âQué pachecoâ, decÃa Wilfrido GarcÃa mientras bebÃa un canelazo en El Tejar. Cuando se recuperó, su voz se unió al griterÃo: âLucio por la Patria, Lucio por la genteâ.
Diez minutos antes de las 10:00, en ese lugar se concentraban más de 1 000 personas, de la Amazonia y Esmeraldas. Para contrarrestar el intenso frÃo, algunos se cubrÃan el pecho y la espalda con la bandera tricolor, donde también estaba una foto de Gutiérrez.
GarcÃa salió el martes a las 24:00 en uno de los 20 buses que Sociedad Patriótica (PSP) puso a disposición de los esmeraldeños para que participaran en la contramarcha. âA mà no me pagaron nada por venir. Estoy aquÃ, porque el Presidente está ampliando la vÃa hacia Súa y creará una ecovÃa exclusiva para los triciclerosâ, comentó GarcÃa, presidente de la Asociación de Tricicleros de Tonsupa.
A las 10:15 y las filas ya comenzaban a moverse. La caminata hasta la calle GarcÃa Moreno duró 20 minutos y los manifestantes avanzaban apretados por la calle Chile, en un solo bloque desde El Tejar hasta la Plaza Grande.
Al llegar, los grupos se dispersaron y GarcÃa se perdió en el tumulto. Las telas rojas y verdes del partido de Gobierno, cubrÃan las cabezas de las más de 15 000 personas También se agitaban banderas amarillas y rojas del PRE.
A pocos metros, frente a la Catedral una señora repartÃa tiquetes a varios manabitas. Con estos podÃan reclamar su comida en la calle Venezuela. Ellos hacÃan la fila y gritaban: âesto no es pagado, es pueblo organizadoâ.
El otro frente de la marcha a favor del Gobierno se desplazó por la Venezuela. La vÃa, desde cinco cuadras antes de la BasÃlica del Voto Nacional hasta la Plaza de la Independencia, resultó estrecha para los simpatizantes del PSP .
Cientos de personas se concentraron frente a la fachada gótica del templo, acompañados por una suave llovizna mientras el termómetro marcaba 14 grados. Los estandartes del PSP eran agitados con vehemencia en medio de gritos a favor del Presidente.
Una cuadra al sur de la BasÃlica, el diputado de Pachakutik, Salvador Quishpe, caminó entre los manifestantes. De inmediato los periodistas y una parte de los simpatizantes de PSP lo rodearon para conocer por qué estaba allÃ.
Apenas Quishpe tuvo los micrófonos cerca, increpó al Gobierno por su tratamiento a los indÃgenas. Cuando terminó su declaración siguió hacia la otra manifestación.
A medida que la afluencia aumentaba (cerca de 20 000 personas), la cadena humana que encabezaba la movilización, se desplazaba una cuadra. Este paso lento se mantuvo hasta la calle Galápagos. Luego, arrancó una larga procesión con carteles multicolores. En las pancartas se anunciaba que habÃa delegaciones de casi todas las provincias, pero la mayorÃa llegó de la Amazonia y la Costa .
Doce funcionarios de la AGD portaban una tela blanca, de seis metros de largo. Ellos abrieron la protesta. En la tela decÃa: âLa AGD combate a la oligarquÃa corruptaâ.
También protestaban funcionarios del Ministerio de Bienestar Social, la Gobernación de Pastaza, el Municipio de Tena, las ligas parroquiales de Tungurahua, Azuay...
A las 11:40, Gilmar Gutiérrez, en una tarima frente a la Catedral, cuestionaba al Alcalde de Quito. âMoncayo es un malagradecidoâ, repetÃa. El Diputado negó que el Gobierno hubiera pagado a los manifestantes. Empero, en Benalcázar y Chile, cuatro militantes del PSP, repartÃan sándwiches y gaseosas. Muchos reconocieron que el partido de Gobierno pagó el transporte y la comida.
