LONDRES. 7 sep 97. Más de dos millones de personas le dijeron
adiós a la princesa Diana, que fue enterrada ayer en la
mansión de la familia Spencer, en la localidad de Althorp.

Los funerales de la princesa de Gales tuvieron a la familia
real como elemento central.

Rompiendo el protocolo, la reina Isabel salió del Palacio de
Buckingham para presenciar el paso del ataúd de Diana. El
príncipe Carlos, sus hijos, el Duque de Edinburgo y el hermano
de la princesa, escoltaron el féretro hacia la abadía de
Westminster, donde se celebró la misa. Elton John interpretó
un tema que conmovió a los miles de millones que presenciaron
el entierro, ya sea en Londres o alrededor del mundo a través
de la televisión.

Luego de los servicios fúnebres, los restos de Diana fueron
transportados a su destino final en Althorp, donde, en una
ceremonia privada, su familia le dio el último adiós.

El funeral celebrado ayer, sábado, en la abadía de Westminster
en memoria de Diana, princesa de Gales, constituyó una
ceremonia cargada de toda la solemnidad que merecía el acto y
en la que a la vez se mezcló lo clásico y lo moderno, desde la
música de Bach hasta la de Elton John.

Un total de mil 900 invitados, representativos de los más
diversos estamentos británicos y mundiales, se dieron cita en
el funeral que fue oficiado por el deán de la Abadía,
reverendo Wesley Carr, y el arzobispo de Canterbury, máxima
autoridad religiosa de la Iglesia de Inglaterra, doctor George
Carey.

Estuveron presentes representantes de casas reales, mientras
que destacaba la ausencia de jefes de Estado o de Gobierno, lo
que subraya el carácter especial, entre privado y público, que
la familia real y la de la princesa quisieron imprimir a la
ceremonia. Entre los invitados regios figuraban el rey
Constantino de Grecia y su esposa, Ana María, la reina Noor de
Jordania, la infanta Doña Pilar de Borbon, hermana del rey
Juan Carlos I de España, y la princesa Margarita de los Países
Bajos.

Acompañando a la familia real en pleno, incluidos los miembros
más pequeños, las princesas Eugenia y Beatriz, hijas de los
duques de York, estaban la familia de la princesa, incluida su
madre, Frances Shand Kydd, y su madrastra, Raine Spencer,
condesa de Chambrun.

Un lugar especial fue ocupado por Mohamed Al Fayed, el dueño
de los almacenes Harrods, y padre de Dodi Fayed, que murió
junto a la princesa en el accidente de automovil del pasado
domingo en París.

Aunque no hubo una representación de jefes de Estado o de
Gobierno, si acudieron enviados oficiales de los diferentes
países con los que de una forma u otra tuvo relación la
princesa de Gales.

El mundo de la política, la música, las artes, así como un
numeroso grupo en representación de las entidades de caridad
con las que colaboraba activamente Diana, también estaba
representado en el interior de la abadía de Westminster.

Se podía ver a actores tan conocidos como Tom Hanks y Tom
Cruise, acompañado de su esposa, Nicole Kidman, así como al
director y actor de cine británico sir Richard Attemborough.

Richard y Elton John, gran amigo de la princesa, que
interpretó una versión de su canción "Candle in the Wind."

Entre las personalidades políticas presentes estaban cuatro ex
primeros ministros británicos, James Callaghan, Edward Heath,
Margaret Thatcher y John Major, que acompañaban al jefe de
Gobierno, Tony Blair, que tuvo una participación activa en la
ceremonia al leer el versiculo XIII de la Primera Carta de San
Pablo a los Corintios. El tenor Luciano Pavarotti, acompañado
de su novia, Nicoletta, visiblemente afectado, dedició acudir
finalmente al funeral, pese a que había dudas de que lo
hiciera ya que estaba muy afectado.

Una ausencia destacada fue la de la familia imperial japonesa,
que rechazó una invitación oficial al funeral de la princesa
de Gales.

Al término de las preces, se interpretó otro himno y se rezó
el Padrenuestro, tras lo que se procedió a la bendición de la
comunidad.
Una vez llegado a la puerta principal de la Abadía, el cortejo
fúnebre se detuvo para guardar el minuto de silencio, que se
observó solemnemente en toda la nación. (EFE)

EL SINDROME DE DIANA

La trágica desaparición de la princesa de Gales, Diana
Spencer, ocasionó un fenómeno mundial que deberá explicarse
con muchas páginas que esperan se escritas. Pero, lo cierto es
que su singular imagen -de mujer abusada por la Corona
británica y, sin embargo, afirmada en una enorme dignidad
interior- ha crecido con su muerte.

Las condiciones del accidente que segó su vida y el
hostigamiento de los "paparazzi", que estuvieron cerca del
choque y a quienes se responsabiliza de la muerte, junto a los
tabloides "sensacionalistas" londinenses, hacen prever
modificaciones de la legislación, que tiene que ver con la
publicación de hechos relativos a la vida íntima de las
personalidades.

Es decir, se va a regular la oferta de información que hacen
esos periódicos a un mercado que prefiere ese tipo de
noticias: esos diarios no tendrían éxito si la línea
editorial no estuviese marcado por los propios lectores.

