Quito. 22 nov 97. Cuando la mayoría de los ecuatorianos votó
en favor de que se convoque a la Asamblea Constitucional, lo
que hizo fue expresar su deseo de que se hagan algunas
reformas para que su vida pueda ser mejor. Así como, según
Wittgenstein, "el mundo de los felices es distinto al mundo de
los infelices", el país de los politizados es distinto al de
los no politizados.
Cuando las élites hablan de la asamblea constitucional piensan
en un espacio de discusión de temas como la plurinacionalidad,
las áreas estratégicas, las grandes definiciones acerca de la
economía, la política y la sociedad.
El país del que hablan ellos es algo épico.
La gran mayoría lo que sabe es que sus expectativas no se
llenan, que necesita más empleo, más salud, mejores
condiciones de vida.
Las élites ven con desprecio a las masas que "no saben para
qué es la constituyente". Les parece absurdo que la mayoría
de los electores vote por candidatos que ofrecen solucionar
necesidades concretas que no son tan importantes como para
constar en la Constitución.
Se profundiza, una vez más, la distancia entre la mayoría y
algunos grupos que dicen ser sus portavoces.
Los ilustrados saben para qué son las asambleas. Los que la
convocaron saben para qué quieren esta asamblea.
En las encuestas está claro. Solo un 15% de los electores
quiere que la Asamblea cambie la constitución. Son muchos más
los que quieren que haga algo para que haya más empleo, para
que la comida no cueste tanto. Muchos demandan caminos, salud,
educación, mejores servicios.
EL PRIMER VOTO ES EL FIRME, EL ULTIMO PUEDE SER ALEATORIO
Por primera vez se aplicará el método polinominal de elección.
Esto trae una serie de dificultades para el elector,
especialmente en las provincias grandes. La mayoría de
electores en Pichincha, Guayas y Manabí, no tiene en su mente
tantos candidatos como para votar por diez, ocho o cinco
nombres.
Muchos marcan solamente tres o cuatro y dejan en blanco el
resto del voto. En estas provincias, existirá el día de la
elección un número muy elevado de votos en blanco.
Pero esto no es lo más grave. Pueden producirse muchas
sorpresas porque las encuestas que circulan profusamente entre
las élites y a las que no tiene acceso la mayoría de la
población, por una legislación retrógrada, tienen menos
posibilidad que nunca de anunciar el futuro.
De hecho, las encuestas no sirven para eso. No adivinan el
futuro. Dan, sin embargo, noticia de tendencias y permiten
conocer elementos que permiten orientar debidamente un proceso
electoral.
Pero las proyecciones que señalan las encuestas son más
inseguras que en otros casos. Muchos electores están
indecisos. Solamente tres de cada diez sabe por quien votará
a una semana de la elección. Esta cifra es totalmente inusual:
normalmente a esta altura ha decidido su voto un 75% del
electorado.
Pero hay algo peor. En las simulaciones electorales de las
encuestas, hay una enorme confusión cualitativa que
distorsiona el resultado cuantitativo. Cuando alguien vota en
Pichincha, lo hace en primer lugar por un candidato en el que
cree mucho. El octavo votado puede ser un nombre escogido
simplemente al azar. La calidad y la firmeza del primer voto
son totalmente diversas de las del séptimo y octavo voto.
Al momento del escrutinio, el primer voto, que es más firme,
pesa lo mismo que el último, que puede ser fruto de un mero
juego de momento. Teóricamente, basta con que algún candidato
haga algo pintoresco o dramático en la última semana, para
que, si tiene buena publicidad, pueda convertirse en una
opción totalmente secundaria de muchos electores y pueda
"barrer" en la elección.
Esto es difícil que ocurra en provincias en las que hay una
lealtad partidista más fuerte. Especialmente en la Costa, se
vota desde hace años por determinados partidos que tienen un
electorado cautivo y que pueden conseguir el día de la
elección triunfos totalmente arrolladores, imponiendo su
"plancha" total o casi totalmente en sus bastiones
tradicionales.