La concentración en la Plaza Grande y las calles del Centro convocó a unas 50 000 personas. Cerca del mediodÃa, varios artistas amenizaron la concentración. Hipatia Balseca abrió el espectáculo.
El dato
Un grupo considerable de personas recorrió las calles del Centro, pues la plaza de la Independencia estaba completamente llena .
Las marchas movilizaron a seguidores y opositores
La promesa de obras, el pago de una comisión por la presencia y el apoyo al Gobierno movilizaron a cientos de personas de ManabÃ, Los RÃos, Azuay, Santo Domingo, Chimborazo y Tungurahua para respaldar al presidente Gutiérrez. Aunque, en Ibarra marcharon en respaldo a la âMarcha por la democraciaâ.
Desde Los RÃos, 80 buses llenos salieron en la madrugadas. Unos 4 000 simpatizantes de Sociedad Patriótica partieron en buses intercantonales, interprovinciales y urbanos. Los dirigentes financiaron la movilización y la alimentación con aportes propios y de empleados públicos, dijo Gustavo Campi, del PSP.
En ManabÃ, el Jefe PolÃtico de Portoviejo informó que 320 carros se trasladaron la noche del martes a la capital. Se conoció que se ofreció pagar 15 dólares a cada persona para que respalde al Gobierno.
En Cuenca, el parque de San Blas fue el sitio de concentración de los simpatizantes del Régimen, la noche del martes pasado. Más de 10 buses esperaban a los manifestantes que llegaron aprovisionados con colchas y termos para mitigar el frÃo. Además, llevaron pancartas y banderas.
Ambato aportó para la marcha y anti marcha en Quito. El PSP ofreció enviar 74 buses, pero la fuerte lluvia de la madrugada mermó los ánimos. Cerca al parque industrial se comprobó la presencia de siete a ocho buses. Entre tanto, Patricio Mosquera, director de la ID, aseguró que partieron cinco buses con 200 personas para apoyar a la oposición.
Desde Santo Domingo, Orlando Benalcázar, del PSP, informó que 110 buses se contrataron en 5 000 dólares para llevar 4 000 personas. A los viajantes se les ofreció un seco de carne, sándwiches y colas. En cambio, 20 jóvenes de la Asociación Cristiana de Jóvenes viajaron con los militantes de Pachakutik en 17 carros.
Con una marcha y el bloqueo de la Panamericana, Otavalo protestó contra el Gobierno. Cerca de 350 personas, entre trabajadores municipales, estudiantes, indÃgenas y vecinos desfilaron pese a una pertinaz lluvia. 100 comerciantes minoristas se sumaron más tarde. Varias redacciones
El presidente Lucio Gutiérrez se mantiene en su libreto
El Presidente sintió ayer el respaldo de simpatizantes y desechó rectificar como exige la oposición
Al presidente Lucio Gutiérrez le funcionó ayer la estrategia polÃtica y militar. La Plaza Grande estuvo cercada de âconsertinasâ y francotiradores, repleta de un público que vino desde las provincias, traÃdo por las delegaciones de Sociedad Patriótica (PSP), y con una gigantesca marcha de oposición que pasó a tres calles de distancia casi, sin sentirse desde Carondelet, lo cual sin duda revitalizó el semblante del Mandatario.
AsÃ, Gutiérrez tuvo todas las garantÃas para hablar más de una hora a la intemperie y dejar en claro de que su gobierno es un hueso duro de roer. âSi ustedes, pueblo, no estuvieran aquÃ, los que atentan contra la democracia hubieran venido cobardemente al Palacio de Gobierno, para tomarse el poderâ, dijo.
Su discurso fue una buena demostración de populismo: alto en demagogia, compasivo con los pobres y plagado de vicios de dicción. También se le fueron frases machistas y hasta homofóbicas cuando, con sorna, hablaba de los âamaneradosâ que apoyan a los grupos de poder que dice combatir; asà como aquellos que âse hacen la cirugÃa plástica y se tiñen el pelo pero que por adentro apestan y están carcomidos por el odioâ.
