Quito. 10.07.95. Confiesa con mucho orgullo que por dedicarse a
trabajar no pudo terminar la secundaria. "Fueron tiempos
difÃciles aquellos que vivimos a nuestro regreso de Alemania",
nos dice con cierto pesar. "Eramos pobres y pasamos toda clase de
privaciones". Quien lo dice es el empresario guayaquileño Werner
Moeller Freile, hermano del actual presidente del Congreso
Nacional, quien regenta o está ligado a más de una docena de
empresas industriales, de gran poder económico. Figura prominente
de la banca, el comercio, la industria, considerado por muchos
analistas económicos como un fervoroso privatizador, que espera
poder escribir algún dÃa sobre la moral empresarial, que
considera a Gabriel GarcÃa Márquez como un escritor más humano
que Vargas Llosa, que se declara lector permanente de Milan
Kundera y que cuando tiene que recordar los sucesos dolorosos
vividos durante la segunda guerra mundial, no hace más que
alimentar un paso que desea no vuelva a repetirse por el bien de
la humanidad.
- Ud. forma parte de una tercera generación de alemanes que
sienta raÃces en Ecuador. ¿Como ve ese pasado y que rescata de él?
Mi abuelo vino a fines del siglo pasado como cónsul del imperio
alemán a Guayaquil. Establece vÃnculos familiares y comerciales
en esta ciudad, le va bien, lo que le permite ejercer las
representaciones de famosas casa comerciales alemanas como la
Mercedes Benz, Telefunken, etc. Mi padre, nacido en Guayaquil,
sigue las actividades del que serÃa mi abuelo, y todo parece
marchar bien hasta cuando declarada la segunda guerra mundial, el
gobierno norteamericano, que habÃa entrado recién en la
contienda, solicita al gobierno de Arroyo del RÃo la incautación
de los bienes de todos aquellos alemanes, italianos, japoneses, a
quien se creÃa allegados a los gobiernos del Eje
-Roma-BerlÃn-Tokio. Aquà pagaron justos por pecadores. La
persecución fue terrible, a muchas familias se las confinó en
campos de concentración en Estados Unidos, para luego ser
repatriados a Alemanes.
- ¿Cincuenta años después, quedan huellas de ese drama?
Claro, la pérdida de negocios, la separación de familiares,
amigos, el alejamiento de su tierra, de su entorno, etc. dejan
marcas que aún no se borran. Eramos muy pequeños, yo tendrÃa unos
diez años, Heinz, unos seis, mi hermano Holts, nació en Alemania.
Mi padre enviado al campo de batalla, nos quedábamos con nuestra
madres, sufriendo lo indecible. Vimos morir a miles de
compatriotas, nos enterábamos de los horrores de la guerra, en
fin, fueron pesadillas que nunca deben volver.
- Le reitero la inquietud inicial ¿que rescata de todo aquello?
La fuerza de voluntad, el valor que nos otorgó Dios para resistir
tanto sufrimiento. El que al volver a nuestro paÃs, pudiésemos
iniciar la dura jornada por rescatar todo cuanto nos habÃan
quitado.
- ¿Fueron mirados como apestados por haber estado en la "Lista
negra"
No, amigo, nunca ocurrió eso. Mas bien tuvimos la solidaridad de
la sociedad guayaquileña, ya que eramos parte de ella. Pues mi
padre, que era nacido aquà y estaba casado con una señora de
apellido Freile, mi madre, que era parte de una familia
riobambeña, de raigambre, impidió que se nos viese como
apestados. AquÃ, me dedico a trabajar con mucha fuerza, tratando
de rescatar algunos de los negocios venidos a menos, lo que me
impide continuar mis estudios. No termino el bachillerato y mas
bien me dedico a leer por mi cuenta. Heinz sà termina sus
estudios de colegio y universidad. Y posteriormente se mete en la
actividad polÃtica, lo que a mi nunca me agradó.
-¿Por que?
Mire, aquà en el Ecuador la polÃtica es desleal. Los polÃticos no
tienen conciencia de su noble actividad. No tienen
responsabilidad social.
- Entonces, usted está de lleno metido en la actividad
empresarial...
Totalmente. He dirigido más de una docena de empresas, he asumido
cargos de gran responsabilidad social dentro de la ciudad y el
paÃs. Creo cumplir con un compromiso de colaborar con el
engrandecimiento del paÃs. A mis 63 años, creo estar tranquilo
con mi conciencia en cuanto a los deberes para con la
colectividad.
- Se dice que usted es un conspicuo privatizador. ¿Es verdad
aquello?
