Quito. 22.08.93. Me reuní con él para hablar de sus memorias. De
este libro que acaba de publicar y que desnuda su vida íntima;
que destapa su participación en la política, sus huellas en los
episodios más tristes y más hermosos de este país.

Pedro Jorge Vera me recibió en su departamento. En uno pequeñito
en donde ya se huelen muchas de las cosas que aparecen en este
libro: los cuadros de Guayasamín, esa foto grandota del "Che"
Guevara fumándose un habano, y las otras imágenes pequeñitas de
los muchísimos personajes históricos con los que se ha encontrado
este escritor guayaquileño.

La idea de imprimir sus memorias surgió de un amigo suyo, una
tarde de café. Fue hace seis meses. Estaban en su departamento y
hablaban de recuerdos y hechos pasados, cuando su amigo le dijo
que escribiera sobre su vida. Que él tenía mucho que contar.

"Yo nunca había pensado en eso porque no me siento tan
importante, pero me instigó mucho mi amigo Jorge Núñez, el
historiador. El me dijo que aparte de mi literatura tengo mucho
que decir sobre política y sobre las circunstancias que he
vivido".

Y sí, Pedro Jorge pensó que ya era hora de escribir sus memorias.

Y empezó a desempolvar risas y lágrimas. Viajó de aquí para allá
y transformó en letras a toda la gente que ha conocido en estos
79 años de vida.

Sus recuerdos estaban frescos. Fresquitos. Será por eso que solo
le tomó seis meses escribirlos. Y, según dice riendo este
escritor, "van desde mi primera infancia hasta la vejez en la que
ahora me encuentro. O hasta la pre muerte".

En las páginas de este "Gracias a la vida" están entonces sus
padres y hermanos. Sus cuatro hijos, sus nietos. Su primera
esposa que murió hace muchos años; y la de ahora, la que nos trae
café y queso mientras conversamos.

Pero también están los episodios históricos en los que de una u
otra forma participó. Los velasquismos. El destierro. El grupo de
Guayaquil, la matanza de los obreros en noviembre de 1922. Y lo
de fuera: Salvador Allende, Mao Tste-Toung, Fidel Castro,
escritores como Juan Rulfo, Pablo Neruda y más. Montones.

Personajes, hombres y mujeres, que Pedro Jorge ha agrupado en un
largo índice onomástico.

"Cuento desde cuando nació mi hermana -que me acuerdo me disgustó
porque dejé de ser el el último, el niño mimado. Cuento de mi
mestizaje. Lo que me viene de mis vivencias...".

"Tengo aún mucho que decir"

-Háblenos un poco de los personajes a los que ha dedicado un
importante espacio en este libro.

Hablo mucho del que personalmente me impactó más, Ernesto "Che"
Guevarra. Lo conocí en el año 60. Me recibió a las once de la
noche en La Habana y conversé tres horas con él. Salí tan
impresionado que me fui al hotel y escribí un soneto que se llama
"Che de América".

Fue una charla informal. Como él había vivido en Guayaquil me
preguntó por sus amigos de allá. Hablamos de política, de
América, de la revolución cubana. El creía que Cuba era un gran
índice pero que nadie tenía porqué imitarla al pie de la letra,
que cada país tenía sus propios problemas. También hablo de Fidel
Castro. De mi entrevista con Mao Tse-Toung. Y de aquí, del país
de Joaquín Gallegos Lara, el personaje que me impulsó para que yo
fuera escritor.

Pero en mi vida también me he topado con gente que me decepcionó,
y ahí en mi libro hay algunos a los que trato un poco mal. Dos o
tres. Un sujeto que se llama Rafael Cuello Serrano, un personaje
que se destacó en uno de los velasquismos. Y también Alejandro
Carrión, de quien fui muy amigo, casi como hermano, pero que al
último renegó de todo lo que había creído y atacó a todos sus
amigos. Entonces yo tenía que decir algo.

-¿Cuáles son sus mejores y peores recuerdos, esos que usted ha
querido poner en este libro?

He tenido épocas muy hermosas. Una de las mejores fue cuando yo
viví en Cuba. Estuve ahí tres años, y a pesar de que estaba
desterrado, disfruté y aprendí mucho de la revolución y la gente
cubana.

La peor época son estos años, no solo por el Ecuador, sino por el
mundo entero. Yo creo que en esta época todo es contradicción y
guerras. La cultura está vilipendiada y todos sometidos a la
televisión con su violencia y su sexualismo pornográfico. Esta es
la peor época, estos dos o tres últimos años.

Lo que recuerdo con mayor alegría es la insurrección del 28 de
mayo del 44, porque fue un movimiento que agrupó al 90% de los
ecuatorianos. En ese entonces yo era secretario de la Alianza
Democrática, y la noche de la insurrección tenía que llevar unos
taxis a los militares que iban de un cuartel a otro.

Mi memoria más triste fue la muerte de un nieto mío que tenía 13
años. Yo siempre digo que lo mataron los yanquis porque aquí le
dieron un medicamento que en los Estados Unidos estaba prohibido,
que ya estaba retirado del mercado. Pero como ellos son tan
criminales mandan a los países pobres los medicamentos que ya no
sirven, así como ahora están mandando conservas pasadas.

-¿Por qué publica usted este libro de memorias ahora? ¿Cree que
ya no tiene nada más que decir?

Es ahora porque hay que ser realistas, ya no creo que me queden
muchos años de vida. Aunque yo pienso vivir intensamente hasta mi
último día. Pienso seguir escribiendo hasta que me queden fuerzas
porque escribir ya es para mí un vicio.

Creo que todavía tengo mucho que decir. Por eso estoy escribiendo
mi séptimo libro de cuentos, y por eso también a fines de año voy
a dejar de dar clases en la Universidad, porque en los últimos
años que me quedan quiero no tener horario sino hacer lo que yo
quiera. Aunque no tenga con qué comer quiero pasar mis últimos
días a mis anchas, para escribir, leer y beber. Y para mirar a
las mujeres... (5C)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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