Quito. 22 abr 97. Los 39 miembros de la secta "Puertas del
Paraíso" que se suicidaron en Rancho Santa Fé, Estados Unidos,
creyeron por boca de su líder, Marshall Applewhite, que
volverían a nacer a bordo de un ovni que, según él, arrastraba
el cometa Hale-Bopp, de reciente aparición por el firmamento
terrestre.

No contaban, seguramente en el apuro de ingerir el mortal
veneno ni siquiera lo pensaron, con que su drástica resolución
habría de rebotar en un pequeño país del continente americano:
inmediatamente del suicidio en California, el intendente de
Policía de Pichincha suspendió las actividades del grupo
Movimiento Gnóstico Cristiano Universal, como medida de
prevención ante supuestas irregularidades cometidas a nivel
internacional, y suspendió una cumbre internacional que se iba
a realizar en Quito desde el primero de abril.

Los gnósticos ecuatorianos nada tienen que ver con los
suicidas californianos, salvo en la creencia de que el
espíritu se reencarna, no necesariamente dentro de una nueva
vida en un platillo volador, sino en una sucesión posterior de
cuerpos y vidas, por los que se traslada el espíritu a través
de los siglos, hasta que el alma se ha portado tan bien que ya
se queda nomás en el cielo.

Los grupos que creen en la reencarnación son varios en el
Ecuador. De las casi 1.000 sectas que se disputan el alma de
los ecuatorianos, al menos 50 sostienen principios de
reencarnación. De entre estos grupos, los que más activamente
difunden este principio son los médiums espíritas o
espiritistas. En el país hay al menos 100 médiums activos que
supuestamente se contactan con los espíritus, pero la mayoría
no salen a la luz por temor a los prejuicios. Entre los que
ese detalle terrenal no interesa se cuentan 50 espiritistas en
las provincias de Guayas y El Oro, y núcleos de unas 20
personas en Pichincha.

Pero es en Guayaquil, donde se da una gran oferta de creyentes
que buscan en el contacto con el más allá las soluciones a sus
problemas del cuerpo y el alma. Y para ellos hay la respectiva
oferta: en el Puerto Principal funcionan unos 10 centros
espiritistas, cuyos miembros sostienen ser distintos a quienes
engañan a los incautos que quieren hablar con la tía muerta
para averiguarle dónde escondió el cofre de las joyas. Dicen,
en cambio, ser estudiosos del fenómeno de los espíritus que lo
toman como una "nueva ciencia". Incluso tienen un patrono y
guía : el espírita francés Allan Kardec, quien con su Libro de
los espíritus sentó las bases de la doctrina en la segunda
mitad del siglo XIX. Por él, los espíritas se autodenominan
kardecianos.

NO A LA MANIPULACIóN

Luis Méndez, un funcionario del IESS en Guayaquil, junto a
Roberto Pérez, administrador de un almacén de muebles, dirigen
la Sociedad Espírita Kardeciana del Ecuador. Pretenden ellos
formar un movimiento nacional que les diferencie de lo que
ellos llaman hechiceros, brujos, cartománticos y otros. "No se
puede abrir la puerta del espiritismo a todo el mundo. La
mayor parte de quienes nos buscan pretenden acceder a los
poderes mediúnicos para provecho personal". No vamos a
prestarnos a ello, sostiene Méndez, un hombre menudo, de
gruesos lentes, pelo engominado y tez muy blanca. Con voz
lenta sostiene que todos los mortales tienen poderes para
contactarse con los espíritus, pero solo "salen a la luz a
través de la disciplina y la fe".

Junto a su esposa y también médium, Lourdes Espinoza, atiende
a unas 12 personas diarias, que buscan curación a través de
los espíritus o contactos de ultratumba con seres queridos.
También dictan charlas de espiritismo, hipnosis, mediunidad,
parasicología y técnicas de oratoria. Aseguran también haber
sido testigos de intervenciones quirúrgicas por parte de los
espíritus. "Antes de cualquier sesión, toda persona tiene una
charla de preparación. Buscamos una fe razonada", dice.

