Monseñor Luis Luna Tobar cree que solo las protestas populares harán rectificar al Gobierno
La entrevista
Tiene mil arrugas, y el don de la dulzura. Y la rara facultad de ser incisivo, casi letal, sin elevar el tono de su voz suave, diminuta: clon de su cuerpo breve pero enjuto, ágil a sus 81 años. ¿Dónde radica la estatura real de este sacerdote que habla más del hombre que de religión? Nadie es ateo, dice, no puede serlo. âCreer en el hombre, ya es creer en Diosâ, reza, sonriendo. Pero le asalta un miedo y no lo oculta: âel miedo es de varones; no lo tiene el tonto, ni el cÃnico, que lo tiene, pero lo disimulaâ. ¿Miedo a qué? Al cinismo. âHay en la sociedad, no solo en los polÃticos, un impudor común. La vergüenza ya no tiene aprecio. Todo es aceptable cuando el afán de tener (reconocimiento, dinero, figuración, lucimiento) impera: poco les importa mentir, traicionar, robar. Se sienten impunes. Ponerle precio a todo ha satanizado al mundo. Frente a eso, el remedio es la verdad. Y colectivamente, la ânostridadâ, es decir, el valor de la comunidad, de lo nuestroâ.
¿El paÃs tiene salida en el 2005?
Mi encuentro con la comunidad me da suficiente esperanza para decirle que sÃ, para ver un cambio en bien, asà como no me asusta ni me escandaliza cualquier grado de depresión o alteración que el pueblo tenga. Pero somos humanos: tanto la más sólida formación, como la más rica esperanza, son limitadas...
Tiene dudas, entonces. Me parece más una invocación que un convencimiento su postura; una esperanza genérica en la condición humana; ¿Incluye su fe a las elites gobernantes?
Primero califiquemos la propiedad del galicismo elite: considero que en estos momentos la única elite es la económica; de una economÃa forjada con mucho mérito en mil casos, pero sin ninguno en otro millón. Esa es la elite que impera y manda. Rigen sus principios; ahà está la desgracia de nuestros dÃas.
¿Está perdida esa batalla?
Esa sÃ. Hay que reconocer que la lÃnea Bush del mundo la ha ganado; es la única que ha ganado, pero implica una serie de derrotas morales horribles. Contra esa universalidad de la elite económica, me rebelo.
¿No es Ecuador una copia pequeña de esa realidad?
SÃ. Empezando porque el nuestro es un paÃs que espera, que espera soluciones, que espera soluciones que le dan de afuera... Espera. A raÃz de su endeudamiento, de su hipotecamiento, de su esclavitud a las fuentes internacionales de crédito, el paÃs está esperando respuestas. ImagÃnese: ¡esperar respuestas de la lÃnea Bush! Ese es un mal nombre, una mala palabra...
Crisis terminal la que define: esperar que conceda la libertad quien esclaviza. ¿Hay alguna âbuena palabraâ contra eso?
Lula. Lagos. Porque ellos (y es un logro que lo hagan cada vez más presidentes) hablaron siempre de una Indoamérica. La indoamericanización es posible. Como es posible el unirnos para crear un crédito nuestro; o un pensamiento común. Le dirÃa que hasta un sentimiento común, porque el sentimiento es una de las raÃces del conocimiento humano. Lo que nos lleva a conocer no es solo el placer cientÃfico de inducir o deducir, sino también la emoción enorme de sentirnos hombres...
A razonamientos asÃ, un ejército de prácticos los llamarÃa ilusos.
Pues yo insisto: lo fundamental en el gobierno del mundo no es la economÃa: es el hombre. Ãl hace la economÃa, la polÃtica, la comunidad, la nación...
La realidad parece ir a contravÃa de esa visión humanista, comunitaria: un solo hombre, un solo paÃs gobierna las vidas de millones en el mundo.
Por desgracia es la verdad, porque ese hombre tiene el dinero suficiente para decir âsoy el primeroâ. Solo por eso.
No parece poco. Se sabe: tanto tienes, tanto vales...
Mi querido amigo, solo por eso. Pero no tiene largo aliento: vea qué pavor tiene Bush a que se imponga el euro, y más si a que se imponga el yen. El euro y el yen se meterán con la más grande naturalidad del mundo, como natural es la invasión que vendrá de los chinos, que ya la vemos. No sé cuándo nuestros ministros de economÃa dejarán de pensar en una sola fuente de dirección económica. Made in... Made in ya sabemos en dónde.
Será una nueva invasión económica. Pero aterricemos el pensamiento: dicen las cifras macroeconómicas que el paÃs está bien, la reserva monetaria subió, la inflación camina lenta, que...
