Quito. 07.06.95. Debo confesar que escribo este artículo con
ventaja. Vi la página "Gusanos de seda" antes de ser publicada,
esa bien pensada exposición sobre los "varones" de la política,
la ciencia, la filosofía, el arte y hasta el humor del último
siglo.

Debo comentar que le di a su autor la oportunidad de
reivindicarse. Insistí en la necesidad de una presencia
equilibrada, en el telar del siglo XX, de varones y mujeres. Mi
colega mencionó a Madame Curie. Coincidí. Pero el espacio era
limitado y todos ellos eran "indispensables". El debate terminó
cuando propuso que esta página sea una secuencia de la otra.
Acepté el reto... Fraternalmente, le extendí la mano. En un acto
de generosidad sin límites nos había ofrecido a las mujeres el
siglo XXI.

No se trata solo de un acto generoso. Creo que detrás de esta
acertada decisión editorial hay mucho de aquello que en el oficio
se conoce como "olfato periodístico": la intuición de que el
próximo siglo será femenino. El siglo de las "antiheroínas".

Al respecto, existe una interesante propuesta desarrollada en
Colonia por la fotógrafa Bettina Flitner. Se llama "¿Ha merecido
usted un monumento?" La escena es la siguiente: Flitner se dirige
a una mujer que pasa por la calle, y que porta un bolso de
compra, estampado de verde y amarillo, y le dice: "Usted conoce
sin duda los monumentos de los héroes; la mayoría de ellos son en
honor de hombres, de guerreros, escritores o luchadores por la
libertad. ¿No cree que ud. también se merece un monumento?". ¿Un
monumento para mí?, pregunta la mujer incrédula. "Bueno, en
realidad, qué puedo decir... Finalmente acepta. Flitner conduce a
la mujer a su estudio de fotografía. Ahí hay un pedestal de un
antiguo monumento, y toda clase de accesorios para héroes y
vencedores: bandera, corona, alas, casco, corona de hojas de
roble, cañón, espada, antorcha y varias cosas más. La mujer se
sube en el pedestal y Bettina la fotografía.

Las fotos van acompañadas de una leyenda. Una de ellas dice "Mi
nombre es María Blake. Mi monumento es por las novelas no
publicadas. Yo he estudiado filología polaca en la Universidad
Nikolaj Kopernicus y he sido directora de la Casa de la Cultura
de Karlino. Mi primera pieza teatral se llamaba "La reina del
invierno", con una mujer en el papel principal..."

Otra de ellas, que escogió una corona, se sube al pedestal y
dice: "Mi nombre es María Daniel. ¿Un monumento para mí? A veces
pienso que sería mejor estar muerta, como los demás. Un día llegó
un camión enorme. Tuvimos que subir todos a él. Entonces susurró
mi madre: ­Anda, salta abajo! Padre, madre, hermanas, hermanos
-todos a Auschwitz. Todos muertos".

Esas son las grandes "antiheroínas" del siglo XX. El mundo está
lleno de héroes y heroínas anónimos.

Sin embargo, las grandes líderes de uno de los fenómenos más
progresistas del siglo, el movimiento de mujeres -la
norteamericana Carrie Chapman Catt o la inglesa Emmeline
Pankhurst, entre muchas- tampoco tienen un monumento.

La lucha política de las mujeres de inicio de siglo se resumía en
una frase: "el voto para la mujer". La última fase de la lucha
contra el apartheid sudafricano se expresaba en una frase
similar: "cada persona un voto".

Frente al retrato del joven Mandela, uno de los héroes de la
página de la izquierda, pienso en todas aquellas jovencitas que
dirigían mitines gigantescos e interpelaban con agudeza los
sensatos argumentos de Sir Winston Churchill y que fueron
recluidas en las cárceles de esa otra forma de apartheid.

La lucha por los derechos civiles de las mujeres confluyó en el
feminismo: una corriente teórica profundamente renovadora. Una de
sus figuras más representativas es Simone de Beauvoir -mejor
conocida como la compañera de uno de los señores de la
izquierda-. y que destruyó los fundamentos teóricos de la
sociedad patriarcal.

¿Por qué estas mujeres no están en la página de la izquierda? La
escritora española María de Maestzu y Whitney decía "soy
feminista; me avergonzaría no serlo". Eran los albores del siglo
XX. En el preámbulo del siglo XXI, me siento tentada de repetir
esa frase. Pero dicen que el feminismo ha muerto.

REINARAN NUESTROS DEFECTOS

La muerte del feminismo es el último grito de la moda. Cuando
oyen hablar del él, quienes defendieron las reformas legales para
la igualdad de la mujer, en los años 70 y 80, no pueden ocultar
un ligero rasgo de indignación. Dicen que se han creado las
condiciones de la igualdad, que el reto está en mostrar que las
mujeres somos capaces. Otros creen que la reivindicación de la
vida cotidiana y de las tareas domésticas, ha creado el escenario
de nuevas formas de relación entre varones y mujeres. Hay quienes
argumentan que la muerte de las ideologías ha sepultado consigo a
todos los "ismos". Su contraparte sostiene que a través de la
"perspectiva de género", la cuestión de la mujer es parte
fundamental en todos los programas de desarrollo.

