Quito. 07.11.93. Dentro de un año, el Perú tendrá inscritos a los
candidatos presidenciales para 1995. El "sí" del referéndum del
31 de octubre cierra la etapa del golpe de Estado y del gobierno
de facto. Ahora la política peruana tendrá el doble signo de
poner en plena ejecución la Constitución vigente y de arrancar la
carrera electoral de 1995.

El presidente Fujimori sigue aún de triunfador y tiene la
posibilidad de ser reelecto inmediatamente, cosa negada
enfáticamente en el Peru después de la caída de Leguía.

¿Tendremos en adelante presidente o candidato?

Un presidente candidato

El Perú no está acostumbrado a que su presidente haga campaña
electoral por su reelección. "Cosas verás Sancho", dice el
Quijote. Es evidente que la actitud del señor Fujimori será, en
el futuro inmediato, la de escudriñar sus reales posibilidades
electorales. Después de todo, ni la elección al Congreso de
noviembre del año pasado ni el referéndum han significado un
contundente setenta contra treinta por ciento. Fujimori puede
mantener su popularidad pero difícilmente la elevará, y resulta
previsible que seguirá una curva descendente aunque, a estas
alturas, es imposible decir en qué porcentaje de aprobación
estará dentro de un año.

El presidente está convencido de que estilo que le da rédito
político es el de hombre duro. Por consiguiente, en la búsqueda
de condiciones para ser reelecto y con sucesivas victorias
electorales de su lado, tendremos un presidente que actúe tan o
más unilateralmente que antes y una mayoría parlamentaria que
hará lo propio.

Esto conlleva el riesgo de cometer errores garrafales y
perseverar en ellos, lo que pue afectar gravememte la popularidad
presidencial.

No olvidemos que importantes voceros y voceras de Cambio 90-
Nueva Mayoría han dicho que la Constitucion hubiera tenido mayor
aprobación si se hubiesen mantenido las propustas iniciales y no
se hubiera pretendido conciliar con la oposición en los tramos
finales del debate durante el mes de julio.

En todo caso, una cosa es evidente: No tendremos presidente que
cumpla sus ya lejanas promesas de concertación de 1990, y el
enfrentamiento promete ser la tómica dominante del próximo año de
gobierno y del subsiguiente de contienda electoral.

Superada la crisis política generada el 5 de abril de 1992, el
Perú vuelve a enfrentarse con sus dos problemas tradicionales: la
pobreza y la violencia. Sobre ambos, y particularmente sobre el
segundo, ha habido cambios trascendentales en los últimos catorce
meses.

*Ensayista peruano.

La reproducción de este artículo -que será publicado en estos
días en el Perú ha sido autorizada por la revista peruana
"Quehacer".

La espina de la pobreza

Hasta ahora, la respuesta presidencial al problema de la pobreza
ha sido típicamente liberal: ajuste y estabilización hasta
controlar la inflación completamente. La receta incluye la
recesión. Luego, el propio crecimiento que produzca el sistema
económico se encargará de solucionar la pobreza.
Ha sido ya dicho que el crecimiento esperado ni es tan rápido, ni
se hace cargo automáticamente de solucionar la pobreza. Al
revés: los países que siguieron recetas pesadamente liberales
tienen hoy ejércitos numerosos de pobres y miserables. Estados
Unidos de Norteamérica y el Reino Unido son dos de los más
significativos ejemplos. Además, en los Estados Unidos el
gobierno liberal de Bush perdió las elecciones, y en el Reino
Unido todo parece indicar que en la próxima elección terminará
también el predominio de los conservadores. Y es que el
liberalismo siempre supuso que no había pobres sino solo
propietarios y actuó consecuentemente con esta idea.
El esfuerzo principal del gobierno frente a la pobreza ha sido
canalizado a través del FONCOPES. Dirigido por personas
eficientes y de buena intención, este organismo ha invertido todo
lo que ha tenido a disposición, de manera creativa y esforzándose
por llegar a muchos de los sectores más pobres del país.
Pero lo que los ejecutivos del FONCODES no pueden solucionar es
el reiterado problema de que les entreguen solo la mitad o la
tercera parte de los fondos originalmente dispuestos para ayuda
social. Y es que, al final, el FONCOPES no es una de las
prioridades políticas del actual gobierno. ¿Llegará a serlo?
Los malpensados responden que depende del Estado de ánimo del
candidato Fujimori. Sería la peor solución, pero no hay que
descartarla pues debemos recordar que la disciplina fiscal se
relajó durante el último trimestre de 1992, coincidentemente con
la campaña electoral para el Congreso Constituyente. A esto
colabora que el señor Fujimori quiera inaugurar tantas obras como
pueda, en una actitud más propia de candidato que de presidente.
La presión por obras en provincias puede ser elevada, desde que
la aceptación presidencial es mayor en la capital, como lo
demuestra el voto emitido. Un populismo electoralista de año y
medio o dos puede ser fatal para la salud económica del país (el
que Fujimori realizó para el Congreso Constituyente duró
aproximadamente tres meses).

