HOMENAJE DEL PERIODISMO MUNDIAL A LA PRENSA COLOMBIANA
ENCUENTRO EN LA CARRERA 13 Por Benjamín Ortiz Brennan

Quito. 12.05.91. La cuadra frente al Hotel Charleston situado
en la carrera 13, al norte de Bogotá, Colombia, fue cerrada
con barreras, carros patrulleros y hombres armados en los
primeros días de este mes. Agentes policiales exigían
documentos de identidad a los transeuntes, antes de
permitirles el paso.

En el hotel, acogedor y pequeño, como para abarcarlo de una
mirada, estaban alojados directores de periódicos y revistas
de América Latina, Estados Unidos y Europa, en un encuentro
sobre "Prensa para la Democracia: Reto del Siglo XXI".

Pocos bogotanos pueden haber sido sorprendidos por semejante
despliegue de fuerza, en un país en el que la violencia y su
contraparte de guardaespaldas, soldados armados para el
combate en aeropuertos, avenidas y murallas, autos blindados y
cacheos, constituyen un espectáculo cotidiano.

El tema de la reunión tenía bajo el tapete otro motivo, quizá
más importante que el explícito de pensar en los desafíos de
fin de milenio para la prensa. Se trataba de un acto de
solidaridad con el periodismo colombiano, a propósito de los
200 años de la aparición del primer periódico, fundado por un
cubano, en los tiempos en que América Latina era una sola cosa
y entre americanos no existían extranjeros.

El ambiente cordial y directo, como corresponde a la gente de
las noticias, muchos de ellos viejos conocidos, estaba
atravesado por una sombra de luto y pesadumbre.

La noche anterior a la inuguración del encuentro cayó bajo las
balas asesinas, Enrique Low Mutra, ex ministro de Justicia, en
el momento en que pretendía tomar un taxi después de dictar
cátedrá en la universidad.

Aquel día se cumplían siete años del asesinato de Lara
Bonilla, también ministro de Justicia, cuya muerte marcó el
comienzo de la guerra declarada por el narcotráfico al Estado
colombiano.

Tal parecía una macabra celebración de aniversario del
asesinato de Lara con la inmolación de otra víctima inocente y
de un valor admirable.

Low Mutra, habiendo sido el funcionario encargado del
enjuiciamiento a los narcos, andaba sin escolta, dictando
clases de Derecho en las universidades. A solas con su propia
dignidad, paseaba su figura siempre próxima a la muerte, como
si fuera el embajador de la gente que cree en la posibilidad
de la paz .Terrible y todo, el tiroteo a Low Mutra fue sin
embargo un caso más. El presidente César Gaviria se encargó de
poner ante los ojos de la audencia de periodistas extranjeros,
la dimensión de la tragedia colombiana durante la ceremonia
inaugural, que no fue una fiesta sino un acto de angustia
contenida: "en los últimos años han caído en esta lucha miles
de colombianos humildes, al lado de jueces, policías,
soldados, funcionarios, periodistas y lo mejor de nuestra
jóven dirigencia".

La semana anterior al encuentro que inauguraba Gaviria, dos
jóvenes cronistas de El Espectador, un periódico al que las
noticias sobre el narcotráfico le han costado once muertos y
casi la demolición de su edificio con una carga de dinamita,
fueron acribillados en una población perdida al nororiente de
Antioquia. Julio Daniel Chaparro y Jorge Torres se
incorporaron con su sangre derramada a la lista de mártires
encabezada por el director de El Espectador, Guillermo Cano,
muerto por sicarios hace tres años, una noche cuando salía del
diario, tras cerrar la edición.

Y casi no hay lugar sin tragedia. El Tiempo de Bogotá tiene a
su Jefe de Redacción, Francisco Santos Calderón, secuestrado
desde hace seis meses, sin que exista noticia alguna de su
destino. Igual suerte corre Maruja Pachón de Villamizar.

Sesenta muertos en cinco años es el sacrificio de un
periodismo en el cual el ejercicio de la libertad de expresión
es un acto heroico que se puede pagar con la propia vida.

Un periodismo que mereció en Bogotá, al pie de sus rotativas y
salas de redacción, la solidaridad sin distancias de la prensa
mundial.

Cronistas o protagonistas

Daniel Samper Pisano vive en el exilio en la calle Colombia de
Madrid, España, cerca a la Plaza República del Ecuador. Quizá
su dirección madrileña sea parte de la nostalgia de colombiano
ausente.

Su ausencia forzosa es la consecuencia de los trabajos de
investigación periodística realizados durante largos años para
El Tiempo. Tras los reportajes llegaron las amenazas,
-amenazas de las peores- que en Colombia se cumplen, según
recordaba José Salgar de El Espectador. Samper estuvo en
Bogotá por breves días en la reunión de la carrera 13 y
criticó el protagonismo de la prensa colombiana.

La crisis política de Colombia ha llevado a la prensa a
desempeñar un rol que rebasa su función de ser un espejo de la
realidad para convertirse en protagonista. La prensa no debe
mezclar hechos con opiniones al dar la noticia. Ni siquiera
guiarse por supuestos propósitos altruistas, sino simplemente
presentar los acontecimientos de interés general, tal como han
sido captados, con precisión y objetividad.

La línea de un periodismo profesional, de hechos depurados,
fue reafirmada especialmente por directores de diarios de
éxito indudable como Juan Luis Cebrián de El País de España y
Jorge Lanata de Página 12 de Argentina.

Lo sencillo o heroico de la prensa es dar a conocer el
acontecer de una manera transparante. Los periodistas son
cronistas no protagonistas. Valga la cacofonía. (1C).
EXPLORED
en Ciudad N/D

Otras Noticias del día 12/Mayo/1991

Revisar otros años 2014 - 2013 - 2012 - 2011 - 2010 - 2009 - 2008 - 2007 - 2006 - 2005 -2004 - 2003 - 2002 - 2001 - 2000 - 1999 - 1998 - 1997 - 1996 - 1995 - 1994 1993 - 1992 - 1991 - 1990
  Más en el