Quito. 30. 04. 90. Los católicos ecuatorianos perennizan su
memoria y rinden culto a la santa conocida como la Azucena de
Quito y declarada heroÃna nacional, por su sacrificio, amor y
entrega a Dios.
Mariana nació el 31 de octubre de 1618 y desde niña consagró su
cuerpo y alma a Dios. Vivió en su propia casa en rÃgido ayuno,
ejercicios piadosos y penitencias fÃsicas que pasaron del
sacrificio.
Murió en Quito el 26 de mayo de 1645, a los 27 años de edad.
El Papa PÃo IX la beatificó el 7 de octubre de 1850 y PÃo XII la
canonizó como santa, el 9 de julio de 1950.
La historia narra que cuando Mariana nació, en el techo de la
habitación se posó una estrella.
Los viernes santos cargaba una pesada cruz, con los zapatos
llenos de piedras y cactus. Las plantas de los pies manaban
sangre y estaban llenos de llagas. Construyó una cruz en la cual
pasaba varias horas. Se azotaba hasta altas horas de la noche
para pedir la salvación de su pueblo.
Los suplicios a los cuales se sometÃa cortaban sus carnes y la
sangre manaba copiosamente. Su empleada Catalina arrojaba la
sangre en un solo sitio y observaba que no despedÃa mal olor; por
el contrario se olÃa a rosas y jazmines. En ese sitio nació una
azucena blanca, con tres ramas que semejaban la SantÃsima
Trinidad.
El pueblo ecuatoriano llamó a la santa Azucena de Quito. Flor que
es el sÃmbolo de nuestra nacionalidad.
A ella se le atribuye la frase de que "el Ecuador no desaparecerá
por los terremotos, sino por los malos gobiernos".
Su vida fue un ejemplo de devoción, obediencia y sacrificio.
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