Mire, esas cifras solo son dibujos. Las cifras que presenta âel teniente coronel siete gradosâ son las mismas que presenta siempre; usa las mismas para distintas explicaciones. El paÃs ya está cansado de que le hablen de macro y micro. El paÃs sabe que cada dólar que gasta es una cifra millonaria del sucre que tenÃa. Sabe que gasta lo que no tiene, y que paga fortunas por tenerlo. Sabe que compra todo lo que le ofrecen con garantÃas de perdurabilidad, aunque esa perdurabilidad sea una mentira más. Una de las grandes falacias de la actualidad es haberle agregado un âtiâ a una palabra que se bastaba con un solo âtiâ: competitititividad, y todos los âtiâ que quieran. ¿Qué capacidad de competitititividad real tenemos? ¿Cómo podemos competir con nuestros vecinos, si no hay el apoyo para mejorar realmente la producción? La competitititividad es una ficción polÃtica...
Una más y van...
Tenemos que cambiar eso con la acción. Tenemos que cambiar la lÃnea polÃtica de la relación de los pueblos. Que todos los estados puedan basarse en una nación, porque la dignidad del hombre es idéntica en todo el mundo; el desarrollo de los efectos de esa dignidad es diferente porque el hombre apuesta, como motivo y medio de desarrollo, más que a los valores fundamentales a los totalmente accidentales, entre ellos, la economÃa. Pero reducir la vida a la economÃa es mentiroso y contra eso me rebelo: ¡hay otros valores superiores a los económicos! Hay paÃses que desde la quiebra absoluta se han levantado (Alemania), y otros, con toda la ayuda, siguen mendigando el sufragio permanente del FMI. ¿Por qué Alemania y otros pueblos resurgieron? ¡Porque no tienen a la economÃa como el único ideal de vida! ¡Dominad la tierra fue el decreto del Creador! ¡Creced! ¡Multiplicaos!... que no significa solo reproducÃos, sino poseed más todos los valores...
Bueno, dictados económicos son esos...
SÃ, son económicos, de algún modo, pero âdominad la tierraâ es, también, no destruirla. Y eso es moral. EconomÃa, economÃa... ¿qué queremos tener? ¿Una gran producción de gente subdesarrollada mentalmente? ¿Qué es lo que en el Ecuador vale? ¿Puede un paÃs con historia nobilÃsima construirla ahora a partir de solo dos apellidos?
¿Cuáles?
Lo sabes, eres guayaquileño. Esos dos hacen la historia en este momento en el paÃs; a ese vaivén pretenden condenarnos...
No estoy muy seguro de la historia nobilÃsima. Pero sà de la realidad actual, que no la construyeron solo esos apellidos, ni la clase dirigente: es una realidad que la construimos todos...
Absolutamente de acuerdo. Pero volvemos a lo mismo: esta realidad se ha depauperado porque hemos pretendido que solo prime un sector de la nación, un grupo, una categorÃa, un interés, no la nación Ãntegra...
Los intereses de grupo, claro. ¡Qué buenos somos para los diagnósticos! Recursivos para las frases, pero morosos para ejecutar planes. ¿Por dónde empezamos a salir?
Yo soy un sacerdote; soy un hombre religioso, pastoral. Nosotros tenemos una esperanza muy grande en la formación de comunidades. El hombre formado para la comunidad comprende mejor su propio valor y respeta, cada dÃa más, el valor de la comunidad. Lo mismo que se trabaja en la ruda y normal enseñanza de una catequesis, de un conocimiento simple y natural de Dios (no el conocimiento beatÃfico, supramaterial), absolutamente lo mismo se puede hacer en cualquier otra actividad del hombre. El hombre puede y debe evolucionar en todo: allà está su salvación. El pueblo que se queda, el que quiere descansos a cada rato, fiestas, fin de año, o el que solo quiere trabajar en una lÃnea , ese se acaba. El que valora más todo lo que es su significado; el que valora el rol del gobernante, de la mujer, del obrero, del jefe de familia; el que comprende el valor y el aporte de todos, ese pueblo sale: ¡la comunidad es la salvación!
Usted habla de un ideal. Voy a ponerme como abogado del diablo...
¡Qué simpático!
¿El rol de abogado o el diablo?
El diablo, pues (risas). El diablo es muy simpático (más risas).
¿En serio?
SÃ. O, al menos, no le tengo tanto miedo...
Pero hace daño ¿no?
Hummm. Depende. Peor daño hacen ciertos ángeles falsos....
De acuerdo. Pero volvamos: usted retrata a un pueblo idealizado. Tal vez muchos sean pesimistas frente a esa invocación...
Yo también lo era. La vida me ha dado muchas decepciones. Yo he perdido de todo, hasta la inocencia puedo haber perdido (risas).... pero no el optimismo. No ha sido fácil: somos tan dados a no dialogar, a no encontrar puentes. Ponemos defensas, no somos libres, no somos limpios, no nos desnudamos: siempre andamos con una serie de cobijas por dentro. Y Dios nos hizo desnudos, ¿lo sabÃas?
