Washington. 15.03.95. Una vez más el explosivo tema de Cuba ha
generado uno de esos debates de política interna que pueden crear
serios problemas para las relaciones diplomáticas de Washington
con gobiernos aliados y que obligan a los funcionarios a
refugiarse detrás de ambigüedades en vez de llamar las cosas por
su verdadero nombre.

En el espacio de una semana, la política de Washington hacia el
gobierno de La Habana originó unos bochornosos incidentes. El
primero en salir a la luz fue resumido en dos artículos
completamente contradictorios publicados en el Washington Post
sobre una posible apertura por parte del gobierno de Clinton
hacia La Habana. Otro, aún no dado a conocer oficialmente,
originó una airada protesta del embajador europeo por la manera
"inapropiada" que un alto funcionario del departamento de Estado
se pronuncio sobre la política de su país hacia Cuba, de acuerdo
a fuentes fidedignas.

El primer artículo del Washington Post, desplegado en la primera
plana el 7 de marzo, aseveró que los asesores del presidente
recomendaron que este "tomó pasos para suavizar las relaciones
con Cuba revocando algunas sanciones económicas", adoptadas en
agosto del año pasado por iniciativa del Congresista Roberto
Torricelli, un connotado aliado de la conservadora organización
cubana del exilio, el Fundación Nacional Cubana. Lo sorprendente
del artículo es que cualquier persona informada sabe que Clinton
ha vedado el tema de Cuba por parte de voceros oficiales.

"En realidad nadie en el gobierno tiene la menor ilusión que
puede haber cambio alguno en las relaciones con Cuba que no sea
un recrudecimiento del embargo, por lo menos hasta las elecciones
de 1996", declaró un funcionario de la Casa Blanca.

En un ambiente caldeado como el que existe entre el gobierno de
Clinton y el Congreso desde que los Republicanos asumieron la
mayoría, la reacción al artículo del Washington Post no se dejó
esperar.

El mismo día, el subsecretario de Estado Peter Tarnoff insiste
ante el Comité de Relaciones Internacionales de la Cámara que la
posición del gobierno es que "hay que seguir incrementando la
presión sobre Cuba, como el camino más apropiado.

Mientras tanto, en la oficina del subsecretario adjunto Michel
Sklar ha circulado la noticia de que se mantiene una línea dura
contra Castro, en oposición a los asesores de política exterior
del National Security Council de la Casa Blanca.

El detonante para la nueva polémica es el proyecto de ley
presentado ante el Congreso el mes pasado con el fin de endurecer
aún más el embargo contra Cuba con represalias económicas contra
terceros países que insisten en mantener relaciones financieras y
comerciales con Cuba. No cabe la menor duda que el proyecto,
patrocinado por una coalición bipartidista encabezada por el
senador Jesse Helms y el congresista Torricelli, será aprobado
por una holgada mayoría.

La nueva intromisión del Congreso en las relaciones con Cuba ha
ahondado aún más las diferencias dentro del propio gobierno del
presidente Clinton con respecto a que política seguir con el
gobierno de Fidel Castro. Pero el aspecto más dañino del proyecto
es que sin duda agrega un nuevo potencial de discrepancia a las
ya complejas relaciones que Washington mantiene con la Unión
Europea, Canadá y los múltiples países latinoamericanos que
también tienen lazos normales con el gobierno de la Habana.

CAMBIOS NO MITIGAN LA CRISIS

Carteles publicitarios, que incentivan las inversiones
extranjeras, y el turismo han sido para muchos la pruebas más
feacientes de los profundos cambios que se están realizando
actualmente en Cuba, sin embargo, no logran hacer olvidar la
crisis económica que conmueve a la isla caribeña.

Mientras el tráfico de autos era insignificante en los últimos
meses de 1993, en la actualidad es casi denso, debido a que los
cubanos fueron autorizados a comprar gasolina con dólares y a la
importación de nuevos vehículos, destinados al sector turístico.

Prácticamente inexistentes antes de la legalización del dólar en
agosto de 1993, ahora comenzaron a instalarse almacenes que
venden productos de importación, aunque la mayoría de los cubanos
sólo tiene acceso a la "bodega", un almacén de barrio en el que
se encuentran los productos básicos adquiridos con la "libreta"
mensual de racionamiento.

Por lo demás, todos los cubanos pueden entrar ahora a los
almacenes que venden en dólares, aunque por cierto con la
condición de disponer de los "billetes verdes". Según
estimaciones oficiales, ese es un lujo disponible para el 21 % de
la población, ya sea porque reciben fondos de parientes que viven
en el extranjero, o porque tienen la suerte de recibir propinas
en el sector turístico, o porque trabajan en alguna entidad
extranjera instalada en la isla.

Sin embargo, en los últimos meses del año pasado, las ventas de
las tiendas en dólares comenzaron a caer y establecimientos que
promediaban 800 y mil dólares diarios de venta, finalizaron el
año con ingresos inferiores a 200 dólares diarios.

"El objetivo no es sólo económico", estima un periodista cubano.
"También apunta a reanimar una ciudad que durante mucho tiempo
fue sometida a los apagones, a dar un poco de alegría a una
población aplastada por las privaciones del período especial", de
acuerdo al término oficial que designa la crítica situación
originada por el término de la ayuda proveniente de la Unión
Soviética.

Aunque disminuyeron en los últimos doce meses, los apagones
siguen influyendo en la vida de los habitantes de La Habana.
Sumados al racionamiento del gas, a la falta de agua originada
por la vetustez de las cañerías, a la profunda crisis de los
transportes colectivos y a la ausencia generalizada de bienes
materiales, la vida sigue siendo muy difícil para todos los
cubanos.

Por otra parte, a principios de este año empezó una lucha abierta
por la captación de dólares que circulan en el país, proceso que
coincide con una política oficial de desarrollo de la actividad
extrahotelera.

"El turista extranjero pasa por aquí y consume, pero realmente el
cliente habitual es el cubano con dólares", señala un funcionario
de un hotel ubicado en la zona colonial de la Habana.

A pesar de la crisis que enfrentan los cubanos, muchos miran con
asombro los nuevos establecimientos de comida rápida,
instaladados por la empresa del Holding Estatal Climex, con una
carta semejante a las de sus similares en el mundo. (AFP) (9A)
EXPLORED
en Ciudad N/D

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