Quito (Ecuador). 22 jun 96. A tres semanas de la segunda
vuelta electoral, en la que Ecuador elegirá presidente de la
República, entre los finalistas Jaime Nebot y Abdalá Bucaram,
los partidos políticos están abocados al problema más delicado
que pueda tener una organización partidista: la división.

Los tempranos "acuerdo" y "pactos" han minado las estructuras
partidistas, sacando a la luz una realidad: la distancia entre
las cúpulas y las bases de los partidos, los afanes personales
y los intereses de grupo.

El caso más visible es el del Frente Radical Alfarista (FRA),
cuyo máximo exponente, Fabián Alarcón, se fue con Abdalá
Bucaram, desoyendo el clamor de los líderes históricos del
partido que, encabezados por Cecilia Calderón, han cuestionado
esa alianza "antinatura". Calderón criticó con severidad un
acuerdo con quien -dice-, "representa la antítesis del
respecto a los derechos humanos, la honestidad y la
democracia".

De otro lado, Francisco Huerta Montalvo, que volvió recién a
su antiguo partido, el Liberalismo, debió declararse
"rabiosamente independiente", luego que la cúpula de su
agrupación se fue con Bucaram, mientras él y otros militantes
están opuestos a esa candidatura, o se mantienen
independientes.

Los acuerdos ante la prensa y, a día seguido, los desmentidos,
por parte de los "auténticos" representantes de los partidos,
han sido la tónica de estos últimos días, evidenciando que la
"clase política" no oculta sus esfuerzos por "no quedarse
fuera" de la elección, conscientes-según dicen- que en los
comicios hay que apostar a alguien.

El caso de Liberación Nacional (LN), cuyo máximo exponente,
Alfredo Castillo, se ha convertido en vocero de Abdalá
Bucaram, no está exento de problemas. Tan pronto se firmó el
acuerdo éste provocó la reacción de varias de sus directivas
provinciales. Una de ellas, las más fuerte, es de la directiva
de Bolívar, cuyo presidente, Ramsses Torres Espinoza, mediante
boletín "lamenta que Castillo haya caído en el campo del
terrorismo dialéctico, para apoyar a esa candidatura, tomando
decisiones elitistas e inconsultas".

En el APRE, Acción Popular Revolucionaria Ecuatoriana, sucede
algo parecido. Mientras sus líderes, encabezados por Frank
Vargas, ex candidato presidencial, apoyan a Bucaram, según
Heinz Moeller, jefe de campaña de Jaime Nebot, en la provincia
de Manabí, en El Oro y algunas de la Sierra, varios directivos
y ex candidatos del APRE respaldan a Nebot.

De arriba hacia abajo

Pero si firmar acuerdos y pactos provoca división entre la
militancia, la independencia frente a los dos finalistas, o
la resolución de que el voto sea "consciente", ha provocado,
igualmente, la ruptura de los partidos.

No de otra forma se puede entender que, en tiendas como la
Izquierda Democrática (ID) y la Democracia Popular, haya
ocurrido aquello. Tal parece que la declaración de la
dirigencia fue tomada, literalmente. En efecto, la ID "dejó en
libertad" a su militancia. Y ellos, los afiliados, sobre todo
de las bases así lo hicieron.

En efecto, el ex concejal de Quito, Raúl Iza Zapata, dirigente
de Chillogallo, decidió apoyar a Bucaram, porque sus
propuestas coinciden con "su ideología". Mientras que Edison
Burbano, también militante de la ID, anunció que las bases del
partido apoyan a Jaime Nebot, debido a que "hay que rescatar a
la ID, ya que Bucaram constituye una amenaza".

El caso de la DP es especial, el ex candidato presidencial
Rodrigo Paz, votará por Bucaram. Oficialmente el partido dejó
en libertad a su militancia, pero Mahuad aparece en la
propaganda junto a Nebot y, en las provincias todos se ha
decidido por "alguien". Bien se decir, entonces, que la
segunda vuelta del 96, dividió a los partidos.

Buscan aliados con palo de romero

La primera clientela de los finalistas fueron los indios.
Representaban 10 por ciento del nuevo parlamento y habían
bajado de los páramos a votar, al unísono, por la 18. Pocas
veces, en el espejismo de los políticos, se reflejaba con
tanta claridad un electorado disciplinado.

Salieron a buscarlos con palo de romero y les encontraron
exigiendo un país plurinacional y multicultural y cuatro
revoluciones que comienzan con "E". Cuál problema, se dijeron,
y se arroparon con la wipala el uno y el otro. Jamás Jaime
Nebot fue más pluricultural y bilingüe que en esos primeros
días posteriores al 19 de mayo. Y Abdalá Bucaram nunca estuvo
tan tentado, como entonces, por exclamar que le quería a Luis
Macas de presidente del parlamento "porque me da la regalada
gana".

Pasaron los primeros días, cayeron en la cuenta de que el
movimiento indio es algo más que un rebaño, se fueron
enfriando las emociones indígenas de los candidatos y, de todo
eso, no quedó más que un aventurero solo con quien firmar un
pacto: Valerio Grefa.

El movimiento indio no era un socio fácil y la profundidad del
silencio indígena podía acabar en un fenomenal equívoco.

De modo que los candidatos comenzaron a mirar en otros
sentidos.
Pero a uno de los candidatos, Abdalá Bucaram, le iba a quedar
en el cuerpo el son de asumir todos los pliegos de peticiones
posibles. Así que amaneció el pasado miércoles con los deseos
fervientes de darle al pueblo ecuatoriano un nuevo salario, el
decimoséptimo, del brazo de los que se inventaron los cuatro
sobresueldos anteriores: los hijos políticos -y carnales- de
Carlos Julio Arosemena. Así firmó el pacto con el arosemenismo
-que no llena ni la sala de una funeraria-.

Y continuó con la racha de pactos. Con la CEOLS, como si una
central sindical fuese una disciplinada secta...

Se trata de impresionar al auditorio

Como frente a la segunda vuelta se lavaran las manos los
grandes partidos y los grandes electores de la Sierra, Jaime
Nebot y Abdalá Bucaram se vieron en la necesidad de crear la
impresión de acumulación de fuerzas.

Acudieron entonces, como anillo al dedo, a los acuerdos
insólitos. Un Abdalá Bucaram suscribiendo el pacto con un
solitario dirigente indígena, Valerio Grefa, quien, cuando
impulsó hace algún tiempo Pachakutik, ya mostró las costuras:
la oportunidad de ser indio en un mundo embelezado por las
excentricidades. Pronto, la CONAIE le dio las espaldas a Grefa
y, al parecer, solo le quedará un diputado a su costado: José
Avilés.

Por su parte, Jaime Nebot se fue a abrazar con otro solitario
aventurero, Fernando Larrea, con quien firmó un acuerdo en
presencia de nadie, como si éste fuese el representante de
algún sector de independientes.

¿Cuántos acuerdos quedan por firmar? ¿Cuantos ofrecimientos
contemplaremos todavía? ¿En cuántas parroquias o cantones se
estarán este mismo momento sellando pactos con pequeños
caciques y con pequeños sueños pendientes desde hace tanto
tiempo?

¿Ese es acaso el resultado de ejercer la política en un país
sin tendencias, sin tesis, sin opciones claras? (Diario HOY)
(2A)
EXPLORED
en Autor: Thalía Flores - [email protected]

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