Guayaquil. 28 ene 99. Ciertamente el año de 1998 y los
primeros meses de 1999 se recordarán como un período de crisis
bancaria, cuyas manifestaciones si bien varían en el
tratamiento brindado por las autoridades tienen como origen
común la creciente iliquidez producto del deterioro económico
del país y el cierre de líneas de crédito del exterior.

En esta etapa los métodos utilizados para hacer frente al
problema han sido medidas duras como las liquidaciones, o más
suaves y menos traumáticas para los depositantes como la
reestructuración o el saneamiento.

El Viernes Santo del 10 de abril del año anterior, fecha en
que la Junta Bancaria resolvió la liquidación de Solbanco,
bien puede marcarse como un inicio de este período y el factor
decisivo en este caso, fue la incapacidad del banco de cumplir
sus obligaciones con el público debido a la deuda pendiente
que el Estado mantenía con la institución por el
financiamiento del programa de vivienda Un Solo Toque.

Entre los casos que le siguieron este fue el más afortunado,
ya que la decisión de sus clientes de capitalizar sus
depósitos y convertirse en nuevos accionistas de la entidad
permitieron a Solbanco revivir casi seis meses más tarde,
concretamente el 7 de octubre de 1998.

Tras el cambio de gobierno y antes de que la rehabilitación de
Solbanco se concrete, otro problema ensombreció el panorama
financiero y sembró el desconcierto entre la población. El 24
de agosto de 1998 Banco de Préstamos entraba en un proceso de
liquidación.

En este caso una posible rehabilitación está pendiente pero
solo se conocerá el resultado el 31 de marzo de 1999.

Aparición de la AGD

Tomando como experiencia el episodio vivido y con el fin de
evitar nuevos sobresaltos, la nueva administración bosquejó
métodos distintos para afrontar los problemas bancarios
mediante la Ley de Reordenamiento Económico en el área
tributario y financiera.

Por un lapso de tres años esta ley garantiza la totalidad de
depósitos del público en las entidades en crisis y no solo los
2.000 UVC que antes se pagaban a los clientes de las entidades
que entraban en liquidación; la creación de la Agencia de
Garantía de Depósitos (AGD) y la posibilidad de reestructurar
el sistema financiero con el control de la nueva entidad.

La primera actuación del organismo se evidenció por primera
vez en Filanbanco el 4 de diciembre de 1998, cuando bajo la
figura de reestructuración asumió el control administrativo de
la entidad y castigó las acciones de sus antiguos
propietarios.

Por el tamaño del banco, hasta el momento esta ha sido la
única entidad que continúa atendiendo al público.

Le siguió el Banco Tungurahua, que si bien inicialmente
mantuvo abierta sus puertas y solo fue sometido a un proceso
de reestructuración, quince días más tarde, el 30 de diciembre
de 1998, entró en saneamiento lo que implica la suspensión de
actividades.

El mismo día la Junta Bancaria resolvió además igual
tratamiento para la Mutualista Previsión y Seguridad.

Con el nuevo año las noticias no cambiaron y el miércoles 13
de enero de 1999 Financorp, que días antes había anunciado su
fusión con Finagro, asimismo entró en saneamiento para
sorpresa de sus clientes.
En menos de una semana, el lunes 18 de enero, el segundo
protagonista de la fusión también se vio inmerso en un proceso
de saneamiento, al igual que el Banco del Azuay, que sin haber
obtenido autorización alguna por parte de la Superintendencia
de Bancos decidió cerrar sus puertas ante la incapacidad de
cumplir con sus obligaciones.

Hasta el momento todas estas entidades están bajo el control
de administradores temporales en representación de la AGD;
empero, los recursos de sus clientes, a excepción de aquellos
de Filanbanco, la única institución que se mantiene operando
en el sistema, no han sido devueltos frente el desconcierto de
la ciudadanía.

De por medio solo existe un pronunciamiento oficial del
Superintendente de Bancos, Jorge Egas Peña: "Las noticias
sobre cierres de bancos disminuirán".

Perspectivas del sector financiero

Desde 1995, a raíz del conflicto bélico con el vecino Perú, la
economía ecuatoriana viene enfrentando una serie de
dificultades que han tenido un impacto igualmente negativo en
el crecimiento económico y en el desenvolvimiento normal del
sector real y del sector financiero de la economía
ecuatoriana. En 1998, estas dificultades se vieron agravadas
por los efectos del fenómeno de El Niño y la baja del precio
del petróleo en el ambiente interno y en el ambiente externo
por las crisis financieras de los tigres del Asia y del
gigante Brasil. Es allí cuando los síntomas de debilidad del
sistema financiero aparecen. Y es que el sistema financiero,
en toda economía, es el fiel reflejo de las condiciones de la
misma, porque allí convergen los resultados positivos o
negativos de las condiciones económicas de un país.

La teoría económica sugiere que la existencia de un sistema
financiero sólido es necesaria para que se apliquen programas
económicos exitosos encaminados a reducir los niveles de
inflación y de tasas de interés y por esa vía alcanzar un
crecimiento económico. Por el contrario si el sistema
financiero de un país es débil, cualquier shock externo e
interno expondrían al mismo severas crisis que le llevarían a
la economía de ese país a vivir una mayor crisis.

Un sistema financiero sólido y saludable, se lo logra a partir
de instituciones ética y eficientemente manejadas, que
observen un cumplimiento estricto del marco legal y
regulatorio de sus operaciones, que tienen un patrimonio
técnico suficiente que soporta holgadamente su nivel de
activos de riesgo y el crecimiento esperado. Y por supuesto,
para un sistema financiero sólido se requiere que la
supervisión externa sea oportuna, rígida y equitativa para
todas las instituciones que lo integran, que sancione y
corrija oportunamente los desvíos que se observen dentro de
las entidades supervisadas.

En este entorno debemos preguntarnos: ¿Es nuestro sistema
financiero ecuatoriano sólido? ¿No estaremos a las puertas de
una crisis financiera generalizada?

La respuesta no es fácil, las autoridades nos han indicado que
no se esperan más crisis, ya que el sistema financiero
ecuatoriano cuenta con bancos sólidos y bien administrados,
aun cuando también existen otros que como cualquier otra
empresa industrial, comercial o de servicios cuando es mal
administrada, atraviesan dificultades y tienen que someterse a
curas financieras de distinta índole para poder sobrevivir.
Allí es cuando aparece la AGD a proteger los intereses de los
ahorristas, no de los accionistas o administradores.

El temor de que exista una crisis financiera generalizada no
desaparecerá por completo si no se ve que la economía del país
empieza a ordenarse, si no se ven los resultados concretos de
la tan ansiada reactivación económica para que las empresas,
muchas de las cuales están sobreendeudadas, puedan colocar sus
productos en los mercados locales e internacionales y de esa
manera generar los ingresos suficientes para que puedan honrar
sus deudas. El gobierno ya propuso, y el Congreso ya aprobó,
la Ley de Reordenamiento en materia económica, que crea un
mecanismo de reestructuración de los pasivos de las empresas
para extender plazos y flexibilizar las condiciones de
interés.

Es verdad que el nivel de cartera vencida de los bancos ha
crecido, pero hay que mencionar también que el nivel de las
provisiones que cubren las posibles pérdidas para esa cartera
también se ha incrementado sostenidamente los últimos años.
Esto protege al sistema financiero y lo ha hecho menos
rentable pero más solvente. (Texto tomado de El Universo)
EXPLORED
en Ciudad Guayaquil

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