Quito. 06 jun 96. La desmemoria y el olvido, tan comunes en el
Ecuador, equivalen a la muerte", escribía en la última edición
de Vistazo Santiago Roldós Bucaram. La frase, retomada al inicio
de su campaña para la segunda vuelta presidencial por el candidato
Jaime Nebot, aludiendo a las administraciones municipales de la
familia Bucaram, trae un referente obligado: la historia cercana,
no sólo de Abdalá Bucaram y su familia, sino también la de sus
tormentosas relaciones con el Partido Social Cristiano.

En términos generales, el enfrentamiento entre Abdalá Bucaram y
Jaime Nebot se inicia en 1984, año en que ambos acceden al primer
plano: el primero como alcalde de Guayaquil, y el segundo, como
gobernador del Guayas, designado por el presidente León
Febres-Cordero. Condenados a convivir en un mismo espacio, en
realidad ellos reproducen la pugna que en décadas anteriores
mantuvieron el velasquismo y el cefepismo en el encendido
escenario electoral de Guayaquil, y de quienes se han convertido
en herederos.

Casi literalmente, porque en los años 60, uno de los hombres
fuertes del velasquismo en Guayaquil era precisamente Jaime Nebot
Velasco, padre del actual candidato y connotado cuadro del
"velasquismo". El principal oponente de Velasco era Assad Bucaram.
Terriblemente sarcástico con sus enemigos, el líder del CFP
cautivaba a las masas de la misma manera que ahora lo hace su
sobrino Abdalá. Pero esa lucha encarnizada no ha impedido
acercamientos, e incluso pactos, que han justificado siempre para
a continuación arremeter violentamente, uno en contra del otro.
De esa manera, durante la última década, roldosistas y
socialcristianos han pactado entendimientos, unos más públicos que
otros, en tres ocasiones, y formado juntos mayorías parlamentarias,
por lo menos dos veces.

ANTECEDENTES

Verdadera guerra a muerte, para una mejor comprensión de la
relación PRE-PSC es necesario narrar los antecedentes. Hombre
duro en Guayaquil del recién posesionado gobierno de León
Febres-Cordero, Jaime Nebot parecía el político adecuado para
frenar a Bucaram, que después de apoyar la candidatura de Rodrigo
Borja, buscaba convertirse en el más virulento opositor al
régimen. Pero Abdalá no llegaría a durar ni dos años en la
alcaldía.

En septiembre de 1985, acusó al gobierno de Febres-Cordero de ser
el causante de la muerte del banquero Nahim Isaías (secuestrado
por los guerrilleros de Alfaro Vive, y muerto durante la
operación de rescate). "Nadie sabe quién mató al señor Isaías, si
las balas de los guerrilleros o las de los militares", dijo
Bucaram. Inmediatamente el intendente de Policía del Guayas,
subordinado del gobernador Nebot, lo condenó a tres días de
prisión, acusándolo de "propalar rumores falsos".

Bucaram prefirió la clandestinidad. De improviso le cayó otra
acusación. El Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, entre cuyos
comandantes se encontraba el general Frank Vargas, enjuició a
Bucaram, acusándolo de atentar contra la seguridad del Estado,
por haber declarado a un diario latino en Nueva York, que "tenemos
unas Fuerzas Armadas, que por el simple hecho de desfilar el 9 de
octubre, se llevan la mitad del presupuesto nacional".

Enjuiciado por las Fuerzas Armadas, Bucaram huyó a Panamá. Dos
meses después, el contralor Marcelo Merlo lo acusó de peculado,
por 200 millones de sucres. Bucaram fue sindicado y se dictó orden
de prisión en su contra. Pero no era suficiente. Un año después,
en noviembre de 1986, la policía antinarcóticos de Panamá encontró
poco menos de un kilo de cocaína en el auto de Bucaram, por lo que
fue detenido y enjuiciado. Según lo han admitido las nuevas
autoridades panameñas, ese hallazgo fue un montaje de la dictadura
de Manuel Antonio Noriega. Según Bucaram, en complicidad con
el gobierno ecuatoriano. El ex presidente Febres-Cordero lo ha
negado siempre de manera tajante.

