Cuando los cancilleres concluyeron el debate del documento para que lucieran otra vez la retórica los presidentes sudamericanos en la Cumbre de Guayaquil, Heinz Moeller rompió fuegos contra la política estadounidense: entre la pirotecnia verbal del ministro ecuatoriano, que recogió ese día el cable internacional, recuerdo su confesión de que se sentía encorvado por tanto golpe en la espalda que recibía al término de cada visita a Estados Unidos. Las declaraciones de Moeller fueron solo el abrebocas para lo que vino después, con las intervenciones de los mandatarios, como fuego cruzado contra el FMI, la globalización, el neoliberalismo, los subsidios agrícolas y el proteccionismo de Estados Unidos…
Veinte años atrás, pronunciamientos antiestadounidenses como los escuchados los días anteriores eran solo una marca de fábrica de la izquierda radical en América Latina. Tal vez, en tiempos de oscuridad como los actuales, todos los gatos aparezcan pardos; pero es evidente que ese discurso está ahora, también, en la punta de la lengua de personajes de la extrema derecha. La unanimidad, sin embargo, induce al ejercicio de la sospecha.
La crudeza de la realidad se encarga de reducir la dimensión de los alardes verbales. Las palabras no reducen el juego de intereses y dependencias en el mercado internacional. Este momento, el destino de las economías de Argentina, Uruguay y Brasil se halla en manos del FMI. Después de la quiebra argentina, el contagio de la crisis financiera saltó a Uruguay y sobresaltó la moneda brasileña, que pierde valor frente al dólar.
El secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Paul O"Neil, provocó un pequeño escándalo con sus declaraciones de que las autoridades latinoamericanas desvían recursos del FMI a cuentas en los bancos suizos. Sin embargo, en estos mismos instantes, O"Neill se encuentra en Brasil y visitará otros países del Cono Sur en busca de respuestas ante la grave crisis regional.
Uruguay acaba de conseguir una ayuda emergente inusitada de $ 1500 millones. Ayer se esperaba que el Congreso terminara la aprobación de la ley para reprogramar la entrega de depósitos a plazo fijo en los bancos estatales, un "corralito" parcial hasta por tres años; parte de la ayuda irá a un fondo para asegurar la estabilidad bancaria. Argentina finca también sus esperanzas de salir del colapso en la ayuda financiera del FMI.
Ciertamente, se pueden achacar responsabilidades de la crisis a los organismos multilaterales y a la política estadounidense. Pero el rato de los ratos, esos desfogues verbales sirven de poco y ocultan cada vez menos la responsabilidad de los propios países, la corrupción y el alegre manejo político de los gobiernos y las elites.
Con la retórica antiestadounidense, no se aplaca la crisis. Un informe de la Cepal anuncia que América Latina entra en una etapa de recesión; este año reducirá el crecimiento en un 0,8%.
Lo importante es hallar soluciones propias para que los países dependan menos de los desembolsos de los organismos multilaterales. Pero, ¿no es necesario poner primero la casa en orden, como aconsejan esos organismos? ¿O los fuegos de artificio de los discursos sustituyen esta obligación?
EXPLORED
en Autor: Diego Araujo - [email protected] Ciudad Quito

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