Gutiérrez sabÃa adónde tenÃa que llegar y eso le dio ciertas ventajas. No se desamparó de sus crÃticas a la âoligarquÃa corruptaâ, a la cual relaciona con el grupo Febres Cordero. Casi, como en estribillo, repitió que la persecución a su Gobierno es porque está cobrando las deudas a los grandes grupos de poder: una hipótesis que no suelta desde octubre, cuando tuvo que defenderse del fallido juicio polÃtico en su contra. âPor eso me llaman dictador, porque les estamos poniendo en el banquillo a esos miserablesâ.
Sus ideas fueron tan recurrentes que hasta tuvo, en más de una ocasión, que levantar la atención de una audiencia apática, donde solo gritaban y agitaban banderas quienes se encontraban al pie de Carondelet. Prometió, entonces, no subir el gas, no importar productos agrÃcolas y alentar a la gente para que haga deporte.
El hecho de que su intervención se produjera después de la del alcalde Paco Moncayo, también le benefició. Básicamente, porque captó la atención de los medios que esta vez, a diferencia de lo que pasó en Guayaquil, el 26 de enero, dieron igual cobertura al Gobierno y a la oposición.
Las cámaras generaron una amplia tribuna para que Gutiérrez, en lugar de analizar los mensajes de alerta de la marcha en su contra, descalifique la propuesta de Moncayo de crear la comisión de notables para elegir una nueva Corte Suprema â¿Dónde estaban los grupos progresistas cuando se robaron la plata del pueblo? Ahora solo han quedado para ser cola de leónâ.
Con esos elementos a su favor, para el Régimen la única salida válida a la crisis jurÃdica es la consulta popular y la responsabilidad de que ésta se concrete no está en sus manos sino en los diputados. El Presidente supo marcar bien su territorio, se declaró inocente del posible fracaso de su propuesta, dentro del Legislativo y reiteró estar abierto a dialogar con la oposición.
Quito respondió masivamente en las calles
La movilización liderada por el alcalde Moncayo fue multitudinaria. Millares de ciudadanos independientes expresaron su rechazo al Régimen.
El zanquero sonreÃa cÃnico, vestÃa traje militar, tenÃa una banda presidencial tricolor plástica y llevaba un bigote recortado a lo Hitler. Otro hombre, que lo doblaba en estatura y vestÃa la bandera de EE.UU., lo apretaba del cuello. âSoy el poder gringo, compré al Presidente, les compré petróleo y todo lo manejo porque soy justoâ, decÃa convencido Washington Mancero, teatrero del grupo Eclipse Solar, y no dejaba de sacudir con violencia a su sometido, el cual tampoco paraba de sonreÃr.
Los dos caminaban mezclados entre banderas de Ecuador y millares de personas en la Marcha por la Democracia y contra la Dictadura, y arrancaban palmas al ascender por la empedrada calle Montúfar del centro de Quito hasta la Plaza de San Francisco.
El alcalde de Quito, Paco Moncayo, avanzaba atrás, a unos 500 metros, mojado, con terno azul y tomado del brazo por su esposa Martha. Desde los balcones lo vitoreaban y le arrojaban pétalos. Encabezaba el grueso de la manifestación que partió desde San Blas, a las 11:58, pese a la garúa, con una convocatoria de 130 000 a 150 000 personas.
Boris Velásquez, de 18 años, lo miraba indiferente. Participaba en la movilización, solo âporque estoy en contra de todas las tiranadas de Lucioâ. El estudiante de un colegio fiscal de Quito llevaba una camiseta negra con una leyenda anti-nazi y una cruz esvástica roja atravesada con un sÃmbolo de prohibido. âEl nazismo destroza los valores de las personas; el Lucio es un dictadorâ, decÃa y gritaba eufórico los estribillos de los marchistas:
âQue llueva, que llueva, Quito no se ahue...â. âLu-cio, fuera; su-cio, fueraâ. âEl que no salta es Lucioâ.
