Guayaquil. 24 jul 2000. La memoria del Libertador se mantiene
vigente, pues al paso de los años es mucho más recomendable
su lección de sacrificio, desinterés y patriotismo sin límites en
favor de la emancipación, unidad y desarrollo integral de nuestros
pueblos.

D estinado como estaba a convertirse en protagonista de
incontables páginas de la historia americana y por ende de la
memoria mundial, pocos años le resultaron suficientes a Simón
Bolívar para desplegar y consolidar una fecunda acción similar a
la que desarrollaron otras admiradas personalidades del orbe,
caracterizadas igualmente por su nobleza, su visión constructora y
la entrega permanente a las justas causas de la humanidad, que en
definitiva son las que vencen los siglos y quedan como lección
imborrable en la mente de los hombres.

Cuando Simón Bolívar, el Libertador y Padre de Cinco Naciones,
expiró en la modesta alcoba de la quinta San Pedro Alejandrino de
Santa Marta, Colombia, la tarde del 17 de diciembre de 1830, hasta
ese instante memorable toda su existencia había estado acompañada
de singularísimos episodios plenos de motivadoras virtudes que él
heredó, cultivó, cosechó y compartió sin reservas.

El 24 de julio de 1783, fecha del nacimiento del héroe en la
colonial ciudad de Santiago de León de Caracas, capital de la
Capitanía General de Venezuela, marcó entonces la presencia
predestinada de quien con su espada de ínclito guerrero y
visionaria inteligencia de estadista formó una familia de naciones
libres de la opresión colonial hispana.

Prematura orfandad

Simón José Antonio de la Santísima Trinidad, nombres con que
recibió el bautismo el 30 de julio del mismo año, fue el cuarto y
último hijo de Juan Vicente Bolívar y Ponte y de María Concepción
Palacios y Blanco, jefes de una rica familia de ancestros europeos
y aristócratas.

A temprana edad quedó huérfano, pues su padre falleció en 1786 y
su madre en 1792. Pero el pequeño tuvo la suerte de contar con el
amor de familiares, como su abuelo y tío maternos, quienes
ejercieron la tutoría en diferentes épocas.

Igualmente Bolívar contó con las enseñanzas diligentes y
afectuosas de preceptores de la talla de Miguel Sanz, Andrés Bello
y el entrañable Simón Rodríguez (Simón Carreño Rodríguez), entre
otros, que incluso lo contagiaron con sus nobilísimos ideales.

FE DE BAUTISMO

Simón José Antonio, párvulo: En la ciudad Mariana de Caracas; en
treinta días del mes de Julio de mil setecientos ochenta y tres
años, el Dr. Dn. Juan Félix Jérez y Aristeguieta, Presbítero con
licencia que yo el infrascrito Teniente Cura de esta Santa Iglesia
Católica, le concedí, bautizó, puso óleo y crisma y dió
bendiciones a Simón José Antonio de la Santísima Trinidad, párvulo
que nació el día veinte y cuatro del corriente, hijo legítimo de
don Juan Vicente Bolívar y de Doña María de la Concepción Palacios
y Sojo, naturales y vecinos de esta dicha ciudad; fue su padrino
Don Feliciano Palacios y Sojo, a quien se advirtió el parentesco
espiritual, y obligación. Para que conste lo firma esta
autorización. Rubricado el Bachiller Manuel Antonio Fajardo.

Compromiso ejemplar

Sin olvidar jamás las enseñanzas de sus queridos maestros, el
joven Bolívar incursionó en la vida militar en 1797 como cadete
del Batallón de Milicias de Voluntarios Blancos de los Valles de
Aragua.

Sus deseos de superación lo llevaron al Viejo Continente, donde
acumuló conocimientos sin sustraerse a la vida cultural y social.
De esas tierras regresó casado a Venezuela en 1802, mas su esposa
María Teresa Rodríguez de Toro falleció casi enseguida y aquello
lo obligó a emprender un nuevo viaje a Europa.

