Quito. 03 nov 97. Prejuicios, desinformación y la poca
disponibilidad de servicios médicos atentan contra el método.
Hay centros donde se realiza a precios económicos.

Después de su quinto hijo, José María y su esposa Sandra
(nombres ficticios) no quisieron tener más. Juntos decidieron
usar el condón pero les falló y tuvieron el sexto. Cuando él
se enteró de la vasectomía, a través de un programa radial, lo
pensó largamente hasta que se decidió: ¿por qué no hacerlo y
evitar que su esposa asuma toda la carga del control de la
natalidad, como siempre había sido?

Era un método seguro, sin riesgo de infección y cómodo. La
operación demoraría solo 15 minutos. Llamó a un centro
mencionado en la nota radial y averiguó. Por un bajo costo
-180.000 sucres- iba a tener una seguridad del ciento por
ciento. Pero empezó a vacilar cuando lo comentó con un
compañero de trabajo: él dijo que eso le iba a quitar su
virilidad.

Jorge E., de Tumbaco, es otro caso. El sí se practicó la
vasectomía, con dos hijos y 30 años de edad. Su decisión fue
rápida porque otro amigo de la juventud, profesional como él,
ya lo hizo. Pero sufrió un gran susto cuando oyó en un
programa de televisión que se relacionaba con el cáncer de
próstata. Corrió donde el urólogo y le pidió que le hiciera
una cirugía para recuperar la fertilidad.

Eduardo Ortiz, otro nombre falso, ama mucho a su esposa, pero
no quiso oir cuando ella le dijo que él podía hacerse una
operación mucho más sencilla que la ligadura de trompas que
habían decidido que ella se practicase para no tener más
hijos. Sin embargo, ella le convenció y fueron al centro de
salud más cercano.

Este método de esterilización masculina libra una dura lucha
contra los prejuicios, la desinformación y la falta de
servicios de salud que ofrezcan la atención. En los centros de
salud públicos, no hay especialistas, y en los hospitales como
el Eugenio Espejo, no hay suficientes horas en el quirófano ni
para las prostatitis y los pacientes hacen cola. En un centro
privado cuesta unos 700 mil sucres.

Sin embargo, aunque todavía no representa un impacto en la
salud reproductiva del país, su aceptación se está
extendiendo. Y el esfuerzo de organizaciones sin fines de
lucro es determinante.

Han logrado que el número de casos suba constantemente: la
Asociación Pro Bienestar de la Familia Ecuatoriana, Aprofe,
solo en Quito, en 1987 hizo 15, y en 1996, 96; en todo el
país, el Centro Médico de Orientación y Planificación
Familiar, Cemoplaf, realizó 7 en 1990 y más de 1.000, en 1995.
En el Centro Obstétrico Familiar, COF, aunque son menos,
también están en ascenso.

Según el doctor Agustín Cevallos, de Cemoplaf, el programa se
ha multiplicado de usuario a usuario, en una relación de uno a
cinco, porque no se ha hecho otra promoción.

Para otro urólogo, el doctor Javier Yépez de Aprofe, la mejor
manera de que se superen los prejuicios y el machismo es la
difusión de los hechos: las sustancias químicas responsables
de la masculinidad, las hormonas, no dejan de producirse en
los testículos y cumplen su papel tras la vasectomía. Ni la
erección ni la eyaculación se alteran. Y hay más, Cevallos
refiere estudios en cinco países que muestran que la
frecuencia en las relaciones sexuales de las parejas aumenta
tras la cirugía. Jorge E. admite que sí, que las relaciones se
volvieron más gratificantes.

El acceso a los servicios de salud es otro obstáculo para que
todos los métodos de planificación familiar se difundan. La
procedencia de interesados a Cemoplaf es, en un 98 por ciento
de origen urbano y solo en el dos por ciento, rural. La
instrucción también ayuda: el 68 por ciento de los "pacientes"
son profesionales, el 27 por ciento bachilleres, el 5 por
ciento tienen educación primaria.

El Hospital Andrade Marín del IESS dispone de especialistas de
primera, pero se practicaron tan solo 73 de 1993 hasta la
fecha, pero los dispensarios Central y Sur ahora cuentan con
urólogos que la realizan y, sin embargo el Instituto no tiene
un programa específico.

