Quito. 24 ene 99. Pavel Calahorrano, fotógrafo de HOY, me
miró decepcionado. "¿Y esta porquería es el famoso hito?", me
reclamó indignado.

Yo también me contrarié: estábamos parados en plena selva, en
el sector de Lagartococha (frontera noroccidental del Ecuador
y del Perú), sin hamaca ni colchones, ni comida caliente, y
frente a un pequeño obelisco de 80 centímetros de altura, cuya
protocolización definitiva era la causante de un amplio
despliegue informativo.

Pero Pavel y yo no teníamos muchas ganas de recordar la
trascendencia histórica del acto. Eran ya las 17h00 del
domingo, junto a otros 30 periodistas ecuatorianos, estábamos
bastante ocupados pensando cómo rayos dormiríamos allí, en
plena selva, en uno de los puntos más remotos de nuestro
Ecuador.

Aunque, ni siquiera estábamos en Ecuador, sino en Perú, porque
el hito, denominado "Nacientes", colocado el 2 de enero de
1946, está ubicado en territorio peruano. Nuestra posición
exacta estaba labrada en el hito: cero grados, one minutos 32
segundos de latitud sur, y 75 gados treintaiséis minutos y 40
segundos de longitud oeste.

El punto ecuatoriano más cercano se encuentra a 300 metros de
ahí. Se lo bautizó "Germán Páez" (en honor de un soldado
ecuatoriano que perdió una pierna por pisar una mina), y no es
otra cosa sino un terreno con capacidad para recibir dos
helicópteros "Puma". Fue despejado en tres días, a punta de
machete y motosierra, por 30 soldados al mando del sargento
José Ramos. No hay "sleepings" ni colchones, ni servicios
básicos. Apenas se supervive con una cocineta de gas, un fusil
y un corazón sudoroso.

Algunos periodistas prefirieron quedarse a dormir en el
"Germán Páez", pero otros, la mayoría, fuimos en pos del hito.
Al llegar, conscriptos peruanos se ocupaban de armar, con
madera de chimbillo y hojas de palma, cuatro covachas, sin
paredes, para el acto del lunes siguiente. En una ellas, una
mesa roja se adornaba con banderas de Ecuador y Perú; ahí los
presidentes firmarían la protocolización del hito.

Los soldados se molestaron un poco cuando nosotros nos
lanzamos hacia la mesa y las covachas. Pero el ímpetu -por no
decir la desesperación- con que buscábamos un sitio para
dormir fue tanto que los peruanos retiraron las banderas y nos
dejaron la mesa, que terminó en poder de Guillermo Granja,
fotógrafo de Reuter, quien ganó la carrera de "el que llega
primero se la lleva". El resto dormiría en el piso, con
huellas de lodo con olor a árboles recién cortados y agua
estancada.

"Esta será una noche larguísima", me comentó Pavel mientras
abríamos unos enlatados, al tiempo que nos iluminaban los
reflectores de las cámaras de televisión, que atraían
coleópteros a la comida. Los grillos, los búhos y los sapos ya
hacían ruido por los alrededores.

Mientras abría un paquete de galletas de avena, se acercó
Gilmer Manivar, un conscripto peruano de 18 años, hincha del
popular Cristal y oriundo de la región norteña de Marañón.
Gilmer ya había cumplido cinco "maizales" (meses) de servicio
en el PV5, el puesto peruano más cercano al famoso hito y le
faltaban otros siete para regresar a casa.

A Gilmer, cuya camiseta de camuflaje exhibía el elocuente lema
peruano "hasta el último cartucho", le extendí el paquete de
galletas para ofrecerle una, ¡pero se llevó todas! "¿Le diste
todas nuestras galletas de avena?", me reclamó, con rencor,
Pavel.

Un regalo de Fujimori

No tuve tiempo para explicarme porque, en ese instante, de
entre los helechos y los porotillos, arribaron 20 soldados
peruanos cargando pollos a la brasa, pescado cocido y gaseosas
"Concordia".

"Queridos periodistas ecuatorianos, el presidente Fujimori les
da la bienvenida y les envía esta comida", nos informó un
capitán. Era cierto: Fujimori estaba celebrando a lo grande en
el PV5, a 15 minutos a pie del hito.

Luego de devorar el exquisito regalo de Fujimori, decidimos ir
al PV5. Caminamos por el lodo hasta el campamento. Una banda
de guerra entonaba marineras mientras Alberto Fujimori,
ataviado con ropa informal, agitaba un abanico de bambú y seda
para defenderse del agobiante calor.

El PV5 era un palacio comparado con nuestro aguerrido "Germán
Páez":

cabañas, energía eléctrica, ventiladores y televisión peruana
(a Lago Agrio apenas llega la señal de los canales
ecuatorianos) eran unos cuantos detalles de su
infraestructura.

La sorpresa de ver a Fujimori con abanico causó gracia a mis
compañeros. Pero no había razones para reír: el abanico, en
los países del Lejano Oriente, es un símbolo masculino. En
España y América Latina, el abanico está reservado para las
mujeres. Pero en Japón, este es usado por los mismísimos
emperadores. Fujimori es un nisei, con conciencia clara de
cuál es su origen y, sobre todo, cuál es su poder.