Asà que todo lo que obtuvimos después de nacer es ganancia...
SÃ. Pero a pesar de esas constancias, de esos ropajes, no pierdo el optimismo, la fe en la comunidad. Y la comunidad encuentra en la belleza del diálogo su salvación. Debemos recuperar la capacidad de escuchar: a la mujer, al niño, al viejo, al loco...
No al loco que ama, supongo...
Ese nombre yo ni lo pronuncio,
Y, sin embargo, es posible que tengamos que hablar de él.
¡Ah, bueno, pero no como el único tema!...
Pero sà como una realidad del tapiz de remiendos que es nuestra polÃtica...
Mira, las tres ocasiones que fue candidato vino a visitarme. Ãl es incontenible, y yo fui formidable: ¡aguanté tres horas seguidas que él me habló! Yo le atendÃ. ¡Es extraordinario!, pero ¿qué te deja? ¿Qué dejó él? Hasta ahora está el pueblo esperando...
Tal vez tengamos que aceptar que vuelva: el paÃs se muerde la cola. ¿Fue la remoción de la Corte un rompimiento grave?
Todo rompimiento tiene consecuencias graves, y este los tendrá. Para mà no es más que la continuación del camino que, desde el primer momento, se ha marcado el Presidente. Desde el principio él ha ido liquidando todo. Desde los indÃgenas: los llamó, haciendo un esfuerzo, y desde allà los desbarató. Y los del Presidente son hechos bajo su consigna: divide y vencerás. Ãl nos divide, para prevalecer solo. Eso es lo que quiere: seguir...
¿A qué? ¿Qué viene después de que se tomen la FiscalÃa?
Vienen los sueños del dictador: no tener estorbos.
¿Qué hacer frente a eso?
Obligarle a gobernar, en democracia, que es lo que no sabe y no quiere. Ãl está más obligado que nadie a respetar la ley, pero ha demostrado que ni la conoce ni la respeta, y lo ha hecho con un descaro insoportable. Hay que obligarle a gobernar respetando las instituciones. Y hay que reconstruir lo que ha irrespetado. Vea: cuando me propusieron la candidatura a la Presidencia, yo les decÃa: âno sean necios: ni sacerdotes ni militares estamos preparados para gobernarâ. No es que sean pecados de militares o de curas el no saber: es solo que estamos hechos a otros esquemas....
Pienso en Paco Moncayo...
Ah, es un gran prodigio lo que él ha hecho, una excepción. Pero en el caso de Gutiérrez, no hay más salida que obligarlo, y lo primero que hay que hacer es obligarlo a que gobierne. Go-bier-ne. Ãl no ha gobernado. ¿Qué ha hecho?
¿Respalda usted la posición de los alcaldes?
Es la mejor y la más fácil, pero tiene sus riesgos: ¿qué elementos tenemos, capaces, para llenar de inmediato a la Corte? Vamos a llenar las cortes, claro, pero con esos âvoluntariosâ, con gente de ocasión. No es serio.
¿Entonces?
Me gusta la propuesta de León Roldós, también. Estoy entre esas dos posturas.
¿Y cómo la respaldará?
Movilizarnos nacionalmente. ¿Por qué se fue Bucaram? ¿por qué se fue Mahuad? ¡Por las movilizaciones populares, pues! Tenemos que hacerle sentir al Presidente el peso del ciudadano. Mientras no se lo hagamos sentir, ni en cuenta nos tomará. Como estratega que es, sabrá apreciar el volumen de la protesta.
Suena a todo o nada: si las movilizaciones no son fuertes, el estratega sabrá que ganó...
Puede ser. Ãl está seguro de que no pasará nada. Se equivoca: tenemos que movilizarnos.
¿Está el pueblo preparado?
Es un riesgo a correr.
¿El Presidente debe terminar su mandato?
Debe. Pero si él no cambia... O gobierna o sale. Que sea hombre, que renuncie en ese caso.
Eso es imposible de que se dé...
¿Por qué?
Porque el Presidente se siente sólido. NI piensa en renunciar...
MejorarÃa su estatura histórica si lo hiciera. Claro, eso requiere valentÃa. SerÃa noble si renunciara.
¿No tenemos demasiados fracasos juntos como para ver con optimismo el futuro? SerÃa otro cambio más de Gobierno...
Bueno, pero ¿qué podemos hacer? ¿Dejar que las cosas sigan as� No hay catálogos, ni recetas, ni soluciones mágicas para cambiar las cosas: tenemos que trabajar, comunitariamente, y sufrir las decepciones comunitariamente...
Una salida a mediano plazo...
No, sin plazos. Los plazos desesperan a la gente. La clave es seguir trabajando en nuestras creencias. Trabajar y seguir.