La pobreza, a menos que cambien las cosas, será utilizada
electoralmente pero no mitigada ni, menor aún, solucionada
estructuralmente en los dos años por venir. Es lamentable por la
cantidad de peruanos involucrados, por lo significativo del
problema, y porque la peor manera de tratar con ella es la de las
dádivas electorales.

La violencia subversiva

El presidente Fujimori exhibe sus mejores logros políticos en el
frente antisubversivo. Algunos "senderólogos" no han dudado en
predecir que el fin de Sendero Luminoso es un hecho sin regreso.

Otros piensan lo contrario.

Las "cartas" de Abimael Guzmán fueron, sin duda alguna, un
terremoto político en el que el Servicio de Inteligencia, y
particularmente sus psiquiatras, deben haber jugado un papel
preponderante, aprovechando los estragos que ha causado el año de
incomunicación en los nervios y la mente del "camarada Gonzalo".

De que el terremoto remeció también a Sendero Luminoso, no cabe
la menor duda. Se sabe que su dirigencia tiene una versión de
los hechos que es positiva para el movimiento, como no podía ser
de otra manera. Pero el intento de mostrar nuevamente presencia
en Lima a pesar de la debilidad en que se hallan, y el hecho de
optar por atentados bestiales como el de poner un coche-bomba en
pleno centro de Lima al caer la noche, indican que han sentido el
golpe y que reaccionan para mostrar presencia y, tal vez más aún,
para intentar recuperar el control interno y la moral de los
cuadros.

Por su parte, el presidente Fujimori ha utilizado
inteligentemente estos hechos recientes: muestra que dobla las
voluntades senderistas al máximo nivel, y se esfuerza por
congregar a los dirigentes, moviéndolos de cárceles y juntándolos
como si promoviera una suerte de "reunión del comité central en
la cárcel".

Pero este espectáculo puede tener más impacto en la ciudadanía
que en Sendero Luminoso mismo. Para los peruanos comunes y
corrientes es un alarde de fuerza y determinación que nunca
pudieron mostrar ni Belaúnde ni García Pérez, y eso cuenta a
favor de Fujimori. Qué duda cabe. Evidentemente, ha tenido la
intención de servir también con fines electorales (aunque las
encuestas publicadas no mostraron sino un pequeño repunte del
orden del 5% luego de las cartas de Abimael, incomparable al casi
30% de elevación cuando su captura).

Dentro de Sendero Luminoso, el impacto de las reuniones del
comité central en la cárcel tienen que ser mitigadas porque, bien
se sabe, un grupo subversivo bien organizado siempre tiene un
comando de recambio cuando los jefes caen. Por tanto, parece
correcta la apreciación de los líderes senderistas en el sentido
de que Abimael y el resto de presos no pueden tomar decisiones
obligatorias para sus huestes desde la prisión.

Uno de los problemas que despejaremos en las próximas semanas,
sin embargo, es saber si el presidente Fujimori ha hecho todo
esto exclusivamente con fines electorales, o si persistirá en
utilizar recursos de guerra psicológica para desmantelar a
Sendero o, en todo caso, para disminuir seriamente su moral.

Nuevamente, en honor a la verdad, hay que decir que es la primera
vez que el gobierno peruano, en trece años de lucha, hace guerra
psicológica contra el interior de Sendero. Antes, los anuncios
de televisión estaban destinados al público en general, o a los
parientes del presunto senderista. Eran tiempo y recursos
malgastados, porque el cuadro de Sendero ocultaba su militancia
en la familia o, en todo caso, pasaba a la clandestinidad cuando
asumía un compromiso más serio.

Hoy, ver al líder máximo transigiendo con el gobierno debe tener
un efecto devastador en la moral de muchos cuadros, tanto más
cuanto que el senderismo ha perdido su inercia vencedora y está
ahora a la defensiva y en retroceso. Persistir en el deterioro
de la moral de los subversivos es algo muy importante y que debe
seguir más allá de exclusivos fines electorales.

¿Y la constitución?

Por último, el gobierno tendrá que poner en ejecución plena la
Constitución en el plazo más breve. Esto significa reformar
varias leyes importantes y dictar otras tantas a fin de adecuar
el aparato del Estado a las nuevas circunstancias.

Destaca en importancia la instalación del Consejo de la
Magistratura, para que pueda nombrar jueces con independencia, y
la instalación del Tribunal Constitucional, que fue desactivado
desde el 5 de abril de 1992.

Por supuesto, también está el problema de determinar qué hacer
con la pena de muerte. Lo más fácil sería salir del Convenio de
San José de Costa Rica, pero eso pondría al país fuera del
sistema interamericano de protección de los derechos humanos y,
con los antecedentes del presidente Fujimori, puede reabrir
suspicacias internacionales que, a su turno, hagan tambalear el
sustento de la credibilidad del Perú en el contexto de las
naciones.

Lo ideal sería tener en adelante un gobierno seguro de sí mismo,
con un presidente que gobierne y no piense primero en la campaña
electoral, que concierte y no considere que debe utilizar la
fuerza para ganar más adeptos, y que se esfuerce por
reconstitucionalizar plenamente al país, al tiempo que busca
soluciones eficientes contra la pobreza y para la pacificación
integral del país. ¿Será mucho pedir en nuestra incierta vida
política? (4C)

EXPLORED
en Ciudad N/D

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