Pero, como es imposible regular el gusto por el camino de una
reforma penal, el atajo es limitar las condiciones de esa
satisfacción: fronteras legales al trabajo periodístico.

El otro camino conduce a la moral y ética que plasman los
periódicos, cada día en que salen al mercado de lectores. Por
eso es que, por ejemplo, a pesar de que la sangre y el sexo y
los chismes de los personajes hacen un cóctel muy apetecido
por grandes contingentes de lectores, no todas las
publicaciones optan por preparar día tras día ese brebaje. A
propósito, en ambientes periodísticos se habla de
autorregulación de los medios y hasta de códigos de ética
profesional, lo que para muchos es sinónimo de autocensura.

Ahora bien, parece que en el Congreso Nacional no se tomaron
en cuenta estas consideraciones al incorporar a la orden del
día un proyecto de reformas al artículo 197 del Código Penal,
originalmente propuesto por el socialcristiano Gilberto Vaca,
luego modificado por el diputado Marco Proaño Maya. Y, en un
receso de los agobiantes negociaciones en torno a la Asamblea
Nacional, las reformas pasaron.

Eso provocó la reacción unánime de la prensa. Una reforma tan
oscura y genérica incuba una limitación más al derecho social
a la información y al trabajo de los periodistas pues, a
pretexto de precautelar la vida íntima de los personajes
públicos, podría proteger a los corruptos y castigar las
denuncias y a los denunciantes.

Los diputados no alcanzan a diferenciar razonablemente entre
vida íntima y vida privada. Proaño Maya y Vaca reniegan del
proyecto. Los juristas aseguran que, además, permite una
interpretación subjetiva del juez. El mejor destino es, por
consiguiente, el archivo definitivo.

EL ENTIERRO FUE EN PRIVADO

LONDRES.- Una vez concluidas las exequias públicas, que su
familia y la Corona inglesa ofrecieron, en honor a Diana,
Princesa de Gales, se dio comienzo al funeral privado, con el
que se culminnaron los homenajes póstumos a Lady Di.

La parte privada de la ceremonia de inhumación de los restos
mortales de Diana, Princesa de Gales, comenzó a las 14.35 GMT,
cuando el coche fúnebre con el féretro se unió al resto de la
comitiva que esperaba su llegada a la casa solariega de
Althorp, propiedad de la familia Spencer.

La transmisión efectuada por las cámaras de la televisión
británica se interrumpió una vez que el coche fúnebre, que iba
escoltado por varios motoristas y un vehículo de la Policía
británica, traspasó las verjas de la casa Althorp.

Tras el vehículo fúnebre circuló desde la abadía de
Westminster y hasta la entrada de la autopista M1, que parte
del norte de Londres en dirección a Althorp, un vehículo de
respeto en el que viajaba el príncipe de Gales, acompañado de
sus hijos, los príncipes Guillermo y Enrique.

Al llegar a la entrada de la autopista, se detuvieron los
vehículos y se procedió a retirar las numerosas flores que el
público había arrojado sobre el coche fúnebre.

En ese instante, el príncipe de Gales y sus hijos descendieron
del vehículo de respeto y fueron conducidos a un apeadero
donde tomaron el tren real que los llevó hasta la estación de
Long Buckby (en el condado de Northamptonshire), la más
cercana a Althorp.

Una vez en Long Buckby, el príncipe Carlos y sus hijos
subieron a un vehículo que los trasladó hasta los terrenos de
la casa solariega de Althorp.

El cuerpo de la princesa Diana será enterrado, en la más
estricta intimidad, en una isla en medio de un lago artificial
denominado el lago Oval, situado en una zona de los terrenos
de Althorp conocida como "el jardín de los placeres".

La familia de la princesa Diana estudia la posibilidad de
erigir un monumento en memoria de Diana fuera de los terrenos
de Althorp y abrir varias semanas al año al público esa parte
del jardín, para permitir que el público pueda visitar el
último lugar de reposo de la que fue calificada por el primer
ministro británico, Tony Blair, como "la princesa del pueblo."


UNA VELA EN EL VIENTO

LONDRES.- El cantante "pop" británico Elton John interpretó
una versión de su tema "Candle in the Wind" durante el funeral
en honor de Diana, princesa de Gales en la Abadía de
Westminster.

Sentado ante un piano, Elton John, gran amigo de la princesa
muerta, interpretó visiblemente emocionado la canción, cuya
letra originalmente dedicada a Marilyn Monroe, modificó en
honor de Diana.

Elton John cantó después de que el primer ministro británico,
Tony Blair, leyera un versículo de la Carta de San Pablo a los
Corintios. (EFE-AFP) (DIARIO HOY) (P. 10-A Y 11-A)
EXPLORED
en

Otras Noticias del día 07/Septiembre/1997

Revisar otros años 2014 - 2013 - 2012 - 2011 - 2010 - 2009 - 2008 - 2007 - 2006 - 2005 -2004 - 2003 - 2002 - 2001 - 2000 - 1999 - 1998 - 1997 - 1996 - 1995 - 1994 1993 - 1992 - 1991 - 1990
  Más en el