Una encuesta del Centro de Estudios de Paternidad Responsable,
Cepar, de 1986, mostró que solo un 4 por ciento de hombres
aceptaban el método. En una década se ha llegado a registrar
un estimado de una vasectomía por cada diez ligaduras. José M,
Jorge E. y Eduardo recomiendan a sus congéneres que se
informen, antes de rechazar esta alternativa.

103.757 sin riesgo

Expertos en todo el mundo se han preocupado de que hombres con
vasectomías pudieran tener una posibilidad mayor de
desarrollar cáncer de próstata o testicular. Esto se debió a
una sospecha de que los niveles de la hormona testosterona
permanecen un poco elevados por un período más largo en estos
hombres.

Pero los estudios no han encontrado ninguna asociación entre
la enfermedad y el procedimiento de esterilización. Un panel
de una docena de expertos convocados por las Instituciones
Nacionales de Salud de los Estados Unidos expidió el año
pasado una declaración concluyendo que no hay razón para
recomendar un cambio en esta práctica de esterilización.

El jefe de Urología del Hospital Metropolitano, Francisco
Cornejo, refirió a este Diario cuatro resúmenes de
investigaciones recientes sobre la relación.

Una es en Dinamarca, en 73.000 pacientes. Otra fue en Oxford,
con 13.246 hombres. Otra, en Irlanda del Norte, con 2.904
casos. Y la última, fue también en Inglaterra pero en 14.607
casos de vasectomizados durante 20 años.

Todos dicen más o menos de igual forma: la incidencia de
cáncer testicular en hombres con vasectomía no es mayor que en
otros hombres. La cifra total de la evidencia es 103.757
hombres.

Paz y Miño explica qué ocurre con el organismo con una
vasectomía. Con cualquier técnica que se use, únicamente se
seccionan los conductos y se dejan intactos otros elementos
del testículo como vasos. El único objetivo es interrumpir la
salida del esperma al exterior del testículo. Los
espermatozoides que no salen, como son proteínas, son comidos
por células protectoras y reabsorbidos.

Los casos especiales

La vasectomía es un procedimiento de esterilización
definitivo, pero la microcirugía puede revertir sus efectos en
muchos casos, señala el urólogo Nelson Paz y Miño, del H.
Andrade Marín.

La técnica para esto es la recanalización de conductos
deferentes que se realiza tras un microscopio y en un
quirófano.

Consiste en tomar las puntas de los conductos seccionados,
cortar las partes cicatrizadas y unir los extremos limpios por
medio de puntos de hilo reabsorbible. Es un procedimiento que
se practica a nivel privado en el país. Tiene un costo elevado
(unos 4 millones) por su delicadeza y laboriosidad, pues el
diámetro de la luz por donde vuelven a pasar los
espermatozoides es de un milímetro.

El éxito es del 70 al 90 por ciento, pero de ese porcentaje,
solo un 50 por ciento puede embarazar a su mujer. Los
anticuerpos que se forman en el testículo y el tiempo
disminuyen la fertilidad. Los demás pueden usar reproducción
asistida.

Los beneficiarios de esta técnica son, en la experiencia de
Paz y Miño, hombres que quieren volver a tener hijos cuando
los primeros están grandes. También divorciados y viudos.

Salud * Los mayores consumidores están entre los 15 y 25 años

Condones: cada país tiene reglas

Desde 1998 si el producto no cumple con las normas de calidad
no se venderá en 30 países firmantes. Ningún país
Latinoamericano suscribió el acuerdo.

El uso de los preservativos en tiempos del SIDA aumenta. Su
presencia, tan antigua como los egipcios, en la última década
se hizo notoria hasta convertirse en uno de los artículos de
mayor consumo en el mundo: 6.000 millones de condones se
venden al año. Para el 2000 se estima que las ventas subirán a
25 mil millones.

Este pequeño objeto de plástico suave y de colores y sabores
hace rato que superó las diferencias culturales y religiosas,
pues se vende en todos los países del planeta, excepto en
algunos del Africa. Es el arma más confiable para prevenir las
enfermedades de transmisión sexual. Además es el único método
anticonceptivo masivo para los hombres, aunque en los últimos
años hay condones para mujeres.

