Quito. 26. sep 96. Entonces venÃa encima en el aire, más o menos
bastantito alto. Ahà vimos despedazando las alas y entonces se
caÃa entre la montaña... Por la tarde ya llovió...". Esto lo
contó, Tarcila Ochoa Ureña, una campesina oriunda de las
estribaciones orientales del sur de la cordillera de los Andes.
Su relato, grabado pero nunca comprobado, podrÃa corresponder al
accidente del cuatrimotor Vicker Viscount de Saeta desaparecido
desde el domingo 15 de agosto de 1976.
"Por primera vez la historia de la aviación ecuatoriana registra
la más prolongada desaparición de una aeronave comercial", decÃa
Vistazo en septiembre de 1976 cuando habÃa pasado apenas un mes.
Ahora, los familiares de 59 personas que viajaban de Quito a
Cuenca llevan más de 10 millones de horas de angustia. Nadie
sabe qué pasó.
1.000 versiones se han tejido. Lo peor es que cada cierto tiempo
se alimenta la ilusión de encontrar con vida a los suyos con
pistas unas coherentes, otras descabelladas. Se ha dicho que el
avión está en poder de narcotraficantes y que los pasajeros fueron
convertidos en esclavos del cultivo de la droga, se contó que el
avión fue secuestrado por extraterrestres para análisis e
investigaciones y que jamás será devuelto, algún técnico mencionó
que se habrÃa producido una despresurización a bordo y que los
ocupantes se habrÃan asfixiado por falta de oxÃgeno en las alturas
y que el avión, ya sin control, cayó en algún lugar del PacÃfico
por falta de combustible. Al conmemorarse 20 años surgieron nuevas
pistas: que un ciudadano que habita en Zamora-Chinchipe podrÃa
ser uno de los sobrevivientes del siniestro, que en lo alto de una
montaña unos geólogos habrÃan descubierto lo que podrÃa ser la nave,
que la versión de la campesina Tarcila Ochoa no ha sido comprobada,
que unos huesos encontrados al pie del volcán Rumiurco serÃan de los
pasajeros extraviados y que, por último, en un inaccesible lugar de
la selva estarÃa el avión con algunos sobrevivientes.
Los familiares se volvieron a reunir, clamaron una vez más por
ayuda. La Defensa Civil, el Cuerpo de Bomberos de Cuenca y la
prensa nacional, no se hicieron esperar. El dolor acrecentado por
la incertidumbre es todavÃa desgarrador. No faltaron quienes
reabrieron los dormitorios aún intactos de sus seres queridos
para esperar su regreso.
LA HISTORIA DEL GRINGO
Cuando se cumplieron 10 años del accidente, Vistazo publicó una
fotografÃa en que se veÃa a dos indÃgenas junto a un niño extraño
a ellos por sus caracterÃsticas fÃsicas. El niño de la foto tiene
un gran parecido con Hannes Gallegos Houpt, quien a los 11 años
regresa a Cuenca luego de unas cortas vacaciones en Quito.
Con el tiempo se llegó a determinar que la gráfica fue captada
por un fotógrafo de la agencia cubana Prensa Latina, mas nadie
asegura quién fue, ni dónde la tomaron. Por el entorno que rodea
a la foto se puede deducir que se trata de un lugar frÃo que
podrÃa estar al sur oriente del Ecuador.
Paralelamente a la fotografÃa, desde hace unos ocho años la familia
Gallegos-Houpt tuvo noticias de un joven con algún parecido fÃsico
a Hannes, que vivÃa en una zona rural de la provincia de
Zamora-Chinchipe y cuyo origen era incierto. Efectivamente
comprobamos la existencia de René Quezada Vélez quien habrÃa
llegado a la edad de 11 años a vivir a la parroquia Chicaña,
cantón Yantzaza, en compañÃa de su madre Luz Vélez. René, quien
hoy tiene una edad similar a la que tendrÃa Hannes, es muy conocido
en toda la provincia sur oriental. No hay persona consultada que
no de referencias de él y de su alteración mental. "Suele andar
pidiendo plata en los buses... Le gusta tomarse fotos con chicas
bonitas y luego dice que son sus novias... La última vez estaba
vestido de policÃa y llevaba una pistola de juguete en la mano...
Ãl anda de un lado al otro, es inofensivo como un niño y sólo
cuando mucho le molestan hace señas de agarrar una piedra para
lanzarla", éstos fueron algunos de los comentarios que escuchamos
en nuestro recorrido.
