Quito. 08 jul 97. Después de la firma de un contrato,
cualquiera que éste sea, siempre existe la posibilidad que
surjan divergencias entre las partes involucradas. En el
mercado de seguros estos desacuerdos provienen generalmente
del incumplimiento o la demora en el pago de indemnizaciones
luego de registrarse un siniestro. Aunque las denuncias por
este concepto en la Intendencia Nacional de Seguros no son tan
frecuentes, existen personas que afirman que "contratar un
seguro es como jugar a la ruleta rusa", porque se desconoce si
uno estará protegido en caso de producirse un accidente.

Error del intermediario

Un ejemplo de lo expuesto constituye el caso de Jorge
Cárdenas, quien a través de Agecolsa (agente colocador de
seguros), contrató una póliza para su vehículo, una camioneta
Toyota Corolla, en la Compañía de Seguros Panamericana del
Ecuador, pero su reclamo fue negado.
Según relata su abogado, el contrato inicial firmado el 2 de
septiembre de 1992 ascendía a un monto de 24.000 dólares
(valor del vehículo) y para contar con la cobertura total, la
modalidad de pago acordada consistió en el pago de una cuota
de entrada y seis letras de cambio pagaderas en los meses
sucesivos.
Desde 1992 hasta 1994, el cliente realizó año a año la
renovación de su póliza y efectuaba con regularidad los pagos.
De la misma forma en 1995, por intermedio de Agecolsa que
manejaba su cuenta, realizó la renovación correspondiente al
año 1996 y mediante cheque del Banco del Pacífico contra el
Pacific National Bank de Miami, pagó el 30 de noviembre, a la
orden de Panamericana del Ecuador la cuota inicial.
Dos días más tarde, es decir el sábado 2 de diciembre de 1995,
aproximadamente a las 23h00 su vehículo es robado en las
inmediaciones del centro comercial, Río Centro, que en aquella
época todavía estaba en construcción.
Cárdenas, seguro de contar con la cobertura, hizo conocer del
siniestro a Agecolsa el lunes siguiente (4 de diciembre). Sin
embargo, en el lugar le informaron que la póliza había sido
anulada y por supuesto Panamericana no podía cubrir la
pérdida.
Luego de cuestionar al broker (agente o intermediario),
Cárdenas descubrió que el cheque no había ingresado a
Panamericana debido a que la empresa se encontraba en cierre
de mes y solo lo recibió el 4 de diciembre, justamente el día
de reportado el siniestro.

Trámites interminables

Frente a lo que Cárdenas denominó "negligencia e
irresponsabilidad de la compañía de seguros", acude al
organismo regulador para formalizar un reclamo administrativo,
primeramente en la Intendencia de Bancos de Guayaquil, donde
después de haber presentado todos los documentos probatorios,
le manifiestan que el trámite será transferido a Quito para
que sea la Superintendencia de Bancos a través de la
Intendencia Nacional de Seguros, la que emita una resolución
sobre el caso.
El Intendente Nacional de Seguros (e), Alejandro Maldonado
García, se pronuncia a favor de Panamericana de Seguros
afirmando que "no procede atender el pago conforme a lo
solicitado, por lo que corresponde que este asunto sea llevado
a conocimiento y resolución de la justicia ordinaria en
trámite verbal sumario".

Habla la aseguradora

Pamela Mayorga de Rendón, Jefa del Departamento de Siniestros
de Panamericana del Ecuador, afirmó que la compañía actuó con
un criterio técnico al negar el reclamo porque al momento del
siniestro la póliza ya estaba anulada.
Para comprobarlo, la funcionaria exhibe una comunicación de
Agecolsa con fecha 23 de noviembre de 1995, firmada por Ana
María de Carrera, en la que se notifica la anulación de varias
pólizas, entre ellas la de Jorge Cárdenas, por lo que
Panamericana cumple con la solicitud el 27 de noviembre de
1995.
Días más tarde, concretamente el 30 de noviembre (viernes),
Panamericana curiosamente recibe el cheque correspondiente a
la cuota inicial por la renovación de la póliza pero al darse
cuenta que había sido anulado, lo devuelven al broker.
¿Qué ocurrió entonces? La explicación de Agecolsa -según
comentó Mayorga- se recibe el 11 de diciembre de ese año, a
través de comunicación dirigida a Paolo Danielo, Gerente de
Producción de Panamericana.
En dicha carta firmada por Katia Stepan de Ala-Vedra, Gerente
de Agecolsa, se admite que existió una "confusión de pago",
por la diferencia en las cláusulas de pago de la póliza de
accidentes personales que es de 30 días y la de vehículos, de
15 días.
El último día de pago -continúa Mayorga- fue el 7 de
noviembre, por lo que justamente el 22 venció la póliza, el 23
nos notificó Agecolsa de la anulación y el 27 anulamos la
póliza "esto se hizo desconociendo que existía el siniestro",
puntualiza.
Tras indicar que "nunca se había presentado un problema así",
señaló que "Agecolsa es un excelente broker, muy fuerte y muy
organizado y trabaja años con nosotros. La Superintendencia ya
emitió un criterio sobre este caso y nos dio la razón",
concluyó.

