VIAJE POR LA ESCENA GUAYAQUILEÑA. Por Lola Márquez
Guayaquil. 31.05.92. Vamos raudos. En 1958, llegó a Guayaquil
la Compañía Mexicana de Teatro Clásico, a presentar lo mejor
de Lope de Vega y Calderón de la Barca. De ese elenco, que
escenificaba en el "American Park" (hoy parque Guayaquil),
fueron solicitados por la Facultad de Filosofía, Letras y
Ciencias de la Educación del Alma Mater porteña, dos
destacados actores: Miguel Macía y Manolo García, quienes
junto al nacional Paco Villar, formaron el teatro experimental
universitario AGORA. Los mexicanos no pudieron quedarse, pero
sentaron las bases para que continuaran directores como la
norteamericana Billie de Albán, el cubano Emilio Díaz, el
mexicano Felipe Navarro, los nacionales Paco Villar y Ramón
Arias.
Yendo raudos, diremos que en AGORA encontró José Martínez
Queirolo la posibilidad de expresarse, desarrollarse y
plasmarse como dramaturgo. De allí salieron "Goteras", "Las
faltas justificadas", "El baratillo de la sinceridad", "La
casa del qué dirán", "Los unos vs. los otros", "La torre de
marfil" y más. El repertorio del grupo
Incluyó también autores extranjeros. Con todo ese vuelo,
participó en el I Festival de Teatro Universitario
Latinoamericano, en Manizales-Colombia.
AGORA tiene la importante significación de haberse sostenido
por más de una década y de cultivar a muchos de los
actores-directores que luego reproducirían la experiencia del
quehacer teatral, manteniéndola viva mientras se forjaban los
"relevos". Vamos raudos.
¿DOS ESCUELAS DE TEATRO?
1969-1972: La Escuela de Arte Dramático de la Casa de la
Cultura del Guayas entregaba su primera y última promoción de
actores profesionales, siendo presidente del Núcleo Segundo
Espinel Verdesoto. Con "Responso para un tordillo", de Jorge
Vivanco M. y dirigida por Marco Muñoz, se graduaron los
nóveles artistas del escenario.
Paco Villar fue uno de los primeros propulsores de esta
Escuela. Pero se instaló formalmente bajo la dirección de la
guatemalteca Ilonka Vargas; luego tomaron esta posta Marco
Muñoz y María Isabel Saad (quien paralelamente fundaría junto
con su hermano Pedro y su cuñada Ilonka, el T.O.E., Teatro
Obrero Estudiantil). Vamos raudos. La escuelita desapareció.
De esa promoción, -si no nos equivocamos- la única que se
mantiene activa en el oficio es Azucena Mora, actriz de
teatro y televisión.
Pero existió una Escuela de Teatro en la CCE de Guayaquil. Uno
de sus egresados, Iván Argudo, invitó a otros compañeros a
hacer un teatro progresista; y así surgió "Vanguardia". Tras
una fructífera etapa, el grupo se desintegró; resurgió años
más tarde con elenco renovado, siempre bajo la dirección de
Argudo. Para entonces abrió una pequeña sala, en bajos de
radio Atalaya, donde cumplió exitosas temporadas con varias
obras y lanzó nuevos elementos. Lamentablemente, el conjunto
acabó por dispersarse.
Por su parte, el Consejo Provincial del Guayas, con Felipe
Navarro al frente, también abrió una Escuela de Actuación y
Locución, que al ser cerrada, dio paso al conjunto
lírico-teatral conducido por el maestro español Carlos Arijita
(fallecido recientemente en Estados Unidos). De este lapso, se
destaca el estreno de la ópera criolla "Crispín Cerezo",
basada en texto de Rodrigo Chávez González ("Rodrigo de
Triana") sobre el levantamiento de los Chapulos en Manabí: un
trabajo memorable que en su momento fue bien comentado.