La política imperante en esas naciones avivaron su juicioso
criterio y el espíritu de justicia que desde muy niño lo
caracterizó. Así pues, en un instante de inspiración que implicó
un plausible compromiso, protagonizó el célebre juramento de Monte
Aventino o Sacro (Roma, Italia, agosto de 1805) teniendo como
testigo a su inolvidable maestro Simón Rodríguez.

En plena acción

Otra vez en su patria, Bolívar se integró a las tareas
independentistas lideradas por el precursor Francisco de Miranda.
Triunfos y derrotas, misiones diplomáticas delicadas y
trascendentales aparecieron en la ruta del aguerrido personaje,
que nunca olvidó el compromiso adquirido tiempo atrás en la
histórica colina romana.

La Junta Suprema de Caracas en 1811 lo ascendió a coronel, uno de
los meritorios grados militares que consiguió rápidamente hasta
convertirse en capitán general de los ejércitos de Nueva Granda en
1815. En tanto, ya en Mérida se lo había aclamado como Libertador,
título que el Congreso de Angostura en pleno lo ratificó en 1820.

Con plenitud de bríos, el gran venezolano insistió en su labor
política y militar: prosiguió la Campaña Admirable que comenzó en
1813, rubricada con el discutido decreto de Guerra a Muerte
proclamado en el mismo año, y su Carta de Jamaica de 1815.

Jornadas clave

Liderando un sentimiento nacionalista que se afianzó en los
pueblos americanos, el Libertador redobló afanes en pos de una
emancipación total de ellos.

La mejor organización que Bolívar dio a las fuerzas patriotas
determinó que a partir de 1818 la victoria casi siempre esté con
sus compañeros de armas. De igual manera, el éxito de cada jornada
bélica era un testimonio de sus virtudes de estratega que no solo
planificaba y recomendaba acciones, sino que participaba en forma
directa en los combates.

Las batallas de Boyacá (1819) y Carabobo (1821) ratificaron su
temple aguerrido, igualmente puesto a prueba cuando realizó el
Paso de los Andes.

Tampoco hay que olvidar que el Congreso de Angostura de 1819 y la
entrevista con el general San Martín (Guayaquil, julio de 1822)
consolidaron también su prestigio de estadista.

Más acciones

Viviendo el apogeo de su carrera militar y política, Bolívar
compartió con sus legiones emancipadoras y demás colaboradores los
laureles de Ayacucho y Junín (1824), la fundación de la República
de Bolivia (1825) y el Congreso Anfictiónico de Panamá (1826).

Demostraciones de envidia, ingratitud, odio gratuito, etcétera,
que pusieron de manifiesto falsos amigos e innobles colegas de
armas, afectaron el ánimo del Padre de Cinco Naciones.

Empero, la admiración y el amor desinteresado que le profesó la
quiteña Manuelita Sáenz significó otro aliciente para paliar el
sufrimiento moral de Bolívar. Él mismo la llamó la Libertadora del
Libertador, cuando le salvó la vida en septiembre de 1828.

PARTIDA DE DEFUNCIÓN

El suscrito Cura Párroco de la Basílica Catedral de Santa Marta.
CERTIFICA: que en el libro 7 de Defunciones, folio 12 se encuentra
una partida que a la letra dice: En el año del Señor a veinte de
diciembre de mil ochocientos treinta. Yo el Pbro. José Arenas,
Cura Interino del Sagrario de esta Sta. Yo a cargo de Santa Marta;
Certifico: que el Sr. Dean Dr. José Antonio Pérez en unión del
Ilmo. Cura de esta Sta. Mta. dio sepultura en una bóveda de la
referida Catedral al cadáver del Exmo. Sr. Gral. Libertador de la
República de Colombia Simón Bolívar, natural de la ciudad de
Caracas vdo. de la Sra. Teresa Toro, al cual se le administraron
todos los Stos. Sacramentos y llevó entierro mayor con 7 posas
gratis, al que condujeron todas las corporaciones Grales del
Ejército, oficiales y demás sujetos de distinción de esta ciudad,
con asistencia también del Clero y Sres. Curas comarcanos, para
que conste lo firmo, José María Arenas, M. Q. Copia expedida en
Santa Marta, a diecisiete de marzo del año de Gracia del Señor de
mil novecientos cincuenta y nueve.