Entre brincos, otro independiente de camiseta negra y cabello largo, Alejandro Cruz, rociaba un insecticida a los policÃas blindados en cada esquina de las 14 cuadras del recorrido, donde se impedÃa el acceso a Carondelet.
âTodos son una sarta de bichos y aquà llevo este insecticida para acabar con esta plagaâ, aseguraba. âNo soy de ninguna organización, represento al que esté en contra de todo este abusoâ.
En pancartas de colores, las fotografÃas de Guillermo Castro, presidente de la Corte Suprema; Enrique Ayala Mora, diputado socialista, entre otras, también hicieron el recorrido. Y, al igual que Moncayo, subieron a la tarima.
El diputado de Pachakutik Antonio Posso portó, por segundos, la pancarta del titular de la Corte. âPichi Castro, deudor de la AGD, falsoâ, decÃa el afiche. Posso sonrió, incómodo, y rápido entregó a otro manifestante la foto de su yerno. âSocio-listoâ titulaba el afiche de Ayala.
La marea humana superó las expectativas de la Izquierda Democrática (ID), que intentó figurar. Pero la silbatina al diputado de la ID, Guillermo Landázuri, fue ensordecedora en la Plaza.
âDemocracia sÃ, dictadura noâ, gritaban los marchistas; muchos de ellos desilusionados porque llegaron tarde y no escucharon el discurso del alcalde Moncayo ni corearon el Himno a Quito, cerca de las 13:40. A esa hora, la Plaza estaba llena y la marcha se extendÃa hasta la avenida Patria, es decir a 12 cuadras más de lo previsto.
âNo queremos Corte / de Lucio y de León / queremos una Corte / de todo el Ecuadorâ, se escuchaba en la Plaza, la cual era custodiada por 500 policÃas que impedÃan el acceso al Palacio de Carondelet, ubicado a dos cuadras.
âDe Quito no se burlanâ y âVamos al Palacioâ eran los gritos de los participantes, que eran observados por francotiradores del GIR y filmados por policÃas de élite que transmitÃan todo en directo, por una antena portátil, instalados (los agentes y la parabólica) en la azotea del esquinero hostal de las calles Cuenca y BolÃvar.
El respaldo de las FF.AA. al Régimen fue evidente. En San Blas, a las 11:30, dos camarógrafos de la FAE grababan la manifestación. Otro militar lo hacÃa desde el balcón de la Dirección de Movilización. Alexis Ponce, de la APDH, considero aquello una provocación.
TenÃa argumentos: el helicóptero MI del Ejército pasó rasante por la Alameda, sacudió los árboles, y exacerbó los ánimos de los manifestantes. Luego, policÃas intentaron ingresar a San Francisco montados en caballos y fueron sacados a palazos. Quien sà llegó entre palmas fue un monigote verde con tres cabezas: las de Gutiérrez, Noboa y Bucaram.
El meollo
La población superó las expectativas de los organizadores de la marcha por la Democracia y contra la Dictadura. La asistencia fue masiva.
El libreto de la Izquieda Democrática absorbió a Moncayo
De inicio a fin, la Izquierda Democrática (ID) tomó la batuta de la marcha de Quito. Contra todo pronóstico, Rodrigo Borja, su lÃder histórico, se olvidó de su retiro y se unió al alcalde Paco Moncayo, al prefecto Ramiro González y al diputado Guillermo Landázuri, quienes guiaron a la multitud hasta San Francisco.
