Quito. 27 may 99. En Cuenca nacieron quintillizos por
inseminación artificial. Se cuestiona el método por la pobreza
de sus padres

Usted no tiene idea de cuánto sufrimos durante 18 años de
matrimonio en que no pudimos tener hijos. El trabajo y el
sacrificio no tenía un objetivo, hasta hace un año en que le
fuimos a rogar a la Virgen del Cisne que nos hiciera el milagro,
entonces de casualidad llegó a nuestras manos un periódico con
un anuncio donde decía que podían ayudar a las parejas infértiles
y fíjese ahora Diosito nos ha mandado todos estos guaguas de
golpe", así se expresa Vicente Chapa, esposo de Narcisa Guamán,
padres de cinco bebés, que nacieron en Cuenca el 11 de mayo
anterior en la Clínica Biomédica.

"Los quintillizos de Cuenca", como se los conoce, son producto
del segundo parto múltiple por el método de reproducción asistida
que se realiza en el Ecuador. Antes nacieron los séxtuples Rodic
Arteaga que ya cumplieron seis años de edad y de los cuales
sobreviven cuatro.

Procedimiento polémico

Hoy los ojos y comentarios de la opinión pública se dirigen al
doctor Eduardo Baculima Bernal, ginécologo que inseminó a Narcisa
en la Clínica Biomédica de Reproducción Humana en Cuenca y que
ha recibido cuestionamientos por haber realizado una inseminación
intrauterina a una mujer de escasos recursos. El médico explica
a Vistazo su decisión: "La primera vez que llegaron los esposos
Chapa Guamán a la consulta fue una experiencia desesperanzadora
porque ellos estaban muy pesimistas en cuanto a los
procedimientos que habían seguido. La señora tenía problemas de
obstrucción parcial en una de las trompas de Falopio y el esposo
tenía subfertilidad por disminución de la actividad de los
espermatozoides. Una vez establecido el diagnóstico se les
explicó que lo único conveniente era una inseminación, a lo cual
ellos dijeron que lo iban a pensar. Son una pareja estable que
estaba deseando tener hijos, lo que nos fue guiando a este
proceso. En las siguientes consultas, ella se sometió a una
laparoscopia endoscópica y luego vino la inducción de la
ovulación, que fue un éxito. El problema -continúa- hubiera sido
más complejo si hubiesen necesitado una fertilización in vitro,
de tal manera que se hizo lo necesario para llegar a un
diagnóstico concreto: la inseminación intrauterina con semen del
esposo".

A la pareja se le advirtió que había una posibilidad alta de
tener un embarazo múltiple y ellos autorizaron por escrito a que
se realice la inseminación. "Al mes y medio por una ecografía
supimos que estaba embarazada, determinándose que había cinco
sacos gestacionales. La pareja se sorprendió al principio, pero
la señora demostró mucha fe y ánimo para tenerlos", aclara
Baculima.

A Narcisa se le hacían revisiones periódicas en la clínica hasta
el cuarto mes y luego se le siguió atendiendo en su casa. Todo
el embarazo fue normal, los fetos crecían homogéneamente. No hubo
pre-eclampsia, ni problemas renales.

Luego del nacimiento de los cinco bebés y de la polémica que se
ha abierto respecto a que se habría realizado un procedimiento
irresponsable, tratándose de la inseminación a una pareja de tan
escasos recursos, Eduardo Baculima responde que: "Solamente Dios
sabía cuantos niños iban a fecundarse, a lo mejor no era ninguno.
Además, no fue necesaria la utilización de la gonadotrofina
(sustancia estimuladora de la ovulación), pues al primer intento
de inseminación, la señora se embarazó", aclara. "La ciencia está
a favor de evitar la gestación múltiple más aún en un hogar de
gente humilde, pero es difícil decidir cuándo decir no y cuándo
decir sí. Comprendí su necesidad de ser padres. Esa vehemencia
hizo que dé prioridad al corazón y haya decidido ayudarlos",
explica.

Baculima no se deja amedrentar por los comentarios. "Hay personas
que tienen notables diferencias con este método, pero hay que
adentrarse en el espíritu de las personas. La reproducción
asistida existe por una razón específica: para las parejas que
no tienen niños. Es un servicio de la ciencia hacia la raza
humana. Y yo me pregunto ¿quién puede negarle a una mujer el
derecho de ser madre?".

Familia de siete

Residentes en Monay, una parroquia a 15 minutos de Cuenca, a la
que hay que llegar por un camino en pésimo estado, Vicente y
Narcisa recibieron a Vistazo, para contarnos la historia que ha
cambiado súbitamente sus vidas. Vicente de 37 años, desborda un
optimismo fuera de lo común. Su mujer, Narcisa de 33, todavía
está convaleciente. Ella ha trabajado por muchos años en el
mercado de la calle Nueve de Octubre vendiendo hortalizas y
legumbres. Viven en una humilde casa prestada, en lo alto de una
loma donde tienen una parcela que la dedican al cultivo de
productos con los que subsisten. Vicente es chofer, con su viejo
automóvil se gana la vida haciendo fletes.

"Nadie podrá nunca entender lo que yo sentí como padre cuando vi
al primero, era un pedacito de carne que se movía intensamente.
Después la segunda, el tercero... la cuarta y la quinta. No podía
creer que todos estuvieran sanitos y llorando a todo pulmón. Mis
bebés han sido esperados y deseados, son hijos del amor y aunque
la gente pueda criticar y dudar sobre cómo los voy a mantener,
lo único que puedo decir es que soy joven y puedo tranquilamente
trabajar por ellos.

