TEXTO DEL DISCURSO DEL CANCILLER PERUANO ANTE LA ASAMBLEA DE
LA ONU
Naciones Unidas. 02.10.91. El Presidente del Consejo de
Ministros y Ministro de Relaciones Exteriores del Perú, Dr.
Carlos Torres y Torres Lara, intervino ayer ante la Asamblea
General de las Naciones Unidas leyendo un discurso de 11
páginas, de las cuales dos estaban Ãntegramente referidas a
contestar la intervención que el Dr. Rodrigo Borja Cevallos,
Presidente del Ecuador, formuló el lunes ante esa misma
asamblea pidiendo el arbitraje papal para dilucidar
definitivamente el diferendo limÃtrofe entre Ecuador y Perú.
El Canciller peruano en su discurso plantea dos
rectificaciones al pronunciamiento del presidente ecuatoriano,
la primera para señalar que no cabe el arbitraje del Santo
Padre y la segunda para alertar a la comunidad internacional
sobre la intangibilidad de los tratados limÃtrofes.
Señor Presidente:
El Presidente del Ecuador, don Rodrigo Borja, en su discurso
del lunes 30 de septiembre de 1991, ha sostenido que el
Ecuador tiene un problema territorial no resuelto con el Perú,
que pone en peligro la paz de la región. Ha propuesto como
solución un arbitraje del Santo Padre Juan Pablo II.
Dos rectificaciones
Al respecto y dejando a salvo nuestro respeto y admiración por
su Santidad, nos vemos en la imperiosa necesidad de formualr
con toda firmeza dos rectificaciones:
- La primera, debido a que el Presidente del Ecuador ha
pretendido ignorar en su discurso la existencia del Protocolo
de Paz, Amistad y LÃmites de RÃo de Janeiro del año 1942, que
resolvió definitivamente el problema limÃtrofe entre Ecuador y
Perú. El Ecuador no puede desconocer este tratado debidamente
suscrito, aprobado por los dos respectivos congresos y
ratificado por ambos paÃses, bajo la garantÃa solemne de otras
cuatro repúblicas americanass que también lo suscribieron como
garante: Argentina, Chile, Brasil y Estados Unidos.
No hay, pues, problema territorial entre Perú y Ecuador, éste
fue resuelto hace medio siglo mediante un tratado entre ambos
paÃses y con la garantÃa de cuatro repúblicas.
- La segunda rectificación tiene por objeto alertar a la
comunidad internacional sobre la pretensión ecuatoriana de
trasladar a otro contexto una cuestión que debe ser resuelta
por mecanismos contractuales del Protocolo de RÃo de Janeiro
de 1942, tratando de desnaturalizar asà este efecto, según el
artÃculo VII de dicho tratado, que estableció definitivamente
los lÃmites entre Perú y Ecuador; cualquier desacuerdo o duda
que surgiera en su aplicación deben ser resueltos por las
partes con el concurso de los paÃses garantes del mismo:
Argentina, Brasil, Chile y los Estados Unidos de América.
Eludir este mecanismo, pretendiendo acudir a la alta y
repsetable intervención de su Santidad Juan Pablo II, no tiene
otro objetivo que el oculto propósito de desconocer un tratado
internacional suscrito por los gobiernos de cada paÃs,
aprobado por sus respectivos congresos y ratificado conforme
al Derecho Internacional, todo ello bajo la garantÃa de
Argentina, Brasil, Chile y Estados Unidos de América, quienes
suscribieron el tratado en dicha calidad de garantes, de
aceptarse esta pretensión, ningún tratado internacional
quedarÃa en pie, por cuanto se estarÃa desconociendo el
elemental principio del respeto de los tratados y, por lo
tanto, desarmándose totalmente la estructura jurÃdica
internacional tan laboriosamente construida durante años sobre
la base de la convivencia pacÃfica, todo lo cual pone en
peligro la seguridad continental y mundial.
La inviolabilidad de las fronteras y el respeto a los tratados
internacionales son principios sin los cuales no se habrÃa
podido levantar, por ejemplo, la nueva Europa, ni consolidar
la paz entre Irak y Kuwait, establecida sobre los inobjetables
fundamentos jurÃdicos de la resolución 687 del Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas el 2 de abril de 1991.
Someterse a garantes
Por tales razones, desde este máximo foro Internacional
convocamos y demandamos a nuestra hermana república del
Ecuador que ajuste sus actos a sus declaraciones de paz,
justicia y respeto por el derecho, sometiendo cualquier
desacuerdo o duda en aplicación del Protocolo peruano-
ecutoriano de paz, amistad y lÃmites, el 29 de enero de 1942.,
y del fallo del árbitro Bras Dias de Aguiar, a los paÃses
garantes y con la autoridad que les corresponde, puedan
resolverlos de conformidad con los artÃculos V y VI de dicho
protocolo.
No es el Perú, pues, quien elude una solución pacÃfica e
inmediata del supuesto problema territorial. Es el Ecuador
quien se niega a recurrir a la palabra definitoria de
Argentina, Brasil, Chile y Estados Unidos, paÃses que
reiteradamente han ofrecido cumplir con su compromiso como
garantes del Protocolo, lo que acaban de ratificar en la
reciente declaración que emitieron en Brasilia el 15 de
septiembre de 1991.
La existencia de un instrumento jurÃdico plenamente aplicable
hace improcedente el recurso al arbitraje de su Santidad, cuya
autoridad moral esta fuera de toda duda, asi como lo están
también los profundos sentimientos religiosos del pueblo del
Perú y del Ecuador.
Zona de paz
Señor Presidente:
En el actual contexto de renovada vigencia de la paz y
seguridad internacional, los pueblos del Perú y el Ecuador
esperan mucho de la capacidad de conertación y cooperación de
sus gobiernos, a fin de proyectar armoniosamente hacia el
futuro las profundas raÃces históricas, geográficas y socio-
culturales que los hermanan y que deberÃan convertirlos en un
poderoso núcleo integrador en el corazón de la comunidad
andina, cuya cristalización es indispensable para que América
Latina sea capaz de articularse en una verdadera zona de paz.
De allà que el planteamiento que hizo el lunes el señor
Presidente del Ecuador para el establecimiento de una zona de
paz en América del Sur es plenamente concurrente con la
iniciativa planteada por el Presidente Alberto Fujimori el
pasado 1 de julio en la I Cumbre Iberoamericana de Guadalajara
y que, como Canciller del Perú, he querido concretar invitando
a mis colegas del Grupo de RÃo a suscribir próximamente en la
reunión de Lima una declaración de renuncia a las armas de
destrucción masiva en América Latina y a iniciar un proceso de
concertación tendiente a consolidar la paz, la seguridad y el
desarrollo de la región". (1S-5).
en
Explored
Ciudad N/D
Publicado el 02/Octubre/1991 | 00:00