A excepción del ex ministro Fausto Cordovez, el ex presidente Sixto Durán y el comerciante Blasco Peñaherrera, la vanguardia de la marcha era naranja. Concejales y diputados caminaban protegidos por un cordón humano que no permitÃa que nadie accediera a la cabeza de la protesta. A tal punto llegó el resguardo, que Gilberto Talahua, coordinador de Pachakutik, debió unirse a empellones. Por ello, el resto de organizadores formó otras lÃneas de liderazgo a lo largo de la Montúfar.
Tan evidente fue el protagonismo de la lista 12, que el diputado socialcristiano Luis F. Torres, quien tomó parte de la caminata, dijo que la ID se âaprovechó polÃticamente de una marcha cÃvicaâ.
Solo en la tarima el resto de convocantes pudo unirse a la dirigencia naranja, aunque sin la posibilidad inicial de expresarse: el libreto decÃa que solo Moncayo podÃa hablar.
Ante la atenta mirada de Borja y la dirigencia de la ID, vocalizó un discurso iracundo contra la mayorÃa
âinstitucionalâ, la actual Corte y, sobre todo, en contra de Lucio Gutiérrez.
En efecto, el Presidente fue la piedra de toque del breve discurso de Moncayo. âEste pueblo de Quito... dice basta ya, basta a la corrupción, al cinismo, al oportunismo, a la groserÃa, a la incapacidadâ. En suma, Moncayo rearticuló el discurso opositor que el bloque legislativo de la ID ha repetido en el Congreso, junto a sus socios: Pachakutik y PSC.
Por último,lanzó una advertencia a los tres poderes del Estado, en el caso de que no reformen la Ley Orgánica de la Función Judicial para cambiar a la actual Corte: âEl pueblo, con está marcha, está enviando un mensaje muy claro al Presidente, al Congreso y a las Cortes: No más de lo mismo... queremos a nuestro paÃs, vamos a luchar por élâ.
Pero la brevedad del discurso de Moncayo terminó por desesperar a la multitud, por lo cual se vio obligado a ceder la palabra al resto de presentes. Fue ahà que la ID palpó que la masiva asistencia no es un cheque en blanco. Cuando tomó el micrófono su presidente, Guillermo Landázuri, la música de viento de la gente abrevió su intervención... querÃa escuchar voces nuevas...
El Palacio se volvió una gran trinchera polÃtica
Cuando el Presidente salÃa al balcón no dejaba de sonreÃr. Sus Ãntimos creÃan que la marcha de apoyo convocó a más.
Ayer el presidente Lucio Gutiérrez no estuvo ni un momento solo.
La puerta giratoria del Palacio de Carondelet, resguardada por los militares, sonaba una y otra vez. Llegaban los ministros, autoridades de Gobierno y amigos cercanos.
Unos madrugaron más que otros. Antes del mediodÃa ya estaban junto al Mandatario el canciller Patricio Zuquilanda, el ministro de Vivienda, Bruno Poggi; la ministra de Comercio Exterior, Ivonne Baki. No faltaron el secretario General de la Presidencia, Carlos Pólit, y el de Comunicación, Iván Oña, quien dijo a los periodistas que el Ejecutivo no tuvo ninguna responsabilidad en los problemas con la señal de radio La Luna.
No faltó uno que otro ministro que dijo haber organizado a muchas personas para la marcha de apoyo. El titular de Agricultura, Leonardo Escobar, declaró que el martes fue a Guayaquil âa ver a mi gente agropecuariaâ.
En un tono eufórico y agitando sus brazos reiteraba que âno permitiremos que nos roben lo que el pueblo eligióâ.
El ministro de Bienestar Social, Antonio Vargas, llegó a las 10:00. También se atribuyó la llegada de algunas personas. âEs gente de las comunidades indÃgenas. Y entre ellos también están compañeros que conoció el presidente Gutiérrez el 21 de eneroâ.
Un personaje que atrajo las miradas fue el gerente de la Agencia de GarantÃa de Depósitos, Carlos Arboleda. Ãl se subió a la tarima y parecÃa que se preparaba para la guerra. Aunque lucÃa un sobrio terno oscuro habÃa pintado sus mejillas con lÃneas negras, parecidas a las que usan los soldados cuando se preparan para el combate.