La privatización es una necesidad impostergable. Creo que
comenzar con achicar el tamaño del Estado, y luego crear un
sector empresarial muy fuerte, hará que el paÃs se oriente hacia
un nuevo derrotero, teniendo en cuenta que debemos comenzar a
vivir un nuevo milenio con estrategias diferentes, con nuevos
retos. Y eso se logra con una sociedad dinámica, altamente
competitiva, tanto en lo nacional como en lo internacional.
- ¿Privatizar por privatizar, señor Moeller?
No, creo que existen tres sectores que deben quedar en manos del
Estado: Salud, Educación y Seguridad Pública. En cuanto a los
fondos de la previsión social, estos deben ser manejados por la
empresa privada, pues ello implicarÃa una dinamización de este
servicio, que es finalmente lo que quieren los afiliados.
- ¿Y en cuanto a los sectores estratégicos de la economÃa:
hidrocarburos, telecomunicaciones. ¿Que hacer con ellos?
Deben estar en manos privadas. Para lograr eficiencia y
rentabilidad estos sectores deben ser conducidos por quienes
tienen experiencia en este tipo de manejos. El Estado, como usted
sabe y conoce, ha demostrado ser un pésimo administrador de la
riqueza nacional; en estos tiempos en que se requiere del uso y
aplicación de altas tecnologÃas, la empresa privada está en
condiciones de conseguirla, invertir en su uso y ponerla al
servicio de toda la sociedad.
- ¿Está bien que las fuerzas armadas incursionen en aquellos
sectores que siempre han sido de competencia de los sectores
privados?
Ese es un grave error de las Fuerzas Armadas en incursionar en
sectores que no le competen. Creo que su misión es otra. Ellas
están para cuidar la soberanÃa nacional, para participar en otras
acciones y no precisamente en áreas que les son ajenas. Ellas
pierden fuerza si incursionan, por ejemplo, en el sector de la
hotelerÃa, banca etc. En cambio, el sector privado puede darles
servicios que ellas requieran como servicios médicos, bancarios,
alimenticios, etc.
- La deuda externa es un lastre, no pagarla serÃa lo correcto, o
en su defecto hacer lo de Alan GarcÃa en su momento, ¿Destinar un
mÃnimo porcentaje al pago de la misma?
Los compromisos internacionales tiene que ser cumplidos, el
riesgo que se corre en su incumplimiento podrÃa acarrearle al
paÃs graves consecuencias en el orden financiero internacional.
Fue lo que le ocurrió al presidente Alan GarcÃa, que usted bien
recuerda, pero al Perú de esa época le cerraron los créditos
internacionales y los resultados todos los conocemos. En cambio,
con el presidente Fujimori, con la aplicación de algunas
polÃticas económicas que le han dado buenos resultados, le ha
permitido un buen crecimiento económico, sin aumentar la pobreza.
Al menos, por ahora, existe un ritmo sostenido de crecimiento
económico, una desaceleración de la inflación, atracción de la
inversión extranjera, con una buena imagen internacional.
- Pasemos señor Moeller, a aspectos mas personales, humanos...
¿A que se dedica en sus ratos de ocio?
A leer lo que más pueda. Por ejemplo, leo a Kundera, me
entusiasma GarcÃa Márquez, su novela "El general en su
laberinto?, me parece un texto lleno de humanidad, de coraje, en
cambio, Vargas Llosa, en algunos de sus libros, principalmente en
uno que acabo de leer, sus memorias, "Como pez en el agua", lo
encuentro frÃo, indolente, carece de aquello que sà tiene GarcÃa
Márquez, ternura.
- ¿Tábara o GuayasamÃn...?
Si usted no me deja otra alternativa, le dirÃa Tábara.
- ¿Escribe usted algo?
Si algún dÃa dispongo de tiempo, escribirÃa sobre la moral
empresarial. O sobre la relaciones obrero-patronales.
- A propósito de los obreros y de la dirigencia. ¿Que opinión le
merecen?
Que es tiempo que la mayorÃa de la dirigencia sindical ceda sus
puestos a las nuevas generaciones. Hay necesidad de revitalizar
el movimiento sindical. No se puede seguir operando y actuando
basados en viejas y empolvadas doctrinas, que ya pasaron de moda.
Incluso muchas de las leyes laborales están caducas, más bien
parecerÃan que estuviesen hechas para otras épocas. Es preciso
hacer nuevas leyes, que vayan acorde con la marcha del paÃs.
Entramos en un nuevo milenio y el movimiento sindical parece
haber perdido el sentido de la historia. (4B)
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Ciudad N/D
Publicado el 10/Julio/1995 | 00:00