Quito (Ecuador). 02 sep 96. En enero de este año, en el nuevo
Camal Metropolitano de Quito se faenaban alrededor de 1.300
reses semanales; ahora, se faenan 800 reses por semana. Según
el director de la Empresa Municipal de Rastro, Eduardo Subía,
este sospechoso descenso del número de animales faenados puede
evidenciar un aumento del contrabando de carne en el Distrito
Metropolitano, y principalmente en Quito.

Según la ley, toda la carne que se expende en Quito debe ser
faenada exclusivamente en el Camal Metropolitano. Sin embargo,
esta norma se cumple a medias: 50 por ciento de las carnes
que consumimos en Quito se faenan en camales clandestinos o en
camales legales que están en muy mal estado.

Así mismo, según explica Eduardo Subía, los camales legales
que existen alrededor de Quito -el camal de Sangolquí, el de
Píntag, El Quinche y Conocoto- transportan carnes a la
capital, a pesar de que esto también está prohibido por la
ley.

"Cuando se inauguró el Camal Metropolitano -hace siete meses-
mucha gente faenaba allí sus animales, porque, en cierta
forma, se sugestionó con la idea del control del contrabando
de carne. Y efectivamente, en esos primeros meses hicimos un
control arduo.

Sin embargo, luego tuvimos que bajar la guardia por temor a
los contrabandistas, que son sumamente agresivos -incluso nos
han amenazado con armas-, y porque no podemos contar con una
guardia permanente", dice Subía.

Y como era de esperar, en los meses que siguieron a la
inauguración del Camal Metropolitano empezaron a aparecer los
casos de contrabando de carne. En febrero -cuenta el director
de la Empresa de Rastro- se decomisaron 12 reses faenadas -es
decir, 12 millones de sucres- que venían desde Santo Domingo;
lo peor fue que mucha de la carne decomisada no era apta para
el consumo humano. Y la semana pasada, funcionarios de la
Empresa de Rastro decomisaron 18 porcinos faenados que venían
a Quito en una camioneta, desde el valle de Los Chillos.

"Creemos que esta carne venía desde el camal de Sangolquí",
dice Subía.

Pero pelear contra el contrabando de carne no es fácil.
Eduardo Subía cuenta que hace unos cuatro meses recibieron una
denuncia de un gran contrabando que venía a Quito por el viejo
camino al valle de Los Chillos. "Los funcionarios de la
empresa se dirigieron al lugar, y en el momento menos pensado
fueron emboscados por un grupo de gente que destruyó la
camioneta de la empresa y amenazaron a los funcionaros",
cuenta Subía.

Contaminados

- Brucelosis bovina y ovina: produce fiebres, neuralgias,
esterilidad, ceguera y postración irreversible.

- Tuberculosis: afección pulmonar de fatales consecuencias.

- Clostridiosis: procesos intestinales y nerviosos y lesiones
cutáneas.

- Micosis: hongos que afectan a la piel y órganos viscerales.

- Salmonellosis: infecciones orgánicas de sintomatología
aguda-grave (disenterías, vómitos, intoxicación).

- Cisticercosis bovina y porcina: parasitismo con lesiones
neuromusculares de sintomatología nerviosa y consecuencias
graves (ataques, ceguera, postración).

- Rabia: de consecuencias fatales, por lo general mortales.

- Triquinosis: afecciones neuromusculares con sintomatología
similar a la cisticercosis.

Compre carne con sello

La carne que es faenada y transportada en condiciones
antihigiénicas corre el riesgo de estar contaminada, como,
efectivamente, sucede con 10 por ciento de la carne que se
expende en Quito.

Para evitar estos problemas, la Ley de Mataderos exige varias
normas de higiene para faenar y transportar carne, las que
tienen que ser controladas por las comisarías de salud, el
Ministerio de Agricultura y la Intendencia.

Según Eduardo Subía, esta última institución hace muy poco
para evitar el contrabando y el expendio de carne en lugares
no autorizados (ferias libres, tiendas que no tienen permisos
ni certificados de salud, etc.); tampoco el Ministerio de
Agricultura -encargado de controlar y autorizar el faenamiento
de carnes- hace mucho para evitar este problema, dice Subía.

"Es cierto que la carne contrabandeada puede costar menos -en
el Camal Metropolitano se cobra 45.000 sucres por faenar una
res; en un camal clandestino se cobra 5.000 sucres-. Y es que
nadie controla la procedencia de esta carne: muchas veces
proviene de ganado robado, de burros y caballos, no está
sujeta a ningún tipo de control, los faenadores no pagan la
tasa de faenamieto al Municipio, y por eso mismo no corren el
riego de que se destruya un animal porque se encuentra
enfermo", explica el director de la Empresa Municipal de
Rastro, y agrega que el Municipio está empeñado en iniciar una
campaña de patentes en los lugares donde se expende carne.

Eduardo Subía también aclara que ingerir o manipular carne
contaminada produce varias enfermedades, muchas de ellas
mortales.

Recuerda, así mismo, que una revista de salud publicó este año
que en el país existen 250.000 casos de cisticercosis,
producidas, en 90 por ciento, por ingerir carne enferma.

¿Y cómo se puede evitar la carne de contrabando? Según Subía,
la carne que se faena en el Camal Metropolitano tiene un sello
que garantiza su higiene. Así mismo, los lugares autorizados
para expender carne tendrán, en pocas semanas, un adhesivo que
compruebe su legalidad. (Diario HOY) (5B)
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