente
del entorno familiar y escolar. Al respecto expresa: "El niño
dará mayor significado a lo que aprende si tiene el apoyo e
interés de los padres. Las investigaciones y la experiencia
demuestran que cuando el niño está inmerso en un ambiente de
lectura, cuando se le familiariza tempranamente con los libros
de una manera natural, espontánea, sin ninguna exigencia de
lectura, y más bien se comparte con el la grata experiencia
del descubrimiento del mundo de los libros, se asegura la
formación de un lector interesado".

Propone tomar en cuenta las áreas fuertes o habilidades del
niño para elevar su autoestima, y no solamente ejercitar el
déficit. Por otra parte cree necesario hacer sentir al niño
que se está interesado en él como persona, y no solamente en
la calidad de su trabajo.

"Elefantes con "significado"

Fundamentándose en la psicología existencial (búsqueda de las
cosas). Miriam Aguirre, sicóloga educativa del colegio San
Gabriel plantea que dentro de los factores de madurez para la
lectura se encuentran los aspectos ambientales y emocionales.

Los primeros se centran en lo motivacional, por ello dice que
no se puede hablar de una determinada edad para que el proceso
lector se inicie, ya que cuando el niño identifica una figura
-a la edad que sea- ya ha iniciado este proceso.

Por otra parte, sostiene que la motivación a la lectura se
genere por el sentido que el estímulo provoque en cada niño.

Ejemplifica lo enunciado explicando que si un niño urbano mira
un conjunto de palabras, acompañadas de la figura de un
elefante, no tendrán sentido para él si nunca ha visto uno, ya
que no es una experiencia personal, tangible y no podrá
asociarlo con la palabra escrita.

Con relación a los factores emocionales, manifiesta que la
lectura es una interpretación, ya que parte de la percepción e
interpretación de un estímulo, pero el momento que se
transforma en un proceso estático y repetitivo, los niños leen
"al revés y al derecho", no porque exista un proceso de
interpretación, sino porque saben de memoria las palabras.
Finalmente, comenta que al iniciar el proceso lector es
necesario que las lecturas sean recreativas, y no impuestas,
de manera que para el niño la connotación sea agradable y
genere una actitud positiva.

No se trata solo de desarrollar habilidades y destrezas

María del Carmen Ordoñez, fundadora de la Asociación Pro-
Lectora Ecuador, señala que la mayoría de los programas de
iniciación a la lectura presuponen el dominio previo de
ciertas habilidades. Esta teoría considera que leer es
identificar palabras y colocarlas una junto a otra, con el
propósito de lograr textos significativos, lo que origina la
discusión de cuál es el mejor método (global o fónico) para
identificar las palabras.

Explica que estos métodos de lectura promueven que los niños
reconozcan las palabras por su configuración o imagen visual;
luego, traten de pronunciar la palabra utilizando sus
conocimientos de la correspondencia letra/sonido; y como
último recurso, si el análisis de la palabra no funciona,
recurren al análisis del contexto.

Enfatiza que en la teoría del lenguaje integral, aprender a
leer implica un proceso en el que se utiliza el contexto para
predecir lo que viene; luego, se realiza un muestreo de la
información visual necesaria para identificar tentativamente
la palabra, y nuevamente se analiza el contexto para confirmar
o correguir la predicción realizada en primera instancia.

Por otra parte, recomienda que se debe tomar en cuenta
condiciones tales como: capacidad del lector, características
del texto, sintaxis del lenguaje, particularidades gráficas y
estructuras semánticas.

Finalmente, anota que para construir un significado, se debe
partir de un texto y no de la identificación de todas las
palabras que lo conforman.

Los enfoques presentados exponen diversas teorías
(psicopedagógico, psicología existencias y lenguaje integral),
lo que sin duda enriquece la reflexión y debate en torno a
este tema.

No se trata solo de identificar si los conocimientos son
aplicables o no, sino de escoger lo más sobresaliente de cada
forma de trabajo, y probar su efectividad. Quien mejor que los
actores directos del proceso enseñanza-aprendizaje, con todo
su bagaje de experiencias, para iniciar esta importante labor.
(5B)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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