Llegando hasta nuestros días, nos encontramos con la decisión
firme del departamento de Difusión Cultural del Banco Central
de Guayaquil, que abrió en el Centro Cívico una Escuela de
Teatro (1990), donde se está cumpliendo un pénsum académico
para formación integral de actores profesionales. En la
actualidad, la Escuela cuenta con tres niveles y el próximo
año entregará su primera promoción. Por otro lado,
recientemente la Escuela de Teatro de la Facultad de
Comunicación Social (FACSO) graduó a un grupo de alumnos.
Sigamos raudos.
"CUANDO LOS GUAYACANES"
"Los Guayacanes" se estrenó muy bien al ganar en julio de 1969
el primer premio al mejor conjunto en el IV Festival Nacional
de Teatro, convocado por el Patronato Municipal de Bellas
Artes (hoy Centro Municipal de Cultura). El lauro lo ganó con
"Q.E.P.D.", de "Pipo" Martínez Queirolo, quien con esa obra
había ganado el tercer lugar en el Concurso Nacional de Obras
de Teatro, en Quito. Miguel Sarracín (seudónimo de Otón Chávez
Pazmiño) la dirigió como debutante prometedor.
Lamentablemente, sus actividades privadas lo alejaron de la
dirección escénica. Luego el grupo quedó bajo las directrices
de Isabel Saad (ella estrenó "Cuestión de vida o muerte", de
Pipo Martínez, en 1970) y; de Martínez Queirolo, quien dirigió
la mayoría de las obras de este grupo.
Con "La fiaca" del dramaturgo argentino Ricardo Talesnik,
ganaron el premio al Mejor Conjunto en el I Festival Nacional
de Teatro Televisado, organizado por Canal 2 en 1971.
"Guayacanes" vinculó a un núcleo importante de artistas e
intelectuales, que aportó mucho de suyo. Posteriormente,
Miguel Sarracín intentó formar un grupo profesional, el
"Palenque", con el cual sólo estrenó "La P. respetuosa" de
Sartre, con Isabel Saad. Pero no hubo más.
Mientras, otros elementos se preparaban. Surgía "El Escalón",
dirigido por Aldo Olaya, actor graduado en la Escuela de
Teatro de la CCE. Luego de aprobar un curso de dirección
teatral auspiciado por UNESCO en Quito, dictó varios talleres
en la Casa de la Cultura porteña, a la vez que preparaba los
montajes de diversos títulos latinoamericanos y de Chejov.
Aquí, otra vez hay que lamentar que personas con capacitación
para desenvolverse en el oficio dramático, se hayan quedado en
el camino.
EL JUGLAR
Cuando el director argentino Ernesto Suárez vino y dictó
seminarios talleres, promovido por el Centro Municipal de
Cultura (1977), un grupo de jóvenes con fuerte vocación fundó
el Taller de Teatro El Juglar, que a estas alturas, tiene ya
una trayectoria anecdótica. Pues sus inicios siempre se
cuentan con tintes de heroísmo y abnegación (ciertamente que
ambas cosas eran necesarias para perseverar, ante las
dificultades múltiples del comienzo).
Esa dura etapa terminó cuando dieron con "Guayaquil
Superstar", una serie de "estampas" donde relevaban la
tipología guayaca y la elevaban a la categoría de humor
criollo sadomasoquista. Gustosos como somos, de reírnos de
nuestras propias desgracias, en esas escenas se satirizaba
todo: desde la burrocracia hasta el chineo y el morbo
cotidiano. Ha sido, es y sigue siendo el exitazo del Juglar,
que nunca más ha podido conectarse con tanta intensidad con el
público de su ciudad.
Ello no significa que su cartelera no ha tenido mejores obras,
todo lo contrario; pero nada con la trascendencia de dicha
creación colectiva que, además, dio pie a que los demás grupos
creyesen que ese y no otro, era el camino de la "dramaturgia"
en nuestro medio. Es innegable la significación de "Guayaquil
superstar" en el teatro guayaquileño contemporáneo, pues
representó el fenómeno de los llenos completos que acá se
desconocían en esa época, para un producto artístico nacional.
Permitió a los juglares asentarse en una sala (están por
emigrar a una propia) que hasta ahora les ha creado identidad
como grupo, reconocimiento del público, medio de subsistencia
y eventual sede de algunos grupos extranjeros que han pasado
por Guayaquil.