Así como los temas de la Asamblea son totalmente distintos
para las élites y para las masas, lo es también la
conformación de la Asamblea. Si las élites hubiesen designado
diputados corporativos, habrían llegado a la Asamblea personas
que nunca llegarán por votación popular. Los votados por la
mayoría representarán una visión del mundo y de la política
propias de un pueblo que, desde la racionalidad occidental,
parece salvaje.
Populismo y política racional, Ariel América desde el
pensamiento de Rodó, y que se presentan siempre en las
encuestas como una base cenagosa en la que algún momento habrá
que hacer una reflexión sería sobre fenómenos como Bucaram.
LA APERTURA DE LAS URNAS SERA PUBLICA
Una vez terminada la fase de recepción del sufragio, las
juntas receptoras del voto abrirán las urnas en presencia del
público, delegados de los partidos políticos y movimientos
independientes; examinarán y contarán las papeletas
electorales para verificar si este número corresponde al de
las personas que sufragaron en dicha mesa, y si hay más
desecharán por sorteo.
Los votos serán clasificados en válidos; nulos y blancos. Los
votos válidos son aquellos consignados en el número de
representaciones a elegir o también aquellos que recojan un
número menor a los que corresponda a cada provincia.
Serán considerados como votos nulos, aquellas papeletas que
tengan marcadas más casilleros de los que corresponda a cada
jurisdicción; si la papeleta está mutilada o llevare palabras
nulo o anulado, u otras similares; así como también si
contienen tachones o enmendaduras que demuestren claramente la
voluntad del elector para anular su votación.
Los votos blancos son aquellos que no contienen señal alguna
en los casilleros asignados a los candidatos a miembros de la
Asamblea Nacional.
Una vez contabilizadas las papeletas electorales, la Fuerza
Pública trasladará el material con las urnas hacia los
Tribunales Provinciales Electorales.
ALTERNATIVAS DE VOTO
El proceso de votación empezará a las 07h00 y terminará a las
17h00, y podrán sufragar los ciudadanos que consten en el
padrón electoral de cada junta receptora y que presenten el
original de la cédula de ciudadanía.
De acuerdo al instructivo distribuido por el Tribunal Supremo
Electoral, los ciudadanos pueden sufragar de la siguiente
forma: trazando una raya vertical, un círculo, un visto bueno,
una cruz o una X en el casillero junto a cada candidato de su
elección de entre las diferentes listas presentadas por los
partidos políticos y movimientos independientes.
A pesar de que el pueblo aprobó el sistema de votación
unipersonal en la consulta popular del pasado mes de mayo, el
TSE difundió de votación en planchas, es decir, por todos los
candidatos de un partido político o movimiento independiente.
De esta forma, el elector contará con la alternativa de trazar
una raya vertical en cada casillero de un solo partido o
movimiento, o realizar una raya vertical continua en todos los
casilleros de una sola lista.
De esta forma, los sufragantes tendrán varias alternativas,
por ejemplo, votar por el último de una lista, por el primero
de otra, por el tercero de otra, etc.
También podrá utilizar una sola raya horizontal continua si se
quiere elegir a candidatos de diversas listas pero que están
en la misma ubicación.
Si una persona no está inscrita en el padrón electoral y
presenta su cédula de identidad, no le permitirán emitir su
voto, pero la junta receptora tiene la obligación de
entregarle un certificado de presentación, que será
posteriormente canjeado por un certificado de votación.
De igual forma, no podrá votar las personas que presenten
algún grado de alcoholismo o que porten armas de fuego, y
además está prohibido realizar propaganda política dentro del
recinto.
Si alguien perturba el orden durante esta jornada o fuera del
recinto, los presidentes de las juntas receptoras pedirán la
intervención de la fuerza pública para garantizar
tranquilidad. Las elecciones concluirán a las 17h00 y a partir
de esta hora las juntas receptoras no receptarán ningún
sufragio, aunque el elector se encuentre en la fila, pero si
entregarán un certificado de presentación. (DIARIO HOY) (P.