En todo este desfile de respaldos no faltaron ni los diputados. Se vio a Alejandro Cepeda y a Vicente Olmedo.
Junto a ellos llegó el ex legislador socialcristiano Luis Almeida, quien hizo su propia evaluación sobre la marcha.
Su percepción fue que la movilización en apoyo al régimen es cuatro veces más grande que la convocada por el Alcalde de Quito.
Llegar a la Presidencia era difÃcil. Un fuerte cordón policial lo impedÃa. Para funcionarios del Ejecutivo, como el presidente del Consejo Nacional de Electrificación, Rubén Barreno, no les resultó complicado. âSomos del Gobierno y eso nos facilita el ingresoâ, decÃa, mientras esperaba a que le canjeen su credencial por otra que le dé acceso al despacho del Presidente. A su lado también aguardaba Milton Ordóñez.
No solo los funcionarios de Gobierno llegaron a expresar su apoyo a Gutiérrez. VÃctor Hugo Sicouret, vocal del Tribunal Constitucional, también fue parte del grupo que no dejó solo al Presidente. Y mientras paseaba por el pasillo de la Casa de Gobierno reiteraba que no es viable la propuesta de la Asamblea de Quito de que un grupo de notables dé viabilidad a los cambios en la Corte Suprema de Justicia.
âEl mamotreto que tiene elaborado Paco Moncayo y su combo no es posible. No hay forma constitucional de quitarle al Congreso la facultad de designar a los magistrados. Por eso la única alternativa es la consulta popularâ.
A las 15:30, el Presidente volvió a aparecer en el balcón (lo hizo tres veces, en la mañana y en la tarde ) . Al ritmo de la canción â¡Ay! mi conejitoâ¦â aplaudÃa y movÃa el cuerpo. A su lado una mujer guapa, de cabello largo, lo acompañaba todo el tiempo.
Los allegados a Gutiérrez dijeron que era Carla Lima, ex reina de Guayaquil. Ella, junto a Iván Oña, siempre estuvieron cerca del Mandatario.
Para resguardar la integridad del Jefe de Estado, por lo menos, estaban cinco hombres de seguridad, vestidos con terno oscuro y con audÃfonos en sus oÃdos.
A este número hay que sumar la infinidad de militares que también se encargaban de la seguridad. Por cierto se acercaron presurosos a los balcones del Palacio cuando en el escenario estaban grupos musicales femeninos que llevaban poca ropa.
Fue un dÃa en el cual el Presidente no dejó de sonreÃr, en sus apariciones públicas. Quienes estuvieron cerca de él señalaron que la marcha fue el ambiente propicio para que entre los ministros y asesores empezara a tomar fuerza la idea de que âcon esta marcha vamos a la reelecciónâ...
En la frÃa tarde, la euforia habÃa bajado de tono. La presencia del locutor Pato Borja les animó.
El dato
En Carondelet, sin percatarse de la masiva marcha en contra del Régimen, hablaban de una posible reelección al ver la Plaza Grande llena.
La PolicÃa y el Ejército blindaron Carondelet
El centro de Quito ayer amaneció blindado. Mientras en el norte y el sur de la ciudad habÃa calma, al llegar a las calles aledañas al sector el panorama cambiaba súbitamente: aparecÃan âconsertinasâ de con afiladas púas, vallas de metal, carros antimotines, centenares de policÃas armados hasta los dientes, caballos, perros... ParecÃa la antesala de un campo de batalla.
En el cielo los helicópteros de la PolicÃa y de las Fuerzas Armadas sobrevolaban a baja altura, atemorizantes.
