Guayaquil. 06 dic 99. Las instituciones seccionales de Pichincha
no precisan sus propuestas. Pero a Pichincha no le faltan, no
salen al público, en cambio, en los hechos, el camino y el
proceso son más precisos; la concertación para tener una
propuesta conjunta; nadie lanza la suya sin acuerdos con los
demás.

Son las organizaciones de base, sus cantones, sus parroquias y
tanta gente preocupada por su entorno las que apuestan a la
participación y a la autogestión. En ciertos casos no es un
discurso, ya lo ha practicado. La élite social y política de la
capital del país, como acontece en tantas capitales, en cambio,
se considera depositaria del interés del conjunto del país, visto
desde arriba.

A lo mejor no lo conoce de cerca ni siente sus problemas
inmediatos, pero lo asume como un proyecto del conjunto. No logra
hacer suya la descentralización ni asumirla como causa nacional.

La cercanía de las oficinas gubernamentales de Quito elimina el
viaje a los representantes locales, pero no las innúmeras
peregrinaciones para pedir transferencias, aprobaciones y
disputarse un pedazo del pastel fiscal.

Los municipios y las prefecturas en relación al gobierno central;
las parroquias, en relación a estos, quienes privilegian las
cabeceras cantonales o la capital de provincia, y en estas, a los
barrios ricos. Lo dicen las parroquias y los barrios de Quito,
a pesar de que en varios sitios existe la preocupación por
reorganizar el poder local y la autogestión, que son "antídotos"
contra el centralismo. La descentralización debe romper la cadena
de "abandono".

Santo Domingo tiene el mérito de llamar la atención sobre la
pertinencia de otro ente intermedio entre el municipio y el
gobierno central. Para algunos es la provincia. Pero no hace
consenso. En las otras propuestas de la Sierra no se elimina a
la provincia, pero hay conciencia sobre sus limitaciones y se
propone una región para las provincias fronterizas tanto al Norte
como al Sur, una mancomunidad para las provincias del centro; una
zona para Azuay y Cañar. Santo Domingo plantea, en cambio, que
entre la provincia y el cantón debe haber una entidad intermedia:
el distrito, que integraría a varios cantones.

Problemas fundamentales están implícitos en esta propuesta. El
cómo distribuir las responsabilidades entre diferentes gobiernos
y cuál sistema de representación promover. Una de las
características de la vida moderna es que los problemas, incluso
los más inmediatos, están interrelacionados con causas y
soluciones de espacios de vida lejanos.

Mal podríamos entregar la responsabilidad de la política
monetaria a una provincia, si ya los estados tienen dificultad
para manejarla en su interior, por ejemplo. Pero es necesario
descongestionar al gobierno central. ¿Cómo hacerlo? Hay
responsabilidades que deben ser exclusivas de los gobiernos
locales, otras del intermedio o del gobierno central. Otras deben
ser compartidas. Unos plantean, por ejemplo, que la salud
primaria sea municipal, mientras los hospitales sigan siendo del
gobierno central.

Otros dicen que son las funciones del gobierno las que se deben
repartir y no tanto sus atribuciones. Por ejemplo, en salud, el
gobierno central podría hacer las grandes políticas, verificar
o controlar su cumplimiento y distribuir el grueso de recursos
para ello, pero toda la ejecución sería responsabilidad de los
gobiernos locales e intermedios. Compartir responsabilidades no
siempre es buena escuela para aprender a asumirlas plenamente,
pero en ciertos casos es una necesidad.

Realizar una fuerte descentralización al nivel de la provincia
no es necesariamente una buena medida; las provincias son
reducidas, en habitantes y recursos. No convendría, por ejemplo,
multiplicar los ministerios en 22 provincias, que es a lo que
llevaría una fuerte descentralización a nivel provincial. En
otros casos, el municipio es el que resultaría reducido para
todas las responsabilidades que se le darían, un "distrito" podrá
ser más adecuado para asumir ciertas responsabilidades como el
medio ambiente. Esto es lo más conveniente, ya que la mayoría de
los municipios no cumple con las condiciones para ser tales. Los
municipios son reducidos y las provincias también, como para
asumir algunas de las nuevas responsabilidades. A su vez, es
necesario tener autoridades lo más cercanas a la gente y que
respondan a sus necesidades más inmediatas para cambiar esta
lógica centralista de gobiernos distantes de la gente. En ciertas
zonas del país, precisamente, las parroquias son más importantes
que un cantón, pero requieren más atribuciones. Habría que
rediseñar las parroquias, los cantones y las provincias. Santo
Domingo prefiere aumentar una instancia, sin tocar a los
cantones.

Otro problema es de dónde provienen los elegidos y a quién
representan. Ecuador tiene una larga tradición de elegir a los
encargados de la administración en diferentes secciones del
territorio: los gobiernos seccionales. Santo Domingo plantea
ahora que también se elija al nivel de la nueva división
político-administrativa, que serían los distritos, lo cual iría
con nuestra tradición. (Texto tomado de El Universo)
EXPLORED
en Ciudad Guayaquil

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