Historia de una esperanza

"A los tres años de casados, nos dimos cuenta de que algo pasaba
porque no venían los hijos, tuvimos muchos disgustos por eso",
cuenta Vicente. "Aquí en Cuenca no había esta especialización y
viajamos a Quito y Guayaquil. Nosotros sabíamos que teníamos
algo, porque ya habíamos hecho un intento de inseminación y
falló, luego entramos en una etapa de resignación".

A la pregunta de qué pensaron cuando se enteraron que venían
cinco agrega: "Así hubiera sido uno o siete, eran esperados con
felicidad". Luego de unos segundos en silencio dice: "Nosotros
fuimos objetos de burlas en el mercado y por parte de los amigos,
que nos decían que trabajamos para nada, que el sexo se hace en
la cama, pero que el verdadero sentido de la vida lo traen los
hijos y ya están aquí y por ellos nos vamos a esforzar. Hemos
mandado hacer dos cunas grandes para meter a los cinco. Yo quiero
que se críen bonitos y sobre todo sanos. Son tres mujeres y dos
varones. De seguro uno se llamará Juan Pablo, en homenaje al
Papa, y otra Gloria del Cisne, en homenaje a la virgencita".

Narcisa permanece en cama, siente muchos dolores en su espalda.
"No tenía mucho apetito en el embarazo, pero me mantuve hasta los
cinco meses haciendo mis cosas normalmente. He sentido alegría,
pero también preocupación de que no llegue a feliz término el
alumbramiento. Se movían bastante señorita, a veces parecía que
tenía una cancha de fútbol adentro".

Los bebés

Narcisa entró en trabajo de parto la mañana del 11 de mayo, los
niños nacieron con 29 semanas de gestación y deberán permanecer
un mes y medio en la incubadora. Los pediatras Jorge Tinoco,
Bolívar Mora y Miriam Pinos fueron los encargados de recibir a
los recién nacidos.
"Todos estábamos asombrados y con temor por la falta de
infraestructura necesaria. En ese rato fue un corre corre
llamando a las otras clínicas para que nos ayuden con las
incubadoras", sostiene la pediatra Pinos.
"El padre está muy feliz de tener los cinco", agrega, "él se
había resignado a la idea de que no vivirían todos. Creo que
recién está captando lo que significa haberse convertido en
padre, pero no lo que se le viene a futuro".

Las enfermeras están sorprendidas de la felicidad de Vicente
Chapa, quien llegó hace dos días a la clínica, con un frasco de
agua bendita a bautizar a los bebés. Cuando la enfermera le pide
plasma, necesario para los niños, pregunta: "¿qué es eso?".

Los pesos actuales de Eddy Manuel, Juan Pablo Vicente, Gloria del
Cisne, Eloísa del Rocío y Diana Narcisa -como decidieron
bautizarlos- oscilan entre 750 y 1.400 gramos. Nacieron con peso
más alto, pero los prematuros siempre bajan la primera semana de
vida, según explica su pediatra Bolívar Mora.

El mayor riesgo es el de infección por su bajo estado
inmunólogico, pero se encuentran bastante bien. "Son tan
chiquitos que de un pañal de la talla que usan normalmente los
recién nacidos se sacan dos y les alcanza muy bien, dicen las
enfermeras".

El destino hizo que una pareja que había perdido la esperanza de
ser padres, hoy tengan no uno, sino cinco hijos. Cinco bocas que
alimentar, cinco vidas que guiar, pero sobre todo, pese a la
polémica sobre su futuro: cinco sonrisas y cinco razones para
vivir.

Los séxtuples Rodic Arteaga, de los cuales sobreviven cuatro,
cumplieron seis años. Así como son distintos físicamente, también
tienen el carácter diferente. Haydée y Érika son tremendas y las
más gorditas; Diego Armando y Fernando son inquietos, pero
manejables. Actualmente están en primer grado: dos en el
Instituto Abdón Calderón y dos en el Instituto Cardenal Spellman.


"A partir de las tres de la tarde en que llegan de la escuela,
esta casa es un caos", señala Érika Arteaga, madre de los
pequeños, que debe criarlos sola a raíz de su separación.

"En lugar de tener varias empleadas, preferí contratar profesoras
a domicilio para que los ayuden en las tareas", explica sobre su
vida junto a sus cuatro pequeños. En un gesto de generosidad, la
madre de los niños Rodic señaló que: "No me había enterado del
nacimiento de los quíntuples de Cuenca, pero deseo entregarles
los coches dobles, el corral, algunas mesitas de comer y toda la
ropa necesaria, sobre todo la de prematuros que es muy difícil
de conseguir. Yo comprendo lo que les viene, imagínese, mantener
a mis cuatro hijos cuesta alrededor de ocho millones de sucres
mensuales. Hay que darles una mano".

"Hay quienes condenan este método y me pregunto ¿quién puede
negarle a esta mujer su derecho a ser madre?".

"Mis bebés han sido deseados y esperados y aunque nos critiquen
soy joven y puedo trabajar por ellos". (Texto tomado de La
Revista Vistazo)
EXPLORED
en Ciudad Quito

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