Quito. 1 dic 96. Cuando apenas iniciado el Gobierno de Bucaram
y Rosalía el diputado roldosista, Marco Proaño Maya, presentó en
el Congreso un proyecto de Ley mediante el cual la sucesión
presidencial, en caso de ausencia definitiva del jefe de Estado,
sería resuelta por el Congreso -a pesar de que el PRE tramitaba
otro proyecto que, ceñido a la Constitución, tenía como sucesor
al vicepresidente-, no pocos ecuatorianos sospecharon que las
relaciones entre la vicepresidenta, Rosalía Arteaga y los más
altos funcionarios, serían tormentosas.

Un hábil manejo de la vicepresidenta, que endosó la "iniciativa"
a Proaño Maya, a sabiendas de que siendo amigo cercano a Bucaram,
el presidente tenía que haber "bendecido" el proyecto, superó el
conflicto, pero dejó en claro que al PRE no le agrada Rosalía,
ni siquiera como potencial sucesora, de una potencial renuncia,
destitución o abandono del cargo del presidente Bucaram.

Como preámbulo de las futuras desavenencias, los ecuatorianos
también recuerdan hoy que, mientras el "colectivo de
concertación" conformaba los cuadros del Gobierno, Jacobo Bucaram
declaró que el "PRE ganó por el PRE", obligando a la
vicepresidenta a aludir a la cuota que puso ella y el MIRA en la
campaña.

Lo que vino después está fresco en la memoria colectiva del país,
que observó, incrédulo, cómo Sandra Correa, ex asistente de
Rosalía, y cuota suya en el Gabinete, cambió al MIRA por el PRE,
para asegurar su continuidad en el Gobierno, y lograr protección
ante el juicio político planteado en su contra, en tanto el
movimiento de la segunda mandataria comenzaba a perder peso.

Aunque constitucionalmente preside el CONADE, la vicepresidenta
se ha quedado sin representación en el Gabinete, donde su sola
voz no es suficiente, a la hora de tomar decisiones. No contar
con un solo diputado, ni con un partido político que la sustente,
la hacen también políticamente vulnerable, de cara a sus aliados
de campaña.

En estas condiciones, ejercer la vicepresidencia no es tarea
fácil para Rosalía. Obligada a mantener un perfil bajo, a la
vicepresidenta le resulta contraproducente hasta el respaldo que
recibe de ciertos sectores del país, sobre todo de las mujeres.

Abdalá Bucaram Ortiz y Rosalía Arteaga, que ganaron las
elecciones con el voto de una amplia mayoría de ecuatorianos, y
juraron cumplir y hacer cumplir la Constitución, están condenados
a soportarse por cuatro años. Es el "precio" a pagar por el 55
por ciento de los votos que recibieron de los ecuatorianos.

Causales de un enjuiciamiento

"El presidente y vicepresidente de la República solo podrán ser
enjuiciados por traición a la Patria, cohecho o cualquier otra
infracción que afectare gravemente el honor nacional", dice
textualmente la Constitución, por lo que una mayoría de
legisladores, a excepción de los del PRE, consideran que el
anuncio del secretario de la Administración, Miguel Salem, no
tiene base legal.

En el Congreso se espera, además, que se presenten pruebas.
Entre tanto, varios diputados roldosistas precisaron que
desconocen el planteamiento de juicio político a la
vicepresidenta y que la próxima semana se reunirán con el
Gobierno para conocer las denuncias de Salem.

No obstante, Harry Alvarez (PRE), culpó a la vicepresidenta de
ser la principal responsable del distanciamiento surgido con
varios funcionarios del régimen.

El presidente del Congreso, Fabián Alarcón, se mostró reservado
en cuanto al tema, mientras otros legisladores se mostraron
preocupados por las acusaciones de Salem. Raúl Baca, de la
Izquierda Democrática, manifestó que la vicepresidenta no puede
ser amenazada por funcionario alguno. Añadió que el segundo
mandatario está respaldado por la Constitución y las leyes,
porque fue elegido por votación popular.

"La defenderemos, no por conspirar, como estúpidamente se señala
con desconocimiento cabal de lo que significa la palabra
conspiración. Se debe dar una explicación suficiente al país, no
simplemente entregar documentos a alguien sino demostrar
verdaderamente su acción", dijo Baca al precisar que él
investigará esas denuncias en el Congreso.

Según el legislador socialcristiano Alvaro Pérez, su partido
defenderá a la vicepresidenta.

La amenaza de juicio en contra de Arteaga causó verdadera
indignación entre las diputadas. Odette de Salcedo (PSC),
presidenta de la Comisión de la Mujer, el Niño y la Familia, dijo
que respalda a la vicepresidenta porque considera que es
"ultrajada" de palabra por el Gobierno.

"Nosotros no creemos que Arteaga conspire contra el Gobierno",
dijo Salcedo, al ratificar que la actitud de la segunda
mandataria fue solidaria con las mujeres ecuatorianas ultrajadas
por altas autoridades, como el ministro de Energía, Alfredo Adum.

Lourdes Espinosa, ex PSC, hoy independiente, también se mostró
solidaria con Arteaga: advirtió que llegó al poder con esfuerzo
y con el respaldo de un ejército de mujeres, por lo que hará
respetar los espacios ganados.

Más allá de lo jurídico

Para el constitucionalista Antonio Rodríguez, la posibilidad de
un juicio contra la vicepresidenta, bajo el cargo de
conspiradora, merece una reflexión que va más allá de lo
jurídico.