Ocho cuadras del centro fueron bloqueadas para impedir que cualquier persona pueda pasar a la calle Guayaquil y echar al traste el operativo de seguridad. Por decisión de la fuerza pública, esta arteria se convirtió en el territorio neutral de las marchas en contra y a favor del gobierno de Lucio Gutiérrez.
Por eso, a diferencia de otros sectores del casco colonial, varios negocios estaban abiertos, aunque los clientes nunca llegaron. Restaurantes y cabinas telefónicas atendÃan a los escasÃsimos compradores que aparecieron en la mañana y en la tarde. En su mayorÃa era miembros de la PolicÃa, que estaban apostados a lo largo de ocho cuadras.
Los agentes llegaron al centro desde las 04:00. La orden de sus superiores, con el general Jorge Poveda a la cabeza, era no dejar pasar a ninguna persona por las calles transversales y desviar a las movilizaciones por la calle Montúfar (para los opositores al presidente Lucio Gutiérrez) y por la Venezuela (a los simpatizantes del Régimen).
Los 5 000 uniformados que participaron en el operativo se desplegaron en varios lugares: Corte Suprema de Justicia, Consejo Nacional de la Judicatura, Banco Central y Santa Prisca. Piquetes de 15 a 30 policÃas se ubicaron en cada calle que conducÃa al centro.
Buena parte de uniformados fue colocada en sitios considerados de alto riesgo: como la intersección de las calles Montúfar y Guayaquil, en la Plaza de la Independencia, Plaza del Teatro, de Santo Domingo y de San Francisco. Ahà también fueron estacionados los carros antimotines, los canes adiestrados y los miembros del Grupo de Equitación y Remonta de la PolicÃa.
En las esquinas más próximas al Palacio de Gobierno los anillos de seguridad se reforzaron. En los alrededores de Carondelet no solo habÃa âconsertinasâ de púas y vallas, sino que fueron colocados soldados del Ejército (quienes fungÃan como francotiradores) y que estaban ubicados en el techo de edificios.
Ellos eran los únicos uniformados armados. Por las calles otros caminaban con metralletas. Mientras que los policÃas, por una decisión de la Comandancia, portaban gases lacrimógenos, toletes, chalecos antibalas e impermeables verdes. Por eso, el carro de abastecimiento, un automóvil gris sin placas de la PolicÃa, circulaba, a lo largo de la calle Guayaquil, a la espera de que los agentes necesiten más cargas de bombas lacrimógenas.
Hasta las 15:00, no necesitaron entregar ninguna carga adicional.
Cerca de la Plaza Grande, los uniformados también controlaban el ingreso de personas armadas a la manifestación de Sociedad Patriótica. âNo queremos que ningún infiltrado, dañe el operativoâ, dijo uno de los oficiales a cargo de uno de los grupos.
Los equipos de militares se encontraban regados en los alrededores de la Plaza Granda. Unas cuadras más al sur, en Santo Domingo y San Francisco, zona de concentración de la Marcha de la Democracia solo habÃa agentes de la PolicÃa Nacional, que cumplÃan la misma tarea que el Carondelet: chequear y observar a los marchantes.
Hasta el cierre de esta edición, el operativo de la PolicÃa cumplió al pie de la letra su objetivo: evitó enfrentamientos entre la marcha contra el Gobierno y los militantes oficialistas e impidió que grupos de la oposición lleguen hasta Carondelet con su protesta.
Para evitar los posibles conflictos, los policÃas colocaron pancartas en lugares estratégicos del Centro Histórico.
Ayer, el comandante de la PolicÃa, general Jorge Poveda, sostuvo que su misión era mantener la calma: âHago un llamado a todos los que van a marchar para que acojan este mensaje conciliador para que al finalizar la jornada no haya nada que lamentarâ. Poveda hizo esa declaración un dÃa después de que varios sectores de oposición al Gobierno protestaron por el cambio sorpresivo de la ruta, que la vÃspera anunció Poveda.
