Quito. 9 nov 2000. El Hogar San Pablo tiene capacidad para 60 personas,
pero solo viven siete internos. Los presos piden al Estado aumentar el
rubro de alimentación.

La celda de observación del pabellón "D", conocido como el de "las
polillas", es para que el recluso se adapte a la gente, a la estrechez,
al frío, a la oscuridad, a los malos olores, al hacinamiento... Allá van
los hombres que ingresan a la Cárcel 1 de Varones o ex Penal García
Moreno.

La celda tiene dos metros de ancho y cuatro de largo y está asegurada por
una puerta de hierro que por las noches se cierra con un candado. Cuando
esta puerta se abre sale un aire caliente que deja un olor a orinas,
comida, sudor... Al fondo se ve una ventana cuadrada cerrada con verjas
que dejan entrar un poco de luz y viento.

La mitad de ese cuarto ocupa una litera sencilla con dos camas de cemento
cubiertas de esponjas que han perdido su volumen. Al pie de la cama está
la cocina, junto a un hueco que simula un baño. En esa habitación, que
tiene capacidad para dos personas, viven ocho hombres.

Dos reclusos duermen en la cama de arriba, dos en la de abajo, dos en el
suelo, sobre unos cartones, y dos más debajo de la litera. Simón Bolívar
Angulo Cevallos dice que tiene una extraña enfermedad desde hace seis
meses: pasa todo el día acostado y tosiendo. "Nos tratan peor que a un
perro", comenta mientras intenta sentarse.

Como esta celda son todas las 178 que conforman los pabellones "B" y "D",
donde viven 403 personas acusadas de cometer un delito (el 80 por ciento
está detenido por tráfico de drogas, el resto por delitos comunes). Las
cifras muestran que el lugar tiene capacidad para 356 personas, pero hay
47 que viven hacinadas.

Ambos pabellones son de dos pisos. Los corredores y las gradas que los
conectan son construcciones de un cemento que se está destruyendo y no
permite la entrada de la luz solar; el azul y gris de las paredes se está
perdiendo. Por ese lugar caminan unos hombres que muestran su pobreza: su
ropa es vieja y descolorida, algunos tienen los zapatos y los pantalones
rotos.

Uno de ellos es Jesús María Hidalgo Castillo que solo piensa en salir de
la prisión. Desde hace seis meses espera su boleta de libertad, mientras
tanto, sigue lavando la ropa de sus compañeros.

Pero este no es el único rostro del ex penal: los pabellones "C" y "E"
son diferentes. En el primero, desde la entrada se siente un ambiente
seguro, matizado por la música de los kioscos y tiendas que venden
dulces, cigarrillos, colas, fruta, pan... El pabellón "C" tiene 104
personas, repartidas en 57 celdas, cada una con capacidad para dos
internos. Los presos están organizados para hacer la limpieza, pintaron
las paredes, pusieron un piso de vinil para remplazar al cemento frío e
incluso tienen un pequeño gimnasio y una minibiblioteca computarizada en
el segundo piso. Para darle más ambiente hogareño colocaron plantas en
las esquinas.

El colombiano David Vargas, presidente del pabellón, dice que todo es
producto del esfuerzo y trabajo de los internos. Allí están las personas
que pueden pagar y que, sobre todo, tienen buena conducta.

En el pabellón "E" pasa lo mismo. Allí están 64 personas en 32 celdas; el
cuarto 13 no está ocupado por un interno, sino por el monumento de Eloy
Alfaro. Todos los presos saben que de allí sacaron al ex Presidente para
llevarlo a El Ejido y quemarlo. Al ingreso de este pabellón están dos
mesas de billar y al fondo un paisaje. En el segundo piso hay una sala
con aire playero, donde los presos reciben visitas.

Gustavo Peñafiel, vocero de los internos, dice que la situación no es tan
trágica. La Cárcel 1 tiene capacidad para 500 personas y hasta hace 9
días estaban 571, pero para fin de año se espera más gente. "Es la época
de los robos por Navidad".

Un espacio subutilizado

En el ex Penal hay dos hechos que causan asombro. El primero es que el
Hogar San Pablo, manejado por la Confraternidad Carcelaria, está
subutilizado. Tiene capacidad para recibir a 60 internos, pero solo hay
siete personas. La razón: se espera que las autoridades carcelarias
aprueben la lista de 30 personas que fueron aceptadas.

El lugar es limpio y ordenado. Tiene todas las comodidades que hay en una
casa familiar y los talleres están en buenas condiciones, pero pocos
internos aprovechan esos recursos.

El segundo hecho que llama la atención es la comida. El Estado asigna 40
centavos a cada preso para su desayuno, almuerzo y merienda. Ángel
Pulenio, el cocinero, dice que para el desayuno prepara pan (que se hace
en la cárcel) y colada -de máchica o de plátano o avena-. Desde las
08:30, cocina cuatro ollas gigantes de arroz y nueve pollos, "para que
aumente se ponen papitas".

Con el hombre, que está preso por asesinato, trabajan doce personas. El
cocinero no recibe dinero, sino "viene el mercado hecho, para que vean
que yo no me cojo ni un sucre de nadie". (Texto tomado de El Comercio)
EXPLORED
en Ciudad Quito

Otras Noticias del día 09/Noviembre/2000

Revisar otros años 2014 - 2013 - 2012 - 2011 - 2010 - 2009 - 2008 - 2007 - 2006 - 2005 -2004 - 2003 - 2002 - 2001 - 2000 - 1999 - 1998 - 1997 - 1996 - 1995 - 1994 1993 - 1992 - 1991 - 1990
  Más en el