6-A y 7-A)
en favor de que se convoque a la Asamblea Constitucional, lo
que hizo fue expresar su deseo de que se hagan algunas
reformas para que su vida pueda ser mejor. Así como, según
Wittgenstein, "el mundo de los felices es distinto al mundo de
los infelices", el país de los politizados es distinto al de
los no politizados.
Cuando las élites hablan de la asamblea constitucional piensan
en un espacio de discusión de temas como la plurinacionalidad,
las áreas estratégicas, las grandes definiciones acerca de la
economía, la política y la sociedad.
El país del que hablan ellos es algo épico.
La gran mayoría lo que sabe es que sus expectativas no se
llenan, que necesita más empleo, más salud, mejores
condiciones de vida.
Las élites ven con desprecio a las masas que "no saben para
qué es la constituyente". Les parece absurdo que la mayoría
de los electores vote por candidatos que ofrecen solucionar
necesidades concretas que no son tan importantes como para
constar en la Constitución.
Se profundiza, una vez más, la distancia entre la mayoría y
algunos grupos que dicen ser sus portavoces.
Los ilustrados saben para qué son las asambleas. Los que la
convocaron saben para qué quieren esta asamblea.
En las encuestas está claro. Solo un 15% de los electores
quiere que la Asamblea cambie la constitución. Son muchos más
los que quieren que haga algo para que haya más empleo, para
que la comida no cueste tanto. Muchos demandan caminos, salud,
educación, mejores servicios.
EL PRIMER VOTO ES EL FIRME, EL ULTIMO PUEDE SER ALEATORIO
Por primera vez se aplicará el método polinominal de elección.
Esto trae una serie de dificultades para el elector,
especialmente en las provincias grandes. La mayoría de
electores en Pichincha, Guayas y Manabí, no tiene en su mente
tantos candidatos como para votar por diez, ocho o cinco
nombres.
Muchos marcan solamente tres o cuatro y dejan en blanco el
resto del voto. En estas provincias, existirá el día de la
elección un número muy elevado de votos en blanco.
Pero esto no es lo más grave. Pueden producirse muchas
sorpresas porque las encuestas que circulan profusamente entre
las élites y a las que no tiene acceso la mayoría de la
población, por una legislación retrógrada, tienen menos
posibilidad que nunca de anunciar el futuro.
De hecho, las encuestas no sirven para eso. No adivinan el
futuro. Dan, sin embargo, noticia de tendencias y permiten
conocer elementos que permiten orientar debidamente un proceso
electoral.
Pero las proyecciones que señalan las encuestas son más
inseguras que en otros casos. Muchos electores están
indecisos. Solamente tres de cada diez sabe por quien votará
a una semana de la elección. Esta cifra es totalmente inusual:
normalmente a esta altura ha decidido su voto un 75% del
electorado.
Pero hay algo peor. En las simulaciones electorales de las
encuestas, hay una enorme confusión cualitativa que
distorsiona el resultado cuantitativo. Cuando alguien vota en
Pichincha, lo hace en primer lugar por un candidato en el que
cree mucho. El octavo votado puede ser un nombre escogido
simplemente al azar. La calidad y la firmeza del primer voto
son totalmente diversas de las del séptimo y octavo voto.
Al momento del escrutinio, el primer voto, que es más firme,
pesa lo mismo que el último, que puede ser fruto de un mero
juego de momento. Teóricamente, basta con que algún candidato
haga algo pintoresco o dramático en la última semana, para
que, si tiene buena publicidad, pueda convertirse en una
opción totalmente secundaria de muchos electores y pueda
"barrer" en la elección.
Esto es difícil que ocurra en provincias en las que hay una
lealtad partidista más fuerte. Especialmente en la Costa, se
vota desde hace años por determinados partidos que tienen un
electorado cautivo y que pueden conseguir el día de la
elección triunfos totalmente arrolladores, imponiendo su
"plancha" total o casi totalmente en sus bastiones
tradicionales.