El dispositivo
La altura hace estragos La Cruz Roja reportó dos personas desmayadas en la marcha a favor del Gobierno. Según los socorristas, ellas sufrieron estragos por la altura de Quito. Ambas habÃan llegado desde provincias de la Costa a la ciudad.
Dos naves volaron Aunque los sobrevuelos en Quito fueron prohibidos, dos helicópteros (uno de la PolicÃa y otro del Ejército) volaban por encima de los marchantes. Según la PolicÃa, las operaciones de vuelos aéreos fueron para mantener la seguridad.
El resguardo policial En el operativo oficial participaron 5 150 policÃas. Ellos tuvieron el apoyo de 45 patrulleros, 16 buses, siete ambulancias, 27 carros antimotines y cisternas y 14 camiones nuevos. También participaron miembros de la Unidad de Equitación y Remonta, con sus equinos, y canes adiestrados. Todos estuvieron en el centro.
Los gremios tuvieron una activa presencia en las calles quiteñas
Los directivos de la Cámara de Comercio de Quito empezaron ayer su jornada desde muy temprano.
A las 05:00, Fernando Santos Alvite ya estaba en pie de lucha. Y no es que querÃa marchar desde esa hora en contra del Gobierno sino que fue invitado por varios medios de comunicación. Blasco Peñaherrera Solah, presidente de esta organización, también tuvo una rutina parecida.
En el edificio de las Cámaras, al norte de Quito, en donde están las oficinas de los principales gremios, no se veÃa gran actividad alrededor de las 10:30.
Los pisos cuatro, cinco y seis fueron los únicos en los cuales se observó a personas con camisetas amarillas que decÃan Ecuador con letras azules y que se preparaban para protestar en contra del Gobierno. Era personal de la Cámara de Comercio de la capital.
Se conoció que las prendas de vestir eran cortesÃa del propio gremio, el cual habÃa mandado a confeccionar 2 000.
En el resto de pisos no habÃa ninguna actividad. En la Cámara de Industriales de Pichincha los empleados trabajaron normalmente. Y tal como en dÃas anteriores, el presidente de esta organización, Roberto Peña, no quiso pronunciarse. Sus empleados no habÃan recibido instrucciones para participar en las movilizaciones, pero tampoco existÃa la disposición de que no lo hicieran.
La Cámara de la Pequeña Industria tuvo una activa participación de la multitudinaria marcha por el Centro Histórico. Patricio Ãgüez, el dirigente principal, partió desde San Blas, llegó hasta San Francisco, luego bajó a Santo Domingo, donde agitaba una pequeña bandera tricolor. Los agremiados marcharon con disciplina y gritando las consignas en contra del Régimen.
900 uniformados controlaron las vÃas sin mayores contratiempos
El control en las carreteras de acceso a Quito continuará hasta que los buses que llegaron a la ciudad salgan. El operativo que comenzó la tarde del martes contó con la participación de más de 900 uniformados de la Unidad de Tránsito de Pichincha, entre los cuales estaban 45 oficiales. Ellos contaron con la ayuda de 26 motos, cinco grúas y 700 patrulleros en la urbe.
Lo agentes fueron ubicados en sitios estratégicos de las carreteras de ingreso y salida de la ciudad, para controlar la entrada de los autobuses y evitar la presencia de pasajeros armados. Según el registro de la PolicÃa, hasta las 12:00 de ayer entraron a la capital 450 buses por el sur y 240 por el norte. El jefe de Tránsito de Pichincha, coronel Gonzalo Cabezas, indicó que estima que llegaron unos 700 buses con partidarios del Gobierno.
El incidente más grave fue el choque de uno de esos buses con un tráiler. El autobús era de la cooperativa Ejecutran, de placas PZI-02. El vehÃculo transportaba a un grupo de simpatizantes de Sociedad Patriótica. El accidente se produjo en la avenida Manuel Córdoba y Galarza. Tres de los pasajeros resultaron heridos y fueron hospitalizados.