Quito. 8 sep 97. "La muerte es un fenómeno natural. Quien
acepta la vida debe aceptar la muerte", decía Paul Engel, con
su razonamiento de biólogo, antes de que esa misma muerte lo
llamara. Pero como Diego Viga, su reflexión sobre la muerte
más bien fue la del filósofo. Seguramente, al escuchar estos
nombres no pensamos que se trata de la misma persona, pues
Paul tomó ese pseudónimo para firmar sus libros de ficción. "
La primera vez que estuvo en Colombia, mi padre llegó solo,
-dice Teresa, una de sus hijas- pues mi madre tenía
dificultades para salir de Europa a causa de la guerra
mundial. Así, deprimido, subió a dos cerros colombianos que se
llaman Diego y Viga. Entonces dijo para sí: "Yo soy Diego
Viga".

Paul Engel llegó a América como tantos inmigrantes de finales
de los años 30, huyendo del nazismo y antisemitismo instalados
en Austria, su país natal.

A sus 25 años, ya era médico graduado en la Universidad de
Viena y había realizado trabajos de investigación
endocrinológica, en especial de la glándula pineal. A tiempo,
se dio cuenta que sus posibilidades en Viena, científica y
humanamente, estaban cortadas por los anuncios del holocausto
y las ya sentidas represiones contra los judíos.

Su primer contacto con América Latina fue en Uruguay, tras una
invitación de la Universidad de Montevideo, en 1935. Desde
entonces, empezó a chapotear el español, que sin saberlo, aún,
llegaría a ser su segunda lengua.

En esta misma época comienza la historia de amor junto a
Josefina Monath, cariñosamente llamada Seppl, con quien casó y
compartió más de 50 años de matrimonio.

En 1938, nuevamente se vio obligado a salir de Austria. Esta
vez se radicó en Colombia, donde trabajó en un laboratorio
húngaro y luego en Mead Johnson and Company. Allí nacen sus
tres hijos: Teresa, Juan -mellizos- y Ana.

Ahora, el departamenento de Paul y Seppl está yermo. Las
vitrinas vacías, los libros empaquetados, las paredes
desnudas. Apenas los muebles y una mesa, donde nos acomodamos
con Teresa y Ana para recordar la vida de su padre.

- ¿Cuándo empezó Paul a escribir?

En una de sus visitas a un pequeño pueblo colombiano, fue la
primera vez que empezó a escribir ensayos para la sorpresa de
él mismo. Antes había hecho trabajos científicos, pero no
literarios, escritos en alemán. Después, lo haría en español.
Sigue el consejo de un amigo y envía sus primeros ensayos de
literatura a Thomas Mann con quien establece correspondencia,
y le estimula a seguir escribiendo.

- ¿Y la ciencia?

Paralelamente enviaba trabajos a universidades e institutos de
investigación. Fue invitado por el rector de la Unviersidad
Libre de Colombia a dictar conferencias sobre endocrinología y
publicó un pequeño manual sobre esa materia en español.

- ¿Cuándo se radicaron en Ecuador?

En 1950. Este país le fascinó realmente, pues mi padre era un
amante profundo de las montañas. Un poco más tarde, fue
profesor en la Universidad Central. Después, con varios
colegas fundó la Sociedad de Endocrinología.

- ¿Y la vinculación con la literatura?

Simultáneamente al trabajo en la Universidad, comienza a
escribir su primera novela "Las paralelas se cortan". Además,
varios de sus ensayos son publicados en revistas de la Casa de
la Cultura Ecuatoriana. Tuvo una gran amistad con Jorge Icaza
y formó parte del grupo "América". Poco después, empieza a
publicar sus obras -novelas, esencialmente- bajo el pseudónimo
de Diego Viga, tanto en alemán como en español.

- Según palabras de mi padre, nuestra madre fue su mejor
crítica literaria, su mejor amiga, su secretaria en español y
alemán. âl decía que era la mujer más bella, inteligente y
buena que conocía. Mi padre la amó de una forma profunda y
nosotros admirábamos tanto a esta maravillosa mujer.

- Después de la enfermedad de mi madre, quedó imposibilitada y
mi padre dejó de escribir. En 1993 ella falleció y allí empezó
el final de mi padre.

Pocos meses después, fue atropellado con un carro y empezó a
decaer. Lo único que escribió, enseguida de la muerte de mi
madre, fue un poema, el único que ha escrito en toda su vida,
el 2 y 3 de septiembre de 1993, titulado "Unidad".

- Mi padre amó el Ecuador, subió a todas las montañas, al
Cotopaxi, Chimborazo, Iliniza..., a las pequeñas y a las
grandes. Su última excursión importante fue al Chimborazo,
cuando cumplió 80 años, junto con sus nietos, a más de cinco
mil metros.

