Quito. 01 ago 2001. Probablemente el sector donde se percibe con mayor
claridad la situación de la economía en su conjunto es el financiero,
pues actúa como una suerte de indicador y de termómetro del resto de
actividades productivas. Esta característica del mercado bancario tiene
su contrapartida: las debilidades y fortalezas de las entidades
financieras debilitan o fortalecen toda la economía.

Ninguna economía fuerte y robusta en el concierto internacional muestra
debilidad en su sistema financiero, ni tampoco los mercados bancarios
débiles se acompañan de economías sólidas.

Esto significa para el caso del Ecuador la necesidad de consolidar los
resultados favorables del sistema financiero nacional que se vienen
registrando desde inicios del año pasado, a fin de que la economía en su
conjunto alcance la ansiada estabilidad, crezca y pueda estar en
condiciones de luchar agresivamente contra la pobreza. Sin ordenar la
economía, lo que asume mantener sano su sistema financiero, la guerra
contra la pobreza se torna en un sueño imposible de ganar.

Estas argumentaciones nos llevan a la imperiosa necesidad de que todos
los ecuatorianos, los neoliberales, los inclinados a ideologías de
izquierda, los trabajadores, los empresarios, los pobres y los ricos, los
serranos y costeños, los clientes de los bancos, los negros, indios y
mestizos rechacemos cualquier intento de dañar al sistema financiero
privado, pues eso es atentar no solo contra un sector sino contra toda la
economía, amenazar la tranquilidad de la sociedad, burlarse de los más
pobres y encauzar al país en una ruta de impredecibles consecuencias.

A los políticos irresponsables e interesados en generar caos y una
debacle nacional, los deudores morosos de la banca estatal que buscan
inmoralmente limpiar sus cuentas, los regionalistas enfermizos que se
olvidan que sin importar el lugar donde nacimos y vivimos, todos somos
ecuatorianos y provenimos del mismo origen, que sepan que la gran mayoría
de ecuatorianos honestos los van a rechazar en sus cancerosas
intenciones.

La unión de los pueblos hace las naciones fuertes y respetables. Si el
país continúa enfrascado en apetitos regionalistas, en maniobras
repugnantes de grupos de interés político, electoral y económico sin una
visión de todo el Ecuador, jamás saldremos del atraso económico y mental
que nos agobia.

El conflicto fronterizo que tuvimos en 1995 y el desempeño de la
selección de fútbol del país en sus eliminatorias mundialistas han sido
un par de ejemplos de unión nacional. Que estos momentos de unión
nacional se repitan a la hora de defender la economía nacional cuando hay
interesados en destruirla.

Falta mucho trecho por recorrer para que la economía nacional se ubique
en el lugar que todos esperamos, pero los resultados son claramente
favorables frente al atentado que sufrió el país en enero de 2000. El
sector financiero está cumpliendo sus últimas etapas de limpieza, lo que
significa que la crisis bancaria está terminando. La inversión extranjera
está presta a ingresar con montos significativos. Las reformas de fondo
también se ven cercanas. La inflación está en franco descenso. Persisten
sin embargo problemas como la evolución de las exportaciones, la falta de
fondos de ahorro y la excesiva dependencia del petróleo. El saldo es sin
lugar a dudas favorable.

Que los responsables de la crisis paguen lo que deben pagar, pero no
dañemos lo que se ha avanzado. Si el país empieza a dar pasos en reversa
todo se puede complicar. Cada uno con su conciencia sobre lo que debe
hacer y actuar con su país y sus hijos.

E-mail: [email protected] (Diario Hoy)
EXPLORED
en Autor: Mauricio Pozo - [email protected] Ciudad Quito

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