Pese a todas las bondades está comprobado que el 40 por ciento
de las mujeres tiene algún tipo de alergia al preservativo. Y
al ser un producto que tiene que ver con la salud pública,
cada país tiene sus propias normas de calidad.

Por ejemplo, Inglaterra exige la prueba del velicímetro. Esto
es que se lo ponga en un horno a 70 grados centígrados, por 12
horas, si resiste esta temperatura pasa el examen. En cuanto a
porosidad, todos los países tienen sus diferencias. Así,
España exige el 0.7 por ciento, Holanda y Estados Unidos el
0.40 por ciento.

En la longitud también hay diferencias: todos los países
aceptan 160 mm, excepto Japón con 150. La OMS prefiere 180.

En la mayoría de países se aceptan los de colores. Pero hay
otros en que no, como Alemania.

Y tienen una explicación: el látex, fibra natural con la que
se elaboran los preservativos, puede ser dañada por los
aditivos del color y alterarse la calidad.

En el Ecuador, el Instituto Ecuatoriano de Normalización
(Inen) aún no ha realizado análisis exhaustivos sobre la
calidad de los condones que ingresan al país. Guido Reyes,
jefe de Control de Calidad, dijo que para fin de año está
previsto un estudio de los preservativos en el país.

En la Dirección de Protección al Consumidor se informó que hay
un presupuesto -no se dijo cuánto- para realizar el estudio.
"Es la primera vez que se lo efectuará. Lo único que tenemos
hasta el momento es el examen solicitado por una empresa
particular de importación de preservativos, pero no la podemos
difundir". Entre tanto, otros 30 países ya llevan la delantera
para proteger a los usuarios. En enero de 1995 firmaron un
nuevo acuerdo, el EN600. Esa norma, cuyo compromiso es vender
un preservativo de calidad, será obligatoria a partir de julio
del 98. Empresa productora que no cumpla los acuerdos no podrá
venderlos. Ningún país Latinoamericano firmó este acuerdo. En
parte, dijo Zeev Welner, director técnico mundial de Remed
Farma, quien estuvo en el país para dictar conferencias sobre
la calidad de condones en la facultad de Química de la UCE, es
por el poco interés de las instituciones nacionales encargadas
de la salud. Pero Ecuador sí se basa en parámetros
internacionales para establecer las suyas. Estas son: la norma
Sudafricana de 1980 y la British Standar de 1979. A criterio
de Welner estas ya son caducas.

Para todos los gustos y colores...

En gustos de sabores y colores, el mercado no se hace líos.

Estos dos elementos, incluido el lubricante, se agregan cuando
el producto está hecho, por lo tanto no alteran la calidad y
resistencia del condón.

La caducidad del producto depende de la tecnología, de la
materia prima y de la fórmula y va de tres a cinco años.

Pero es indispensable un requisito: el tiempo de vida útil
debe ser óptimo desde el primer día que sale al mercado hasta
el último día que vence su plazo de presencia en el mercado.

¿Y qué es lo que más se vende?, al parecer los usuarios
prefieren los clásicos. (Es decir los más comunes en farmacias
y supermercados, los transparentes).

Hasta 1993, el 60 por ciento de las personas que compraba
preservativos era mujer y las personas que los utilizaban
fluctuaban entre los 25 y 35 años.

Para 1994, un nuevo estudio demostró que los perfiles de
quienes más utilizan condones son las mujeres comprendidas
entre los 15 y 25 años

Otros materiales para hacer condones son intestinos de cordero
y otras fibras, pero ahora solo ocupan el dos por ciento del
mercado mundial.

Esos pueden ser buenos como método de planificación familiar
pero no para evitar la trasmisión de enfermedades como el
SIDA.

La porosidad es un requisito clave de calidad en lo que tiene
que ver con prevención de todo tipo de enfermedades de
transmisión sexual. Y solo se consigue con alta tecnología y
un riguroso control de calidad.

En el mundo hay entre 30 y 40 plantas que fabrican condones.
En América Latina, Brasil, Argentina y México tienen fábricas.
(Texto tomado de El Comercio)
EXPLORED
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