Últimos días

Defraudado, proscrito de su patria y con una salud muy precaria,
el Libertador desplegó los esfuerzos posibles para mantener la
unidad de los pueblos librados del yugo colonial español gracias a
su victoriosa espada.

Lamentablemente las cosas siguieron su nefasto curso, porque hubo
la invasión del Perú al Distrito del Sur en 1829, seguida de la
definitiva ruptura de la Gran Colombia un año después. Para
completar el sombrío panorama, en junio de 1830 fue asesinado
Antonio José de Sucre, el Delfín de Bolívar e indiscutiblemente el
más leal de sus tenientes.

A pesar de todo, el caraqueño mostró optimismo y abrigó la
esperanza de que otros retomaran la tarea unificadora, llamando a
quienes consideró consecuentes con sus principios, pero poco o
nada pudo hacer.

Además, su salud totalmente desmejorada no respondía a los deseos
de su espíritu batallador. Así pues, el 1 de diciembre de 1830
llegó al pueblo colombiano de Santa Marta y por una gentileza del
español Joaquín de Mier pasó a hospedarse en la quinta San Pedro
Alejandrino.

Rumbo a la gloria

Ni las atenciones solícitas del médico francés Próspero Reverend
ni la compañía de sus pocos amigos ayudaron a la recuperación del
ilustre enfermo, quien asumió con serenidad la llegada de su
final.

El 6 de diciembre escribió una conceptuosa carta a su prima Fanny
D. du Villars; el 10 recibió los últimos sacramentos del cura
Hermenegildo Barranco, cura de Mamatoco, además dictó su
testamento e igualmente su última proclama a los pueblos de
Colombia.

Minutos después de las 13h00 del 17 de diciembre, el héroe murió
en medio de sus consternados amigos. El féretro fue llevado al
pueblo para su velación y dos días más tarde recibió sepultura en
una de las bóvedas de la Catedral de Santa Marta, donde permaneció
hasta 1842 en que fue trasladado a Caracas.

En esta forma terminó el tránsito vital del militar pundonoroso y
estadista visionario, quien a pesar de una titánica acción
desplegada en favor de la libertad y la integración de los pueblos
americanos expresó con ejemplar modestia que lo mejor está por
hacerse todavía.

MI DELIRIO SOBRE EL CHIMBORAZO

Yo venía envuelto con el manto de Iris, desde donde paga su
tributo el caudaloso Orinoco al Dios de las Aguas. Había visitado
las encantadas fuentes amazónicas, y quise subir al atalaya del
Universo. Busqué las huellas de la Condamine y de Humboldt,
seguílas audaz, nada me detuvo; llegué a la región glacial; el
éter sofocaba mi aliento. Ninguna planta humana había hollado la
corona diamantina que puso la mano de la eternidad en las sienes
del dominador de los Andes.

Yo me dije: Este manto de Iris que me ha servido de estandarte, ha
recorrido mis manos sobre regiones infernales; ha surcado los
mares dulces; ha subido sobre los hombros gigantescos de los
Andes; la tierra se ha allanado a los pies de Colombia, y el
tiempo no ha podido detener la marcha de la libertad. Belona ha
sido humillada por los rastros de Iris. ¿Y yo no podré trepar
sobre los cabellos canosos del gigante de la Tierra? Sí, podré. Y
arrebatado por la violencia de un espíritu desconocido para mí,
que me parecía divino, pasé sobre los pies de Humboldt, empañando
los cristales que circuyen el Chimborazo. Llego como impulsado por
el genio que me animaba, y desfallezco al tocar con mi cabeza la
copa del firmamento; y con mis pies los umbrales del abismo. Era
el Dios de Colombia que me poseía.