Otro caso

Otro caso fue el de Daniel Faour, Gerente General de Radiotel,
contrató en diciembre de 1995 en Interoceánica una póliza de
transporte de bodega a bodega (incluyendo la estancia en
aduanas), para asegurar la importación de un contenedor lleno
de cable óptico destinado a la firma que dirige.
El 19 de septiembre de 1996, este contenedor desapareció de la
bodega de Lafco y el FBI realizó una investigación y emitió un
informe donde daba fe del siniestro.
Días después se notificó del siniestro a la compañía de
seguros, concretamente el 11 de octubre de 1996, la que
solicitó toda la documentación necesaria para probar la
pérdida y proceder a la indemnización.
Cumpliendo con el requerimiento, Faour con fecha 8 de
noviembre envió los documentos.
Mientras continuaban las gestiones con la compañía de seguros,
Interocean Lines, encargada del transporte de la carga envió
una comunicación a Faour, explicándole que la carga no fue
robada en las bodegas de Miami, debido a que el que transportó
la carga fue el Caribbean Transportation y fue en ese lapso
que desapareció.
Por este motivo la compañía de seguros de la otra
transportista, llamada Northbrook P & C Insurance Co.
atendería el reclamo.
Así fue y el día 23 de diciembre de 1996, en carta del Gerente
General de Caribbean, Eduardo Pichardo, se adjuntó un cheque
por 2.500 dólares.
En tanto que la compañía de seguros Interoceánica se pronuncia
el 19 de marzo de 1997, mediante carta del Gerente General de
la entidad, César Espíndola donde se justifica la negación del
reclamo por dos razones: que el robo se produjo con
posterioridad a que la póliza sea emitida y que de acuerdo al
informe del ajustador (persona que realiza la valoración del
siniestro) el contenedor que fue robado estaba bajo el cuidado
y responsabilidad de Lafco y por tanto el siniestro se suscitó
antes de iniciar el trayecto que se intentó asegurar.
El resultado de las gestiones del asegurado constituyó en el
abandono de cualquier tipo de diligencia con la compañía de
seguros, según se menciona en comunicación que Gustavo
Zevallos, Presidente de Fisein (Asesores de Seguros) hizo
llegar a Espíndola el pasado 8 de mayo.

Engañado por agente

Un ejemplo adicional es el de un médico ecuatoriano, que fue
engañado por su agente de seguros.
El profesional al que llamaremos Carlos, contrató un seguro
para su vehículo en una compañía de la localidad y mes a mes
pagaba a su agente los valores previamente pactados para que
este a su vez los entregue a la compañía.
Meses más tarde, al regresar de Salinas, una de las llantas
delanteras de su carro explosionó, el vehículo dio tres
vueltas de campana, pero Carlos quedó ileso.
Al presentar el reclamo en la compañía, se llevó la sorpresa
de su vida: la póliza no había sido pagada.
¿Cómo ocurrió esto?, su broker no entregó por cuatro meses
consecutivos los cheques con los que se pagaba la póliza.
Hoy, pese a que el problema ha sido resuelto, Carlos nunca
olvidará esta triste experiencia porque el broker, además de
intermediario era su amigo.

Clima de desconfianza

Para Gustavo Zevallos, Presidente de Asefin (Asesores de
Seguros), el hecho de que no existan denuncias públicas sobre
casos que niegan las compañías de seguros no oculta el
malestar general y el creciente clima de desconfianza que el
público siente al contratar un seguro.
Aunque, según el directivo, estas irregularidades no pueden
atribuirse a todo el universo de compañías de seguros, estos
casos son frecuentes.
Recomienda por lo tanto la expedición de una nueva Ley de
Seguros, mediante la cual la Superintendencia de Bancos se
convierta en un verdadero órgano regulador, actuando como juez
de primera instancia en la resolución de este tipo de
problemas.

Por intermedio de tarjeta de crédito

A la pregunta de ¿si confía en las compañías de seguros?, Pía
Grunauer de Rodríguez, contesta: "Definitivamente no" y su
respuesta, al igual que en los casos anteriores, se deriva
luego de realizar, durante más de dos años intentos
infructuosos por gozar de los beneficios de una póliza que su
esposo, Fernando Rodríguez Vincens, contrató antes de
fallecer.
A través de su tarjeta de crédito American Express, Rodríguez
Vincens, contrató en 1989 en la Compañía Winterthur (con más
de 136 años en el mercado) una póliza de vida y comenzó a
realizar los pagos con puntualidad.
Más adelante en 1991, la tarjeta le ofreció un plan de
estudios para sus hijos en caso de que él faltara y pensando
en asegurar el futuro de ellos decidió contratarlo. Cinco años
más tarde, Rodríguez falleció.
Es entonces cuando Pía Grunaguer buscó asesoría e inició el
reclamo a American Express en Miami. Allí le solicitaron que
cumpla con el envío de la documentación correspondiente como
los certificados de nacimiento y defunción, informe de la
policía, certificado de matrimonio, protocolo de la autopsia,
informe del acta de levantamiento del cadáver, y el
comprobante de pago de la póliza de accidentes personal.
Grunaguer de Rodríguez cumplió con el requerimiento en junio
de 1996, pero para su sorpresa debió esperar hasta el 21 de
febrero de 1997 para que la compañía le indique vía fax que su
caso está siendo analizado y que en una semana se le dará la
respuesta.
Al ver que su reclamación no fue atendida, en abril de 1997,
envía una nueva comunicación, esta vez a Ecuadorian Tours,
representante de American Express en nuestro país, pero hasta
la fecha tampoco ha sido atendida.
Ahora -continuó Grunauer- no tengo asegurado ni mi carro,
¿para qué?, si supuestamente uno contrata un seguro para dejar
una estabilidad a sus hijos o a los que quedan y al rato de la
hora lo único que se deja es un problema, comenta. (Texto
tomado de Martes Económico de El Universo)
EXPLORED
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