Roberto Pérez, a su vez, se considera una persona con la
capacidad de curar transmitiendo su "energía positiva". Eso se
llama un pasista. Dice tratar casos que van desde el
alcoholismo hasta el cáncer. Para ello no fuma ni bebe licor
ni come carnes rojas.

UN MARXISTA MEDIUM

Las personas que acuden donde los espiritistas han agotado
todos los medios de la ciencia occidental para resolver sus
males. Y de un tiempo a esta parte son muchas. Rafael Vitola,
que practica el espiritismo en Quito, asegura haber atendido
al menos a 1.200 personas el año anterior. Según él, en la
capital hay muchas personas con dotes de mediunidad, pero que
no salen a la luz pública.

Uno de los que ejercen esta doctrina es nada menos que Carlos
Luzardo, presidente del Frente Unitario de los Trabajadores,
FUT, y de la izquierdista CTE. Relata que él y su grupo, que
originalmente se formó en El Oro, recibieron en 1994 mensajes
"espirituales" que les advertían de una guerra con el Perú,
pero cuando llegaron donde los militares a contarles tan
increíble predicción "no nos hicieron caso".

UN BUEN MERCADO

El mercado del espíritu crece en el Ecuador. Frente a los que
los espíritas militantes llaman estafadores, se opone una
doctrina que tiene ahora una raigambre en varios países.
Ecuador no podía ser la excepción aunque con un poco de
retraso. Corrientes religiosas, espirituales y místicas de
todo tipo se alzan con la cercanía del fin del siglo. Contra
ellos está el poderío de la fe católica y protestante, que
cree en un espíritu purificado por sus acciones con una
recompensa al lado del Creador. Un acceso más directo al
cielo, sin los trámites de pasar por varias vidas por las que
el espíritu evoluciona o termina por podrirse.

UN AUTOENGAÑO

Monseñor Antonio Arregui, rechaza de plano aunque "con
respeto" las creencias espíritas: la doctrina de la iglesia
sobre espiritismos, quiromancia, lectura de cartas o de las
rayas de la vida o del trato con los espíritus ultramundanos
es algo que pertenece al terreno de la superstición. Es una
manera de autoengaño, una búsqueda de salida a ciertas
ansiedades, pero por el camino equivocado.

Para monseñor, los espiritistas se basan en el concepto de que
el espíritu es una materia sutil, en que no es del todo
espíritu. Hay una dificultad para comprender del todo al
espíritu. "En segundo lugar asumen que el espíritu se pasea
por alguna parte, que no está fijo en un sitio sino que no
sabe qué hacer consigo mismo. Es ridículo". A la luz de la fe
comprendemos qué es lo que sucede cuando una persona muere.
Existe una piedad cristiana para con los difuntos, y quien no
tiene esa fe busca sustitutos por otra parte. Eso pasa a
medida que se descristianiza la humanidad, dice el prelado.

"Sin ánimo de ofender a nadie ni quitarle el pan de la boca,
los médiums son unos impostores y habría que exigirles una
demostración razonable de su capacidad, cosas que nunca dan.
Todos son respetables, en todo caso".

Y en cualquier caso, a favor o en contra, nuestra condición
humana busca una salida al laberinto que nos propone el
futuro. El fin de siglo ha comenzado.

Entrevista con los fantasmas

Por Juan Carlos Calderón V.