El impacto de la ausencia del director Ernesto Suárez nunca ha
sido superado. Tras varios años un poco a la deriva, es
innegable que necesitan una dirección sólida y estable.
Nuevos grupos, más público
Hay nombres, que debemos incluir, porque ya se han ganado una
mención obligada: "Doscarátulas", fundado por José Martínez
Queirolo, quien de su propio esfuerzo abrió una salita hoy
inactiva, en su rededor se mantiene gente permanentemente
inquieta por el teatro. "Luz y sombra", con Hugo Avilés y Ruth
Coello, militantes constantes, con positivos bríos, que han
llevado su trabajo incluso hasta el Festival de Manizales. "La
Mueca", conducido por Taty Interllige y Oswaldo Segura, de
montajes memorables como "Maestra vida"; cuyos actores después
han conquistado su mayor público en la televisión con "Mis
adorables entenados". "Gestus", dirección de Virgilio Valero,
grupo que labra buen desempeño dual en teatro para niños y
para adultos. El Teatro Experimental Guayaquil, inspiración
sostenida de Marina Salvarezza de García, que por algún tiempo
fue casi la única opción teatral digna en esta urbe; su
amplitud y profesionalismo la ha llevado a incursionar en
otras formas menos convencionales del arte escénico, como el
teatro-danza, además de haber moldeado nuevos elementos, que
por ella han descubierto al teatro como oficio digno y válido.
"La Gaviota", autodefinido como Teatro Independiente para la
Educación, llevado por Luis Aguirre y su compañera Elvira
Carbo, dos actores de la mata de "El Juglar", que han
perseverado esforzadamente. Las compañías Villar-Pacheco y
Villar-Varela, en imparable actividad de un teatro con
predominio del vodevil opaco; no obstante, casi todos los
integrantes de Villar-Varela han incursionado notablemente en
la televisión nacional.
A nivel universitario, es menester incluir el trabajo
sostenido del T.U.C. (Teatro de la Universidad Católica),
también dirigido por Virgilio Valero y; el grupo de teatro de
la ESPOL, que estuvo conducido por Pipo Martínez y ahora por
Xavier Heredia.
En 1988 aparece DANZASJAZZ, como una osadía de José Miguel
Salem, quien se lanza con producciones millonarias de
inspiración directa en Broadway; planteándose dos grandes
montajes anuales, con la participación de bailarines que
vienen de lo clásico, intentando la danza jazz en fusión con
lo latino, lo cual atrae la atención del público pequebú. Un
año después retorna Luis Mueckay a su puerto natal y presenta
su propuesta de teatro-danza con el Colectivo SARAO, que
muestra inadvertidamente "Los ángeles caídos de la noche",
pues su verdadero lanzamiento en Guayaquil se da con
"Amor-tiguando", muy bien recibida por el público, el cual
reconoce allí su caudal creativo de actor-coreógrafo-director
y la síntesis de una experiencia condensada en México y Costa
Rica. Una calidad que luego ha ido in crescendo. El año pasado
hizo su aparición en escena el Taller Latinoamericano de
Teatro, dirigido por Alejandro Pinto, con una interesante
propuesta profesional de teatro del absurdo: un elenco del
cual se espera más en futuro cercano.
No están todos los que son, pero sí son todos los que están.
Hay más, pues esta ciudad pare grupos teatrales a cada rato
casi; todos ellos luchando por consignarse un espacio entre el
público de siempre y el indiferente. Algún día nos
explicaremos cómo se las arreglan para animarse a entrar en el
ruedo, en medio de tantas adversas circunstancias.
¿Se fijaron que ya hay una historia que contar al hablar de
teatro en Guayaquil?. El medio sigue siendo difícil,
definitivamente. Pero no es estéril. Abandonados a la basura,
la falta de agua, las inundaciones, el cólera, las moscas y
los precios insufribles, entre otros tantos etcéteras, por
supuesto que cuesta asimilarlo así. Pero no es un medio
estéril. Y, mientras existan actores, habrá teatro!.(3c)
en
Explored
Ciudad N/D
Publicado el 31/Mayo/1992 | 00:00