Ibarra. 9 nov 2000. Las recomendaciones de la Defensa Civil para evitar
desastres quedaron en informes. Falta concienciación ciudadana y recursos
para las obras de mitigación.

La época lluviosa, que en los últimos dos años ha causado destrozos en
Imbabura y Carchi, esta vez se retrasó. Según Homero Jácome, del
Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi) octubre marca la
llegada de las precipitaciones.

El déficit de lluvias en la zona es evidente. En Tulcán, por ejemplo, se
esperaban lluvias de 111,1 milímetros cúbicos y solo han caído 41,7. En
Ibarra se preveían precipitaciones de 80,1 milímetros, pero llovió apenas
27,6. El comportamiento del clima recibe la influencia del sistema de
alta presión que actúa sobre las regiones Interandina y Amazónica.

El estiaje causa desconcierto entre los campesinos, especialmente, que
han tenido que retrasar las siembras de maíz, arveja, fréjol..., sin
embargo no se descarta que las lluvias retornen inesperadamente, con
fuerza. Pero, ¿la Sierra norte está preparada para el invierno? No. Las
recomendaciones de la Dirección Nacional de Defensa Civil para Imbabura y
Carchi tras el embate de las lluvias de la estación pasada quedaron como
letra muerta en los informes.

En Carchi, por ejemplo, se sugirió construir terrazas en las peñas del
acceso a Monte Olivo, cantón Bolívar, para que no se repitan los deslaves
que aislaron a mil familias. También se planteó reforestar las laderas.
Nada se ha hecho.

En Capote, al sur de Tulcán, donde en mayo último un deslave terminó con
la vida de seis personas, destruyó dos casas y bloqueó la vía
Panamericana cuatro días, se recomendó construir cunetas de coronación
impermeabilizadas, reforestar las laderas y drenar el acuífero. La labor
se limitó a la limpieza de la vía.

En Imbabura, en Pimampiro, se propuso la reubicación de 45 familias de la
comunidad Yuquín Bajo que viven en riesgo permanente, al pie de una
colina de suelo inestable. Cada invierno ocurren deslizamientos y siempre
se teme lo peor. Sin embargo, la población sigue allí.

En Ibarra se recomendó reubicar en un lugar seguro a las familias cuyas
viviendas asentadas en el talud del río Tahuando fueron afectadas el 21
de mayo, por una erosión. Las nuevas casas están en construcción y
algunas personas retornaron a los inmuebles calificados de inseguros.

En vista de que cada año las aguas lluvias que bajan por la quebrada
Seca, desde la cima del volcán Imbabura, inundan los barrios El Jardín,
Yacucalle, Pilanquí y la parroquia Caranqui, al sur de Ibarra, vuelve a
escena la necesidad de realizar un estudio integral de control de
inundaciones. La respuesta del director municipal de Obras Públicas,
Wilson Terán, al respecto: "no se ha hecho nada. Los estudios cuestan
mucho dinero y no hay plata".

Según Ramiro Zavala, director de Defensa Civil de Imbabura, la provincia
dispone de un mapa bastante general sobre sitios de riesgo. "Imbabura es
proclive a los sismos, deslaves e inundaciones. Lamentablemente, en
condiciones normales la gente no tiene ni la disponibilidad ni el ánimo,
peor recursos para abandonar su casa y construirla en otro lugar. Es por
eso que las advertencias de riesgo pasan desapercibidas, hasta que se
repite una desgracia".

En 1999, Pimampiro fue el cantón más afectado. A dos víctimas mortales se
sumaron los deslaves que, prácticamente, borraron los caminos de acceso a
San Francisco de Sigsipamba, Mariano Acosta y Chugá. Urcuquí quedó
aislado porque desapareció el relleno sobre el río Ambi, que conecta a la
cabecera cantonal con Ibarra. A cambio, el puente de 60 m está a punto de
ser inaugurado, la obra más avanzada.

A año seguido, la Sierra norte volvió a sufrir el azote invernal: ocho
muertos, 12 casas destruidas y numerosos daños viales, como deslaves en
las vías Panamericana e Ibarra-San Lorenzo. Como consecuencia, entre
otras medidas, se recomendó reubicar a los moradores de La Chorrera, El
Naranjal, en la cuenca del Mira, pues se asientan bajo laderas que pueden
venirse abajo.

Para Humberto Villalba, director de la Defensa Civil de Carchi, hay
planes para enfrentar todo tipo de desastres naturales, pero falta
concienciación en la población. En esta provincia las zonas más sensibles
a inundaciones y deslaves son las cuencas de los ríos Mira y Chota. En
cuanto a los sismos, toda.

Las autoridades de Carchi consideran que ni la declaratoria de emergencia
ayudó a solucionar los problemas, peor planificar acciones de prevención.
El presidente Gustavo Noboa ofreció dos millones de dólares para la
reconstrucción de Imbabura y Carchi, pero el alcalde de Tulcán, Pedro
Velasco, denunció que no se han entregado los recursos, "peor licitado
obra alguna".

El sismo lo evidencia

Prevenir es una palabra poco acogida. Los Comités de Operaciones de
Emergencia (COE) solo actúan cuando ocurre un problema, pocos lo hacen
antes. El sismo que sacudió a Imbabura, el 8 de octubre, lo evidenció. En
el sitio del epicentro (5 km al sureste de Ibarra), Santa Rosa de El
Tejar, por ejemplo, todas las casas estaban en peligro porque fueron
levantadas sin tomar en cuenta detalles antisísmicos. Peor aún, por la
zona atraviesa una falla geológica.

Esta situación trae al tapete la necesidad de capacitar a la ciudadanía
sobre los riesgos. En Imbabura y Carchi la Defensa Civil se ha limitado a
remediar inicialmente las emergencias. En la segunda provincia, a partir
del 31 de octubre se incursionó en capacitación, comenzó un ciclo de
talleres de prevención, en el Banco Centro Mundo de Tulcán.

Medios insuficientes

La falta de recursos financieros y materiales es uno de los principales
problemas para atender a la comunidad en riesgo a causa de los fenómenos
naturales. La Defensa Civil de Imbabura tiene en sus registros 200
reservistas, pero regularmente participan 40 jóvenes que alternan su
tiempo entre las actividades de voluntariado con los estudios
secundarios, la mayoría.

Esta provincia dispone solo de una camioneta Chevrolet Luv, modelo 98.
Hace un mes, por gestión de los voluntarios, se logró adquirir, en
calidad de préstamo, una ambulancia que estaba a punto de ser desechada
por la Policía Nacional.

Posteriormente, los socorristas iniciaron un proyecto de mejoramiento de
la unidad de atención médica. Con ayuda de la empresa privada la
rehabilitaron. El aporte llegó en forma de batería, bujías, licuadora,
llantas..., no con dinero. La Defensa Civil de Carchi, entre tanto,
registra a 30 voluntarios, de los cuales 4 están activos en forma
permanente. (Texto tomado de El Comercio)
EXPLORED
en Ciudad Ibarra

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