Quito. 15 feb 98. El invierno solo agudiza una vieja verdad en
Esmeraldas: la pobreza inunda por los cuatro costados y por
donde se pisa. Cube, un caserío donde los chanchos, gallinas,
patos, pavos y perros, comen y duermen las 24 horas al ojo del
amo, se muere de olvido a orillas del río Viche. Solo está
separado por una hora y media de carretera y otra hora de
canoa río arriba de la ciudad verde, pero con esos guaguas tan
flacos y con barrigas gigantes, con mujeres anémicas y casi
siempre embarazadas y con viejos a los que les duele todo...
hasta la vida, parece un pueblo del fin del mundo.

Desde hace ocho meses es tierra de desocupados.

El Niño lentamente fue inhabilitando sus pequeñas fincas donde
sembraban arroz, plátano y frutas de ciclo corto (papayas y
naranjas) y por último, el domingo pasado, en algunos sitios
el río subió hasta 400 metros sobre su nivel y ahogó el
banano.

De sus casas, todas de madera gris pintada por el tiempo,
excepto la escuela de bloque y zinc, sale un olor a
excrementos de animales, cáscaras de plátano desechos y
desperdicios de cocina, que cuando llueve son arrastrados por
la corriente y van a desembocar justo al muelle, el lugar
preferido por los niños para nadar y de donde obtienen el agua
para cocinar.

Los pobladores saben que vivir muy junto a los chanchos
contribuye a aumentar la insalubridad, "pero los chanchitos no
pueden andar sueltos porque si no se pierden", dice Wilmer
Bone, un joven que en la única y raída mesa de billar del
caserío ahoga las tardes de sopor y espera de que se vaya el
invierno y venga el tiempo de las siembras.

El billar y el 40, los dos juegos cubiertos por un techo de
hojas de palma africana y de plátano, son las únicas
distracciones del lugar para los hombres, eso hasta cuando se
corta la luz, que la tienen de seis a ocho de la noche gracias
a una vieja planta a gasolina. En Cube el agua potable y
alcantarillado son servicios de ciencia ficción, pero sus
habitantes ni siquiera lo saben, porque no hay televisión,
solo destartaladas grabadoras que funcionan con pilas.

A las únicas que parece que las horas se les pasan volando es
a las mujeres. Es que ellas con tantos guaguas tienen que
cocinar, lavar, alimentar a los animales, bajar al río a traer
agua, desempiojar a sus hijos... "Aquí la mayoría se casa
joven y apenas sale del parto, otra ve está embarazada", dice
Rosa Calderón Ravilla, la auxiliar de enfermería del lugar,
quien a diario ve llegar a mujeres flacas y pálidas con un
guagua en brazos y otro en el estómago en busca de algún
remedio que le quite el mareo y el eterno cansancio.

"Le oigo decir a la doctora -que solo viene los fines de
semana- que están con anemia, pero es imposible pedirles que
se alimenten mejor, aquí no hay leche ni carne roja". A
Calderón la necesidad le ha dado el poder providencial -pues
casi no sabe poner bien una inyección de penicilina- de
decidir cuándo un paciente está con paludismo, dengue,
bronquitis... y debe curarse en el pueblo o salir pagando 100
mil sucres de flete, río abajo al centro de salud de Viche, el
pueblo más cercano, a la ciudad de Quinindé o a Esmeraldas.
Felizmente nadie se ha muerto aún.

Plátano, arroz y pescado no es una mala dieta, pero tampoco es
lo que comen a diario. "Pescar a veces es una aventura. Hay
días que los niños se pasan con el anzuelo tirado al río y no
sale nada y lo que toca es comer plátano vacío", cuenta el
presidente de padres de familia de la escuela del lugar, Raúl
Cando.

Sor Josefa Lovato, una monja italiana que desde hace 13 años
es una especie de ángel de la guardia, con un movimiento de
cabeza afirmativo, le da la razón. "Cuando el río crece y está
turbio, nada se pude obtener. Aquí la naturaleza es generosa,
pero a veces no". Si además de estos problemas se agrega la
falta de 10 mil sucres para comprar el cilindro de gas; la
funda de sal, que en ésta época no la quieren cambiar ni por
un pollo; el aceite que es un artículo de lujo "se come algo
simple y solo una vez al día", dice Sonia Ramírez, que ahora
con sus siete hijos está viviendo en la vieja aula de la
escuela porque el río Viche, se llevó su casa y la convirtió
en lavandera de las cuatro familias que viven mejor en Cube.

La salud es otra afectada

Que llegue un médico de la capital para que como un mago les
diga por qué les duelen los riñones, la cabeza, la columna o
lo que sea, y les dé la medicina milagrosa, es un buen motivo
para hacer fila en una hora donde la temperatura supera los 30
grados.