1988, EL PRIMER PACTO

Por eso cuando se recuerda la ferocidad del enfrentamiento, los
pactos posteriores no pueden sino producir estupor. Desdibujado
por el tiempo, y frecuentemente negado por las partes aunque
generalmente admitida por los analistas, el primer entendimiento
entre Abdalá y el febrescorderismo parece haber ocurrido durante
las elecciones presidenciales de 1988. Según la interpretación más
aceptada, el gobierno del presidente Febres-Cordero permitió el
regreso de Bucaram desde Panamá con el objetivo de dividir el
electorado de oposición, mayoritariamente alrededor de Rodrigo
Borja, y así permitir el triunfo de Sixto Durán-Ballén, el
candidato oficial.

Bucaram había sido absuelto en Panamá de la acusación de
narcotráfico, y el Congreso del Ecuador lo había amnistiado de
la acusación de atentar contra la seguridad del Estado. Pero
tenía en su contra todavía la acusación de peculado, hecha por el
propio gobierno de Febres-Cordero. Sorprendentemente, el juez de
la causa levanta la orden de prisión preventiva. Y Abdalá regresa
para convertirse en el peor enemigo de Rodrigo Borja.

"Es una interpretación errada" diría Bucaram en mayo de 1991. "En
1987 conseguí una amnistía política y un juez honrado me dictó el
sobreseimiento". No obstante, en mayo de 1990 el mismo Bucaram
había dado, también a Vistazo, una versión diferente. Según ella,
el acuerdo se había dado en Quito, entre el ministro Luis Robles
Plaza, Fausto Pérez y Alfredo Adum. "Robles les dijo que podía
volver. Febres-Cordero creyó que yo iba a perjudicar a todos,
menos a Sixto", dijo Bucaram.

Pero la estrategia falla al convertirse lo que se pensó que iba a
ser una contienda ideológica (la derecha contra el
centro-izquierda), en un enfrentamiento regional: la Costa contra
la Sierra. En esa perspectiva, Bucaram captó el voto de la Costa;
Borja, el de la Sierra; y Durán-Ballén quedó fuera de la segunda
vuelta.

1990, LA AMNISTÍA

Perdido el pudor, la segunda ocasión en que Bucaram llega a un
acuerdo con los socialcristianos es en 1990, cuando logran un
entendimiento para desalojar al centro-izquierda de la presidencia
del Congreso, reorganizar la Corte Suprema de Justicia y, de paso,
dictar una amnistía a favor de Abdalá, que había perdido la segunda
vuelta y huido nuevamente a Panamá después que otro juez reactivó
la orden de prisión en su contra por el mismo juicio de peculado
que le inició el gobierno de León. Pero ahora Febres-Cordero
estaba perseguido también por la función judicial: a comienzos de
1990, el presidente de la Corte Suprema extendió contra él un
sumario por la supuesta desaparición de 150 mil dólares. Ahora el
"villano", el enemigo común, era Borja.

Así las cosas, roldosistas y socialcristianos unen sus fuerzas
para ubicar en la presidencia del Congreso al doctor Averroes
Bucaram, que en 1985 había servido ya al febrescorderismo y que
es primo hermano de Abdalá. En la misma entrevista de mayo de
1991, Abdalá diría a Vistazo: "Era una mayoría legislativa que
nos avergonzaba, pero que fue una necesidad histórica para
sobrevivir políticamente".

El ex presidente Febres-Cordero fue absuelto en esos días por la
Cuarta Sala de la Corte Suprema. Pero el entendimiento con los
roldosistas continuó con la amnistía para Bucaram. "Con nuestro
voto traemos a nuestro principal adversario para enfrentarlo
políticamente y derrotarlo en las urnas", dijo a manera de
justificación el líder de la bancada socialcristiana Jaime Nebot,
después de votar a favor de la moción. Y la mayoría
socialcristiana-roldosista hubiera continuado con la
reorganización de la Corte Suprema si no hubiera sido por un
incidente que horrorizó a la Nación: la golpiza que los
roldosistas, capitaneados por Jacobo Bucaram, propinaron a los
diputados Dahik, Mahauad y Álvarez, en el propio hemiciclo
del Congreso y ante las cámaras de televisión, por intentar
detener la amnistía. El hecho de sangre galvanizó la opinión
pública, y forjó una nueva mayoría que destituyó a Averroes de
la presidencia del Congreso, de cuya oficina fue desalojado por
la fuerza pública enviada por el presidente Borja.

