Quito. 26.12.90. La gran espesura verde de la amazonía, donde
parte de la historia humana se volvió naturaleza, se halla en
agonía por la apertura económica. Es evidente, cada día más,
la seria confrontación política y económica existente en la
región como fruto, no sólo de la excesiva explotación
petrolera, sino también minera, maderera y la colonización
espontánea. Esta crisis se ha evidenciado más dramáticamente
en lo ecológico y en lo humano. Hoy por hoy, las
nacionalidades indígenas de la amazonía han sido condenadas a
una especie de etnocidio, como resultado de la introducción de
innumerables actividades económicas ajenas a la ecología de la
región.

Contenidos de aniquilamiento más vigentes que nunca

De una guerra silenciosa y resistencia callada, las etnias han
pasado hoy a exigir públicamente el respeto a sus territorios,
que son la fuente de la reproducción de sus economías de
autosubsistencia.

Sin embargo, los contenidos de aniquilamiento del pasado
contra los indígenas siguen vigentes, pero ahora con otros
medios, encubiertos por campañas que aparentemente sólo son de
apertura económica.

Gonzalo Oviedo, antropólogo y directivo de Fundación Natura,
pone en evidencia la forma como se ha restringido el
territorio aborigen tradicional. Las etnias son constantemente
expulsadas por la "prepotencia de los colonos y los
militares", hecho que les ha conducido, en muchos casos, a
incorporarse a una economía mercantil desventajosa. El riesgo:
convertirse en poblaciones más pobres y marginales y con menos
posibilidades de sobrevivencia.

Poco a poco los aborígenes han sido arrinconados en
territorios reducidos. Tal es el caso de la comunidad Cofán,
cuyo habitat se halla destruido; esto ha dado lugar a una
incorporación de esta nacionalidad a un mercado de trabajo,
que ha conducido a una "super explotación de su fuerza
laboral, enfermedades, aculturización, disminución de su
capacidad milenaria de adaptación al medio, lo que les pone en
evidente peligro de desaparecer", alerta Oviedo. En este
proceso se encuentran también los Tetete.

Un comercio creciente condujo a las comunidades, paso a paso,
a una dependencia de productos industriales.

Los investigadores alemanes Sequé Mark Muzel y Reimer
Gronemeyer, en un estudio sobre la comunidad Shuara en el
Ecuador, señalan que la pretensión de la tecnocultura
occidental de querer dominar el mercado sigue siendo impulsada
día a día, a través de una especie de estrategia doble, que
abarca técnicas de apertura síquicas y físicas; así,
continuamente se fabrican necesidades que urgen ser
satisfechas, lo que trae consigo una mayor dependencia de las
etnias hacia las mercancías de "Occidente".

Las comunidades indígenas de la amazonía también han sido
perturbadas en su asignación tradicional de roles; así, se ha
pasado de una prevalencia de las milenarias prácticas
ecológicas de caza y pesca (actividades masculinas) al
predominio de los cultivos (actividades femeninas).

Del mismo modo, la atención médica era antes menos necesaria,
puesto que numerosas enfermedades no habían sido introducidas
aun y la alimentación tradicional indígena poseía mucho mayor
calidad.

Una base de recursos que no puede ser explotada intensivamente

Estadísticas oficiales señalan que en la amazonía habitan más
de 350.000 personas. La tasa actual de crecimiento de la
población es del 2,8 por ciento anual, lo que significa que la
población total del país se duplicará en los próximos 25 años,
es decir, diez años después de que se hayan agotado las
actuales reservas de petróleo.

De mantenerse la tendencia existente de ocupación poblacional
en la región, y si no se reconoce adecuadamente la fragilidad
de sus recursos naturales, la amazonía ecuatoriana y sus
nacionalidades indígenas desaparecerán en un plazo poco
lejano.

Más aún, el rápido crecimiento poblacional en el oriente
-sustentado en una agricultura de monocultivo, ganadería,
industria maderera, y actividades mineras- dará como resultado
efectos negativos para el propio desarrollo del país. Si no se
modifican las tendencias económicas actuales en la región, se
producirá irrevocablemente una disminución en la rentabilidad
de las actividades económicas a través del tiempo; además,
ocurrirá una pérdida irreversible de recursos renovables y no
renovables que hasta la fecha han resultado vitales para la
sustentación de la economía del país.

Explotación petrolera: un cero en ecología

Parte del Ecuador se asienta en el territorio amazónico, que
se caracteriza por ser un típico bosque húmedo-tropical en
constante evolución desde hace 80 millones de años. Contiene
más de la mitad de la diversidad genética del mundo y
constituye un sistema de frágil equilibrio, con suelos
generalmente pobres cubiertos por una densa vegetación que se
autoabastece.

Un estudio de la ex Dirección del Medio Ambiente del
Ministerio de Energía y Minas destaca que el crecimiento
petrolero en la región amazónica, destinado desde 1972 a
producir, almacenar y transportar más de 1.200 millones de
barriles de crudo, ha provocado grandes transformaciones en
las localidades y zonas en las cuales se fue desarrollando.

La actividad del hombre durante los últimos veinte años de
intensa actividad hidrocarburífera determinó importantes
impactos en los medios físico-bióticos, socio-económicos y
culturales del ambiente de la región.

El estudio sostiene que los principales impactos directos en
el medio ambiente tienen que ver con la explotación de
alrededor de 220.000 barriles diarios provenientes de 11
campos. El petróleo crudo al extraerse del subsuelo viene
asociado con gas natural y agua de formación.