Cada uno va desfilando por el consultorio provisional armado
en 5 minutos. Pero lo que más desfila entre los 400 pobladores
de Cube, que algún día llegaron de Loja, Chimborazo, Pastaza y
principalmente de Manabí, son sus enfermedades.

Nadie se libra de la desnutrición y la parasitosis. Estas son
una silenciosa epidemia...

La escaviosis o salpullido severo es otra razón frecuente de
consulta. Niños con pus en los ojos y grandes pelotas
infectadas en la cabeza se cuentan por decenas. Vómitos,
diarreas, fiebres y gripes crónicas son otras razones que los
tienen flacos y retraídos. La lista de dolores de las mujeres
es más grande: riñones cansados, várices, pulmones casi
perforados de toses mal curadas, vientres hinchados,
conjuntivitis crónicas... como cascadas llegan a las manos del
doctor. Pero hay una más que no le quieren decir por
verguenza: las insoportables picazones en la vagina. Bien
bajito le preguntan a la auxiliar de enfermería si es que no
habrá algo con qué quitarse ese fastidio. No les queda más que
hablar con el médico, él les da una crema y les explica que es
por el agua y recomienda lavarse los genitales con agua
hervida.

Así está El Niño en el país

Dos muertos más por leptospirosis *

Esta enfermedad cobró dos víctimas mortales más. Una mujer de
30 años y un hombre de 19 murieron en el cantón Buena Fe,
provincia de Los Ríos. Los jóvenes pacientes no soportaron los
estragos de la terrible enfermedad, a pesar de los esfuerzos
médicos. Marcia Guadalupe Morán fue atendida en el Hospital de
Quevedo por el médico José Silva. En una clínica particular de
Buena Fe sucumbió a este mal Francisco Stalin Cedeño, con la
misma enfermedad. La leptospirosis se estaba presentando
únicamente en la ciudad de Guayaquil, pero el fallecimiento de
estas personas en Los Ríos, revela que la enfermedad está
propagándose por las deplorables condiciones higiénicas que
sorportan las provincias afectadas por El Niño.

Un deslave en Loja *

Un deslave de considerables proporciones afectó a varias
familias del barrio Turima Alto, parroquia El Limo, cantón
Alamor, de la provincia de Loja. Los socorristas de la Defensa
Civil trasladaron a los afectados a los albergues instalados
por el Ministerio de Bienestar Social y el Instituto del Niño
y la Familia. En los sectores de Cazaderos, Progreso, Hacienda
Vieja, Pampas y García se han presentado fuertes
precipitaciones, afectando a varias viviendas.

Las cifras de albergues *

El total de albergues en funcionamiento en el país es de 229 y
alojan al momento a 2.618 familias, con un total de 12.772
personas. La Dirección de Planeamiento de Seguridad y
Desarrollo entregó el informe sobre las operaciones de los
albergues de emergencia. En Azuay hay dos albergues, con 345
personas; en Cotopaxi cuatro albergues que acogen a 131
personas; en El Oro hay 86 albergues con 4.893 personas; en
Esmeraldas hay 404 personas en 13 albergues; en Guayas hay 34
albergues con 3.345 personas; en Los Ríos hay 53 albergues
acogiendo a 2.412 personas y en Manabí 1.242 personas duermen
en 37 albergues.

En Los Ríos reparan vías *

La tregua de cuatro días que en esta semana ha dado el
fenómeno de El Niño ha sido aprovechada para la reparación de
las carreteras afectadas por las inundaciones de semanas
anteriores. En los diferentes cantones de la provincia de Los
Ríos, desde el lunes anterior, no se han registrado lluvias de
consideración, pero el calor es sofocante y la temperatura
alta se mantiene aún en horas de la noche. La Dirección
Provincial de Obras Públicas de Los Ríos también ha
aprovechado el buen tiempo para adelantar los trabajos de
reparación de carreteras y caminos vecinales que resultaron
afectados por el desbordamiento de varios ríos. Entre las vías
que están siendo atendidas están las carreteras
Montalvo-Balzapamba, Babahoyo-Baba y Quevedo-Mocache.

Más pérdidas agrícolas *

El sector agrícola ha sido uno de los más afectados por El
Niño. Las pérdidas ascienden a 251 millones de dólares, de
acuerdo al informe realizado por el Ministerio de Agricultura
y Ganadería, y cortado hasta el 31 de enero del año en curso.
En el Litoral se han perdido un total de 105.000 hectáreas de
cultivos, y en otras 185 mil no se ha podido volver a sembrar,
pues siguen inundadas. En Carchi e Imbabura se perdieron 8.750
hectáreas de maíz. (Texto tomado de El Comercio)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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