Santiago. 31.12.90. Sometida a un drástico ajuste anti
inflacionario, la economía chilena creció sólo un 2 % en 1990,
después de hacerlo un 10 % en 1989, pero la administración del
presidente Patricio Aylwin, los empresarios y el ciudadano
común, aunque éste en menor grado, concluyeron el año
rebosando optimismo para el 91.

Pasada la desaceleración, conseguida mediante alzas en las
tasas de interés, las bases para que el país crezca ahora por
sobre el 5 % se encuentran sanas, afirmaron el gobierno y los
gremios patronales.

Sondeos de opinión revelaron que sólo un 16 % de los
habitantes de Santiago, que concentra un tercio de la
población y genera el 42 % del producto, cree que la situación
empeorará en salarios y desempleo en el futuro inmediato.

El fin de la dictadura del general Augusto Pinochet, que
permitió implantar un intransigente libre mercadismo, y su
reemplazo en marzo por el supuestamente "populista" régimen
civil del demócrata cristiano Aylwin (apoyado por los
socialistas), habían avivado temores empresariales.

Sin embargo, la inversión interna de capital alcanzó
finalmente al 20 % de producto anual, en comparación con el 15
% del bienio 1988/89.

Del mismo modo, confiados en la mantención de garantías sobre
tributación y remesa de utilidades, inversionistas extranjeros
consignaron planes por 1.000 millones de dólares para 1990 y
por 2.000 millones para 1991.

Las condiciones para el aporte externo son "magníficas",
proclamó el comité estatal de regulación, que pronosticó la
llegada de 13.200 millones de dólares entre 1990 y 1995, en un
40 % destinados a la minería, antiguo puntal del "gran
esfuerzo exportador" del país.

Contra un gasto de unos 7.000 millones de dólares en
importaciones, los embarques globales chilenos sumaron 8.000
millones en 1990, con un crecimiento de 5 % sobre 1989.

Deuda e inflación

El alza del crudo agregó 4 puntos a la inflación, pero el
empleo de la reserva la contuvo en el 30% anual.

Retrocesos o mejorías leves en los precios internacionales de
frutas y productos forestales, así como una caída en la
exportación pesquera (por menor captura) frustraron
espectativas de un mayor superávit comercial, pese a la
tendencia alcista del cobre, la gran fuente de divisas del
país (40 %).

Las ventas de cobre rindieron al fisco un líquido de 80
millones de dólares por sobre lo presupuestado y el extra
permitió enfrentar las subidas del petróleo extranjero (85 %
del consumo) sin traspasar todo el costo mayor al
consumidor.

El alza del crudo tras la invasión de Irak a Kuwait agregó 4
puntos a la inflación, pero el empleo de la reserva la contuvo
en 30 % anual.

Para 1991 el gobierno prevé una inflación de 20 %, conseguida
ya la meta de bajar en 1990 el consumo y la importación a
niveles que la economía puede financiar.

Igualmente, quedó suavizada la presión de la deuda externa,
tras la repactación en septiembre del servicio de 4.870 de los
17.000 millones de dólares comprometidos.

Chile reanudará el pago del paquete en 1995, lo que
significará aliviar las cancelaciones en 1.822 millones en los
próximos 4 años, junto con ahorrar 228 millones por la
reprogramación de intereses, que serán enterados anual y no
semestralmente.

La banca acreedora aceptó también colocar bonos chilenos por
320 millones de dólares en 1991/1992, para brindar dinero
fresco al país.

Además, informes oficiales dijeron que el pacífico retorno
chileno a la democracia precipitó en 9 meses una cooperación
internacional de 525 millones de dólares, provenientes de
gobiernos y organismos multilaterales, divididos en 262
millones donados y 263 préstados en condiciones
blandas.

Independientemente, España comprometió 2.000 millones de
dólares para los 4 años venideros, en inversiones y en
créditos.

La economía de Chile es ejemplar, dijo el presidente George
Bush, que concluyó su visita a Santiago en diciembre
anunciando que el país será previlegiado protagonista de la
creación de su propuesta zona de libre comercio de las
Américas.

En vísperas de la llegada de Bush, EE.UU, principal socio
comercial de Chile, le retornó a su sistema de preferencias
arancelarias, lo que ampliará en 100 millones de dólares las
exportaciones chilenas; le repuso seguros para las
inversiones; y lo invitó a discusiones para reducir tasas y
trabas aduaneras.

En sucesivas citas previas con sus colegas gobernantes de
Argentina, México, Venezuela, Ecuador, Perú y Brasil, el
presidente chileno suscribió acuerdos de incremento comercial
que, según los informes oficiales, llevarán las exportaciones
del país por sobre los 10.000 millones de dólares antes de
tres años. (A-3).
EXPLORED
en Ciudad Santiago

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