Cuestionado por las "concesiones" que hizo al Ecuador al
firmar la paz, Fujimori estaba "armando", en plena selva, todo
un escenario propagandístico para reafirmar que el Perú salió
ganando en las negociaciones.

Por eso, él mismo dirigía los actos de protocolización del
hito y ordenaba la manera en que debían enfocarse las tomas de
televisión, sugería el menú para los invitados y hasta se
preocupaba de tener en orden su agenda para las entrevistas.

Eran ya las 23h00. Fujimori se fue a dormir. Sí, el mandatario
peruano, en un hecho poco común, durmió junto a sus soldados.
Los músicos callaron la jarana y nosotros regresamos al hito.
Extendimos nuestros ponchos de agua en los pisos de chimbillo
e intentamos conciliar el sueño.

No dormimos casi nada, porque Diego Granja, fotógrafo de El
Telégrafo, regó "Detán" (repelente) sobre la mesa y el olor
volvió insoportable el ambiente y, además, Guillermo Granja no
paró de insultar a su colega y primo por el descuido.

Coordenadas en la mano

Amaneció y todos nos levantamos con ojeras, dolor de espalda y
riñones, al tiempo que los coleópteros y las hormigas
deambulaban por las maletas y las botas.

A las 06h40, llegó Fujimori al hito. Luego de maquillarse
minuciosamente, ofreció entrevistas en vivo a la televisión
peruana con un GPS (Global Position System, el aparato que
mide las coordenadas geográficas) en la mano, siempre al pie
del hito.

Luego, hizo lo mismo con la televisión ecuatoriana y los
fotógrafos. El líder peruano manejó a los camarógrafos y
entrevistadores a su antojo.

Fujimori se retiró un momento para desayunar, y en ese
instante los soldados peruanos empezaron a armar la
escenografía para el acto de protocolización, siempre en torno
al hito y siguiendo las instrucciones dictadas previamente por
el presidente. Agarraron la "cama" de Guillermo y la colocaron
frente al obelisco.

El espacio de la prensa estaba al frente de la mesa y del
obelisco que exhibiría, para la transmisión en vivo, la
palabra "Perú". Fujimori, en su afán de buscar el escenario
perfecto, quería utilizar, incluso, a unos indígenas secoyas
en calidad de escenografía.

La irresistible tentación

Jamil Mahuad arribó al "Germán Paéz" a las 10h00, inauguró el
destacamento y se encontró con Fujimori en el hito, 45 minutos
después.

Luego del acto de protocolización, firmado en la mesa en que
Guillermo había roncado y Diego desparramado el "Detán", los
peruanos trasladaron la "ex cama" a una de las covachas,
porque serviría de comedor para los presidentes.

Mientras Mahuad y Fujimori brindaban con vodka "Belvedere",
helado, todos los demás aprovechaban para tomarse fotos en el
hito, mojón de cemento que tuvo que esperar desde 1946 para
ser reconocido de forma oficial.

Nadie resistió la tentación de pasar a la historia.
Periodistas, animadores de televisión, camarógrafos,
autoridades de Gobierno, soldados, indígenas secoyas y
oficiales de ambos países desfilaban, uno a uno y en grupo,
dispuestos a quedarse con un recuerdo del acto histórico.

A las 13h30, los mandatarios se despidieron con un largo
abrazo y luego se dirigieron a sus bases. Mahuad abordó un
"Puma" que lo trasladó a Lago Agrio.

"Ya nos vamos, así que tómate una foto, ahora o nunca", me
dijo Pavel, señalando el bendito pedazo de cemento. Yo no
quería caer en esa especie de fetichismo que se había creado
en torno al "Nacientes" ni, mucho peor, llevarme a casa un
recuerdo de semejante aventura. Pero, ¡oh Dios,! el encanto
también me atrapó.

Me tomé la foto junto al hito . Y, ya que estaba traicionando
mis principios, ¡me tomé otra con Fujimori! Mientras el
presidente peruano desaparecía en el sendero de helechos y
palmas, yo meditaba en que, ojalá, nadie me culpe por ser tan
débil.

Nacientes, un hito dentro de Perú

Un hito es un mojón o poste de piedra, por lo común labrada,
que sirve para delimitar terrenos. Los viejos hitos que
separan al Ecuador de Colombia y Perú son, efectivamnete, de
piedra o cemento, como el Nacientes.

Pero está previsto que los hitos que faltan por colocarse en
la Cordillera del Cóndor sean de plástico ultrarresistente y
de color naranja.

Existen dos tipos de hitos: los comunes, que están exactamente
en la línea de frontera, y los referenciales, que están
colocados dentro de un territorio.

Este es el caso del hito "Nacientes", ubicado en tierra
peruana porque la frontera cruza por una zanja.

En la imagen, Fujimori frente al hito y a la prensa, obsequia
a Mahuad un cuadro que alude a la cultura aymara, durante el
acto de protocolización del "Nacientes". (DIARIO HOY) (P. 6-A)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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