1. OLAFO
El presidente del Congreso Nacional, José Cordero, aseguró que los diputados no son payasos, sino magistrados. Y que él es incapaz de imaginar al presidente de la República, Gustavo Noboa, como un personaje de tiras cómicas.
Lo primero es un asunto de opinión.
Lo segundo, de inspiración.
Ambos pertenecen al resbaloso mundo de la subjetividad.
La mayorÃa de ecuatorianos vemos a los congresistas como catimbaos que actúan bajo una gran carpa hecha de remiendos, y no ante el espantoso mural (literal: causa espanto) de Oswaldo GuayasamÃn. AllÃ, los diputados son unos bufones "de a luca", porque casi siempre sus actuaciones, lejos de causar hilaridad, provocan vergüenza ajena.
Con una pizca de fantasÃa -lástima que Cordero sea tan seriote- se puede ver al presidente Noboa como Olafo el Amargado, en un barco vikingo en que hay polÃticos más egoÃstas y perversos que Garfield, unas mujeres tan inefables como Agata y unos periodistas menos avispados que Condorito.
2. BURLADERO
Hay una vieja idea que viene al cuento: cuando se toma en serio al poder, este se burla; pero si se hace burla del poder, este toma en serio al burlador.
Cierto es que esta verdad no se aplica plenamente a la situación porque nos hemos encontrado con que el presidente de la República es más gracioso, o pretende serlo, que lo usualmente admitido por las "buenas costumbres".
La Constitución no le prohÃbe al jefe de Estado hacerse el chistoso, ni gastar bromas pesadas, por lo que los legisladores, en vez de hacerse bolas, deberÃan pensar en cómo aplicarle la misma medicina: dos cucharas de jarabe risa y una tableta de bromas, ¡pero de las buenas!
Mientras esto no suceda, Olafo, perdón, Gustavo Noboa se convertirá en el campeón del burladero, después de que cometió la bromita de llevarse por un par de dÃas la computadora con la información de la red de asalto a los fondos públicos, organizada en el Ministerio de EconomÃa. ¿Acaso también se le "chispotéo", y llegó a pensar que esa máquina también era "de alquiler"?
3. PAYASOS
Somos injustos con los payasos al compararlos con los diputados. O, mejor dicho, el presidente del Congreso es injusto con aquellos.
Los payasos, los buenos payasos cumplen una función social indispensable: llegar más allá de la risa superficial, al dorado lugar donde se fermenta el humor. Para ello desnudan al poder y a los poderosos con estudiada mÃmica, imitaciones, inflexiones verbales, tópicos, sÃmbolos externos que construyen una representación irónica que opera como una bomba en el espectador, quien estalla de risa.
Es una función relacionada con el ocio. El juego. Y con la liviandad de la existencia, algo insoportable para los más cerebrales. "El Miche", mejor si es lejos de la televisión, es uno de esos buenos humoristas. David Reinoso, sobre todo en la televisión, es otro de ellos.
Para cortarle el chiste al presidente, si eso es lo que quieren los diputados, ellos deberán fraguar una broma en serio, aun cuando el Comité de Excusas siga tan parsimonioso como la FiscalÃa y no "autodepure" al Congreso. De Cantinflas: un gag ante el que no sabemos si reÃr o llorar.