1994, LA REGALADA GANA

Pero el más público de todos los entendimientos es el de 1994.
La primera justificación la dio un oscuro diputado roldosista
ante las cámaras de televisión. "Los sagrados intereses de la
Patria exigen éste y otros sacrificios", dijo refiriéndose al
pacto que el 10 de agosto de 1994 se consumó con la llegada de
Heinz Moeller y Marco Proaño Maya a la presidencia y
vicepresidencia del Congreso, y el reparto de las comisiones
legislativas entre el Partido Social Cristiano, el Partido
Roldosista y el Grupo de los Seis, que lideraba Fabián Alarcón.

"Es un acuerdo vergonzoso, contrario a la ética, la moral, la
decencia, y hasta la estética", sentencia monseñor Luis Alberto
Luna Tobar, arzobispo de Cuenca y conciencia ética de la Nación,
al referirse al acuerdo entre quienes habían sido acusados de
saquear el Municipio de Guayaquil, y sus acusadores. Porque
precisamente un año antes el Partido Social Cristiano, a través
del diputado Ricardo Noboa, había liderado la acusación contra la
ex alcaldesa Elsa Bucaram, a quien se levantó la inmunidad
parlamentaria y se sindicó penalmente por peculado.

"Era un mal necesario para poder cumplir las ofertas de campaña",
se justificó Jaime Nebot. Para ello, el principal objetivo era
captar el dominio de las comisiones parlamentarias, por lo que el
doctor Heinz Moeller negoció tanto con el PRE, como con el MPD y
la Izquierda Democrática, decidiéndose finalmente por los
roldosistas. Él, sin embargo, aclaró los entretelones del acuerdo.
"Heinz Moeller no iba a asumir por su propia cuenta esta
situación, sin tener el respaldo necesario de la dirigencia del
partido", declaró en esos días al diario El Universo. "Entusiasta
y vehementemente me lo pidieron León Febres-Cordero y Jaime
Nebot. Es más, en las divergencias que el acuerdo ha suscitado en
el interior, la opinión de ellos ha primado".

"Nosotros hicimos tres promesas puntuales", argumentó Jaime Nebot
al explicar los motivos del pacto. "Prometimos rentas para nuestros
municipios. Si el ministro de Finanzas no nos las da será
destituido. Queremos aprobar leyes sociales: tenemos el dominio de
las comisiones legislativas y nuestras leyes van a pasar. Y por
último, prometimos impedir el abuso del Gobierno y no vamos a
permitir más impuestos ni más elevaciones del precio de la
gasolina. Todo eso prometimos para 1994, no para el 96. Para
cumplir con la gente es que hicimos lo que hicimos".

Y en gran parte Nebot cumplió. Destituyeron al ministro César
Robalino, consiguió 200 mil millones de sucres en rentas para sus
municipios, y aprobaron por lo menos seis leyes sociales como la
de maternidad gratuita, y la ley de atención al paciente.
Mientras, Abdalá sacaba ventaja. También integrantes de las
comisiones, sus diputados obtenían partidas que le permitieron
ganar las elecciones en Esmeraldas, Manabí, Los Ríos y El Oro.
Pero en un sentido más amplio, la alianza de Bucaram con sus
acusadores le dio en cierto sentido legitimidad. "Un indulto
moral", en las palabras Ricardo Noboa, quien terminó
desafiliándose del partido.

Y así, Jaime Nebot y Abdalá Bucaram han llegado a la segunda
vuelta. La pugna entre oligarcas y descamisados, entre el líder
de los patricios y el tribuno de la plebe, que en siglo XVIII el
pensador italiano Giambatista Vico describió como natural en la
historia de las naciones, ha trasladado su escenario desde
Guayaquil al Ecuador entero. Supuestos enemigos irreconciliables,
ellos se preparan para el nuevo enfrentamiento seguramente
confiando en la desmemoria y el olvido. "No olvidemos, pues".
(FUENTE: REVISTA VISTAZO N. 691, PP. 12-15)
EXPLORED
en Autor: Carlos Jijón - [email protected]

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