- Era un apasionado de la ópera. Fue una persona sumamente
culta. Lector incansable, no hubo uno de sus 10 mil libros que
él no hubira leído y que él nos contara cuando le
preguntábamos sobre alguno de ellos.

- Como padre era un hombre de un fuerte carácter, un poco
dominante, un típico europeo de su época, gritón, colérico,
gritaba y se calmaba después, un hombre emocional.

Tuvo nueve nietos, fue un lindo abuelo, y trece bisnietos.

- ¿Alguno de sus herederos se ha inclinado por la ciencia o la
literatura?
- De sus herederos, solo Juan se inclinó por la ciencia, pues
es gastroenterólogo. Ana Elvira viuda de Pedrorochi es guía
turística y yo -agrega Teresa de Pignagura-, me gradué de
profesora, pero actualmente me dedico a la administración de
un colegio. En el campo literario, nos gusta mucho leer, pero
ninguno escribe, aunque ganas no nos faltan.

TRAS LA MIRADA DE LOS AMIGOS

Al llegar a Ecuador, Paul Engel se vinculó prontamente con los
científicos y literatos del país, con quienes estableció una
profunda amistad.

Una vecina suya, además de gran amiga, Alicia Yánez Cossío,
solía verlo todas las mañanas caminar, con un largo palo, a
Guápulo. "Yo conocí a Paul -recuerda Alicia - a través de mi
esposo, Luis Campos, en la Universidad Central, donde eran
profesores de medicina." Alicia coincide en que la muerte de
Seppl afectó terriblemente a Paul. "A partir de ese momento es
evidente un proceso de envejecimiento. Paul fue un gran amigo
-concluye- y amante sincero del Ecuador."

Otro de sus amigos, Marco Antonio Rodríguez, guarda la imagen
de Paul como "la de un sabio en la más rigurosa connotación
del vocablo; no solo el hombre con un gran acervo de
conocimientos, sino un ser que trabajó su metal humano. En él
jamás hubo poses, ni fatuismos, porque era un hombre sencillo
e íntegro." La última escena de Paul que recuerda Marco
Antonio es cuando, cierta vez, le dijo que familiares e
institutciones querían llevarle a Europa, pero Paul respondía:
"Este es mi país de origen", aludiendo a un verso de Jorge
Carrera Andrade.

Una de las novelas de Paul Engel (Diego Viga), "Mauricio
Toledano en espejo cóncavo", fue publicada por la editorial El
Conejo. Entonces, Abdón Ubidia estuvo cercano al autor, de
quien tiene una imagen entrañable. "Esta obra -comenta Abdón-
es la recreación libre de la vida de un escritor ecuatoriano,
cuyo modelo era Jorge Icaza." Como imagen fresca del
"caminante de rostro agudo", Abdón recuerda a Paul en "esa
facha de escritor de otro siglo, con el sombrero y el bastón
inevitables, en sus conversaciones pausadas y en su vocación
declarada de escritor."

Iván Egüez tuvo una entrañable amistad con Paul Engel. Algunas
imágenes le saltan de la memoria a la palabra y, así, lo
recuerda en su lado más humano:
"A Paúl lo conocí cuando yo era estudiante y corrector de la
Editorial Universitaria; él era profesor de Medicina y un
permanente colaborador de la revista centenaria ANALES. Desde
entonces empecé a admirar su vasta cultura y su benignidad.
Nunca le escuché hablar mal de nadie, ni siquiera de Hernán
Rodríguez que lo metía a la cárcel cada vez que Paúl (Diego
Viga) sacaba un libro. Le gustaba mucho caminar, quizá por
ello jamás engordó. Era bajito, enteco, con barba blanca
recortada, vestía terno -casi siempre plomo- corbata de nudo
largo -tipo envoltorio- y sombrero de paja.

Una mañana fuimos por chaquiñanes hasta la Residencia
Universitaria; ahí sentados en el muro contiguo me habló por
primera vez de una de sus pasiones: W. A. Mozart. Antes de
ayer -me dijo- se cumplieron 200 años del estreno de Ascanio
en Alba. A Paul le gustaban las galletas, tenía una vitrina
con sus libros publicados en la RDA, con libros dedicados de
otros autores y artículos de revistas. "Los Conquistadores" es
un aporte a la novela histórica porque se desarrolla
simultáneamente en el pasado y presente. Ahí hay algunos datos
autobiográficos: el químico europeo que llego a Colombia y
luego al Ecuador, etc. Su otra obsesión era hablar de
Sócrates, de la porfía Wagner-Nietsche, de los nivelungos, de
las walquirias. Cuando enviudó creo que se le vino abajo el
mundo, pues no dejaba de pensar en doña Josefina. Hoy estará
con ella alumbrado por la Menorá, ese candelabro de siete
brazos del cielo judío." DIARIO HOY) (P. 7-B)
EXPLORED
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