Sin embargo, las estadísticas sobre la situación social de la
mujer que exponemos en el recuadro, demuestran que existen
suficientes razones para una alarma generalizada.

Una lectura sistemática de las páginas de la crónica roja de
cualquier periódico sensacionalista, muestra los niveles de
crueldad, violencia y humilación a la que está sometida la mitad
de la humanidad.

Las condiciones de la igualdad no están aseguradas. Sin duda, la
mujer ha alcanzado niveles de dirección, existen cuatro jefas de
Estado, hay muchas científicas y técnicas altamente
especializadas. Pero, los niveles de discriminación persisten en
todos los campos. Desde luego, la lucha de las mujeres sigue en
pie. Prueba de ello es el poderoso movimiento internacional de
mujeres que presiona por el fin de la discriminación. Y sigue en
pie, un feminismo renovado en el terreno de la filosofía y de la
teoría literaria.

Sin embargo, el feminismo, más allá de su relación con las
reivindicaciones de las mujeres, es una cosmovisión coincidente,
por no decir similar, con la que se anuncia como la dirigente en
el próximo siglo. Frente a lo que Jacques Derrida llama "...
pensamiento falogocéntrico, masculino, discriminador,
jerarquizador y centrado en el poder"; al dominio instrumental
del hombre sobre la naturaleza, a la teoría y la práctica de un
poder centralizado; la postmodernidad opone ideas y tesis caras a
la teoría de la condición femenina.

Categorías que el discurso masculino ha enarbolado en contra de
las mujeres, se han convertido en los ejes del nuevo pensamiento
filosófico y de las nuevas formas artísticas: el reino de la
apariencia por encima de las esencias, defensa de la forma y el
gesto, intuición, constante teatralización de lo irracional,
libre flujo de la sensatez a la locura, rechazo de las visiones
totalizadoras, convicción de que la vida está en sí misma y no en
finales últimos, desprecio por lo público y el poder, sentido de
un mundo incierto y de una existencia frágil, pasión por el
instante y desdén por la previsión, fidelidad al misticismo
basado en el azar y la coincidencia.

Esa feminización de la concepción del mundo, tiene su origen en
cambios en la esfera de la producción, de la comunicación y las
formas artísticas.

Según el lingüista norteamericano Noam Chomsky, la producción a
gran escala está siendo substituida por actividades
descentralizadas, de alta tecnología, bajo formas de trabajo
individual -artesanal, de gran creatividad. La tecnología de las
comunicaciones anuncia la ruptura de la relación vertical de los
massmedia y su sustitución por una comunicación interactiva,
azarosa. Es inminente, además, una renovación de las formas de
ejercicio del poder. Un estudio hecho en Suecia, demostró que las
mujeres como agentes de dirección, se mueven mejor que los
hombres en este universo de relaciones flexibles y horizontales.

Cabe pensar que en el próximo siglo la columna de la izquierda no
tendrá diez grandes hombres. Tampoco diez grandes mujeres. Será
un siglo femenino, sin pedestales. El próximo siglo verá la
muerte del totalitarismo de la trascendencia, del progreso y la
identidad. La muerte del héroe.

QUEDA PENDIENTE

Actualmente las mujeres poseemos apenas el 10% del ingreso
mundial y somos dueñas del 1% de la riqueza, por hacer las dos
terceras partes del trabajo.

- Según el reporte "Educación Mundial", de la UNESCO, para 1993,
905 millones de personas -casi un cuarto de la población mundial-
son analfabetos. Cerca de 587 millones, o el 65% de ese total,
son mujeres.

- Las mujeres constituyen actualmente el 41% de la fuerza laboral
de los países desarrollados y el 34% a nivel mundial. Las mujeres
todavía ganan un promedio de 30 a 40% menos que los hombres que
realizan trabajos comparables.

- Sin duda, las mujeres están rompiendo los llamados "techos de
cristal" y las "redes de poder masculinas". Según un estudio
hecho por el New York Times, la tercera parte de las trabajadoras
estadounidenses son profesionales o administradoras, pero
representan solo el 3% del nivel ejecutivo más alto.

- En términos del acceso al poder, el número de mujeres en los
parlamentos era del 10% en 1993. Y en ese mismo año había solo
seis jefas de gobierno.

- Violencia, violación, tortura, humillación, abuso y angustia
-rabia, depresión y desesperanza- son actos y sentimientos
conocidos por las mujeres. En los EEUU, cada ocho segundos una
mujer es objeto de maltrato físico, y cada seis minutos se viola
a una mujer. Un informe del Senado norteamericano señala que el
maltrato de los cónyuges es más común que los accidentes
automovilísticos, los atracos y las muertes causadas por cáncer,
todos juntos.

- Los males de la pobreza afectan sobre todo a la mujer. Las
complicaciones del embarazo, el parto y los abortos riesgosos son
actualmente las principales causas de muerte entre las mujeres en
edad reproductiva. (3B)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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