El despacho del abogado David Andrade, en el centro de
Guayaquil es el escenario. De las paredes cuelgan cuadros con
motivos egipcios y la estrecha y larga sala está llena de
gente: Eduardo, un joven profesor ; Lorena y Víctor Hugo, un
joven matrimonio universitario; William, profesional; Carmen,
ama de casa. Dirigen la sesión cuatro personas con dotes
mediúnicas: Roberto Pérez, Lourdes Mendoza y Luis Méndez.
Todos de aspecto humilde pero con gran conocimiento de la
materia. Se sientan en círculo con los ojos cerrados y las
palmas de las manos hacia arriba y sobre las piernas. El
director de la sesión, "que tiene que ser un hombre
experimentado", empieza una oración, pide permiso a Dios, a
Jesús y a los espíritus. Los cuatro personajes se sientan
entonces alrededor de un mesa de tres patas, de cedro y sin
clavos. Ponen las yemas de sus dedos sobre la madera y cierran
los ojos. A su alrededor, todos los demás les acompañan en
similar recogimiento. Nadie cruza las manos o las piernas, eso
rompería "la cadena de energía". Quieren lograr que algún
espíritu se manifieste a través de la mesa. Luego de cinco
minutos nada ocurre. Roberto Pérez explica: " por alguna razón
no se establece el contacto (hay mucho ruido de la calle),
vamos a tratar de hacerlo a través de la médium". Los cuatro
siguen en la misma posición pero los tres varones ahora
concentran sus miradas y sentidos en Lourdes. Ella lleva un
sencillo vestido color verde claro que le llega hasta los
tobillos. No tiene una sola joya. De pronto, tras otros cinco
minutos, la médium se sobresalta y agarra los brazos de la
silla con las manos. Su rostro, antes en total relajación, se
contrae. Con los ojos cerrados tiene una expresión de infinita
tristeza y abre y cierra la boca como si quisiera hablar y no
pudiera; con sus manos se toma la garganta. Asoman lágrimas en
sus mejillas mientras mueve la cabeza de un lado a otro y la
respiración se le agita, parece un fuelle. Hay un silencio
absoluto, que se tritura cuando Carmen, ante la sorpresa
general, rompe en un llanto estridente. Luis Méndez se acerca
y la calma pacientemente. A Lorena también se le llorosean los
ojos. El director de la sesión habla ahora con la médium:
"hermano, levanta tu pensamiento a Dios, ven, puedes hablar,
comunícate, tranquilo, que tus palabras sean serenas...". El
espíritu no le hace caso y la médium se relaja, abre los ojos
lentamente y dice con voz apagada: "Es muy sufrido, sufre
mucho". Roberto Pérez pide que lo intente de nuevo, él siente
que hay comunicación con el mundo de los espíritus. Lourdes
deja caer los párpados y luego de un minuto se estremece como
si estuviese en una silla eléctrica de poco voltaje, mueve la
cabeza de un lado a otro. El director insiste: "Hermano,
habla, por la misericordia de Jesús estás aquí, ¿eres hombre o
mujer?". -"Mujer", contesta con voz de viejita. "¿Tienes algún
pariente aquí ?" - "Sí, mi flaquita". "¿Cómo se llama?"
-"Lorena, ven, Lorena". Se trata de la joven universitaria.
Ella se pone de pie y se acerca lentamente. La médium le dice
que no llore, "ya no tengo esos aparatos en la garganta, mira,
puedo hablar, estoy bien. No abandones a tus hermanos, cuida a
Mayita, tu padre no tiene paciencia. Ella sufre mucho". Le
pide que ya no vaya al cementerio, eso la hace sufrir. Lorena
no puede hablar, está visiblemente nerviosa. Eduardo, el otro
médium, le recomienda que le pregunte algo. Lorena asiente,
"yo te hice sufrir mucho, ¿me has perdonado?" -"Tú eres mi
hija, yo estoy pegada a ti...".

El espíritu se despide ("ya es la hora") y Lourdes Mendoza
abre lentamente los ojos. Carmen dice de pronto que ese
espíritu se fue muy sufrido. Lo ratifica Eduardo, que afirma
haberla visto "muy pequeñita y volando de un lado a otro", a
pesar de tener los ojos cerrados. Han pasado 30 minutos.

Roberto Pérez y Luis Méndez, que son los líderes del grupo
explican, que los espíritus no se posesionan del cuerpo de la
médium, sino que a través de uno de los siete centros
energéticos del cuerpo humano se contactan con los mortales.
Lourdes, la médium dice a su vez que siente un frío helado
cuando siente el contacto con los espíritus. La respiración se
le acelera y pierde la noción de la realidad.

El espíritu que habría aparecido sería la madre de Lorena,
fallecida hace dos meses tras un derrame cerebral que le
paralizó primero el habla y luego la respiración. Con nueve
hijos, la tal Mayito es la única hija que vive con su padre.
Todos esos detalles, aseguró Lorena, no los sabía nadie. Era
la segunda vez que estaba con el grupo. (Texto tomado de la
Revista VISTAZO No. 172)
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