Rodríguez opina que el enfrentamiento entre Rosalía Arteaga y el
roldosismo expresa la forma de hacer política que tiene el PRE.
"No se admiten críticas externas, peor internas. La
vicepresidenta osó criticar al régimen, por lo que se convirtió
en otra víctima más de las agresivas reacciones del PRE, tal como
lo han sido otros críticos.

En el campo jurídico, Rodríguez reflexiona que la vicepresidenta,
como cualquier ciudadana, es responsable de sus actos y deber
responder por ellos. Si los cargos son de "conspiradora", el
demandante (¿Abdalá Bucaram?, ¿Miguel Salem?, Alfredo Adum?, ¿el
procurador?) deberá entregar a la Corte Suprema las pruebas para
iniciar el juicio penal correspondiente. Sin embargo, el Gobierno
no ha entregado nada concreto.

La Corte no puede destituir a la vicepresidenta, ya que la
destitución es una facultad privativa del Congreso Nacional.

Para lograr la destitución de Arteaga, los diputados del PRE
deberían convocar a un juicio político. Sin embargo, Rodríguez
recuerda las tres razones que motivan un proceso de esa
naturaleza: traición a la patria, cohecho, o alguna infracción
que atentare contra el honor del país.

Rodríguez considera que no existen fundamentos para creer que la
supuesta conspiración de Arteaga sea motivo para llevarla al
banquillo de los acusados, y menos si no existen pruebas
contundentes.

Las mujeres que conspiraron

La historia del Ecuador está cargada de casos de conspiración y,
entre ellos, sobresalen algunos en los que las protagonistas
fueron mujeres. Esta multiplicidad de casos de conspiración,
según el historiador Enrique Ayala, reposa en la gran
inestabilidad democrática del país.

"Un ingrediente básico en la historia ecuatoriana ha sido la
conspiración", sostiene Ayala, quien recuerda que el país nació
precisamente luego de un episodio de conspiración: el 10 de
agosto de 1809. Precisamente en dicho episodio, una de las
principales figuras fue una mujer, Manuela Cañizares, que ahora
es heroína nacional. "No hay que olvidarse que Manuela Sáenz se
dedicó, en cambio, a develar conspiraciones en contra del
Libertador", acota el historiador, quien destaca que la actuación
de la mujer ecuatoriana en la historia política del país ha sido
muy activa. Ayala sostiene que esta participación se remonta al
cabildeo del Palacio y recuerda que la participación de la mujer
en la guerra de las montoneras fue tan destacada que, luego de
que Otamendi ordenó masacrar a los participantes de una
conspiración en 1833, encontró entre los cadáveres 11 cuerpos de
mujeres vestidas de soldados. Luego hay el notable caso de
Marieta Veintimilla, quien defendió como general el régimen de
su tío, Federico Veintimilla.

La conspiración moderna

El concepto de la conspiración no ha cambiado mucho de aquel que
existía en el siglo pasado. Los conspiradores son políticos que
se reúnen para derrocar a un gobierno, siempre con la
participación del elemento castrense, sostiene Ayala, quien trae
a colación "el caso más notable" de la historia reciente, cuando
civiles, militares y curas se juntaron para derrocar a Carlos
Julio Arosemena. "Igual caso se dio en la época de Rodríguez
Lara, cuando algunos miembros del propio Gobierno de Velasco
Ibarra se complotaron para derrocar al régimen y evitar que gane
las elecciones Assad Bucaram", dice el historiador.

Historia de vicepresidentes

La confrontación entre presidente y vicepresidente, y la
posterior acusación de conspiración en contra del vicepresidente,
no es nueva en la historia ecuatoriana. Carlos Julio Arosemena
fue un vicepresidente que terminó en conflicto con Velasco
Ibarra, y cuando los dos personajes han sido de distintas
regiones, la acusación de regionalismo ha estado presente.

Ayala recuerda también que luego de que Arosemena fue derrocado
como presidente, demandó a su vicepresidente, Reynaldo Varea, por
el tema de la chatarra.

El caso más evidente de pugna entre presidente y vicepresidente
por una supuesta conspiración, fue el protagonizado por Velasco
Ibarra, quien tildó a su vicepresidente, Jorge Zavala Baquerizo,
de "conspirador a sueldo".

Entre el presidente Osvaldo Hurtado y León Roldós también hubo
cierta pugna y, aunque muchas personas insinuaron a Roldós que
tomase el poder durante la famosa huelga de 1982, éste no aceptó.
La confrontación más notoria fue la de León Febres Cordero y su
vicepresidente Blasco Peñaherrera, quien fue acusado frontalmente
por el presidente de ser un conspirador.

Vices leales y desleales

Aunque la figura de la Vicepresidencia no ha existido siempre,
las historias de problemas entre los dos dignatarios siempre ha
estado presente en el país. En tiempos de Eloy Alfaro uno de los
supuestos conspiradores para asesinarlo fue su vicepresidente,
Freile Zaldumbide.

Otros han tenido un papel muy cercano al presidente. Benigno
Cueva fue muy leal a Eloy Alfaro y Alfredo Chiriboga y Chiriboga
también lo fue en el tercer velasquismo. No escapan a esta regla
Francisco Illingworth, quien fue muy leal a Camilo Ponce, y
Manuel Sotomayor y Luna, vicepresidente de Galo Plaza Lasso.

"Pero en eso entonces el perfil de vicepresidente era muy
distinto al actual. Se trataba de hombres de avanzada edad y de
muy ecuánime proceder", sostiene Enrique Ayala. (DIARIO HOY) (P.
6-A y 7-A)
EXPLORED
en Autor: Thalía Flores - [email protected]

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