Nos pusimos en contacto con algunos de sus familiares, quienes sin
ninguna reserva nos hablaron de su René. Dos de sus tÃas son
enfermeras en los centros de salud de Zamora y Paquisha,
respectivamente. Otra de ellas tiene un negocio en pleno centro
de Zumbi. La madre dice que trabajaba en las minas de Nambija,
pero que ahora se ha comprado una finca en Valencia, provincia de
Los RÃos. Un hermano, Nixon, es comerciante en Machala y René
estarÃa visitando a su madre y no regresarÃa a Zamora hasta el dÃa
de difuntos en que piensa visitar a su padre que murió ahogado,
delante de él, cuando tenÃa 10 años.
Revisando los archivos del Registro Civil descartamos cualquier
vinculación de René con Hannes Gallegos. Mientras Hannes nació en
Alemania en 1965, René nació el 14 de julio de 1966 en la finca
Las Chinches, de la parroquia Tutupali, del cantón San José de
Yacuambi, provincia de Zamora-Chinchipe.
VERSIÃN DE GEÃLOGOS
"Sobre la cordillera de San Vicente-Chuchumbleza, se observan
restos o cosas blancas a Sur 150 grados Este, es decir en la zona
de las cabeceras del rÃo Chuchumbleza, a una altura probable del
orden de los 2.200 a 2.300 metros, a una distancia de tres o
cuatro kilómetros se observan dos cosas de color claro, blanco
grisáceo o plateado, de tamaño relativamente grande, que parecen
estar sobre los árboles o sobresaliendo de entre ellos. No parece
ser un afloramiento o peña, ni tampoco una casa. La gente dice que
brillan cuando el sol va directamente sobre esos objetos, además
dicen que esa zona pasa casi siempre nublada".
Esta versión la dio el ingeniero geólogo Favio Villalba, quien en
compañÃa de otros dos colegas se encontraba realizando
levantamientos topográficos en el sector en 1987. Lo inaccesible
del sitio, al norte de Chicaña y al este de Yacuambi, a pocos
kilómetros del sitio en que apareció René Quezada, ha hecho
imposible una verificación del hallazgo. Sin embargo el coronel
Fidel López, comandante militar de Zamora aseguró a Vistazo que
antes de hacerse cargo de su unidad sobrevoló toda la zona de
influencia y con la ayuda de un buen tiempo descendieron para
verificar cualquier objeto metálico brillante que observaban
desde el aire. "No buscábamos el avión, eran reconocimientos
tácticos, pero sà le puedo decir que todo lo que brilla con el
sol en esta zona, lo revisamos", nos manifestó.
En ese sector es también donde habita la campesina Tarcila Ochoa,
la única testigo que dice haber visto la caÃda del aparato, aunque
nunca quiso especificar el sitio exacto y prefirió no hablar del
tema por las represalias que le podrÃa tomar su padre. En ese
tiempo Tarcila debe haber tenido unos 16 años y su progenitor
Eudofilio Ochoa, habrÃa sido, según versiones de vecinos de
Yacuambi, un traficante de ganado robado que movilizaba desde y
hacia el Oriente. Hay quienes dicen que él tenÃa su propio camino
para ingresar a la AmazonÃa. Nadie ha podido dar, hasta la fecha
con el paradero de Eudofilio y el rastro de Tarcila también se lo
ha perdido con el paso del tiempo. Sólo se supo que su esposo de
apellido Barros, estarÃa viviendo en Estados Unidos.
La versión de los huesos encontrados en el Rumiurco fue descartada
de plano cuando los especialistas comprobaron que eran piezas
arqueológicas de más de 200 años de edad y que corresponderÃan a
antiguos asentamientos indÃgenas o a restos de expedi- cionarios
que durante la colonia se internaron en busca del Dorado. Casi al
mismo tiempo apareció otra pista, la de un vidente guayaquileño,
el enésimo vidente que se presenta ante los angustiados familiares
para dar su versión. Ãste asegura que hay sobrevivientes y que el
avión estarÃa en medio de la selva. El jefe de la Defensa Civil
del Azuay dice que para llegar a la zona señalada por el vidente
se necesitarÃan un mÃnimo de tres dÃas de camino abriendo trocha
en la selva y que sin una confirmación un poco más exacta,
estarÃamos una vez más desperdiciando energÃas y alimentando
inútiles esperanzas en los ya exhaustos familiares de las 59
vÃctimas. (FUENTE: REVISTA VISTAZO N. 698, PP. 112-114)
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Publicado el 26/Septiembre/1996 | 00:00