Así como los temas de la Asamblea son totalmente distintos
para las élites y para las masas, lo es también la
conformación de la Asamblea. Si las élites hubiesen designado
diputados corporativos, habrían llegado a la Asamblea personas
que nunca llegarán por votación popular. Los votados por la
mayoría representarán una visión del mundo y de la política
propias de un pueblo que, desde la racionalidad occidental,
parece salvaje.
Populismo y política racional, Ariel América desde el
pensamiento de Rodó, y que se presentan siempre en las
encuestas como una base cenagosa en la que algún momento habrá
que hacer una reflexión sería sobre fenómenos como Bucaram.
LA APERTURA DE LAS URNAS SERA PUBLICA
Una vez terminada la fase de recepción del sufragio, las
juntas receptoras del voto abrirán las urnas en presencia del
público, delegados de los partidos políticos y movimientos
independientes; examinarán y contarán las papeletas
electorales para verificar si este número corresponde al de
las personas que sufragaron en dicha mesa, y si hay más
desecharán por sorteo.
Los votos serán clasificados en válidos; nulos y blancos. Los
votos válidos son aquellos consignados en el número de
representaciones a elegir o también aquellos que recojan un
número menor a los que corresponda a cada provincia.
Serán considerados como votos nulos, aquellas papeletas que
tengan marcadas más casilleros de los que corresponda a cada
jurisdicción; si la papeleta está mutilada o llevare palabras
nulo o anulado, u otras similares; así como también si
contienen tachones o enmendaduras que demuestren claramente la
voluntad del elector para anular su votación.
Los votos blancos son aquellos que no contienen señal alguna
en los casilleros asignados a los candidatos a miembros de la
Asamblea Nacional.
Una vez contabilizadas las papeletas electorales, la Fuerza
Pública trasladará el material con las urnas hacia los
Tribunales Provinciales Electorales.
ALTERNATIVAS DE VOTO
El proceso de votación empezará a las 07h00 y terminará a las
17h00, y podrán sufragar los ciudadanos que consten en el
padrón electoral de cada junta receptora y que presenten el
original de la cédula de ciudadanía.
De acuerdo al instructivo distribuido por el Tribunal Supremo
Electoral, los ciudadanos pueden sufragar de la siguiente
forma: trazando una raya vertical, un círculo, un visto bueno,
una cruz o una X en el casillero junto a cada candidato de su
elección de entre las diferentes listas presentadas por los
partidos políticos y movimientos independientes.
A pesar de que el pueblo aprobó el sistema de votación
unipersonal en la consulta popular del pasado mes de mayo, el
TSE difundió de votación en planchas, es decir, por todos los
candidatos de un partido político o movimiento independiente.
De esta forma, el elector contará con la alternativa de trazar
una raya vertical en cada casillero de un solo partido o
movimiento, o realizar una raya vertical continua en todos los
casilleros de una sola lista.
De esta forma, los sufragantes tendrán varias alternativas,
por ejemplo, votar por el último de una lista, por el primero
de otra, por el tercero de otra, etc.
También podrá utilizar una sola raya horizontal continua si se
quiere elegir a candidatos de diversas listas pero que están
en la misma ubicación.
Si una persona no está inscrita en el padrón electoral y
presenta su cédula de identidad, no le permitirán emitir su
voto, pero la junta receptora tiene la obligación de
entregarle un certificado de presentación, que será
posteriormente canjeado por un certificado de votación.
De igual forma, no podrá votar las personas que presenten
algún grado de alcoholismo o que porten armas de fuego, y
además está prohibido realizar propaganda política dentro del
recinto.
Si alguien perturba el orden durante esta jornada o fuera del
recinto, los presidentes de las juntas receptoras pedirán la
intervención de la fuerza pública para garantizar
tranquilidad. Las elecciones concluirán a las 17h00 y a partir
de esta hora las juntas receptoras no receptarán ningún
sufragio, aunque el elector se encuentre en la fila, pero si
entregarán un certificado de presentación. (DIARIO HOY) (P.
6-A y 7-A)
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