Quito. 22.08.93. Son largas o anchas. Pueden ser grandes como una
mano o pequeñas como una pestaña. Viven en altas montañas, en
frÃos riscos, y también frente al mar. Visten con toda la gama de
colores.
Son inteligentes, astutas. Mienten a las abejas y seducen a
moscas. Imitan a piojos y prostituyen a mariposas.
Son capaces de florecer y morir en dos horas o en varios meses.
Ellas bailan, se abren, se cierran, se estiran y se desprenden. Y
con estos bailes someten a los insectos.
Son sexo de mosca, testÃculo de hombre o vulva de mujer. Huelen a
alimento de mosca, perfume de abeja o esencia de madera.
Son capaces de todo por sobrevivir. Son distintas a sus hermanas,
según el espacio en que nacen, según el viento, según el agua.
Cada población tiene su "cultura", su "raza", sus "costumbres",
su "organización".
Si ocurre una catástrofe ambiental en el mundo, de los vegetales
serán ellas las sobrevivientes.
Y se las ve tan frágiles, hermosas, misteriosas y hasta
repugnantes.
OrquÃdea rey
La orquÃdea constituye el 10 por ciento del mundo vegetal, la más
numerosa de las familias. Se han contabilizado más de 700
géneros, 28.000 especies silvestres y más de 80.000 hÃbridos (
creadas por el hombre). Pero existen miles de orquÃdeas más que
no han sido descubiertas y estudiadas .
Solo en el Ecuador, en sus bosques primarios (nunca talados) se
han encontrado 2.800 especies, pero con las no estudiadas deben
sobrepasar las 3.500. Esto es el 50 por ciento de las especies
de América del Sur y el 30 por ciento del continente entero.
Pero con el nivel de deforestación actual podrÃan desaparecer en
20 años, sin que muchas de ellas puedan conocerse ni estudiarse,
pues esa misma capacidad de adaptación hace que existan especies
únicas según el medio, poblaciones pequeñÃsimas, que podrÃan
existir tan solo en un barranco. Y el riesgo es tan probable como
que alguien queme la vegetación de ese barranco y las orquÃdeas,
chao.
OrquÃdea sexual
Desde que la historia nos puede hablar, nos ha contado sobre la
orquÃdea. Y desde que se sabe de la orquÃdea se la ha relacionado
con lo sexual. Que son afrodisÃacos, que tienen forma de
testÃculos de hombre, que tienen forma de vulva de mujer, que
tienen formas increÃbles de reproducirse.
Theophrastus, un filósofo griego que vivió en los años 300 antes
de Cristo y que ha sido considerado como el primer botánico del
mundo occidental, dejó en sus manuscritos testimonios sobre las
orquÃdeas. El las llamaba orchis, que significa testis, en
referencia a los testÃculos del hombre, por el parecido con los
bulbos de la planta.
El cirujano del famoso Nerón, Dioscorides, en el siglo primero,
escribió en su libro "Materia Médica", que las orquÃdeas tenÃan
propiedades que afectan positivamente la actividad sexual del
hombre, jugando una función afrodisÃaca. Y además que pueden
influir en que el niño que se ha gestado nazca de sexo masculino.
Estas historias fueron verdad médica durante 16 siglos.
Después, claro fueron negadas. Lo que sà es cierto es que la base
de la orquÃdea es su increÃble reproducción sexual.
Maga de la reproducción
La orquÃdea es el ser más perfecto del mundo verde; es como el
humano de la vida vegetal. Tiene las formas más sofisticadas de
sobrevivencia. Tiene una capacidad de adaptación al medio quizá
solo comparable con la del hombre.
Para reproducirse es capaz de imitar a la perfección el olor de
las sustancias que identifican a unos insectos con otros, en
ocasiones machos con machos para el enfrentamiento, en ocasiones
machos y hembras para la copulación.
No solo en olor, principalmente en forma. Las orquÃdeas
reproducen las formas de aparatos reproductores de algunos
insectos. De la mosca macho, por ejemplo, que confunde a la
orquÃdea con el aparato reproductor de su hembra y ataca a la
flor para copular con ella. Se produce asà una copulación
ficticia en la que el polen de la flor -encerrado por seguridad
en dos bolsas, llamadas polinios- se adhiere a la mosca, quien va
a fecundar otra flor con su contacto.
Con todas estas trampas la orquÃdea logra la reproducción de sus
especies. Pero también tiene trampas que aseguran que no se
fertilice una planta a sà misma, para no provocar mutaciones
genéticas. Y trampas que aseguran la no hibridización, es decir,
el "mestizaje" de orquÃdeas. Y para colmo, plantas que aseguran
la "planificación familiar", para que las orquÃdeas no cubran
todo el planeta, que es lo que sucederÃa si todos sus elementos
de reproducción funcionaran.
Satinizada y endiosada
La extravagancia de la orquÃdea, su inaccibilidad para los
pobladores de la Europa de la Edad Media, los misterios
mitológicos que la rodearon, causaron también estragos, hasta el
punto de que la iglesia consideraba a la orquÃdea como el
alimento de Satán y le daba culpabilidad por los excesos de los
hombres.
En tratados y libros escritos por filósofos se afirmaba que la
reproducción de las orquÃdeas no se da como el resto de las
plantas, por medio de las semillas, sino que las plantas surgen
del semen derramado en la tierra tras la copulación de los
mamÃferos.
Y no solo fue Occidente quien detuvo su atención en las
orquÃdeas. La China ya en el siglo III tenÃa dibujadas y
estudiadas algunas especies de orquÃdeas; pero mantuvieron
siempre en reserva esos conocimientos.
América también se interesó en las orquÃdeas. De 1552 nos queda
el tratado de plantas medicinales aztecas. Allà se describe la
vainilla, y se da referencias de cómo del fruto de esta orquÃdea
se extrae el tlilxochitl, una substancia utilizada por los
aztecas como perfume, especerÃa y medicina.
De todas maneras, la orquÃdea, siempre ha sido una flor exótica,
seguramente también endiosada por muchas culturas. En eso también
las actuales; la mayorÃa de los paÃses de América, por ejemplo,
tienen como flor nacional una especie de orquÃdea.
Pero el endiosamiento también ha llegado a ser comercial. La
orquÃdea se convirtió en el siglo XVIII en un trofeo preciado por
las altas burguesÃas, a tal punto que la búsqueda que antes se
dirigió a la canela y al oro en América, se desvió después a la
orquÃdea. La burguesÃa tenÃa como requisito de su estatus, un
orquideario, se hacÃan fiestas y se publicaban en la prensa
cuando las orquÃdeas de algún burgués florecÃan.
La fiebre económica de la orquÃdea siguÃo con altas y bajas,
hasta hoy cuando el hombre ha llegado a crear miles de especies
hÃbridas, fácilmente multiplicadas con sistemas modernos de
fertilización, para luego ser exportadas. Cuando una orquÃdea
puede costar hasta...
Pero ese es tema para otro cuento, que vendrá.
*Los datos de este artÃculo fueron proporcionados por Alexander
Hirtz, de la Asociación de OrquideologÃa de Quito. (6C)
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Publicado el 22/Agosto/1993 | 00:00