Quito. 08 ago 2001.(Editorial) La asesorÃa polÃtica es una ciencia que en
los tiempos modernos se ha vuelto imprescindible para quienes ejercen
funciones públicas. Estos especialistas, que laboran estrechamente con la
autoridad, diseñan estrategias que un jefe de Estado debe ejecutarlas,
sobre todo en los momentos difÃciles de su gestión.
Debe haber sido en estos cÃrculos donde se empezó a hablar del "fusible",
para referirse a los personajes del entorno presidencial. El argumento
es que estas "piezas" deben estar siempre listas para ser removidas, a
fin de bloquear el desgaste que el ejercicio gubernamental pudiera
ocasionar a la máxima autoridad, casi como un axioma que se cumple
inexorablemente.
En las dos últimas décadas de democracia en el Ecuador, los mandatarios
han apelado a esta "teorÃa", y si bien no todos consiguieron los
resultados planeados, por lo menos obtuvieron un respiro, en su relación
con los ciudadanos.
De allà que hablar de una "crisis de Gabinete" se ha convertido en una
suerte de ritual, que el paÃs espera, de cuando en cuando, para observar
cómo el Gobierno "exorciza" sus males. Pero darÃa la impresión de que al
presidente Gustavo Noboa sus asesores ni siquiera le han mencionado la
existencia de esta teorÃa y, quizá, él la desestima. Pero el presidente
está obligado a admitirla y practicarla, por su propia supervivencia.
Cuando le restan unos 15 meses de gestión, el mandatario no puede
convertirse en blanco de todas las crÃticas, pues resultará imposible que
resista toda la arremetida que parecerÃa se está gestando, en amplios
sectores del paÃs.
Las presiones para que Noboa remoce el Gabinete provienen de varios
sectores polÃticos. Los ex presidentes León Febres Cordero y Rodrigo
Borja han pedido, públicamente, el cambio de ministros. El presidente
Noboa tiene que asumir que los pedidos de los ex mandatarios no son
caprichos, sino que ellos están interpretando el sentir nacional. Borja
habló, incluso, de "colaboradores indeseables", al referirse al entorno
ministerial; mientras que las revelaciones y acusaciones de Febres
Cordero en contra del ministro Juan Manrique pueden terminar afectando no
solo a él, sino al jefe de Estado. Y es que Manrique no solo ha sido
criticado por dirigentes polÃticos que le niegan la condición de ministro
de la PolÃtica, sino por el fallecimiento de dos infantes en la
Maternidad Isidro Ayora, fruto de la insólita represión de la PolicÃa a
una marcha de trabajadores de la salud.
ParecerÃa, entonces, que es uno de los ministros que deberÃa irse.
El presidente Noboa deberÃa consultar con sus asesores sobre la
permanencia o no de sus secretarios. Pero también debe recurrir a las
encuestas, para que descubra que la mayorÃa de los ecuatorianos desconfÃa
de muchos de ellos, a quienes, en una encuesta publicada en este medio,
entregó bajÃsimas calificaciones para demostrar su descontento con su
gestión.
La campaña electoral, para los comicios de 2002 está en ciernes, y los
tiempos se acortan. Resulta terrible solamente imaginar al Ecuador de los
próximos meses, cuando la contienda haya cobrado vigor, y todos los
dardos apunten al Gobierno y al presidente.
Pero más allá de la campaña y de lo que piensen los dirigentes polÃticos,
Noboa está obligado a someter a una prueba a sus ministros. El paÃs
reconoce en muchos de ellos su dedicación y esfuerzo, a pesar de que los
presupuestos de sus portafolios son exiguos. Pero, de igual forma,
reconoce muy bien a unos cuantos que se han aprovechado de sus funciones,
para hacerse propaganda personal, incluso, de lo que se sabe, sin contar
con la venia de su jefe.
Otros, en cambio, no han cumplido su papel.
El llamado Frente PolÃtico parece no haber tenido muchos aciertos. Y eso
en polÃtica significa fracaso. En el manejo de las crisis del ámbito
económico tampoco los ministros del área han conseguido mayores logros,
como tampoco lo han tenido quienes están encargados de ubicarle al
Ecuador en la ruta hacia la integración continental en el ALCA.
Es sabido que un gobernante que aspire a la condición de estadista, está
obligado a rectificar. Y eso se espera del actual mandatario. A Gustavo
Noboa no le toca más que cambiar los fusibles.
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