Un delirio febril embarga mi mente: me siento como encendido por
un fuego extraño y superior.

De repente se me presenta el Tiempo, bajo el semblante venerable
de un viejo, cargado de los despojos de las edades, ceñudo,
inclinado, calvo, rizada la tez, una hoz en la mano...

Yo soy el padre de los siglos me dice: soy el arcano de la fama, y
del secreto: mi madre fue la eternidad: los límites de mi imperio
los señala el infinito: no hay sepulcro para mí, porque soy más
poderoso que la muerte: miro lo pasado, miro lo futuro, y por mi
mano pasa lo presente. ¿Por qué te envaneces niño o viejo, hombre
o héroe? ¿Crees acaso que el Universo es algo? ¿Que montar sobre
la cabeza de un alfiler es subir? ¿Pensáis que los instantes que
llamáis siglos pueden servir de medida a los sucesos? ¿Pensáis que
los instantes que habéis visto a la santa verdad? ¿Imagináis
locamente que vuestras acciones tienen algún precio a mis ojos?
¡Todo es menos que un punto a la presencia del infinito que es mi
hermano!

Sobrecogido de un sagrado terror, ¿cómo, ¿oh Tiempo! respondí, no
ha de desvanecerse el mísero mortal que ha subido tan alto? He
pasado a todos los hombres en fortuna, porque me he elevado sobre
la cabeza de todos. Yo domino el Universo con mis plantas; toco al
eterno con mis manos; siento las pasiones infernales bullir bajo
mis pasos; estoy mirando, de una guiñada, rutilantes astros; los
soles infinitos; he visto sin asombro el espacio que encierra la
materia; y en tu rostro leo la historia de lo pasado y los
pensamientos del destino. Observa, me dijo, aprende, conserva en
tu mente lo que has visto, dibuja a los ojos de tus semejantes el
cuadro del Universo físico, del Universo moral. No escondas los
secretos que el cielo te ha revelado: di la verdad a los
hombres...

El fantasma desapareció.

Absorto, yerto, por decirlo así, quedé exánime largo tiempo,
tendido sobre aquel inmenso diamante que me servía de lecho. En
fin, la tremenda voz de Colombia me grita; resucito, me incorporo,
abro con mis propias manos los pesados párpados; vuelvo a ser
hombre, y escribo mi Delirio.

MENSAJE AL CONGRESO DE ANGOSTURA (1819)
(Fragmento)

Para formar un gobierno estable se requiere la base de un espíritu
nacional, que tenga por objeto una inclinación uniforme hacia dos
puntos capitales: moderar la voluntad general y limitar la
autoridad pública...

... El amor a la patria, el amor a las leyes, el amor a los
magistrados, son las nobles pasiones que deben absorber
exclusivamente el alma de un republicano...

... La educación popular debe ser el cuidado primogénito del amor
paternal del Congreso. Moral y luces son los polos de una
república; moral y luces son nuestras primeras necesidades...

... Al proponernos la división de los ciudadanos en activos y
pasivos, he pretendido excitar la prosperidad nacional por las dos
más grandes palancas de la industria: el trabajo y el saber.
Angostura, Venezuela, 15 de febrero de 1819.

Estimulando estos dos poderosos resortes de la sociedad, se
alcanza lo más difícil entre los hombres: hacerlos honrados y
felices. JURAMENTO EN EL MONTE SACRO (Fragmento)

Juro delante de usted, juro por el Dios de mis padres, juro por
ellos, juro por mi honor y juro por la Patria, que no daré
descanso a mi brazo ni reposo a mi alma, hasta que no haya roto
las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español. (Texto
tomado de El Universo)
EXPLORED
en Ciudad Guayaquil

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