El proceso para obtener petróleo con la mínima cantidad de gas
y agua requiere de una infraestructura física que incluye la
eliminación hacia el entorno de agua de formación que contiene
salinidades de cloruro de sodio y la quema de gas natural en
mecheros o su utilización industrial en la planta de
gas.

Problemas operacionales

Como la separación gas-crudo-agua no es la más óptima, grandes
cantidades de petróleo emulsionado se vierten con el agua de
formación hacia el entorno y otras cantidades de petróleo se
queman en los mecheros y piscinas de pozos y estaciones.

Según cifras oficiales, hasta marzo de 1989 el 95 por ciento
del gas natural se ha combustionado en los mecheros que, al no
garantizar una combustión completa, incrementaron los niveles
de contaminantes tóxicos en la atmósfera y área de influencia,
además del aumento de la temperatura en el perímetro
circundante.

Desde que el oleoducto transecuatoriano comenzó a operar en
1972, se han resgistrado importantes derrames de crudo como
consecuencia de movimientos sísmicos, deslaves, correntadas,
fallas operacionales y por choques de vehículos.

Los tramos más críticos por los que atraviesa la línea de
transporte del crudo desde Lago Agrio hasta Balao en la costa
del Pacífico, son los comprendidos entre las estaciones de
bombeo de El Salado, Baeza y Papallacta, en donde, más del 80
por ciento de los derrames se debe a fenómenos naturales u
operacionales.

Se estima que el volumen total de petróleo desperdiciado
sobrepasa los 400.000 barriles, los que contaminaron las
cuencas de los ríos Quijos, Coca, Napo y Aguarico.

Estado da poca importancia en la práctica al tema ecológico

"Hasta el momento no se han registrado logros significativos
en la defensa del medio ambiente"

El drama ecológico de la amazonía es de tal magnitud, que aún
cuando se dejara de explotar petróleo en la región,
persistirían una serie de presiones sobre los ecosistemas.

El subsecretario del Medio Ambiente, Carlos Luzuriaga,
sostiene que incluso si la entidad a su cargo resuelve el
problema de la contaminación petrolera y minera, la
destrucción de la amazonía va a continuar si adicionalmente no
se toman otro tipo de acciones.

Entre ellas cita el control de la colonización, de los
asentamientos mineros, del tipo de tecnología que se emplea
para la explotación. "Lo que hace falta es un enfoque global
del problema de nuestros recursos naturales en el país y
particularmente en la amazonía", enfatiza.

El pronunciamiento oficial tiende a la definición de políticas
y la adopción de mecanismos para que las primeras se
transformen en acciones concretas y coherentes entre todas las
instituciones.

Sin embargo, hasta el momento no existe ningún mecanismo que
exija a las diferentes instituciones del Estado seguir un
mismo patrón de conducta en el tema ambiental dentro de la
región amazónica.

Luzuriaga calificó como problema crucial el hecho de que no
haya un organismo que tenga bajo su responsabilidad la
coordinación de esas políticas, pues la legislación y
organización institucional no prevé los mecanismos para
unificar criterios y definir conductas permanentes.

Al momento, esa subsecretaría trabaja con el Congreso para
reformar la actual ley general del medio ambiente, que
restablezca las normas generales de comportamiento y defina la
creación de una entidad nacional que sea la que coordine las
acciones y controle la ejecución de las políticas.

La nueva ley del medio ambiente prevé la creación de la
Superintendencia del sector como un ente coordinador y no
ejecutor.

El problema más grave

Al hacer "un acta de conciencia", el subsecretario reconoce que hasta el
momento no se han registrado logros significativos en la defensa del medio
ambiente, dentro del ámbito de la exploración y explotación
petroleras.

Enfatiza que los instrumentos legales y administrativos
establecidos a la fecha no han sido suficientes como para
sostener que cada una de las empresas petroleras, incluyendo
Petroecuador, estén haciendo las cosas eficientemente. "Yo
creo que el trabajo lo siguen realizando con el descuido
tradicional", añadió.

Luzuriaga aclaró que el comentario no quiere ser destructivo
sino constructivo porque "queremos empezar a tomar nuevos
mecanismosy medidas más duras, pues el tema ambiental en la
empresa petrolera y en el Ministerio de Energía y Minas debe
ser tomado por encima de lo retórico".

"Inminente pérdida de biodiversidad"

Entre tanto, el presidente de la Corporación de Defensa de la
Vida (CORDAVI), Byron Real López, advierte que la inminente
pérdida de la biodiversidad de la región amazónica se halla
determinada por la explotación petrolera y minera.

En esa región y parte de la cordillera se hallan ubicados los
principales parques nacionales o áreas protegidas y
faunísticas de Yasuní, Sangay, Limoncocha, Cuyabeno,
Cayambe-Coca y Podocarpus (entre la provincia de Loja y Zamora
Chinchipe).

Sin embargo, según expertos ecológicos, constantemente las
leyes de estas áreas naturales son violadas para dar paso a
actividades que reportan beneficios económicos solo para el
Estado.

Real López critica, además, la posición inconsecuente del
Tribunal de Garantías Constitucionales, que en primera
instancia emitió un fallo través del cual se impedía a
Petroecuador que continúe dando concesiones petroleras en las
áreas de reserva, principalmente en el parque Yasuní. Sin
embargo, 28 días después de esta primera resolución, el
Tribunal decide cambiar la sentencia y levanta la prohibición
de las concesiones y se limita únicamente a llamar la atención
a Petroecuador.

Este y otros episodios demuestran la escasa o ninguna
importancia que concede en la práctica el Estado al tema
ecológico.

Al parecer, no se tiene conciencia de que la más próspera
economía es aquella que cuenta con una sana ecología. (A-2)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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